¡Si señor! A mí cada vez me da por hacer más "americanadas", pero no os engañéis... solo es una excusa para irme más veces de fiesta.
Si hay que ir de Halloween disfrazada... PUES SE VAAAA!
Ya ves tú que problema :P
¿Y de qué iba?
Pues de Miércoles!! Algunos problemillas que otros con el disfraz pero nada que no tuviera solución.
Nos juntamos los gentleman, 4 brujas, un fantasma y Miércoles para irnos de fiesta.
En los Santos, en Cáceres, hacemos lo conocido por: "las castañas" o "los calbotes".
¡otro día de campo para tener aún más excusas para irnos de fiesta!.
Espero que todos tengáis un feliz puente y que lo disfutéis :)
¡¡¡¡FELIZ HALLOWEEN A TODOS!!!
Gracias por leerlo :D
¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.
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sábado, 30 de octubre de 2010
jueves, 28 de octubre de 2010
70. Secretos inconfesables.
-Depende de la magnitud de tu secreto será la magnitud del mío …
Eso le hizo replantearse el secreto que me iba a contar. Debería de ser algo grande si él quería saber mi gran secreto.
-Esta bien. Me parece justo. ¿Trato hecho?
-Trato hecho.
Los dos nos dimos la mano para sellar el trato.
-Cuéntame, David Mosley, ¿Qué gran secreto guardas al mundo o por lo menos intentas ocultar? -le dije imitando la postura de un periodista muy serio con el ceño fruncido.
A él le hacía gracia esas pequeñas cosas, y me encantaba verlo sonreír.
-Es algo de lo que no me siento orgulloso. Bueno, ahora estoy orgulloso porque lo dejé atrás. No fue fácil conseguirlo…
Podía averiguar en su rostro que no mentía.
Esta vez estaba serio. Parecía un poco tenso.
Su mirada se perdía de la mía.
No era miedo, quizás era ansiedad.
Era un tema que había querido evitar seguramente. No le resultaba fácil hablar de ello por lo que veía.
Quería intentar saber o intuir por donde iban los tiros, pero podían ser tantas cosas…
-Si no quieres contarlo no lo hagas. No tiene que ser hoy cuando me lo digas.
-Es algo que hice y tengo que asumir las consecuencias… Pero… Si, bueno… ¿Te importa si lo dejamos para otro día?
-Perfecto. Dejémoslo para otro día. ¿Tú tienes prisa? Yo no.
No se porqué me besó la frente al decir eso.
Me quedé un poco desconcertada. ¿Era en señal de agradecimiento? ¿Era porque respetaba su intimidad?
Era extraño saber que él no tenía miedo a que yo supiera su secreto, porque tenía intención de contármelo algún día, pero creo que él si teme a lo que yo piense de él después de saberlo.
-Tienes razón. Mejor otro día te lo contaré y tú me contarás el tuyo.
David volvió a sonreír. Volvió a estar tranquilo.
Todas las personas tienen sus cosas y yo no vine aquí para investigar sobre la vida de nadie.
Hubo un pequeño silencio.
Bebíamos del batido y pasábamos de la televisión los dos pensativos.
Lo que estaba fumando comenzaba a hacer efecto…
Vi que David desde que recordó su secreto había estado un poco callado.
No iba a dejar que la cosa se quedara así.
Cogí el bol de palomitas y le reté.
-¿A que no dices Pamplona con tres puñados en la boca?
Me miró incrédulo.
-¡¿Qué no?! Se nota que no me conoces si me estás diciendo que no me atrevo a un reto… Y me ofende siendo un reto de palomitas…
-¡Oh! Claaaaro… Cómo todas tenemos que conocer muchísimo a David Mosley…-le dije exagerando para picarle.
Lo conseguí.
Lo que me reí a partir de ahí no está escrito.
Consiguió que llorara de la risa en varias ocasiones. A él le pasaba más de lo mismo.
Entonces se levantó de la cama y buscó por los cajones.
Sacó una baraja de cartas y comenzó a hacer trucos de magia. Era espectacular con su baraja de cartas doradas.
Empezamos a decir tonterías descomunales y a mezclar muchísimos idiomas.
Él se levantó cuando paramos y apagó todas las luces y la televisión. A continuación encendió el planetario y volvió a la cama.
Otro gran silencio.
Nos quedamos los dos mirando las estrellas del techo.
Él se giró hacia mí y comenzó a acariciarme el pelo.
Me encantaba…
Mirando las estrellas al lado de una estrella…
Qué cosas me pasan…
Como si se tratara de una cadena de favores, le busqué el brazo, lo coloqué y comencé a hacerle cosquillas.
En esos momentos sentía como pequeños calambrazos y cosquillas por el estómago, a la vez que una sensación de modorra.
Todo era perfecto.
Perdí la noción del tiempo.
Dejé de sentir cosquillas por el pelo.
Se había quedado dormido.
Intenté levantarme, pero tenía demasiado sueño y justo él en ese momento me pasó el brazo por encima para abrazarme.
Me acomodé y enseguida quedé dormida en un profundo sueño del que no estoy segura si me quería despertar...
Por si se me había olvidado decirlo... GRACIAS A TODOS!!.
:)
Eso le hizo replantearse el secreto que me iba a contar. Debería de ser algo grande si él quería saber mi gran secreto.
-Esta bien. Me parece justo. ¿Trato hecho?
-Trato hecho.
Los dos nos dimos la mano para sellar el trato.
-Cuéntame, David Mosley, ¿Qué gran secreto guardas al mundo o por lo menos intentas ocultar? -le dije imitando la postura de un periodista muy serio con el ceño fruncido.
A él le hacía gracia esas pequeñas cosas, y me encantaba verlo sonreír.
-Es algo de lo que no me siento orgulloso. Bueno, ahora estoy orgulloso porque lo dejé atrás. No fue fácil conseguirlo…
Podía averiguar en su rostro que no mentía.
Esta vez estaba serio. Parecía un poco tenso.
Su mirada se perdía de la mía.
No era miedo, quizás era ansiedad.
Era un tema que había querido evitar seguramente. No le resultaba fácil hablar de ello por lo que veía.
Quería intentar saber o intuir por donde iban los tiros, pero podían ser tantas cosas…
-Si no quieres contarlo no lo hagas. No tiene que ser hoy cuando me lo digas.
-Es algo que hice y tengo que asumir las consecuencias… Pero… Si, bueno… ¿Te importa si lo dejamos para otro día?
-Perfecto. Dejémoslo para otro día. ¿Tú tienes prisa? Yo no.
No se porqué me besó la frente al decir eso.
Me quedé un poco desconcertada. ¿Era en señal de agradecimiento? ¿Era porque respetaba su intimidad?
Era extraño saber que él no tenía miedo a que yo supiera su secreto, porque tenía intención de contármelo algún día, pero creo que él si teme a lo que yo piense de él después de saberlo.
-Tienes razón. Mejor otro día te lo contaré y tú me contarás el tuyo.
David volvió a sonreír. Volvió a estar tranquilo.
Todas las personas tienen sus cosas y yo no vine aquí para investigar sobre la vida de nadie.
Hubo un pequeño silencio.
Bebíamos del batido y pasábamos de la televisión los dos pensativos.
Lo que estaba fumando comenzaba a hacer efecto…
Vi que David desde que recordó su secreto había estado un poco callado.
No iba a dejar que la cosa se quedara así.
Cogí el bol de palomitas y le reté.
-¿A que no dices Pamplona con tres puñados en la boca?
Me miró incrédulo.
-¡¿Qué no?! Se nota que no me conoces si me estás diciendo que no me atrevo a un reto… Y me ofende siendo un reto de palomitas…
-¡Oh! Claaaaro… Cómo todas tenemos que conocer muchísimo a David Mosley…-le dije exagerando para picarle.
Lo conseguí.
Lo que me reí a partir de ahí no está escrito.
Consiguió que llorara de la risa en varias ocasiones. A él le pasaba más de lo mismo.
Entonces se levantó de la cama y buscó por los cajones.
Sacó una baraja de cartas y comenzó a hacer trucos de magia. Era espectacular con su baraja de cartas doradas.
Empezamos a decir tonterías descomunales y a mezclar muchísimos idiomas.
Él se levantó cuando paramos y apagó todas las luces y la televisión. A continuación encendió el planetario y volvió a la cama.
Otro gran silencio.
Nos quedamos los dos mirando las estrellas del techo.
Él se giró hacia mí y comenzó a acariciarme el pelo.
Me encantaba…
Mirando las estrellas al lado de una estrella…
Qué cosas me pasan…
Como si se tratara de una cadena de favores, le busqué el brazo, lo coloqué y comencé a hacerle cosquillas.
En esos momentos sentía como pequeños calambrazos y cosquillas por el estómago, a la vez que una sensación de modorra.
Todo era perfecto.
Perdí la noción del tiempo.
Dejé de sentir cosquillas por el pelo.
Se había quedado dormido.
Intenté levantarme, pero tenía demasiado sueño y justo él en ese momento me pasó el brazo por encima para abrazarme.
Me acomodé y enseguida quedé dormida en un profundo sueño del que no estoy segura si me quería despertar...
Por si se me había olvidado decirlo... GRACIAS A TODOS!!.
:)
lunes, 25 de octubre de 2010
69. El efecto pigmalión.
Lo último que se me había pasado por la cabeza aquel día sería que tendría que hacerme pasar por novia de Alberto y comer con sus padres…
Pero si era el precio a pagar para que todo volviera a la normalidad y tranquilidad, estaría dispuesta a hacer eso y muchísimo más.
Y para qué negarlo, tampoco me disgustó la idea.
En un primer momento miré a Alberto con cara de : YO A TI TE MATO. Que al recibir una sonrisa suya, acercárse a mí y abrazarse a mi cintura, se convirtió en un: Bueeeeeno… Vaaale me quedo a cenar.
Tampoco era plan de hacerse la dura…
Mientras sus padres que eran muy simpáticos y agradables preparaban la cena, Alberto y yo estábamos en su habitación inventándonos el cómo nos conocimos, el dónde y cuando.
Nos pusimos de acuerdo muy rápido. Tampoco había tiempo para pensar una historia romántica con la que conseguir quedarlos abobados con nuestro amor.
Íbamos a decir que nos conocimos una fiesta que organizaron los de baloncesto hace dos meses.
Mientras cenábamos eso parecía una entrevista. Me preguntaron por mi familia, estudios, gustos, cosas en común con Alberto...
Alberto de vez en cuando me sacaba de un apuro.
Resulta que sus padres y los míos se llevaban muy bien.
Di por hecho que sería por su profesión y el que quisieran saber con quien se juntaba su hijo… Menos mal que no lo sabían bien.
Paco se levantó de la mesa sin venir a cuento y se empezó a reír un montón… ¿Qué pasaba? Mi corazón empezó a latir tanto que creía que me empezaría a poner más blanca que una pared. ¿De qué se reía?
Empezó a buscar algo en el armario del salón.
Alberto se daba cuenta de que me ponía nerviosa, entonces me dio la mano. No por debajo de la mesa sino delante de su madre.
Podría parecer una tontería, pero para mí no lo era. Esos nervios se transformaron en mariposas en el estómago.
Sentir esa complicidad con alguien era algo indescriptible.
Un comentario de su madre haciendo referencia a lo enamorados que parecíamos me quedó un poco cortada. Consiguió sonrojarme, pero me di cuenta que a ninguno de los dos nos había disgustado el comentario.
Su padre entonces sacó un álbum de fotos y apareció una foto de una boda… Una foto de Alberto y mía jugando cuando teníamos diez años. Y otra de él y mía enfadados.
Eran muy graciosas y ni él ni yo nos acordábamos.
Acabó la cena y todo quedó muy creíble. Alberto apenas me soltó la mano mientras cenábamos.
Hasta que un comentario me rompió.
Su madre me dijo que el corte de pelo y el habérmelo teñido me quedaba muy bien.
Alberto miró a otro lado.
Yo le dije que muchas gracias, pero la cosa no quedó ahí.
Dijo que le había parecido vernos algún día juntos, que había visto a Alberto no hace más de un mes con una chica. La chica debería ser yo.
Algo empezó a molestarme… ¿pero si él y yo no estábamos juntos de qué me debería de molestar?
¿Debería de seguir con mis castillos en el aire?
¿El efecto Pigmalión había invadido mi mente?
¿Ya me había creído que era mío desde el momento en que nos hicimos pasar por novios?
Sus padres me repitieron varias veces que estarían encantados de recibirme en su casa en cualquier momento.
Alberto, como un buen novio, les dijo a sus padres que me acompañarían a casa.
Recogí mi bolso de su bolsa de entrenamiento y nos fuimos.
Quería decirle algo de la otra chica, pero no veía el motivo aparente de que eso me incumbiera, o que hubiera un motivo para qué me lo debiera decir.
Sin que yo le dijera nada él sacó el tema. Estábamos en su portal todavía.
Empezó a decirme que suponía que era una chica con la que solo se lió un día. Me pareció tan adorable que me las diera las explicaciones sin yo tenerlas que pedir que le agarré del brazo para que se agachara un poco y le besé…
***
-Carmen, ¿Sigues aquí? Que no me contestas…-dijo David.
Agité la cabeza.
Mierda.
Me había quedado muy empanada recordando.
¿Qué tenía David que cuanto más lo miraba más me gustaba?
-Si, sigo aquí. Me estaba riendo porque… todos tenemos secretos.
-¿Tienes muchos secretos?-Dijo él acercándose un poco a mí mientras fumaba.
Me apartó el pelo de la cara y me acarició la mejilla.
-Ufff… No lo sabes tú bien.-Le dije mientras le quitaba el porro de la boca para fumar yo.
-¿Me contarás algún día algún secreto tuyo? -dijo él muy cerca de mí.
En aquella cama me hacía cada vez falta más aire y un poco más de frío… Carmen… Céntrate… Piensa un poco…
-Cuando tú me cuentes algún secreto tuyo… -le dije yo sin perder su mirada de vista.
-Aquí la única que tienes misterio eres tú. Si te metes en internet podrás saber casi todo de mí. No me dejan vivir en paz. Sin embargo tú… ¿Qué he hecho para que me traigan a casa una chica que parece un ángel?
- ¿Qué he hecho yo para estar en la cama con un ñoño cursi como tú? ¿Qué te creías que ibas a conseguir diciéndome eso?
Hizo un amago de decirme algo, pero se calló.
-Venga, te cuento un secreto que no sabe casi nadie si tú me cuentas otro. -dijo él.
Me iba a costar mucho decirle un no…
Continuará...
Pero si era el precio a pagar para que todo volviera a la normalidad y tranquilidad, estaría dispuesta a hacer eso y muchísimo más.
Y para qué negarlo, tampoco me disgustó la idea.
En un primer momento miré a Alberto con cara de : YO A TI TE MATO. Que al recibir una sonrisa suya, acercárse a mí y abrazarse a mi cintura, se convirtió en un: Bueeeeeno… Vaaale me quedo a cenar.
Tampoco era plan de hacerse la dura…
Mientras sus padres que eran muy simpáticos y agradables preparaban la cena, Alberto y yo estábamos en su habitación inventándonos el cómo nos conocimos, el dónde y cuando.
Nos pusimos de acuerdo muy rápido. Tampoco había tiempo para pensar una historia romántica con la que conseguir quedarlos abobados con nuestro amor.
Íbamos a decir que nos conocimos una fiesta que organizaron los de baloncesto hace dos meses.
Mientras cenábamos eso parecía una entrevista. Me preguntaron por mi familia, estudios, gustos, cosas en común con Alberto...
Alberto de vez en cuando me sacaba de un apuro.
Resulta que sus padres y los míos se llevaban muy bien.
Di por hecho que sería por su profesión y el que quisieran saber con quien se juntaba su hijo… Menos mal que no lo sabían bien.
Paco se levantó de la mesa sin venir a cuento y se empezó a reír un montón… ¿Qué pasaba? Mi corazón empezó a latir tanto que creía que me empezaría a poner más blanca que una pared. ¿De qué se reía?
Empezó a buscar algo en el armario del salón.
Alberto se daba cuenta de que me ponía nerviosa, entonces me dio la mano. No por debajo de la mesa sino delante de su madre.
Podría parecer una tontería, pero para mí no lo era. Esos nervios se transformaron en mariposas en el estómago.
Sentir esa complicidad con alguien era algo indescriptible.
Un comentario de su madre haciendo referencia a lo enamorados que parecíamos me quedó un poco cortada. Consiguió sonrojarme, pero me di cuenta que a ninguno de los dos nos había disgustado el comentario.
Su padre entonces sacó un álbum de fotos y apareció una foto de una boda… Una foto de Alberto y mía jugando cuando teníamos diez años. Y otra de él y mía enfadados.
Eran muy graciosas y ni él ni yo nos acordábamos.
Acabó la cena y todo quedó muy creíble. Alberto apenas me soltó la mano mientras cenábamos.
Hasta que un comentario me rompió.
Su madre me dijo que el corte de pelo y el habérmelo teñido me quedaba muy bien.
Alberto miró a otro lado.
Yo le dije que muchas gracias, pero la cosa no quedó ahí.
Dijo que le había parecido vernos algún día juntos, que había visto a Alberto no hace más de un mes con una chica. La chica debería ser yo.
Algo empezó a molestarme… ¿pero si él y yo no estábamos juntos de qué me debería de molestar?
¿Debería de seguir con mis castillos en el aire?
¿El efecto Pigmalión había invadido mi mente?
¿Ya me había creído que era mío desde el momento en que nos hicimos pasar por novios?
Sus padres me repitieron varias veces que estarían encantados de recibirme en su casa en cualquier momento.
Alberto, como un buen novio, les dijo a sus padres que me acompañarían a casa.
Recogí mi bolso de su bolsa de entrenamiento y nos fuimos.
Quería decirle algo de la otra chica, pero no veía el motivo aparente de que eso me incumbiera, o que hubiera un motivo para qué me lo debiera decir.
Sin que yo le dijera nada él sacó el tema. Estábamos en su portal todavía.
