-Pasa.-dije muy deprisa.
Esta vez no lo puedo evitar.
Mi corazón empieza a latir mucho mas deprisa cuando él se acercaba más… y encima va y se sienta a mi lado.
Intento parecer lo más tranquila dentro de mis posibilidades.
¡Tengo ahora el pulso cómo para robar panderetas!
Creía que lo veía a cámara lenta cuando se acercaba.
La tila me baila en la mano.
Esto debe de ser de lo mal que estoy.
Es una mezcla de todo en mi interior.
Nerviosa, dolorida, sorprendida…
Entonces yo meto un mini salto hacia un lado de la cama alejándome de él.
Que vergüenza.
Dejé la tila en la mesilla no vaya a ser que me falle el pulso y la lío aquí, vertiéndolo todo encima de la cama o encima de él.
Ya sería lo que me faltaba…
-Toma, aquí esta.-me dijo dándome el bolso con mucho cuidado.-Por cierto, deja que me presente. Me llamo David.
Extendió la mano para que la estrechara.
Di las gracias en mi interior de que allí el saludo no fueran dos besos.
-Yo me llamo Carmen.-dije fijándome más en mi mano que en él, para que pareciera firme y decidida.
De repente me miró y miró alrededor.
-¿Te gusta esta habitación o prefieres otra?-me dijo con muchísima curiosidad.
Este tiene que estar de guasa, ¿no?
¿Cómo no me va a gustar esa pedazo de habitación?
La habitación es casi como un apartamento de grande.
Muy mediterránea por describirla de alguna manera.
-¿Lo dices enserio?¿o es broma? Es una habitación muy alegre.
-No, enserio , si no te gusta quédate con otra. Tienes otra más para elegir la que más te guste.
Entonces me quedé mirándole.
Él estaba allí tumbado en la cama a mi lado, como si nos conociéramos de toda la vida.
Al hablar con esa confianza me transmitía seguridad.
Entonces él hizo amago de levantarse.
-Enserio, si te molesto dímelo.- dijo él.
Se había dado cuenta por la cara que había puesto.
-No por favor… quédate, si no que voy a hacer yo ahora. Me puedo incluso perder por la casa… si es que no me pierdo de por sí en la habitación.
Era casi una súplica.
No quería quedarme sola.
Prefería quedarme mil veces pasando vergüenza a cada segundo, que quedarme en aquella casa enorme sola.
El empezó a reírse y se quedó allí.
Se volvió a acomodar en la cama.
Me quitó unos cuantos cojines de esa cama que estaba plagada de cojines.
Yo estaba tan cansada que no había ni caído que estaría mucho más cómoda quitándolos del medio.
-¿Quieres ver la tele?- me dijo él.
Entonces miré a todos lados.
Me sentía como una tontina…
En la habitación había tantas cosas que mi vista no sabía ni en donde pararse a mirar.
-¿Dónde se supone que esta la televisión?- dije ya casi desesperada.
Entonces el cogió un mando que había puesto sobre el cabecero de la cama.
Le dio a un botón y la televisión bajó del techo.
Miré la televisión.
Es muy grande…
Demasiado grande…
Creo que nunca había visto una tan grande.
Le miré a él.
Estaba a punto de darle un ataque de risa al ver mi cara de flipada.
-¿Enserio te sorprende lo de la tele?- me dijo incrédulo y sonriente.- Pues entonces te vas a sorprender unas cuantas veces.
Me quedé sin palabras.
Le hice un gesto para que él pusiera lo que quisiera.
Yo terminé de beberme la tila.
Sentía cómo él me observaba.
En cuanto su mirada se chocaba con la mía yo intentaba evitarle la mirada.
Se dio cuenta que yo pasaba totalmente de la televisión.
Él parecía no encontrar nada interesante que ver.
-¿Qué tal el viaje?- dijo tumbándose de lado mirando hacia mí.
-Pues…-No tenía ni idea de que decirle, si bien o mal. -Bien por una parte… Me he tirado durmiendo la mayoría del tiempo o por lo menos eso intenté. Mal por otra, pues para que negarlo, tengo una resaca de las malas. Pero que muy mala. Ya lo has visto.
Yo a él le debería parecer graciosa a la hora de hablar.
No paraba de reírse o de mirarme con una gran sonrisa desde que entró.
-Bueno, pues entonces ya somos dos con resaca.
-A ti no se te nota.
-Muchos años soportándola. Ya me sé los trucos para llevarla mejor. -dijo él tocándose la frente.
Le debería de doler la cabeza.
-¿Cómo sabías que necesitaba una manzanilla?
-Mi madre me ha despertado para preguntar que si habías llegado. Le dije que no. Me contó que deberías de estar muy cansada porque ayer estuviste de fiesta. Que te cuidara. Eso me lo ha repetido muchas veces. No he empezado bien, pero a partir de ahora lo haré con mucho gusto.-Dijo con una sonrisa pícara.
Seguro que eso es producto de mi imaginación.
Yo sigo teniendo unas pintas horribles…
Pero aquí pasa algo.
Este me quiere poner nerviosa.
¿Lo está intentando?
No me gusta un pelo.
Si este se piensa que me va a poner nerviosa, este no sabe quién es Carmen.
A mí no se me gana con una sonrisa bonita ni con objetos caros.
Ya he descubierto que eso a mí no me da la felicidad.
Yo no soy el juguete que le ha traído su mamá de España a Nueva York.
Yo he venido aquí a currármelo por mí solita y a no depender de nadie.
No porque a las mujeres se le caigan las bragas por él yo tengo que ser una más.
No pienso seguirle la bola a la hora de los tonteos.
Yo no soy así.
En realidad no sé casi nada de él.
Pienso tratarle como a uno más.
Me da igual de donde venga, su dinero, sus contactos, su trabajo, su físico…
Conmigo tonterías las precisas.
La de vueltas que ha dado para no decir "tonterias las justas"
ResponderEliminarComo siempre: excelente.
Siempre suyo
Un completo gilipollas
viene a ser lo mismo, no es dar weltas xq no busco lo justo si no lo preciso.
ResponderEliminar:)
porfavorr mi dosis de Carmen!!!una cacereñaaaaa dura de pelar!:D
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