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¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.


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domingo, 20 de febrero de 2011

87. Mujer de hielo.

El alcohol hizo que no hubiera secretos y que pareciera que la conocía de siempre.
No parecía andarse con rodeos a la hora de decir las cosas.

Era una chica con el corazón bien frío e ideas claras.
Una mujer de las que guardan su corazón dentro de una nuez y era muy difícil llegar a él sin un buen impacto.
Ella no creía en el amor eterno y mucho menos en encontrar a su media naranja, pero algo en su vida estaba cambiando.
Miranda era bisexual, pero eso no era algo nuevo para ella.
Era lgo que la aterrorizaba a la vez que la atraía como una abeja a la miel.
Ella me contaba que se estaba empezando a preocupar al cambiar su manera de pensar. Sus teorías se venían al suelo y le daba miedo admitir la verdad: le daba miedo saber que estaba enamorada.
A lo largo de su vida se había auto convencido que eso que llamaban amor solo pasaba en las películas y en las canciones empalagosas de la radio.
Creía que se había enamorado de uno de sus amigos.
Lo decía con muchos rodeos.
No me dijo su nombre.
No sabía si en realidad se trataba de un capricho y eso la asustaba… Mentira.
Yo le veía que le cambiaba la cara al hablar de él y parecía soñar despierta.
Solo veía cosas buenas de él y que estaría deseando pasar tiempo en su compañía.
Una vez íbamos por el cuarto cupito me confesó que era Giovanni.


Hacía un tiempo que no se habían visto. En todo este tiempo no había dejado de pensar en él, pero no tuvo noticias suyas.
Giovanni el año pasado sufrió una ruptura sentimental con una chica a la que le puso los cuernos. Desapareció casi todo el año hasta que no le surgió el trabajo como tatuador aquí. No había vuelto a dar muchas señales de vida.
Se veían esporádicamente en comidas y algunas fiestas.
Me acabó confesando que si había roto con la otra chica era porque le puso los cuernos con ella en un viaje que habían hecho los dos a Miami.
Giovanni en vez de romper con la otra chica y quedarse decidió huir.
Seguramente Miranda por Giovanni se hubiera convertido en una persona fiel y con pareja estable.
Aunque aquella idea parecía darle cierto repelús.

En realidad yo cuando entré en casa vi que los dos eran unas personas muy similares. No me hubiera parecido raro que hubieran sido pareja.

El problema de todo es que ya había pasado un año.
Miranda ya sabía con todas con las que se había liado en su huída mientras me había hecho el tatuaje.
Por más que ella quizás tuviera esperanzas en volver a tener algo con él, sabía que ahora era un momento muy diferente al año pasado.

Yo no sabía que decirle a ella.
¿A mí preguntarme de amor? Era algo que me había quemado no hace mucho entre las manos y ahora me volvía a quemar de una manera que no había conocido antes.
Solo le sugerí que le diera tiempo a las cosas.
Si acababa de llegar quizás es pronto para decidir.
-¿Entonces eso es lo que te pasa a ti con David?-Me dijo Miranda sin advertirme de aquel cambio repentino de la conversación.
-¿El qué?-dije intentando despistarla.
-Qué estas esperando a ver que pasa, ¿no? A mí no me engañas…
-¿Por qué lo dices?
Entonces ella comenzó a reirse.
-Carmen, Carmen… Es verdad que el tiempo soluciona las cosas… ¿Pero no es verdad que hay trenes que pasan solo una vez?
Sabía perfectamente de que me estaba hablando. Pasaba de hacerme la tonta.
-Y yo que se. ¿Qué pretendes que haga? Le acabo de conocer. ¿Acaso a ti no te impondría mi situación?
Ella se reía.

-No se que decirte… Yo me he acostado con mujeres y hombres que he conocido en una noche y luego no les he vuelto a llamar. No veo el problema en eso. No se cual es tu situación…

Al ver que su cara esperaba respuestas, tuve que comenzar a contarle mi historia con Alberto.
Yo a ella le resultaba curiosísima.
Era la primera chica que conocía que era tan responsable y que se comiera tanto la cabeza.
-Tu prueba, si ves que nada, pues nada.-Me acabó diciendo ella.
-Acabo de llegar y no le conozco.
-Es David Mosley nena. Parece mentira que te lo pienses…
-Como si es el papa. -dije restándole importancia.
-¿Enserio te da igual saber que es David Mosley? -Me dijo ella sin creer que no me importara ni un poquito.
-Pues si. Bueno, no...¡Yo qué se! ¿estamos dando por hecho que él quiere algo conmigo? No lo sabes.

