-Depende de la magnitud de tu secreto será la magnitud del mío …
Eso le hizo replantearse el secreto que me iba a contar. Debería de ser algo grande si él quería saber mi gran secreto.
-Esta bien. Me parece justo. ¿Trato hecho?
-Trato hecho.
Los dos nos dimos la mano para sellar el trato.
-Cuéntame, David Mosley, ¿Qué gran secreto guardas al mundo o por lo menos intentas ocultar? -le dije imitando la postura de un periodista muy serio con el ceño fruncido.
A él le hacía gracia esas pequeñas cosas, y me encantaba verlo sonreír.
-Es algo de lo que no me siento orgulloso. Bueno, ahora estoy orgulloso porque lo dejé atrás. No fue fácil conseguirlo…
Podía averiguar en su rostro que no mentía.
Esta vez estaba serio. Parecía un poco tenso.
Su mirada se perdía de la mía.
No era miedo, quizás era ansiedad.
Era un tema que había querido evitar seguramente. No le resultaba fácil hablar de ello por lo que veía.
Quería intentar saber o intuir por donde iban los tiros, pero podían ser tantas cosas…
-Si no quieres contarlo no lo hagas. No tiene que ser hoy cuando me lo digas.
-Es algo que hice y tengo que asumir las consecuencias… Pero… Si, bueno… ¿Te importa si lo dejamos para otro día?
-Perfecto. Dejémoslo para otro día. ¿Tú tienes prisa? Yo no.
No se porqué me besó la frente al decir eso.
Me quedé un poco desconcertada. ¿Era en señal de agradecimiento? ¿Era porque respetaba su intimidad?
Era extraño saber que él no tenía miedo a que yo supiera su secreto, porque tenía intención de contármelo algún día, pero creo que él si teme a lo que yo piense de él después de saberlo.
-Tienes razón. Mejor otro día te lo contaré y tú me contarás el tuyo.
David volvió a sonreír. Volvió a estar tranquilo.
Todas las personas tienen sus cosas y yo no vine aquí para investigar sobre la vida de nadie.
Hubo un pequeño silencio.
Bebíamos del batido y pasábamos de la televisión los dos pensativos.
Lo que estaba fumando comenzaba a hacer efecto…
Vi que David desde que recordó su secreto había estado un poco callado.
No iba a dejar que la cosa se quedara así.
Cogí el bol de palomitas y le reté.
-¿A que no dices Pamplona con tres puñados en la boca?
Me miró incrédulo.
-¡¿Qué no?! Se nota que no me conoces si me estás diciendo que no me atrevo a un reto… Y me ofende siendo un reto de palomitas…
-¡Oh! Claaaaro… Cómo todas tenemos que conocer muchísimo a David Mosley…-le dije exagerando para picarle.
Lo conseguí.
Lo que me reí a partir de ahí no está escrito.
Consiguió que llorara de la risa en varias ocasiones. A él le pasaba más de lo mismo.
Entonces se levantó de la cama y buscó por los cajones.
Sacó una baraja de cartas y comenzó a hacer trucos de magia. Era espectacular con su baraja de cartas doradas.
Empezamos a decir tonterías descomunales y a mezclar muchísimos idiomas.
Él se levantó cuando paramos y apagó todas las luces y la televisión. A continuación encendió el planetario y volvió a la cama.
Otro gran silencio.
Nos quedamos los dos mirando las estrellas del techo.
Él se giró hacia mí y comenzó a acariciarme el pelo.
Me encantaba…
Mirando las estrellas al lado de una estrella…
Qué cosas me pasan…
Como si se tratara de una cadena de favores, le busqué el brazo, lo coloqué y comencé a hacerle cosquillas.
En esos momentos sentía como pequeños calambrazos y cosquillas por el estómago, a la vez que una sensación de modorra.
Todo era perfecto.
Perdí la noción del tiempo.
Dejé de sentir cosquillas por el pelo.
Se había quedado dormido.
Intenté levantarme, pero tenía demasiado sueño y justo él en ese momento me pasó el brazo por encima para abrazarme.
Me acomodé y enseguida quedé dormida en un profundo sueño del que no estoy segura si me quería despertar...
Por si se me había olvidado decirlo... GRACIAS A TODOS!!.
:)
Fantástico texto... como siempre
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas