Pues todo duró hasta que al día siguiente Benji se enteró que yo era menor de edad.
Ni él ni yo nunca nos arrepentiremos de aquella noche.
Fue preciosa.
Muy loca y muy larga…
Yo aún no sabía nada de él, ni su nombre. Me lo dijo, pero se me olvidaba.
No se que hubiera sido de mí si no le hubiera conocido.
Fue una suerte que él me quisiera y me tuviera tanto cariño.
Él fue quien me consiguió los carnets falsos con los que me iba de viajes y a fiestas.
También me consiguió mucha información... No era información cualquiera. Esa información era conseguir ir siempre un paso por delante de los que me andarían buscando.
Consiguió muchos informes policiales para saber a quién no le tenía que vender, fotos de los policías, matrículas de coches de la policía secreta, horarios y zonas de vigilancia, los códigos para que no me pincharan los móviles, etc.
Incluso un día borró unos videos de seguridad del centro comercial.
Nunca sospecharían de mí ni de Lucía.
Por cosas como esta Lucía ahora es policía. Ahora se sabe todo para los que son cómo éramos nosotras.
Aprendí muchas cosas de Benji.
Benji creyó que yo era más mayor. Eso a él le parecía un problema.
Él estaba convencido de que él solo me traería problemas por las cosas que él hacía.
Nunca me contó muchas cosas de él porque yo era su "niña preciosa", a la que no quería meter en líos.
Cuanto menos supiera de su trabajo con los ordenadores, mejor.
En todos estos años que nos conocemos no le he visto siempre que he querido.
Él desaparecía algunos meses para trabajar en el extranjero.
Un día en las Vegas, otro en París, otros en Washington, Tokio…
Aún le siguen contratando para hacer trabajos “sucios“.
Estuvo a punto de entrar varias veces en la cárcel. Por suerte tiene un abogado que sería capaz de protegerlo hasta del diablo.
Siempre me llama niña preciosa.
Siempre me consigue hacer reír.
No me arrepiento de aquella noche.
Alberto desde el primer momento que me conoció sabía lo que había pasado entre Benji y yo.
En el taxi él me pasaba el brazo por encima del hombro. Me acariciaba el pelo y me susurraba cosas bonitas en francés… Se me caía la baba con él.
Y pensar que había empezado a pensar primero en Guti…
Por suerte hice caso al dicho: Donde tengas la olla, no metas la polla.
De camino al taxi yo había robado una botella entre todo aquel barullo de gente.
Cuando llegamos al hotel, que era pequeñito y acogedor, nos pusimos a beber.
Él puso música y comenzamos a bailar.
Yo me quitaba la ropa al ritmo de la música y lo tumbaba en la cama…
Me parecía tan dulce… Y lo era.
No recuerdo con detalles que pasó, solo se que fueron unas cinco horas excepcionales.
Recuerdo cómo al día siguiente me despertó el móvil.
Lucía lloraba al otro lado del teléfono.
A ella se le había roto el condón esa noche y tuvieron que buscar a una chica mayor de edad para que le consiguiera la pastilla del día después.
Ella estaba cansadísima y no había dormido nada...
Mi pobre...
Hay muchas cosas que tus padres no te enseñan porque son cosas tabú, y en ocasiones así nadie te ha dicho muy bien qué hacer.
Él día que se rompe el condón te vuelves loca de los nervios.
A veces hay que aprender a la fuerza...
Si pedía la pastilla ella en el hospital, llamarían a su casa y nos pillarían.
Por suerte la prima de el chico con el que estaba cedió a ir al hospital.
Se lo conté a Benji y fue cuando se enteró que no éramos mayores de edad.
Éramos dos niñas de dieciséis años jugando a ser mayores.
Por suerte él me ayudó.
De cierto modo él me lo debía.
Cuando Lucía ya descansó y todo se quedó en un susto, quedé con Guti.
Lucía y Benji me acompañaban.
Nos tomamos algo en "la Traviata" mientras él me contaba instrucciones y nos conocíamos mejor.
Guti era un show.
Este pijo siempre estaba en la parra. Su móvil no paraba de sonar.
Al cabo del tiempo mi móvil fue igual o peor...
Me debía de pasar por su casa cada vez que quisiera más marihuana o hachís. Dependiendo de los clientes se les pasaría más cantidad o menos.
Solo venderíamos a partir de cincuenta.
Habría semanas que tendría algunas variedades y otras no... Pero siempre tenía las variedades que más THC tenía.
Teníamos que subir los precios dependiendo de la demanda y la oferta.
Los tantos por ciento que yo me llevaría, que incluía la parte de Lucía, quedaron claros desde un principio.
Era todo un negocio y no se me daba nada mal.
No era un sueldo fijo todas las semanas, pero era muchísimo dinero.
Me compró muchísima gente, de muchísimas edades, de muchísimos sitios, de diferentes estatus sociales… ¡Era una locura!
Iba por la calle y todo el mundo me conocía.
Recuerdo un día como iba con mi madre y me preguntó que por qué conocía a tanta gente. Yo le decía que yo era el alma de la fiesta… Y tanto.
Hice con eso muchísimos amigos.
Todos me conocían por el nombre de "preciosa".
Eso fue culpa de Benji.
Pocos sabían mi verdadero nombre. Tampoco sabían el de Lucía. A ella la conocían por "la serrana".
Todos se preguntarían si mis padres pasaban de mí, pero nada de eso.
Yo mantenía todo en orden y hacía todo lo posible para no levantar sospecha. No se enteró ni mi hermana.
Yo aunque fumara casi todos los días (porque todos me invitaban), iba a la biblioteca y me preocupaba por sacar notables.
¿Qué hacía con ese dinero en mi tiempo libre? Conciertos, fiestas, viajes, ropa, tablas de skate...
En Cáceres no puedes hacer nada con dieciséis años, pero teniendo dinero y un carnet falso en sitios que nadie te conoce… Lucía y yo no nos íbamos a quedar aquí viendo la vida pasar.
Me la traía al pairo lo que hicieran las de mi edad.
Gracias a experiencias como estas aprendí a diferenciar los que me querían por puro interés y a los que me decían que me querían de verdad.
No todo era maravilloso y había gente que nos quería joder.
Por cuestiones de pifias y de seguridad contratamos un día en el mercao Franco a los gitanos: “er Quique y er Manué“.
(Este es el mercado Franco de los miércoles)
Sabíamos que ellos impondrían mucho más que dos cachas de gimnasio.
Continuará...
Genial...;D
ResponderEliminarA esto le llamo yo "deporte de riesgo".
ResponderEliminarMaravillosa como siempre...
Siempre suyo
Un completo gilipollas