Entonces ella me miró toda extrañada. Como si viviera en otro planeta.

-Tú eres ciega, sorda, tonta o algo. ¿No?
-¿Por?
-Ahora es cuando te voy a tener que preguntar. ¿Sabes quién es David Mosley?¿Sabes algo de su manera de ser y de su pasado? -Dijo con los ojos abiertos de par en par.
-Por la cara que me pones no mucho…
-Te puedo asegurar que yo y Giovanni al veros lo hemos flipado. Al ver que contigo esno parece él. Que no te quita el ojo de encima. ¿Desde cuando David preocupándose por una chica? A Jennifer no le hacía ni caso. Más vale que no esté así el día de la fiesta de los Bell o como te vea Jennifer, la petarda, le va a dar un ataque de celos… Te la va a intentar liar.
Yo entonces cogí otra vez la botella de tequila y otro chupito más para el cuerpo.
Me levanté y vi que llevaba un calentón muy curioso.
Miranda me miraba y se reía, porque sabía que justo después de lo que me acababa de decir me hacía falta un chupito urgente.
¿Qué él es diferente conmigo?
Entonces ella se levantó y casi se cae.
Madre mía... Ya la liamos.
Me di la vuelta.
-No hace falta que me digas más. No quiero saber más. -Le dije más preocupada de no caerme que de escandalizarme por lo que me había dicho.
-Solo te digo una cosa. De aquí no sale nada.
-Más te vale. Ni tuyo ni mio.¿vale?
-Vale.
Las dos nos miramos y supimos que a partir de ahí seríamos amigas y cómplices.
Entonces me quedé mirando el armario.
Que tontas.
Habíamos venido aquí para probarnos ropa y en vez de eso estábamos allí las dos contándonos nuestra vida.
Miranda me pareció aun más una tía genial.
Abrí el armario. Ella vino detrás y se quedo flipando.
-¿Cómo es posible que tengas este pedazo armario?
-A mi no me preguntes nada. Que llegué y me lo encontré.
Ella se acercó a la estantería de los zapatos corriendo.
-¿Puedo?
-Pues claro.
Entonces me fui al portátil a buscar donde estaba la música en la habitación.
Encontré el mando y lo conseguí.
Puse mismamente la radio con la música alta y las dos a la vez que nos probábamos los zapatos, nos hacíamos fotos y cantábamos y bailábamos por la habitación.
Oímos unos golpecitos en la puerta.
Bajé la música y fui a abrir la puerta. Era David y detrás estaba Giovanni.
-No es por ser cotilla ni nada de eso…¿Se puede saber que fiesta tenéis montada aquí?-Me dijo David con los ojos entrecerrados al intentar adivinar que estaba pasando.
Me di la vuelta.
Miré a Miranda que estaba dando saltos en mi cama.
-¿Te lo dije o no te lo dije?-Me dijo Miranda a voces.
Ella se refería a que David no me dejaba de observar y que quería saberlo todo. Lo supe por la cara que me puso.
Vi de paso la botella que había pegado en este tiempo un bajón considerable.
Le miré el brazo a él.
Y en un buen intento de disimular…
-Qué rápido habéis terminado lo del tatuaje, ¿no?
-¿Qué le dijiste, que?-Dijo Giovanni refiriéndose a lo que me había dicho Miranda.
-¿Sabéis cuanto tiempo lleváis aquí metidas?-Nos preguntó David.
Entonces Miranda dejó de saltar en la cama.
-Ni idea.-Dije yo.
-Horas. -Me dijo Giovanni.
-No puede ser, ¡venga ya!.-dijo Miranda.
-Y por lo que veo os lo estabais pasando bien sin nosotros…-dijo David viendo la botella de tequila.
-Ni que vosotros estuvierais aburridos.-Dijo Miranda.
No se porque me giré, vi la cara de ellos medio flipando de que en tan poco tiempo nos hubieramos llevado tan bien, o que nos lo hubiéramos montado tan bien… O que las dos estuviéramos borrachas.
Miré a Miranda que había visto lo mismo que yo y nos empezamos a reír tanto que acabamos en el suelo las dos de la risa.
Ellos nos miraban sin entender nada.
-Miranda, ¿puedo hablar a solas contigo?. -dijo Giovanni.
A las dos se nos quitó la risa en menos que nada.
¿Qué Giovanni quería hablar con ella? ¿Sería que él había vuelto por ella?
Las dos nos levantamos del suelo.
Ella se quitó los zapatos de tacón, los quedó cerca del armario.
Yo estaba al lado de la puerta . Miré a David pero su cara no me decía nada de lo que tenía pensado Giovanni.
Ella al salir de la habitación me dio un beso en la mejilla, para mi sorpresa y para la de ellos.
Cogió a Giovanni del brazo y se fueron a una de las habitaciones que había al lado.
Yo no entendía nada.
Entonces me quedé mirando a David que estaba al igual que yo apoyado en la puerta.
-¿No me vas a invitar a tu fiesta privada?- Me dijo David con una gran sonrisa.