Empezó a decirme que suponía que era una chica con la que solo se lió un día. Me pareció tan adorable que me las diera las explicaciones sin yo tenerlas que pedir que le agarré del brazo para que se agachara un poco y le besé…
***
-Carmen, ¿Sigues aquí? Que no me contestas…-dijo David.
Agité la cabeza.
Mierda.
Me había quedado muy empanada recordando.
¿Qué tenía David que cuanto más lo miraba más me gustaba?
-Si, sigo aquí. Me estaba riendo porque… todos tenemos secretos.
-¿Tienes muchos secretos?-Dijo él acercándose un poco a mí mientras fumaba.
Me apartó el pelo de la cara y me acarició la mejilla.
-Ufff… No lo sabes tú bien.-Le dije mientras le quitaba el porro de la boca para fumar yo.
-¿Me contarás algún día algún secreto tuyo? -dijo él muy cerca de mí.
En aquella cama me hacía cada vez falta más aire y un poco más de frío… Carmen… Céntrate… Piensa un poco…
-Cuando tú me cuentes algún secreto tuyo… -le dije yo sin perder su mirada de vista.
-Aquí la única que tienes misterio eres tú. Si te metes en internet podrás saber casi todo de mí. No me dejan vivir en paz. Sin embargo tú… ¿Qué he hecho para que me traigan a casa una chica que parece un ángel?
- ¿Qué he hecho yo para estar en la cama con un ñoño cursi como tú? ¿Qué te creías que ibas a conseguir diciéndome eso?
Hizo un amago de decirme algo, pero se calló.
-Venga, te cuento un secreto que no sabe casi nadie si tú me cuentas otro. -dijo él.
Me iba a costar mucho decirle un no…
Continuará...
martes, 19 de octubre de 2010
68. Aprender a saber cuando llega el punto y final.
Allí estaba yo en la casa por aún esos momentos de una persona totalmente desconocida y con un total desconocido que me había visto en una fiesta. Por lo menos era lo único que yo sabía.
Su casa era grande y acogedora.
Me invitó a pasar a su habitación.
La habitación de Alberto tenía en ese momento muchas cosas de baloncesto y trofeos de su equipo de baloncesto.
Así a primera vista parecía el hijo perfecto. ¿Quién sospecharía de él? También estudiaba.
Es aquí cuando aprendí que todo el mundo tiene una careta para cada ocasión.
Son caretas a plena luz… Es el ser hipócrita permitido.
Hago a la luz lo que toda persona admira de mí y cuando nadie me ve me puedo esconder y hacer lo que me de la gana.
Nadie es perfecto porque la perfección solo es algo utópico.
Pero no todas las caretas son malas, solo hay que encontrarles el por qué se usan.
Inseguridad, miedo, necesidad de ser aceptado por los demás, observación…
Dejé mi bolso encima de su cama y me senté.
Estaba un poco preocupada e intentaba disimularlo.
El bolso olía mucho porque hacía calor. Me tranquilicé a mi misma pensando que si él me había invitado sería porque no había peligro.
Yo observaba a Alberto. Me encantaba lo tranquilo que era y su fácil conversación. Me hacía sentir como si nos hubiéramos conocido hace muchísimo tiempo y no hubiéramos coincidido por casualidades de la vida.
Fue raro…
Todo de él me parecía tan admirable y tan maravilloso por aquel entonces…
Nunca me había pasado antes.
Creo que si me hubiera dicho que de pequeño le cabía una canica por la nariz, también me hubiera parecido un hecho heróico.
Era como si algo no me permitiera pensar y la sonrisa de tonta formara parte de mí.
Me llevó al despacho de sus padres.
Yo no entendía nada, solo quería seguirle.
Allí tenían un ordenador. Todo estaba lleno de papeles y de muchos libros.
Entonces empecé a ponerme mala cuando vi una foto de dos personas vestidas de policía… Más y más fotos de policías.
Miré los libros llenos de leyes, miré los archivos del escritorio y ya la acción se remató cuando Alberto encendió el ordenador y me enseñó la foto de Lucía.
Él se metía a escondidas en los archivos de sus padres y le vendía a Benji la información.
Me explicó tres o cuatro cosas de cómo había conseguido la información para que no me pillaran. Me dijo muchísimas cosas que sabía de mí. Me dijo algo de que no pasaba nada y que solucionaríamos eso.
Empecé a marearme solo de imaginar lo que se me venía encima…
Si él que era un desconocido sabía todo eso de mí… ¿qué sabría la policía?
Me asusté.
Le estaba viendo no solo las orejas al lobo, sino que le estaba viendo corriendo hacia mí con la boca abierta y dispuesto a atacar…
Se me nubló la vista, empecé a ver puntitos, empecé a oír un pitido hasta que dejé de oír la voz de Alberto, sentir un sudor frío…
Intenté mantener el equilibrio apoyan y me desmayé.
Solo pensaba en lo que había estado haciendo este tiempo.
No estaba bien.
No solo me ponía en peligro a mí. Ponía en peligro a los que más quería.
La avaricia me había podido.
Me había nublado lo que era realmente lo importante.
El dinero no lo era todo, por delante de él estaba mi seguridad. El poder estar con los que quiero y cuando quiero. Eso no tenía precio.
Que lo material no podría suplir mi necesidad de vivir tranquila y en paz.
No me había dado cuenta de que me había pasado todo ese tiempo engañando a mi familia y a mí misma pensando que así era feliz.
Podía incluso haberme arriesgado a que le quitaran mi custodia a mis padres.
Tampoco me había dedicado tiempo a mí.
Me había emborrachado y fumado muchas veces, me había acostado con chicos que no volví a ver, me había escapado de casa, había estado alerta y a la defensiva todo el día, preparando cuartadas constantemente, traficando hasta tarde, arriesgándome…
Que en la vida había cosas que debería aprender poco a poco con el tiempo y no querer adelantarme a mi tiempo.
Había que saber cuando había llegado el momento del punto y final.
Tenía que poner el punto y final.
Lo siguiente fue despertar en el suelo. Me llevó a su cama en brazos.
Él estaba preocupado, pero Alberto me sonreía para despreocuparme. Me decía todo el rato que todo estaba bien y que hasta que no estuviera bien no me iba a ir para mi casa.
Llamé a mi casa para decirles que ese día no iría a comer y que me quedaba con mis amigas de clase.
Mentir era un bucle…
Él pidió la comida del chino y hablamos horas y horas.
Se hizo de noche.
Me enseñó como se deshacía de todo lo vinculante a mí y a Lucía haciendo muchas cosas.
Yo le miraba todo el rato y él me miraba a mí.
Tan rápido se nos pasó el día que no fuimos conscientes que sus padres tendrían que llegar de un momento a otro.
Sonó la cerradura y estábamos en el despacho aún.
Yo creía que me volvería a desmayar, sin embargo Alberto me agarró enseguida del brazo para que saliéramos de allí corriendo. Teníamos muy poco tiempo para escapar y apagar el ordenador… Y lo que menos me importó fue que se preguntaran que hacía yo en su casa allí a esas horas.
Mi corazón casi se salía del pecho.
Entramos en la habitación de Alberto y al entrar nos miramos los dos alarmados pensando que íbamos a decir.
No me dio tiempo a pensar. Su habitación por culpa de mi bolso olía a marihuana… ¡Qué caos! ¡Qué estrés! ¡Me volvería a desmayar!
Abrimos las ventanas. Echamos colonia y escondí el bolso dentro de su mochila de los entrenamientos.
Los padres se acercaban a la habitación.
Abrió la puerta llamándole y se quedó su madre casi con la misma cara que yo de desconcierto.
No sabía ni que hacer ni qué decir.
Entonces Alberto, tan tranquilo como siempre, dijo algo que me marcaría para siempre.
-Mamá, te presento a Carmen… Mi novia. ¿A que es muy guapa?-dijo Alberto guiñándome un ojo con disimulo.
-¡Es guapísima Alberto! Carmen te llamas, ¿no? Yo Maribel.-dijo mientras se acercaba a darme dos besos.- ¿Te quedas a cenar con nosotros?… ¡Paco, mira quién ha venido a conocernos!
CÓOOOOMORL??!!
(ò_Ó)
Su casa era grande y acogedora.
Me invitó a pasar a su habitación.
La habitación de Alberto tenía en ese momento muchas cosas de baloncesto y trofeos de su equipo de baloncesto.
Así a primera vista parecía el hijo perfecto. ¿Quién sospecharía de él? También estudiaba.
Es aquí cuando aprendí que todo el mundo tiene una careta para cada ocasión.
Son caretas a plena luz… Es el ser hipócrita permitido.
Hago a la luz lo que toda persona admira de mí y cuando nadie me ve me puedo esconder y hacer lo que me de la gana.
Nadie es perfecto porque la perfección solo es algo utópico.
Pero no todas las caretas son malas, solo hay que encontrarles el por qué se usan.
Inseguridad, miedo, necesidad de ser aceptado por los demás, observación…
Dejé mi bolso encima de su cama y me senté.
Estaba un poco preocupada e intentaba disimularlo.
