Gracias por leerlo :D

¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.


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lunes, 28 de junio de 2010

Lo peor del verano

¿Acaso no es lo peor cuando llega la noche y estás asado de calor en la cama sin poder dormir a pesar del cansancio?

Intento dar con la posturita, pero es que no hay manera...

Si mami...
¡Yo también quiero ir a surfear!


49. Mi nuevo compañero de piso.

Y tan rápido como noto que me han hecho la llave, la vuelven a deshacer.
Todo fue muy rápido.
-¡Por favor dime que estas bien¡ ¿Qué he hecho? Perdóname, perdóname.
Era la voz de un chico muy nervioso, totalmente descompuesto.
Yo estaba apoyada en la pared haciendo esfuerzos sobre humanos por no vomitar encima de aquel cuadro original.
Me doy la vuelta y no puedo evitarlo, me pongo otra vez a vomitar.
Yo estoy a punto de que me de algo.
Esto si que era una llegada a Nueva York.
El día que se supone que iba a ser el más feliz de mi vida y así empezamos.
Vomitando delante del que supongo que es David, al cual aún no le he visto ni la cara y evitando vomitar encima del cuadro original de Goya.
Si le vomitaba a él encima ya me daba igual.
Quizás no esté mal la cosa… Esto ya no es romper el hielo con alguien, si no romper el iceberg.
Ni un hola entre los dos y él ya me había estampado contra la pared y yo estaba vomitando.
Preciosa escena de bienvenida.
Él me apartó el pelo de la cara para que no me lo manchara.
Debo estar dejándole la misma primera impresión que podía causar la niña del exorcista.
-Muy bien, lo que se dice muy bien no estás… No te preocupes de esto que ahora vienen y lo limpian, vamos enseguida a tu habitación. -dijo aquella voz intentándome tranquilizar.
Levanté la cabeza muy lentamente.
Le miro.
Desde luego es una cara familiar…
Pero que mucho.
Como si le hubiera visto todos los días… Pero si este de Cáceres no es.
¿Cómo coño me va a sonar?
Creo que me estoy quedando tonta.
En mi cabeza se enciende una luz.
Pero si es…

(O_O)

La mato.
Yo a Clara la mato.
Si, definitivamente la mato.
Si lo llego a saber…
¡Estas cosas se dicen antes!






Y es que Carmen no sabe lo que le espera...

domingo, 27 de junio de 2010

48. Hogar, ¿dulce hogar?

Miré de nuevo la puerta.
Otra vez, otra arcada.
Dios santo, que halla un maldito cuarto de baño por aquí cerca o poto aquí mismamente en la puerta.
Cojo la maleta, “corro” hacia la puerta, meto la llave y abro la puerta.
Todo lo que hago son movimientos torpes.
Creo que no tengo palabras para describir lo que mis ojos ven…
Una casa de ensueño.
No sabía ni a donde mirar.
Era muy grande.
¿Teniendo aquella enorme casa quién querría vivir en Cáceres?
Unos ventanales enormes con unas vistas de la ciudad preciosas.
No había nadie allí.
Ni si quiera había señal de que en esa casa hubiera nadie.
Todo estaba en silencio.
Todo precioso, pero…¿y el cuarto de baño?
Alrededor de aquella magnífica entrada había varios pasillos amplios que escoger con un número de puertas.
Entonces dejé la maleta por ahí en la puerta y me puse a mirar por todas las puertas que veía.
Madre mía que grande todo.
¿Por qué no sería esto igual que todas las demás casas que conozco?
Al fondo siempre suelen estar siempre los cuartos de baño.
Pero aquí no.
Abrí una habitación que me llevó a un despacho y después a otra sala con un billar y de repente unas escaleras.
Las habitaciones supongo que estarán arriba.
Abro más habitaciones y me encuentro con una sala de cine.
Otra puerta y un gimnasio.
No me daba tiempo a quedarme mirando alucinando con aquella casa.
Esto es una tortura.
Yo creo que si vuelvo a ver esas habitaciones ni me acuerdo, pues fui corriendo de una a otra.
Por fin encontré una habitación encontré el cuarto de baño y me puse a vomitar.
Cuando acabé me sentí mucho mejor.
Me fui enseguida a enjuagarme la boca.
Me quedé un rato sentada en el suelo y apoyándome en la pared.
Solo quiero descansar…
Si me acordara como llegar hasta mi maleta me dormiría en aquella cama…
Me metí en la boca un caramelo de fresa que tenía en el bolsillo y me dispuse a encontrar mi maleta.
Aún no me sentía bien del todo, pero si mejor que antes.
Iré con cuidado y tendré localizada la habitación por si acaso.
Bajé las escaleras.
Seguía sin oír a nadie en la casa.
La casa era totalmente luminosa y decorada con un gusto exquisito.
Ninguna habitación se parecía entre sí.
Llegué a una de las salas por las que había pasado, la cual tenía una mesa de billar.
Guau…
Eso si era una bonita mesa de billar.
Había una barra de bar.
¿Sería una sala para fiestas?
Había fotos antiguas.
Estaba mirando un cuadro el cual me parecía de Goya.
No dudé que fuera original.
Me acerqué a ver más detenidamente si la firma aparecía en el cuadro.
¿Cuánto podría valer aquel cuadro?
Oí un ruido detrás de mí.
Tengo la intención de darme la vuelta.
Cuando de repente a alguien me agarra en brazo me hace una llave que no me permite moverme y me empuja contra la pared.
Noto otra arcada en el estómago.
Madre mía que poto el cuadro…
Mi corazón va a mil por hora.
No me puedo defender.
No me puedo mover…

viernes, 25 de junio de 2010

El hiperrealismo de Ron Mueck

Sin duda hay escultores que son dignos de mi admiración.
Nunca conseguiré hacer ninguna escultura como esta.
Nunca conseguiré que un material consiga transmitir con una imagen un sentimiento o por lo menos que tenga un aspecto tan real.