jueves, 3 de febrero de 2011

86. Mezclar el dolor y el placer.

¿Y eso a qué ha venido?
Tampoco tiene que estar muy equivocada.
Son demasiados años juntas y sabe que me encanta pensar mucho las cosas.
Siempre le tengo muchísimo miedo al error, al no conseguir aprender a base de aciertos. ¿Alguien puede? No. Solo recordarás mejor donde tuviste que rectificar.
Tampoco fiar de ella.
Lucía siempre hace el plan loco.
Carmen… Ya estás dándole vueltas otra vez.
Volvamos otra vez a esa vida que camina entre el sueño y la realidad…
Me dirigí al salón a terminar mi dibujo.
Creía que ellos seguirían donde estaban recordando cosas del pasado.
Entonces me encontré con los tres alrededor de donde estaba mi dibujo.
Los tres hablando de mi dibujo.
Seguro que se están riendo.
Yo en principio no tenía ni idea de que decirles.
Seguro que estarán pensando que he dibujado una mierda en un palo…
-¿Qué pasa a mi dibujo?¿No se supone que no se veía hasta el final?-dije al fin intentando disimular mis dudas por miedo de lo que piensen los demás.
Los tres intentaron disimular, pero al ver David que les había pillado de lleno, me tuvo que explicar.
Sería infantil que los tres salieran corriendo a su sitio.
-Es que cuando has cogido el móvil he pasado al lado de la mesa y me he quedado viéndolo… A ellos les ha dado también curiosidad al ver mi cara.
-Os estabais riendo de lo malo que es, ¿verdad?
Entonces los tres fruncieron el ceño a la vez, como quien dice una locura.
-Todo lo contrario.-Dijo Giovanni.- A mi me gusta mucho.
-Yo digo lo mismo.-Dijo Miranda cogiendo el dibujo y dándole vueltas.
-Me lo pienso tatuar. De eso estábamos hablando. -Me dijo David convencido.
Yo a todo esto no me lo creía.
¿Cómo?
Mi dibujo era mas paranoico de lo que ellos pensaban.
Pero no podía ser tan malo si David lo quería y lo miraban los tres como si se tratara de algo sublime.
-¿En que te has inspirado? -dijo Giovanni.
-Quizás es una tontería…
-No puede ser una tontería, es demasiado bueno para venir de una tontería.-Dijo Miranda.
Cogí el dibujo lo puse en la mesa y empecé a contarles.
-Hablando antes con David me dijo que quería un sol que representara la vida. Yo a esa idea le he añadido unas cuantas más. Ese sol tiene símbolos dentro que representan los cinco elementos. Todos están dentro del sol. A su vez todos están unidos por el anillo este que representa la eternidad, la unión y el compromiso. Hay un pequeño corazón a este lado, uno real que representa lo que da la vida y el cuerpo que es materia. Hay una espiral. He dejado sitio para poner una palabra que te de fuerzas o una frase. Y creo que por ahora eso es todo… Solo son símbolos. No es para tanto. Solo parece que estoy loca o algo así...
Los tres se quedaron mirándome pensativos y serios.
Y por lo que creo estaban alucinando conmigo.
De Cáceres a Nueva York y de Nueva York al loquero.
-Carmen eres una artista… Cuanto más lo miro con detalle, más me gusta y más sentido tiene. -Me dijo Giovanni.
-No creo que sea para tanto.
-Te digo que yo de esto entiendo. ¿En serio que no te quieres dedicar a esto? Yo te enseñaría muy gustosamente…