El bolso olía mucho porque hacía calor. Me tranquilicé a mi misma pensando que si él me había invitado sería porque no había peligro.
Yo observaba a Alberto. Me encantaba lo tranquilo que era y su fácil conversación. Me hacía sentir como si nos hubiéramos conocido hace muchísimo tiempo y no hubiéramos coincidido por casualidades de la vida.
Fue raro…
Todo de él me parecía tan admirable y tan maravilloso por aquel entonces…
Nunca me había pasado antes.
Creo que si me hubiera dicho que de pequeño le cabía una canica por la nariz, también me hubiera parecido un hecho heróico.
Era como si algo no me permitiera pensar y la sonrisa de tonta formara parte de mí.
Me llevó al despacho de sus padres.
Yo no entendía nada, solo quería seguirle.
Allí tenían un ordenador. Todo estaba lleno de papeles y de muchos libros.
Entonces empecé a ponerme mala cuando vi una foto de dos personas vestidas de policía… Más y más fotos de policías.
Miré los libros llenos de leyes, miré los archivos del escritorio y ya la acción se remató cuando Alberto encendió el ordenador y me enseñó la foto de Lucía.
Él se metía a escondidas en los archivos de sus padres y le vendía a Benji la información.
Me explicó tres o cuatro cosas de cómo había conseguido la información para que no me pillaran. Me dijo muchísimas cosas que sabía de mí. Me dijo algo de que no pasaba nada y que solucionaríamos eso.
Empecé a marearme solo de imaginar lo que se me venía encima…
Si él que era un desconocido sabía todo eso de mí… ¿qué sabría la policía?
Me asusté.
Le estaba viendo no solo las orejas al lobo, sino que le estaba viendo corriendo hacia mí con la boca abierta y dispuesto a atacar…
Se me nubló la vista, empecé a ver puntitos, empecé a oír un pitido hasta que dejé de oír la voz de Alberto, sentir un sudor frío…
Intenté mantener el equilibrio apoyan y me desmayé.
Solo pensaba en lo que había estado haciendo este tiempo.
No estaba bien.
No solo me ponía en peligro a mí. Ponía en peligro a los que más quería.
La avaricia me había podido.
Me había nublado lo que era realmente lo importante.
El dinero no lo era todo, por delante de él estaba mi seguridad. El poder estar con los que quiero y cuando quiero. Eso no tenía precio.
Que lo material no podría suplir mi necesidad de vivir tranquila y en paz.
No me había dado cuenta de que me había pasado todo ese tiempo engañando a mi familia y a mí misma pensando que así era feliz.
Podía incluso haberme arriesgado a que le quitaran mi custodia a mis padres.
Tampoco me había dedicado tiempo a mí.
Me había emborrachado y fumado muchas veces, me había acostado con chicos que no volví a ver, me había escapado de casa, había estado alerta y a la defensiva todo el día, preparando cuartadas constantemente, traficando hasta tarde, arriesgándome…
Que en la vida había cosas que debería aprender poco a poco con el tiempo y no querer adelantarme a mi tiempo.
Había que saber cuando había llegado el momento del punto y final.
Tenía que poner el punto y final.
Lo siguiente fue despertar en el suelo. Me llevó a su cama en brazos.
Él estaba preocupado, pero Alberto me sonreía para despreocuparme. Me decía todo el rato que todo estaba bien y que hasta que no estuviera bien no me iba a ir para mi casa.
Llamé a mi casa para decirles que ese día no iría a comer y que me quedaba con mis amigas de clase.
Mentir era un bucle…
Él pidió la comida del chino y hablamos horas y horas.
Se hizo de noche.
Me enseñó como se deshacía de todo lo vinculante a mí y a Lucía haciendo muchas cosas.
Yo le miraba todo el rato y él me miraba a mí.
Tan rápido se nos pasó el día que no fuimos conscientes que sus padres tendrían que llegar de un momento a otro.
Sonó la cerradura y estábamos en el despacho aún.
Yo creía que me volvería a desmayar, sin embargo Alberto me agarró enseguida del brazo para que saliéramos de allí corriendo. Teníamos muy poco tiempo para escapar y apagar el ordenador… Y lo que menos me importó fue que se preguntaran que hacía yo en su casa allí a esas horas.
Mi corazón casi se salía del pecho.
Entramos en la habitación de Alberto y al entrar nos miramos los dos alarmados pensando que íbamos a decir.
No me dio tiempo a pensar. Su habitación por culpa de mi bolso olía a marihuana… ¡Qué caos! ¡Qué estrés! ¡Me volvería a desmayar!
Abrimos las ventanas. Echamos colonia y escondí el bolso dentro de su mochila de los entrenamientos.
Los padres se acercaban a la habitación.
Abrió la puerta llamándole y se quedó su madre casi con la misma cara que yo de desconcierto.
No sabía ni que hacer ni qué decir.
Entonces Alberto, tan tranquilo como siempre, dijo algo que me marcaría para siempre.
-Mamá, te presento a Carmen… Mi novia. ¿A que es muy guapa?-dijo Alberto guiñándome un ojo con disimulo.
-¡Es guapísima Alberto! Carmen te llamas, ¿no? Yo Maribel.-dijo mientras se acercaba a darme dos besos.- ¿Te quedas a cenar con nosotros?… ¡Paco, mira quién ha venido a conocernos!
CÓOOOOMORL??!!
(ò_Ó)
viernes, 15 de octubre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
Como encuentre a ese hijo de ...
El imsomnio me persigue,
pero que alguien me explique que clase de hijo de puta o de enfermo llega a mi blog con semejantes palabras:
Follar niño porno.
Madre que folla con su hijo.
Esto son cosas que si quitan el sueño...
Asco...
MUCHO ASCO...
Esto empieza a no hacerme ni puta gracia.
No intentaré ni sacarle explicación.
Os lo digo enserio.
Hay un límite para todo.
...
pero que alguien me explique que clase de hijo de puta o de enfermo llega a mi blog con semejantes palabras:
Follar niño porno.
Madre que folla con su hijo.
Esto son cosas que si quitan el sueño...
Asco...
MUCHO ASCO...
Esto empieza a no hacerme ni puta gracia.
No intentaré ni sacarle explicación.
Os lo digo enserio.
Hay un límite para todo.
...
martes, 12 de octubre de 2010
67. Me encanta que los planes salgan bien, pero no es el caso.
Cuando se trata de negocios puedes tener amigos pero siempre tienes que desconfiar.
Yo tenía que darle ese dinero a Guti. Si el dinero no estaba a su hora las culpas me las llevaba yo y se acabaría el chollo de dinero fácil.
Quique y Manuel eran dos gitanos que no habían terminado el colegio.
No sabían escribir bien y tampoco hablar muy bien, pero vender vendían como nadie.
Ellos sabían todas esas cosas para ganar dinero que no tuviera nada que ver con lo que estudiaras en el colegio.
Mientras todo el mundo pensaba que ellos solo vendían sandías, en su furgoneta había de todo… ¿Era el paraíso de las falsificaciones! Tenían bolsos, relojes, gafas, deportivas…
Se sintieron identificados con nosotras al tener que permanecer siempre en la sombra sin poder llamar la atención.
Siempre con todos los sentidos puestos en huir y conservar una reputación limpia ante ojos ajenos.
Al principio se reían creyendo que era broma eso de que les queríamos con nosotras por motivos de seguridad y para conseguir nuestro dinero. Como siempre, fue sacarles el dinero y callarse la boca.
Ellos hicieron su trabajo consiguiendo nuestro dinero en menos de tres días.
Nadie quería problema con los gitanos.
Aún así nuestra relación no se limitó a tener que quedar con ellos por “trabajo“.
Ellos nos invitaban a fiestas alrededor de hogueras con mucha gente cantando flamenco.
Me encantaba ver aquel respeto a las personas mayores. Otras cosas no me gustaban, pero no me iba a meter dónde no me llaman...
A nosotras todos nos trataban bien, porque gracias a nosotras entraba más dinero en sus casas.
Nos llevábamos bien.
Ellos aceptaron a vender también nuestra marihuana.
Alguna vez me la intentaron colar, pero yo ya había aprendido bastante en unos meses como para hacerme la tonta.
Formaban parte de mi equipo.
Éramos: Lucía, Benja, Guti, Quique y Manuel.
Lo que yo no sabía es que había uno más en el equipo.
Uno que desde la sombra me había estado salvando el culo todos los días. A mí y a todos.
Quería pasar desapercibido y no lo consiguió, por lo menos para mí.
Acabó formando parte de mi vida. Alberto.
Recuerdo haberme levantado un sábado tras una fiesta el viernes. No había tenido noticias de Benja desde hacía dos días. Era algo muy raro pero supuse que le habrían contratado otra vez fuera del país… ¿Quién me pasaría información esta vez?
Los sábados por la mañana todo el mundo querría pillar para tener algo el sábado noche.
Al mirar el móvil un mensaje:
T speran a las 12 n Base. Busk a Alberto. No falts. Fíate d el. Tq niña preciosa.
Eran las 11:15 y yo aún estaba en la cama. Tardé en reaccionar. No tenía ni idea de qué podía ser, quién era o que podría querer.
