Ni si quiera Benji se llama así en verdad, pero su nombre es tan raro y largo que lo acabamos “bautizando” así.
Él método de conocer a Benji fue tan sencillo como pedirle fuego.
Fue ahí cuando en que me di cuenta que él no me entendía ni papa en español, pero él quería hablar conmigo desesperadamente y que lo sacara de allí.
Él acababa de llegar de Francia.
No entendía casi nada por culpa de nuestro acento.
Por motivos familiares que no quiso contarme, él tuvo que venir a España, y ni más ni menos que a Cáceres. No quise saberlos. Si no lo contaba era por algo…
Nunca le he oído hablar ni de su padre ni de su madre.
La familia es la que te toca, y los amigos los que eliges tú. Él me eligió a mí y estoy muy orgullosa de ello.
Si no fuera por él nunca habría conocido a Alberto.
Suerte que le pedí a él fuego y no a otro.
Fue en contra de su voluntad el venirse aquí a Extremadura. Estaba acostumbrado a un estilo de vida muy diferente al de aquí. No había ni punto de comparación. No había ni por dónde empezar.
Con el tiempo no se arrepintió de venir, pero Benji ya no vive en España. El amor aparece en cualquier parte y es por eso que él ahora vive con su chica en Berlín.
Estaba esa noche que le conocí en esa fiesta con su primo que era de mi edad.
Me fijé entonces en los amigos que acompañaban a su botellón.
Mientras él parecía un chico sencillo, formal y maduro, los demás de su grupo eran adolescentes.
Canis, con gorras puestas como peinetas, chándal y cosas de oro.
Todos miraban a uno de sus amigos cómo se liaba con una chica con minifalda y pelo largo.
La chica llevaba una borrachera encima que parecía que se iba a caer en cualquier momento o ponerse a vomitar.
Todos reían como imbéciles la hazaña de su amigo.
Mientras se liaba con la chica, él le metía la mano por debajo de la minifalda descaradamente delante de todos.
La otra creo que ni se enteraba que estaba en mitad de toda la gente. Daba lametazos a diestro y siniestro. Perdía el equilibrio.
Alguno comenzó a hacer fotos con el móvil.
Era una situación tan patética… Vergüenza ajena… Que show..
¿Alguno de ellos había caído en que ella no estaba bien?
Menuda panda de críos… Solo ven lo que quieren ver. Solo piensan en: follar, follar y más follar.
La chica importa una mierda, solo importa lo que hay bajo sus bragas.
Volví a mirar a Benji.
Me suplicaba que lo sacara de allí con los ojos.
Yo miraba a esos chicos… ¡Menuda panda de pringaos asquerosos!
Comencé a hablar con él en inglés. Era la única manera de entendernos.
Le dije que le dejaría venir conmigo y le presentaría a gente mucho más interesante que aquella panda de simios si me compraba la bolsa de marihuana.
O me compraba eso o allí se quedaba.
Al principio abrió los ojos como platos pensando que yo estaría loca o que yo no sería buena compañía, pero al volver a mirar a los amigos de su primo comenzó enseguida a buscar la cartera para darme los treinta euros.
Guti estaba viendo todo desde lejos.
En cuanto me dio el dinero yo le di la bolsa.
Le cogí de la mano y me lo llevé conmigo hacia Guti.
Ni si quiera sabía su nombre, pero me lo llevé con toda la propiedad del mundo entre aquel gentío.
Los canis se dieron cuenta. Y todos empezaron a gritar que el francés era un cabrón por ligar sin hacer nada…
En fin, argumentos “inteligentes” de chicos “inteligentes”.
Los fulminé con la mirada dándome la vuelta y se callaron.
Si alguno en ese momento volvía a abrir la boca no me haría responsable de lo que podría hacer…
Guti me miraba de lejos sorprendidísimo.
Había tardado nada en encasquetarle la bolsa a otro.
Incluso llevarme al chico de donde estaba.
Guti también pensaba que me quería liar con el francés… y en realidad así fue.
Le iba a dar el dinero a Guti el dinero que había conseguido, pero él no me lo quería coger y se reía.
Al reírse él yo también me reía y viceversa… Menuda liamos hasta que conseguimos hablar. Menuda tontería tenía yo encima…
Lo que hizo al final fue darme su número de teléfono para quedar al día siguiente en un bar de la calle pizarro y hablar de nuestro “futuro negocio“.
Apareció una chica pija que conocía a Guti, le dio un gran abrazo. Ella iba muy contentilla y él se marchó con ella. Aún recuerdo como me guiñó el ojo.
¿Y qué hacía yo ahora con el francés toda la noche? No le conocía de nada.
Creía que él era un cortado hasta que me pidió un chivato del paquete de tabaco. No tenía y le conseguí uno. Separó la hierba que me había comprado en dos partes iguales. Me encontré con Lucía y con el chico que ella se estaba liando.
Benja me dijo que le esperara allí. No tenía ni idea que iba a hacer.
Lucía le dio el visto bueno al francés y comencé a contarle lo que me había pasado.
Ella no paraba de repetirme que no se me podía dejar sola ni un rato.
Le enseñé el dinero que había conseguido. Lucía tenía la boca abierta.
Con dieciséis años: fugarse de casa, ir a una fiesta, beber y fumar, ligar y conseguir dinero fácil… Parecía todo un mundo de posibilidades.
Benja apareció al rato. Lucía aún tenía la boca abierta.
Venía con una gran sonrisa.
Le presenté a Lucía y al poco tiempo ella y su chico desaparecieron. Quedamos en llamarnos si pasaba cualquier cosa. No la volví a ver esa noche.
Le pregunté que había hecho y él me dijo que revendió lo que me había comprado a mí consiguiendo cincuenta euros.
Se acercó a mi oído y empezó a susurrarme cosas.
¿Y qué me dijo que podíamos hacer con ese dinero? Irnos a un hotel.
¿Y qué hicimos? Pues coger un taxi e irnos.
¿Hasta cuando duró esa historia? Pues hasta que…
Continuará...
Mi hulk... siempre me tendrás ahí.
Hasta que??? que??? continúe usted!!!
ResponderEliminartanto tiempo esperando y vuelve a dejarme a medias!
:)))
excelente, como siempre, mi adorada Elena.
Por cierto, suscribo el titulo "pillemos un taxi y vamos a un hotel"
Siempre suyo
Un completo gilipollas
Bah¡ Si no es así te aburrirás ! :p
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