Vale que mi vida hubiera cambiado en unos días pero no creo que haya hecho una carrera de varios años como para acabar haciendo algo relacionado con las horas que me aburría en clase… No ahora.
Por mucho que me dijeran eso de hacer tatuajes es una responsabilidad muy grande.
El tatuaje no sería lo mío.
-Muchas gracias Giovanni, pero me da a mi que no. No sería capaz.
-Pues en cuanto tu quieras ya sabes a quien tienes que avisar. -Me dijo él apenado.
-Por lo menos quédame esa opción ahí, porque ya ves que mi vida cambia de un día para otro. Puede que lo considere en un futuro.
-Pues David, voy a pasarlo a la plantilla y enseguida nos ponemos, ¿vale?
-Por mi perfecto.
-Espérate un momento. Carmen, ya que estamos con todo el equipo… ¿No quieres un tatuaje?-Me dijo Miranda.
-Pues yo, la verdad no tengo ni idea... Nunca me lo he planteado.- Dije totalmente insegura.
¿Por qué iba yo a querer pasar dolor?
-Venga, anímate.-Me dijo Miranda.
Entonces me vino esa curiosidad de que se sentiría…
¿En realidad era un dolor tan insoportable?
Si me tatuaba algo, debería de ser algo que mereciera venirse conmigo a la tumba.
Es algo que iría siempre conmigo recordándome algo.
Debería de ser algo por lo que mereciera pasar dolor y que tuviera una gran historia detrás.
¿En serio era tan difícil pensar algo que tuviera una gran historia detrás en este momento de mi vida?
-Me has convencido. Ya se que quiero.
Todos se quedaron con las cejas levantadas.
Cambié de opinión de un segundo para otro.
Entonces Giovanni se acercó a mi.
Era como si no me fuera a dejar escapar de la decisión que acababa de tomar.
-Quiero en la muñeca derecha una N y en la otra muñeca una Y. Creo que no estará mal recordarlo.
-Me parece bien si tiene sentido para ti.-Me dijo Giovanni con una gran sonrisa.
Entonces se pusieron enseguida manos a la obra.
Incluso antes que con el tatuaje de David. David me acercó una silla, me sentó al lado de donde estaban todas las cosas preparadas.
Giovanni y Miranda empezaron a dibujar muchos tipos de letras. Yo quería algo sencillo y entonces Giovanni consiguió justo la letra que yo quería.
No sería algo muy grande, pero tampoco debería de ser algo minúsculo.
Yo prefería ni pensar que estaba a punto de pasar.
Hay cosas que es mejor hacerlas sin pensar, y esta era una de las que no quería pensar.
¿qué iba a sentir justo momentos después en mi piel?.
David, colocó su silla justo delante de mi.
Él me miraba con gran curiosidad.
-¿Quieres que las letras sean en negro?-Me preguntó Giovanni.
-Sí.
Miranda iba preparando la aguja. Todo estaba preparado.
Aquel sonidito…
Algo en mi estómago.
Giovanni me cogió la muñeca con gran delicadeza.
Mi estómago por una parte estaba llena de nervios y por otra quería empezar ya.
Cuanto antes empezara, antes iba a acabar.
David vió mi reacción a oír el sonidito aquel, tan característico y molesto.
Era una mezcla de todo.
Entonces David dejó que Miranda se sentara delante de mí y él se sentó a mi lado.
Todos se miraban entre sí con una gran sonrisa viendo que yo no sabía ni que esperarme.
David me cogió la mano que tenía libre y justo cuando me distrajo de esa manera, sintiendo el tacto de su mano, sentí la aguja sobre mi piel.
Desde luego no era tanto dolor tan exagerado como el que me había imaginado.
Dolía.
Apreté fuerte la mano de David.
No sabía bien en que estar atenta, si al dolor que sentía en la piel o al cosquilleo tan intenso que sentía al saber que el tenía mi mano bien agarrada a la de David.
Cada vez era más intenso ese cosquilleo cuando su mirada se quedaba clavada en la mía.... Aquellos ojos verdes no sabía si querían decirme algo.