¿Alberto? Yo solo conocía a uno y estaba medio loco.
¿Quién sería?
¿Me llevaba la hierba o no me la llevaba? Me la llevé.
¿A las doce?
¿Y me escribe Benji estando en el extranjero?
Esto no pintaba bien, pero no podía ser pesimista.
Hice todo corriendo y llegué cinco minutos tarde a la cita.
Me desesperé… ¿a quién busco? No había nadie esperando.
Dos toques a mi espalda y cuando me di la vuelta, ese era él.
Alto, fuerte, gran sonrisa, ojos negros, moreno, pelo negro…
Me dijo que él era Alberto y que lamentaba hacerme esperar. Le tenía que acompañar a su casa. Así sin más. Sin conocernos. Sin saber nada de él ya teníamos que ir a su casa.
Mejor dicho: sin conocerle yo a él.
Vivía cerca y por el camino hablamos de la fiesta de anoche. Él me dijo que me vio y que le había dado vergüenza presentarse. También me dijo que yo era la más guapa de la fiesta. Consiguió sonrojarme. Consiguió mantener en mi cara una sonrisa de agilipollamiento.
¿Cómo no le había visto yo a él?
Había una tensión rara en el camino…
No me contó lo que pasaba en verdad hasta que llegamos a su casa.
Algo no había salido bien en nuestro juego de traficantes.
Alguien había dado un chivatazo.
Alguien había sacado una foto de Lucía vendiendo… No se le veía mucho la cara, pero llevaba su gorrito y se veía claramente su tabla de patinar rosa.
No había muchas chicas así en Cáceres. Era fácil de reconocer a Lucía si la veían otra vez.
¿Qué pintaba Alberto en todo esto? ¿De dónde había salido este?
Los padres de Alberto, madre y padre, trabajaban en la comisaría de policía. Para ser más exactos el padre de Alberto es el manda más. Su madre se encargaba de la sección de estupefacientes.
Yo como no tenía ni idea, no tuve otra cosa, que ir a su casa con el bolso lleno de marihuana pensando que él me compraría algo…
Continuará.
Yo tenía que darle ese dinero a Guti. Si el dinero no estaba a su hora las culpas me las llevaba yo y se acabaría el chollo de dinero fácil.
Quique y Manuel eran dos gitanos que no habían terminado el colegio.
No sabían escribir bien y tampoco hablar muy bien, pero vender vendían como nadie.
Ellos sabían todas esas cosas para ganar dinero que no tuviera nada que ver con lo que estudiaras en el colegio.
Mientras todo el mundo pensaba que ellos solo vendían sandías, en su furgoneta había de todo… ¿Era el paraíso de las falsificaciones! Tenían bolsos, relojes, gafas, deportivas…
Se sintieron identificados con nosotras al tener que permanecer siempre en la sombra sin poder llamar la atención.
Siempre con todos los sentidos puestos en huir y conservar una reputación limpia ante ojos ajenos.
Al principio se reían creyendo que era broma eso de que les queríamos con nosotras por motivos de seguridad y para conseguir nuestro dinero. Como siempre, fue sacarles el dinero y callarse la boca.
Ellos hicieron su trabajo consiguiendo nuestro dinero en menos de tres días.
Nadie quería problema con los gitanos.
Aún así nuestra relación no se limitó a tener que quedar con ellos por “trabajo“.
Ellos nos invitaban a fiestas alrededor de hogueras con mucha gente cantando flamenco.
Me encantaba ver aquel respeto a las personas mayores. Otras cosas no me gustaban, pero no me iba a meter dónde no me llaman...
A nosotras todos nos trataban bien, porque gracias a nosotras entraba más dinero en sus casas.
Nos llevábamos bien.
Ellos aceptaron a vender también nuestra marihuana.
Alguna vez me la intentaron colar, pero yo ya había aprendido bastante en unos meses como para hacerme la tonta.
Formaban parte de mi equipo.
Éramos: Lucía, Benja, Guti, Quique y Manuel.
Lo que yo no sabía es que había uno más en el equipo.
Uno que desde la sombra me había estado salvando el culo todos los días. A mí y a todos.
Quería pasar desapercibido y no lo consiguió, por lo menos para mí.
Acabó formando parte de mi vida. Alberto.
Recuerdo haberme levantado un sábado tras una fiesta el viernes. No había tenido noticias de Benja desde hacía dos días. Era algo muy raro pero supuse que le habrían contratado otra vez fuera del país… ¿Quién me pasaría información esta vez?
Los sábados por la mañana todo el mundo querría pillar para tener algo el sábado noche.
Al mirar el móvil un mensaje:
T speran a las 12 n Base. Busk a Alberto. No falts. Fíate d el. Tq niña preciosa.
Eran las 11:15 y yo aún estaba en la cama. Tardé en reaccionar. No tenía ni idea de qué podía ser, quién era o que podría querer.
¿Alberto? Yo solo conocía a uno y estaba medio loco.
¿Quién sería?
¿Me llevaba la hierba o no me la llevaba? Me la llevé.
¿A las doce?
¿Y me escribe Benji estando en el extranjero?
Esto no pintaba bien, pero no podía ser pesimista.
Hice todo corriendo y llegué cinco minutos tarde a la cita.
Me desesperé… ¿a quién busco? No había nadie esperando.
Dos toques a mi espalda y cuando me di la vuelta, ese era él.
Alto, fuerte, gran sonrisa, ojos negros, moreno, pelo negro…
Me dijo que él era Alberto y que lamentaba hacerme esperar. Le tenía que acompañar a su casa. Así sin más. Sin conocernos. Sin saber nada de él ya teníamos que ir a su casa.
Mejor dicho: sin conocerle yo a él.
Vivía cerca y por el camino hablamos de la fiesta de anoche. Él me dijo que me vio y que le había dado vergüenza presentarse. También me dijo que yo era la más guapa de la fiesta. Consiguió sonrojarme. Consiguió mantener en mi cara una sonrisa de agilipollamiento.
¿Cómo no le había visto yo a él?
Había una tensión rara en el camino…
No me contó lo que pasaba en verdad hasta que llegamos a su casa.
Algo no había salido bien en nuestro juego de traficantes.
Alguien había dado un chivatazo.
Alguien había sacado una foto de Lucía vendiendo… No se le veía mucho la cara, pero llevaba su gorrito y se veía claramente su tabla de patinar rosa.
No había muchas chicas así en Cáceres. Era fácil de reconocer a Lucía si la veían otra vez.
¿Qué pintaba Alberto en todo esto? ¿De dónde había salido este?
Los padres de Alberto, madre y padre, trabajaban en la comisaría de policía. Para ser más exactos el padre de Alberto es el manda más. Su madre se encargaba de la sección de estupefacientes.
Yo como no tenía ni idea, no tuve otra cosa, que ir a su casa con el bolso lleno de marihuana pensando que él me compraría algo…
Continuará.
sábado, 9 de octubre de 2010
¿Me buscas?... Y de qué manera... xD
Supongo que más de una persona de las que pase por aquí ya sabrá lo que es Google Analytics.
Por si hay alguién que no lo sepa, diré que es uno de los servicios que ofrece Google. Te permite saber más información sobre tu blog.
Por ejemplo: cuantas personas te visitan, de dónde, la media de tiempo que pasan en el blog, etc.
Pero sin duda una de las cosas más curiosas (a mi parecer) y la razón de tenerlo, es saber que palabras claves utilizaron hasta llegar hasta tu blog.
Quería enseñároslo porque pienso que la gente cada vez es más enferma...
Yo encantada, porque así me río mucho más. La gente normal es un coñazo.
¿Sabéis cual es la palabra favorita de todos este mes?
PORNOCHACHA.
Una de las maneras de llegar a mi blog es tan simple como escribir cosas así:
1. Porno radical.
(Qué gran decepción se debería de llevar...)
2. Algo de como soy.
(Esto ya si que no lo entiendo. Si no lo sabes tú...)
3. Barcelona pornochacha.
( 4 personas bucaban una pornochacha en Barcelona este mes. Si conocéis a alguna decirle que no sea tímida a la hora de poner un anuncio, encontrará trabajo rápido.)
4. Chachas que les gustan follar con sus dueños gratis.
(O_O) (Este quiere un milagro... Es que si folla cobrando ya sería chacha y prostituta... Quizás buscaba una peli porno. )
5. Como poder mirar por internet poniendo tu foto de cara y dijen que corte de pelo te queda bien.
(Ha sido un buen intento. Un intento de escribir bien y otro buen intento porque lo que ella está pidiendo solo lo hacen en las mejores peluquerías a través de un programa... Si lo encontró, bien por él o ella.)
6. Debajo de la minifalda.
(Eso se mira debajo de una minifalda... No en internet.)
7. Pornochacha en Sevilla gratis.
(¿Enserio crees que algo en esta vida es gratis?)
8. Fotos de cambio radical.
(¡Anda!¡Algo coherente!)
9. Tablas de skate radical.
(Esto me guussssta...)
10. Mikel alonso es muy guapo.
(¿Qué pretendería encontrar con esto? ¿Una foto? ¿Alguién más que te apoyara en gustos? Me ha hecho buscarle a mí también. No está mal. )
Conclusiones...
