Gracias por leerlo :D

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martes, 12 de octubre de 2010

67. Me encanta que los planes salgan bien, pero no es el caso.

Cuando se trata de negocios puedes tener amigos pero siempre tienes que desconfiar.
Yo tenía que darle ese dinero a Guti. Si el dinero no estaba a su hora las culpas me las llevaba yo y se acabaría el chollo de dinero fácil.
Quique y Manuel eran dos gitanos que no habían terminado el colegio.
No sabían escribir bien y tampoco hablar muy bien, pero vender vendían como nadie.
Ellos sabían todas esas cosas para ganar dinero que no tuviera nada que ver con lo que estudiaras en el colegio.
Mientras todo el mundo pensaba que ellos solo vendían sandías, en su furgoneta había de todo… ¿Era el paraíso de las falsificaciones! Tenían bolsos, relojes, gafas, deportivas…
Se sintieron identificados con nosotras al tener que permanecer siempre en la sombra sin poder llamar la atención.
Siempre con todos los sentidos puestos en huir y conservar una reputación limpia ante ojos ajenos.

Al principio se reían creyendo que era broma eso de que les queríamos con nosotras por motivos de seguridad y para conseguir nuestro dinero. Como siempre, fue sacarles el dinero y callarse la boca.
Ellos hicieron su trabajo consiguiendo nuestro dinero en menos de tres días.
Nadie quería problema con los gitanos.
Aún así nuestra relación no se limitó a tener que quedar con ellos por “trabajo“.
Ellos nos invitaban a fiestas alrededor de hogueras con mucha gente cantando flamenco.
Me encantaba ver aquel respeto a las personas mayores. Otras cosas no me gustaban, pero no me iba a meter dónde no me llaman...
A nosotras todos nos trataban bien, porque gracias a nosotras entraba más dinero en sus casas.
Nos llevábamos bien.
Ellos aceptaron a vender también nuestra marihuana.
Alguna vez me la intentaron colar, pero yo ya había aprendido bastante en unos meses como para hacerme la tonta.
Formaban parte de mi equipo.
Éramos: Lucía, Benja, Guti, Quique y Manuel.
Lo que yo no sabía es que había uno más en el equipo.
Uno que desde la sombra me había estado salvando el culo todos los días. A mí y a todos.
Quería pasar desapercibido y no lo consiguió, por lo menos para mí.
Acabó formando parte de mi vida. Alberto.
Recuerdo haberme levantado un sábado tras una fiesta el viernes. No había tenido noticias de Benja desde hacía dos días. Era algo muy raro pero supuse que le habrían contratado otra vez fuera del país… ¿Quién me pasaría información esta vez?
Los sábados por la mañana todo el mundo querría pillar para tener algo el sábado noche.


Al mirar el móvil un mensaje:
T speran a las 12 n Base. Busk a Alberto. No falts. Fíate d el. Tq niña preciosa.



Eran las 11:15 y yo aún estaba en la cama. Tardé en reaccionar. No tenía ni idea de qué podía ser, quién era o que podría querer.
¿Alberto? Yo solo conocía a uno y estaba medio loco.
¿Quién sería?
¿Me llevaba la hierba o no me la llevaba? Me la llevé.
¿A las doce?
¿Y me escribe Benji estando en el extranjero?
Esto no pintaba bien, pero no podía ser pesimista.
Hice todo corriendo y llegué cinco minutos tarde a la cita.
Me desesperé… ¿a quién busco? No había nadie esperando.
Dos toques a mi espalda y cuando me di la vuelta, ese era él.
Alto, fuerte, gran sonrisa, ojos negros, moreno, pelo negro…
Me dijo que él era Alberto y que lamentaba hacerme esperar. Le tenía que acompañar a su casa. Así sin más. Sin conocernos. Sin saber nada de él ya teníamos que ir a su casa.
Mejor dicho: sin conocerle yo a él.
Vivía cerca y por el camino hablamos de la fiesta de anoche. Él me dijo que me vio y que le había dado vergüenza presentarse. También me dijo que yo era la más guapa de la fiesta. Consiguió sonrojarme. Consiguió mantener en mi cara una sonrisa de agilipollamiento.
¿Cómo no le había visto yo a él?

Había una tensión rara en el camino…
No me contó lo que pasaba en verdad hasta que llegamos a su casa.
Algo no había salido bien en nuestro juego de traficantes.
Alguien había dado un chivatazo.
Alguien había sacado una foto de Lucía vendiendo… No se le veía mucho la cara, pero llevaba su gorrito y se veía claramente su tabla de patinar rosa.
No había muchas chicas así en Cáceres. Era fácil de reconocer a Lucía si la veían otra vez.
¿Qué pintaba Alberto en todo esto? ¿De dónde había salido este?
Los padres de Alberto, madre y padre, trabajaban en la comisaría de policía. Para ser más exactos el padre de Alberto es el manda más. Su madre se encargaba de la sección de estupefacientes.
Yo como no tenía ni idea, no tuve otra cosa, que ir a su casa con el bolso lleno de marihuana pensando que él me compraría algo…



Continuará.

2 comentarios:

  1. Si quiere ya soluciono yo el tema con Guti... no se me vuelva camella, por favor. A ver si se pierde usted en el desierto.

    Excelente, como siempre...

    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  2. CAmella¿
    Camella yo¿?
    JJAAJAJAJAJAJAJAJ
    Que paaaarlas¡¡
    Pronto volveré al preseeeeeente.
    Es un inciso en el pasado necesaaaario. Y dudo que sea por cualquier cosa que puedas imaginar.
    xD xD

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