Solo sabía que podría mirarlos y necesitar mirarlos siempre que quisiera tranquilidad.
Entonces me acordé de la presencia de Miranda que nos observaba, que se había quedado mirándonos un poco sorprendida.
Los dos la miramos a la vez. Ella nos sonrió en muestra de su sospecha.
Entonces ella decidió hacerse la tonta y empezó a preguntarle cosas a Giovanni.
Yo por más que intentaba atenderle a él, en sus historias de sus viajes por el mundo y de todos los rolletes que había tenido en cada puerto, me debatía entre los agudos pinchazos en mi piel y no soltar la mano de David.
Miranda no se atrevía a decirme nada, aunque creo que ella sabía perfectamente que ahí pasaba algo.
En realidad no estoy segura.
Dudo que solo sean suposiciones mías.
Antes de lo que me esperaba ya había terminado de tatuarme la N y ahora tocaba el mismo proceso con la otra muñeca.
El dolor ya era diferente.
Mi cuerpo ya lo estaba asimilando. No era tan intenso como cuando no sabes que te espera.
Una vez ya conoces esos límites ya creo que no era tan intenso.
Incluso ya comencé a poder mirar sin miedo como la aguja se iba clavando en mi piel e iba dejando una marca que sería para siempre. Miraba como quedaba la N y me gustaba.
Empecé a pillarle el punto a la cosa e incluso empecé a participar en la conversación y empecé a estar mucho más tranquila.
Ya incluso no me hacía ni falta agarrar la mano de David, pero no voy a ser tan tonta de soltarla.
La noche a lo tonto se nos estaba echando encima.
Giovanni estaba concentrado a la vez que no paraba de hablar con su voz relajante.
No elevaba demasiado ninguna palabra convirtiendo su manera de hablar en un susurro perfecto.
Estaba a punto de acabar el tatuaje y solté la mano de David.
-¿A que no es para tanto?-Me dijo Miranda.
-Hombre, doler, duele… Pero una vez que ya sabes lo que te espera no es peor que la incertidumbre. Digamos que es soportable.
-A que sí lo es. Yo tengo muchos.
Ella comenzó a enseñarmelos. Como ya me suponía había algunos los que no me podía enseñar por ser muy íntimos.
Eso sí, ella no se cortó un pelo en enseñarme los que tenía en los pechos.
Me quedé un poco loca cuando se desabrochó la camisa y me los enseñó así como aquella que me enseña los del brazo.
Tampoco me iba a escandalizar, pero me demostró que no tenía pudor alguno.
Lo que tiraba un poco para atrás era la naturalidad con la que lo hizo. Allí delante de los dos y Giovanni sin distraerse ni un poquito del tatuaje.
Tampoco miré la cara que puso David pero seguro que estaba mas que habituado a esas escenas.
Justo después de que me enseñara la mayoría de sus tatuajes acabó mi letra Y.
Fue una manera muy extraña de distraerme.
Giovanni me dijo todo lo que me tendría que echar y como me lo tendría que curar.
-Pues te ha quedado muy bien. Y has sido toda una valiente.-Me dijo David guiñándome un ojo.
Los dos sabíamos que había momentos en que su mano podía haber muerto por estrangulación.
Giovanni y Miranda se pusieron los dos manos a la obra para el tatuaje de David.
Yo miraba a David para ver si estaba un poco nervioso, pero no lo estaba ni un poquito. Él estaba tan tranquilo bebiendo y fumando.
Yo me miraba las muñecas como toda una flipada. Debería de tener cuidado de que no me rozara nada mucho en las muñecas o vería el infinito y más allá.
David ya tenía todo preparado para comenzar a hacer el tatuaje. Se sentó y comenzó a ser tatuado con el dibujo que yo había hecho.
Miré a Miranda que no me paraba de mirar los zapatos.
-¿Te gustan?-Le dije.
-Un montón. ¿Me los dejas probar?-Me dijo un poco tímida.
-Pues claro que sí.
Ella parecía ilusionadísima. Enseguida se acercó a poder probárselos.