¿Queríais pornochacha?
¡Pues yo os pongo una foto de una pornochaha!
Te has quedado tal que así...
Buenos días y ¡Feliz puente!
Por si hay alguién que no lo sepa, diré que es uno de los servicios que ofrece Google. Te permite saber más información sobre tu blog.
Por ejemplo: cuantas personas te visitan, de dónde, la media de tiempo que pasan en el blog, etc.
Pero sin duda una de las cosas más curiosas (a mi parecer) y la razón de tenerlo, es saber que palabras claves utilizaron hasta llegar hasta tu blog.
Quería enseñároslo porque pienso que la gente cada vez es más enferma...
Yo encantada, porque así me río mucho más. La gente normal es un coñazo.
¿Sabéis cual es la palabra favorita de todos este mes?
PORNOCHACHA.
Una de las maneras de llegar a mi blog es tan simple como escribir cosas así:
1. Porno radical.
(Qué gran decepción se debería de llevar...)
2. Algo de como soy.
(Esto ya si que no lo entiendo. Si no lo sabes tú...)
3. Barcelona pornochacha.
( 4 personas bucaban una pornochacha en Barcelona este mes. Si conocéis a alguna decirle que no sea tímida a la hora de poner un anuncio, encontrará trabajo rápido.)
4. Chachas que les gustan follar con sus dueños gratis.
(O_O) (Este quiere un milagro... Es que si folla cobrando ya sería chacha y prostituta... Quizás buscaba una peli porno. )
5. Como poder mirar por internet poniendo tu foto de cara y dijen que corte de pelo te queda bien.
(Ha sido un buen intento. Un intento de escribir bien y otro buen intento porque lo que ella está pidiendo solo lo hacen en las mejores peluquerías a través de un programa... Si lo encontró, bien por él o ella.)
6. Debajo de la minifalda.
(Eso se mira debajo de una minifalda... No en internet.)
7. Pornochacha en Sevilla gratis.
(¿Enserio crees que algo en esta vida es gratis?)
8. Fotos de cambio radical.
(¡Anda!¡Algo coherente!)
9. Tablas de skate radical.
(Esto me guussssta...)
10. Mikel alonso es muy guapo.
(¿Qué pretendería encontrar con esto? ¿Una foto? ¿Alguién más que te apoyara en gustos? Me ha hecho buscarle a mí también. No está mal. )
Conclusiones...
¿Queríais pornochacha?
¡Pues yo os pongo una foto de una pornochaha!
Te has quedado tal que así...
Buenos días y ¡Feliz puente!
jueves, 7 de octubre de 2010
66. La noche del condón roto.
Pues todo duró hasta que al día siguiente Benji se enteró que yo era menor de edad.
Ni él ni yo nunca nos arrepentiremos de aquella noche.
Fue preciosa.
Muy loca y muy larga…
Yo aún no sabía nada de él, ni su nombre. Me lo dijo, pero se me olvidaba.
No se que hubiera sido de mí si no le hubiera conocido.
Fue una suerte que él me quisiera y me tuviera tanto cariño.
Él fue quien me consiguió los carnets falsos con los que me iba de viajes y a fiestas.
También me consiguió mucha información... No era información cualquiera. Esa información era conseguir ir siempre un paso por delante de los que me andarían buscando.
Consiguió muchos informes policiales para saber a quién no le tenía que vender, fotos de los policías, matrículas de coches de la policía secreta, horarios y zonas de vigilancia, los códigos para que no me pincharan los móviles, etc.
Incluso un día borró unos videos de seguridad del centro comercial.
Nunca sospecharían de mí ni de Lucía.
Por cosas como esta Lucía ahora es policía. Ahora se sabe todo para los que son cómo éramos nosotras.
Aprendí muchas cosas de Benji.
Benji creyó que yo era más mayor. Eso a él le parecía un problema.
Él estaba convencido de que él solo me traería problemas por las cosas que él hacía.
Nunca me contó muchas cosas de él porque yo era su "niña preciosa", a la que no quería meter en líos.
Cuanto menos supiera de su trabajo con los ordenadores, mejor.
En todos estos años que nos conocemos no le he visto siempre que he querido.
Él desaparecía algunos meses para trabajar en el extranjero.
Un día en las Vegas, otro en París, otros en Washington, Tokio…
Aún le siguen contratando para hacer trabajos “sucios“.
Estuvo a punto de entrar varias veces en la cárcel. Por suerte tiene un abogado que sería capaz de protegerlo hasta del diablo.
Siempre me llama niña preciosa.
Siempre me consigue hacer reír.
No me arrepiento de aquella noche.
Alberto desde el primer momento que me conoció sabía lo que había pasado entre Benji y yo.
En el taxi él me pasaba el brazo por encima del hombro. Me acariciaba el pelo y me susurraba cosas bonitas en francés… Se me caía la baba con él.
Y pensar que había empezado a pensar primero en Guti…
Por suerte hice caso al dicho: Donde tengas la olla, no metas la polla.
De camino al taxi yo había robado una botella entre todo aquel barullo de gente.
Cuando llegamos al hotel, que era pequeñito y acogedor, nos pusimos a beber.
Él puso música y comenzamos a bailar.
Yo me quitaba la ropa al ritmo de la música y lo tumbaba en la cama…
Me parecía tan dulce… Y lo era.
No recuerdo con detalles que pasó, solo se que fueron unas cinco horas excepcionales.
Recuerdo cómo al día siguiente me despertó el móvil.
Lucía lloraba al otro lado del teléfono.
A ella se le había roto el condón esa noche y tuvieron que buscar a una chica mayor de edad para que le consiguiera la pastilla del día después.
Ella estaba cansadísima y no había dormido nada...
Mi pobre...
Hay muchas cosas que tus padres no te enseñan porque son cosas tabú, y en ocasiones así nadie te ha dicho muy bien qué hacer.
Él día que se rompe el condón te vuelves loca de los nervios.
A veces hay que aprender a la fuerza...
Si pedía la pastilla ella en el hospital, llamarían a su casa y nos pillarían.
Por suerte la prima de el chico con el que estaba cedió a ir al hospital.
Se lo conté a Benji y fue cuando se enteró que no éramos mayores de edad.
Éramos dos niñas de dieciséis años jugando a ser mayores.
Por suerte él me ayudó.
De cierto modo él me lo debía.
Cuando Lucía ya descansó y todo se quedó en un susto, quedé con Guti.
Lucía y Benji me acompañaban.
Nos tomamos algo en "la Traviata" mientras él me contaba instrucciones y nos conocíamos mejor.
Guti era un show.
Este pijo siempre estaba en la parra. Su móvil no paraba de sonar.
Al cabo del tiempo mi móvil fue igual o peor...
Me debía de pasar por su casa cada vez que quisiera más marihuana o hachís. Dependiendo de los clientes se les pasaría más cantidad o menos.
Solo venderíamos a partir de cincuenta.
Habría semanas que tendría algunas variedades y otras no... Pero siempre tenía las variedades que más THC tenía.
Teníamos que subir los precios dependiendo de la demanda y la oferta.
Los tantos por ciento que yo me llevaría, que incluía la parte de Lucía, quedaron claros desde un principio.
Era todo un negocio y no se me daba nada mal.
No era un sueldo fijo todas las semanas, pero era muchísimo dinero.
Me compró muchísima gente, de muchísimas edades, de muchísimos sitios, de diferentes estatus sociales… ¡Era una locura!
Iba por la calle y todo el mundo me conocía.
Recuerdo un día como iba con mi madre y me preguntó que por qué conocía a tanta gente. Yo le decía que yo era el alma de la fiesta… Y tanto.
Hice con eso muchísimos amigos.
Todos me conocían por el nombre de "preciosa".
Eso fue culpa de Benji.
Pocos sabían mi verdadero nombre. Tampoco sabían el de Lucía. A ella la conocían por "la serrana".
Todos se preguntarían si mis padres pasaban de mí, pero nada de eso.
Yo mantenía todo en orden y hacía todo lo posible para no levantar sospecha. No se enteró ni mi hermana.
Yo aunque fumara casi todos los días (porque todos me invitaban), iba a la biblioteca y me preocupaba por sacar notables.
¿Qué hacía con ese dinero en mi tiempo libre? Conciertos, fiestas, viajes, ropa, tablas de skate...
En Cáceres no puedes hacer nada con dieciséis años, pero teniendo dinero y un carnet falso en sitios que nadie te conoce… Lucía y yo no nos íbamos a quedar aquí viendo la vida pasar.
Me la traía al pairo lo que hicieran las de mi edad.
Gracias a experiencias como estas aprendí a diferenciar los que me querían por puro interés y a los que me decían que me querían de verdad.
No todo era maravilloso y había gente que nos quería joder.
Por cuestiones de pifias y de seguridad contratamos un día en el mercao Franco a los gitanos: “er Quique y er Manué“.
(Este es el mercado Franco de los miércoles)
Sabíamos que ellos impondrían mucho más que dos cachas de gimnasio.
Continuará...
Ni él ni yo nunca nos arrepentiremos de aquella noche.
Fue preciosa.
Muy loca y muy larga…
Yo aún no sabía nada de él, ni su nombre. Me lo dijo, pero se me olvidaba.
No se que hubiera sido de mí si no le hubiera conocido.
Fue una suerte que él me quisiera y me tuviera tanto cariño.
Él fue quien me consiguió los carnets falsos con los que me iba de viajes y a fiestas.
También me consiguió mucha información... No era información cualquiera. Esa información era conseguir ir siempre un paso por delante de los que me andarían buscando.
Consiguió muchos informes policiales para saber a quién no le tenía que vender, fotos de los policías, matrículas de coches de la policía secreta, horarios y zonas de vigilancia, los códigos para que no me pincharan los móviles, etc.
Incluso un día borró unos videos de seguridad del centro comercial.
Nunca sospecharían de mí ni de Lucía.
Por cosas como esta Lucía ahora es policía. Ahora se sabe todo para los que son cómo éramos nosotras.
Aprendí muchas cosas de Benji.
Benji creyó que yo era más mayor. Eso a él le parecía un problema.
Él estaba convencido de que él solo me traería problemas por las cosas que él hacía.
Nunca me contó muchas cosas de él porque yo era su "niña preciosa", a la que no quería meter en líos.
Cuanto menos supiera de su trabajo con los ordenadores, mejor.
En todos estos años que nos conocemos no le he visto siempre que he querido.
Él desaparecía algunos meses para trabajar en el extranjero.
Un día en las Vegas, otro en París, otros en Washington, Tokio…
Aún le siguen contratando para hacer trabajos “sucios“.
Estuvo a punto de entrar varias veces en la cárcel. Por suerte tiene un abogado que sería capaz de protegerlo hasta del diablo.
Siempre me llama niña preciosa.
Siempre me consigue hacer reír.
No me arrepiento de aquella noche.
Alberto desde el primer momento que me conoció sabía lo que había pasado entre Benji y yo.
En el taxi él me pasaba el brazo por encima del hombro. Me acariciaba el pelo y me susurraba cosas bonitas en francés… Se me caía la baba con él.
Y pensar que había empezado a pensar primero en Guti…
Por suerte hice caso al dicho: Donde tengas la olla, no metas la polla.
De camino al taxi yo había robado una botella entre todo aquel barullo de gente.
Cuando llegamos al hotel, que era pequeñito y acogedor, nos pusimos a beber.
Él puso música y comenzamos a bailar.
Yo me quitaba la ropa al ritmo de la música y lo tumbaba en la cama…
Me parecía tan dulce… Y lo era.
No recuerdo con detalles que pasó, solo se que fueron unas cinco horas excepcionales.
Recuerdo cómo al día siguiente me despertó el móvil.
Lucía lloraba al otro lado del teléfono.
A ella se le había roto el condón esa noche y tuvieron que buscar a una chica mayor de edad para que le consiguiera la pastilla del día después.
Ella estaba cansadísima y no había dormido nada...
Mi pobre...
Hay muchas cosas que tus padres no te enseñan porque son cosas tabú, y en ocasiones así nadie te ha dicho muy bien qué hacer.
Él día que se rompe el condón te vuelves loca de los nervios.
A veces hay que aprender a la fuerza...
Si pedía la pastilla ella en el hospital, llamarían a su casa y nos pillarían.
Por suerte la prima de el chico con el que estaba cedió a ir al hospital.
Se lo conté a Benji y fue cuando se enteró que no éramos mayores de edad.
Éramos dos niñas de dieciséis años jugando a ser mayores.
Por suerte él me ayudó.
De cierto modo él me lo debía.
Cuando Lucía ya descansó y todo se quedó en un susto, quedé con Guti.
Lucía y Benji me acompañaban.
Nos tomamos algo en "la Traviata" mientras él me contaba instrucciones y nos conocíamos mejor.
Guti era un show.
Este pijo siempre estaba en la parra. Su móvil no paraba de sonar.
Al cabo del tiempo mi móvil fue igual o peor...
Me debía de pasar por su casa cada vez que quisiera más marihuana o hachís. Dependiendo de los clientes se les pasaría más cantidad o menos.
Solo venderíamos a partir de cincuenta.
Habría semanas que tendría algunas variedades y otras no... Pero siempre tenía las variedades que más THC tenía.
Teníamos que subir los precios dependiendo de la demanda y la oferta.
Los tantos por ciento que yo me llevaría, que incluía la parte de Lucía, quedaron claros desde un principio.
Era todo un negocio y no se me daba nada mal.
No era un sueldo fijo todas las semanas, pero era muchísimo dinero.
Me compró muchísima gente, de muchísimas edades, de muchísimos sitios, de diferentes estatus sociales… ¡Era una locura!
Iba por la calle y todo el mundo me conocía.
Recuerdo un día como iba con mi madre y me preguntó que por qué conocía a tanta gente. Yo le decía que yo era el alma de la fiesta… Y tanto.
Hice con eso muchísimos amigos.
Todos me conocían por el nombre de "preciosa".
Eso fue culpa de Benji.
Pocos sabían mi verdadero nombre. Tampoco sabían el de Lucía. A ella la conocían por "la serrana".
Todos se preguntarían si mis padres pasaban de mí, pero nada de eso.
Yo mantenía todo en orden y hacía todo lo posible para no levantar sospecha. No se enteró ni mi hermana.
Yo aunque fumara casi todos los días (porque todos me invitaban), iba a la biblioteca y me preocupaba por sacar notables.
¿Qué hacía con ese dinero en mi tiempo libre? Conciertos, fiestas, viajes, ropa, tablas de skate...
En Cáceres no puedes hacer nada con dieciséis años, pero teniendo dinero y un carnet falso en sitios que nadie te conoce… Lucía y yo no nos íbamos a quedar aquí viendo la vida pasar.
Me la traía al pairo lo que hicieran las de mi edad.
Gracias a experiencias como estas aprendí a diferenciar los que me querían por puro interés y a los que me decían que me querían de verdad.
No todo era maravilloso y había gente que nos quería joder.
Por cuestiones de pifias y de seguridad contratamos un día en el mercao Franco a los gitanos: “er Quique y er Manué“.
(Este es el mercado Franco de los miércoles)
Sabíamos que ellos impondrían mucho más que dos cachas de gimnasio.
Continuará...
lunes, 4 de octubre de 2010
65. ¡Pillemos un taxi y vamos a un hotel!
Ni si quiera Benji se llama así en verdad, pero su nombre es tan raro y largo que lo acabamos “bautizando” así.
Él método de conocer a Benji fue tan sencillo como pedirle fuego.
Fue ahí cuando en que me di cuenta que él no me entendía ni papa en español, pero él quería hablar conmigo desesperadamente y que lo sacara de allí.
Él acababa de llegar de Francia.
No entendía casi nada por culpa de nuestro acento.
Por motivos familiares que no quiso contarme, él tuvo que venir a España, y ni más ni menos que a Cáceres. No quise saberlos. Si no lo contaba era por algo…
Nunca le he oído hablar ni de su padre ni de su madre.
La familia es la que te toca, y los amigos los que eliges tú. Él me eligió a mí y estoy muy orgullosa de ello.
Si no fuera por él nunca habría conocido a Alberto.
Suerte que le pedí a él fuego y no a otro.
Fue en contra de su voluntad el venirse aquí a Extremadura. Estaba acostumbrado a un estilo de vida muy diferente al de aquí. No había ni punto de comparación. No había ni por dónde empezar.
Con el tiempo no se arrepintió de venir, pero Benji ya no vive en España. El amor aparece en cualquier parte y es por eso que él ahora vive con su chica en Berlín.
Estaba esa noche que le conocí en esa fiesta con su primo que era de mi edad.
Me fijé entonces en los amigos que acompañaban a su botellón.
Mientras él parecía un chico sencillo, formal y maduro, los demás de su grupo eran adolescentes.
Canis, con gorras puestas como peinetas, chándal y cosas de oro.
Todos miraban a uno de sus amigos cómo se liaba con una chica con minifalda y pelo largo.
La chica llevaba una borrachera encima que parecía que se iba a caer en cualquier momento o ponerse a vomitar.
Todos reían como imbéciles la hazaña de su amigo.
Mientras se liaba con la chica, él le metía la mano por debajo de la minifalda descaradamente delante de todos.
La otra creo que ni se enteraba que estaba en mitad de toda la gente. Daba lametazos a diestro y siniestro. Perdía el equilibrio.
Alguno comenzó a hacer fotos con el móvil.
Era una situación tan patética… Vergüenza ajena… Que show..
¿Alguno de ellos había caído en que ella no estaba bien?
Menuda panda de críos… Solo ven lo que quieren ver. Solo piensan en: follar, follar y más follar.
La chica importa una mierda, solo importa lo que hay bajo sus bragas.
Volví a mirar a Benji.
Me suplicaba que lo sacara de allí con los ojos.
Yo miraba a esos chicos… ¡Menuda panda de pringaos asquerosos!
Comencé a hablar con él en inglés. Era la única manera de entendernos.
Le dije que le dejaría venir conmigo y le presentaría a gente mucho más interesante que aquella panda de simios si me compraba la bolsa de marihuana.