Pocas veces he visto disfrutar tanto a una mujer probándose unos tacones. Yo creo que yo ya estaba harta por hoy de tacones.
-¿Por qué te gustan tanto los tacones?-Le pregunté.
-Desde pequeña me encantaba robarle todos los zapatos a mi madre y ponérmelos para ir a cualquier parte. Me parece de lo más femenino. Aparte estos zapatos son especiales, solo hay cinco personas en el mundo que tengan este modelo, por eso todo el mundo sabe que te ha vestido Charles Bizet. Este modelo solo lo han creado para varias de sus clientas. Son la envidia de muchísimas personas con muchísimo dinero. No lo sabes bien… Eres afortunada.
Ella no me hablaba de los zapatos como quien habla de algo normal.
No.
Ella hablaba de que aquellos zapatos se podían considerar una obra de arte.
No todo el mundo lo entendería así.
Ni si quiera yo, que poseía aquellos zapatos.
Ella los miraba y se los remiraba puestos.
Incluso cogió la cámara y me pidió que le hiciera una foto con ellos. Se veía que tenía un talento natural para posar, así hasta que me convenció para que le hiciera unas cuantas fotos. Me convenció y las dos acabamos haciendo poses con los zapatos.
-Miranda, ¿Quieres venir a mi armario y ver mis zapatos? Me da a mi que te iba a encantar.-Le dije al ver la ilusión que había puesto al ver estos.
Entonces me miró con los ojos como dos estrellitas.
-¿Puedo?
-Pues claro que sí. Venga, vamos. Ahora venimos chicos.-Le dije yo animándola a que me siguiera.
Entonces si comérmelo y sin bebérmelo oí decir a David por lo bajo.
-Ten cuidado a ver que Miranda tiene mucho peligro a solas en una habitación.
No lo entendí.
Los dos chicos comenzaron a reírse. A ella no le hizo ni gracia.
¿De qué hablarían? Yo no sabía ni que pensar.
-No le hagas caso a este par de tontos. Vamos.
Fuimos por la casa hasta llegar a la habitación. Yo me esforzaba por no perderme entre tantas salas. Y llegamos.
-Que colorida tu habitación. -Me dijo ella mirándolo todo.
-Ya, pero me gusta así. Va más conmigo.
-Te habrás quedado alucinando cuando llegaste aquí sin saber nada y viste la casa.
-Imagínate. Si quieres te lo cuento con más detalles.
-Estaré encantada de oírlo…. Sobre todo la parte en que te enteras que vives con David. ¿A ti no te gustaba de antes?
Entonces ella se fijó en que yo tenía una mini nevera gris y se fue a abrirla.
Yo me quedé pensando en su pregunta hasta que ella me hizo una seña con la mano para que me acercara.
Nos agachamos las dos y no lo podíamos creer.
Nos miramos las dos con los ojos muy abiertos sin dar crédito a que había ahí.
Dentro de la neverita estaba lleno de botellas muy caras con muchos vasos de chupitos y con muchas copas.
En el mueble de al lado había de todo para montar una fiesta.
Entonces me pregunté que mil cosas habría en los cajones de los muebles que yo no sabría.
Las dos nos miramos y vimos aquella botella de tequila que nos estaba llamando.
Había incluso limones y sal.
Lo supimos.
Agarramos la botella enseguida, dos vasos de chupitos bien fresquitos y nos servimos uno.
Nos lo tomamos muy rápido y no nos hizo ni falta decir nada para saber que había que tomarse otro más.
Después ella sirvió una copa de otra botella.
Nos sentamos en el sofá y comenzamos a hablar.
Conseguí evadir la pregunta que ella me había hecho antes.
Le pregunté entonces por su vida amorosa.
Ella al principio parecía no querer contármelo, pero al final los chupitos de tequila iban subiendo y los detalles eran cada vez más y más…
Esta chica era muy especial.
Quizás podría aprender mucho de ella.



Continuará...

(Ya actualizo con más frecuencia. Ya acabó mi febrero infernal.)