O me compraba eso o allí se quedaba.
Al principio abrió los ojos como platos pensando que yo estaría loca o que yo no sería buena compañía, pero al volver a mirar a los amigos de su primo comenzó enseguida a buscar la cartera para darme los treinta euros.
Guti estaba viendo todo desde lejos.
En cuanto me dio el dinero yo le di la bolsa.
Le cogí de la mano y me lo llevé conmigo hacia Guti.
Ni si quiera sabía su nombre, pero me lo llevé con toda la propiedad del mundo entre aquel gentío.
Los canis se dieron cuenta. Y todos empezaron a gritar que el francés era un cabrón por ligar sin hacer nada…
En fin, argumentos “inteligentes” de chicos “inteligentes”.
Los fulminé con la mirada dándome la vuelta y se callaron.
Si alguno en ese momento volvía a abrir la boca no me haría responsable de lo que podría hacer…
Guti me miraba de lejos sorprendidísimo.
Había tardado nada en encasquetarle la bolsa a otro.
Incluso llevarme al chico de donde estaba.
Guti también pensaba que me quería liar con el francés… y en realidad así fue.
Le iba a dar el dinero a Guti el dinero que había conseguido, pero él no me lo quería coger y se reía.
Al reírse él yo también me reía y viceversa… Menuda liamos hasta que conseguimos hablar. Menuda tontería tenía yo encima…
Lo que hizo al final fue darme su número de teléfono para quedar al día siguiente en un bar de la calle pizarro y hablar de nuestro “futuro negocio“.
Apareció una chica pija que conocía a Guti, le dio un gran abrazo. Ella iba muy contentilla y él se marchó con ella. Aún recuerdo como me guiñó el ojo.
¿Y qué hacía yo ahora con el francés toda la noche? No le conocía de nada.
Creía que él era un cortado hasta que me pidió un chivato del paquete de tabaco. No tenía y le conseguí uno. Separó la hierba que me había comprado en dos partes iguales. Me encontré con Lucía y con el chico que ella se estaba liando.
Benja me dijo que le esperara allí. No tenía ni idea que iba a hacer.
Lucía le dio el visto bueno al francés y comencé a contarle lo que me había pasado.
Ella no paraba de repetirme que no se me podía dejar sola ni un rato.
Le enseñé el dinero que había conseguido. Lucía tenía la boca abierta.
Con dieciséis años: fugarse de casa, ir a una fiesta, beber y fumar, ligar y conseguir dinero fácil… Parecía todo un mundo de posibilidades.
Benja apareció al rato. Lucía aún tenía la boca abierta.
Venía con una gran sonrisa.
Le presenté a Lucía y al poco tiempo ella y su chico desaparecieron. Quedamos en llamarnos si pasaba cualquier cosa. No la volví a ver esa noche.
Le pregunté que había hecho y él me dijo que revendió lo que me había comprado a mí consiguiendo cincuenta euros.
Se acercó a mi oído y empezó a susurrarme cosas.
¿Y qué me dijo que podíamos hacer con ese dinero? Irnos a un hotel.
¿Y qué hicimos? Pues coger un taxi e irnos.
¿Hasta cuando duró esa historia? Pues hasta que…
Continuará...
Mi hulk... siempre me tendrás ahí.
Él método de conocer a Benji fue tan sencillo como pedirle fuego.
Fue ahí cuando en que me di cuenta que él no me entendía ni papa en español, pero él quería hablar conmigo desesperadamente y que lo sacara de allí.
Él acababa de llegar de Francia.
No entendía casi nada por culpa de nuestro acento.
Por motivos familiares que no quiso contarme, él tuvo que venir a España, y ni más ni menos que a Cáceres. No quise saberlos. Si no lo contaba era por algo…
Nunca le he oído hablar ni de su padre ni de su madre.
La familia es la que te toca, y los amigos los que eliges tú. Él me eligió a mí y estoy muy orgullosa de ello.
Si no fuera por él nunca habría conocido a Alberto.
Suerte que le pedí a él fuego y no a otro.
Fue en contra de su voluntad el venirse aquí a Extremadura. Estaba acostumbrado a un estilo de vida muy diferente al de aquí. No había ni punto de comparación. No había ni por dónde empezar.
Con el tiempo no se arrepintió de venir, pero Benji ya no vive en España. El amor aparece en cualquier parte y es por eso que él ahora vive con su chica en Berlín.
Estaba esa noche que le conocí en esa fiesta con su primo que era de mi edad.
Me fijé entonces en los amigos que acompañaban a su botellón.
Mientras él parecía un chico sencillo, formal y maduro, los demás de su grupo eran adolescentes.
Canis, con gorras puestas como peinetas, chándal y cosas de oro.
Todos miraban a uno de sus amigos cómo se liaba con una chica con minifalda y pelo largo.
La chica llevaba una borrachera encima que parecía que se iba a caer en cualquier momento o ponerse a vomitar.
Todos reían como imbéciles la hazaña de su amigo.
Mientras se liaba con la chica, él le metía la mano por debajo de la minifalda descaradamente delante de todos.
La otra creo que ni se enteraba que estaba en mitad de toda la gente. Daba lametazos a diestro y siniestro. Perdía el equilibrio.
Alguno comenzó a hacer fotos con el móvil.
Era una situación tan patética… Vergüenza ajena… Que show..
¿Alguno de ellos había caído en que ella no estaba bien?
Menuda panda de críos… Solo ven lo que quieren ver. Solo piensan en: follar, follar y más follar.
La chica importa una mierda, solo importa lo que hay bajo sus bragas.
Volví a mirar a Benji.
Me suplicaba que lo sacara de allí con los ojos.
Yo miraba a esos chicos… ¡Menuda panda de pringaos asquerosos!
Comencé a hablar con él en inglés. Era la única manera de entendernos.
Le dije que le dejaría venir conmigo y le presentaría a gente mucho más interesante que aquella panda de simios si me compraba la bolsa de marihuana.
O me compraba eso o allí se quedaba.
Al principio abrió los ojos como platos pensando que yo estaría loca o que yo no sería buena compañía, pero al volver a mirar a los amigos de su primo comenzó enseguida a buscar la cartera para darme los treinta euros.
Guti estaba viendo todo desde lejos.
En cuanto me dio el dinero yo le di la bolsa.
Le cogí de la mano y me lo llevé conmigo hacia Guti.
Ni si quiera sabía su nombre, pero me lo llevé con toda la propiedad del mundo entre aquel gentío.
Los canis se dieron cuenta. Y todos empezaron a gritar que el francés era un cabrón por ligar sin hacer nada…
En fin, argumentos “inteligentes” de chicos “inteligentes”.
Los fulminé con la mirada dándome la vuelta y se callaron.
Si alguno en ese momento volvía a abrir la boca no me haría responsable de lo que podría hacer…
Guti me miraba de lejos sorprendidísimo.
Había tardado nada en encasquetarle la bolsa a otro.
Incluso llevarme al chico de donde estaba.
Guti también pensaba que me quería liar con el francés… y en realidad así fue.
Le iba a dar el dinero a Guti el dinero que había conseguido, pero él no me lo quería coger y se reía.
Al reírse él yo también me reía y viceversa… Menuda liamos hasta que conseguimos hablar. Menuda tontería tenía yo encima…
Lo que hizo al final fue darme su número de teléfono para quedar al día siguiente en un bar de la calle pizarro y hablar de nuestro “futuro negocio“.
Apareció una chica pija que conocía a Guti, le dio un gran abrazo. Ella iba muy contentilla y él se marchó con ella. Aún recuerdo como me guiñó el ojo.
¿Y qué hacía yo ahora con el francés toda la noche? No le conocía de nada.
Creía que él era un cortado hasta que me pidió un chivato del paquete de tabaco. No tenía y le conseguí uno. Separó la hierba que me había comprado en dos partes iguales. Me encontré con Lucía y con el chico que ella se estaba liando.
Benja me dijo que le esperara allí. No tenía ni idea que iba a hacer.
Lucía le dio el visto bueno al francés y comencé a contarle lo que me había pasado.
Ella no paraba de repetirme que no se me podía dejar sola ni un rato.
Le enseñé el dinero que había conseguido. Lucía tenía la boca abierta.
Con dieciséis años: fugarse de casa, ir a una fiesta, beber y fumar, ligar y conseguir dinero fácil… Parecía todo un mundo de posibilidades.
Benja apareció al rato. Lucía aún tenía la boca abierta.
Venía con una gran sonrisa.
Le presenté a Lucía y al poco tiempo ella y su chico desaparecieron. Quedamos en llamarnos si pasaba cualquier cosa. No la volví a ver esa noche.
Le pregunté que había hecho y él me dijo que revendió lo que me había comprado a mí consiguiendo cincuenta euros.
Se acercó a mi oído y empezó a susurrarme cosas.
¿Y qué me dijo que podíamos hacer con ese dinero? Irnos a un hotel.
¿Y qué hicimos? Pues coger un taxi e irnos.
¿Hasta cuando duró esa historia? Pues hasta que…
Continuará...
Mi hulk... siempre me tendrás ahí.
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