Es IMPRESIONANTE.












¿Quieres ver algo más?

jueves, 24 de junio de 2010

47. ¿Quién es esa?

-Si, soy yo.-dije con voz bajita y tímida.
¿Cómo sabe mi nombre?
Noté la mirada extrañada del hombrecillo este de arriba abajo.
Seguro que por la cara que me puso se esperaba otra cosa.
Una chica pija seguro.
Desde anoche no me había podido dar ni una ducha, ni cambiarme de ropa, ni peinarme, tendré para colmo unas ojeras impresionantes con el rostro pálido por no haber comido durante horas… En fin, estaré hecha un cuadro de Picasso.
Seguro.
-La señora Clara Segovia llamó hace unas horas avisando de su llegada. Las descripciones que me dio coincidían mas o menos con usted. -dijo tratando de parecer lo más amable posible.
Conmigo no hacía falta que disimulara, y mucho menos después de la cara que me había puesto antes.
Entonces el hombre hizo un amago para coger las maletas y llevarlas dentro, pero yo le paré.
No me hacía falta ayuda de nadie para subir una maleta y el bolso, y me parecía ridículo por muy cansada que estuviera.
Nunca me ha hecho falta nadie para ir a ningún sitio, no lo voy a necesitar ahora.
-Enserio, no se preocupe. Yo llevaré la maleta, gracias.-le dije mientras yo cogía la maleta antes de que se me adelantara.
Entonces el me miró con un gesto raro.
No estaría acostumbrado a que no acepten su ayuda.
-Me permitirá al menos que le abra la puerta, ¿no?- dijo a la vez que abría la puerta.
No me gustó nada el retintín con el que lo dijo.
Pasé.
Wow.
Creo que ni mi casa es tan grande como ese portal lleno de mármol blanco y negro.
Había espejos, flores, sofás de cuero y una escultura preciosa de un cuerpo de mujer…
Todo estaba decorado con un gusto exquisito.
Un sitio iluminado y precioso.
¿Y esto es solo el portal de casa?
Volví a sentirme mareada.
Miré a todos lados rápido y ví donde se encontraba el ascensor.
Entré rápido escaqueándome de las ayudas que el portero me iba a ofrecer.
No disimulé nada eso de que no quería más la compañía de aquel hombre uniformado.
Este seguro que tiene que estar al tanto de todos los cotilleos del edificio.
Cuanto menos supiera de mí, mejor.
Que ascensor mas bonito y cuantos botones tan curiosos…
Los botones parecían de nácar, el ascensor tenía madera tallada…
Una obra de arte en ascensor.
Otras personas dirían como una persona lo puede flipar tanto con una cosa como un ascensor, yo les diría que esos pequeños detalles son los que marcan definitivamente la diferencia.
En mi casa de Cáceres es imposible que nadie venga a recibirme, que me abra la puerta del portal y ver el portal que es igual o mas grande que mi casa y después ver un precioso ascensor que no aparecería ni en mis más lujosos sueños.
Me estaba poniendo incluso nerviosa, no me quiero ni imaginar lo que me espera a dos minutos entonces.
Oh Dios no¡¡
Me están empezando a dar arcadas por una mezcla de todo.
Entre los nervios, el mareo, dolor de cabeza y el dolor del estómago.
Me senté en el suelo.
Intenté encontrar el norte.
Cada vez veía peor.
Cojo enseguida la llave del bolso…
Maldito bolso que parece un pozo.
Cualquier día dentro de él me encuentro a la niña de “The Ring“.
Entonces llego por fin a la planta y veo una puerta blanca.
Intento levantarme y con mucho esfuerzo lo consigo.
Me acerco tambaleándome...
NECESITO CON URGENCIA IR AL CUARTO DE BAÑO.
De repente veo que aquella puerta blanca se abre.
¿Sería un milagro y vendría alguien a rescatarme?
Veo una chica alta, de pelo castaño y largo, delgadísima, llevaba una minifalda que dejaba ver unas larguísimas piernas con unos tacones de vértigo, su piel era bronceada, y unos ojos azules preciosos.
No era bonita, era tan guapa como un ángel.
Me quedé congelada apoyada sobre la pared.
¿Vendría a ayudarme?
Decidí acercarme a la puerta aunque ella esté saliendo, arriesgándome a caerme en el intento.
Estoy a dos pasos de ella.
Ella me mira con una mirada hostil.
Parece reconocerme.
Se dirige directamente al ascensor y a su pasar me da un golpe intencionado con el brazo en mi hombro el cual me hizo retroceder unos cuantos pasos.
Hago un esfuerzo para no caerme y me quedo apoyada sobre mi maleta.
Consigo recuperar el equilibrio.
Se mete en el ascensor, le da al botón y se cierra la puerta.
Yo literalmente flipando.
¿Qué le he hecho yo a esta chica?
¿Quién es ella?
Que de gracias que estoy así, porque si no esa no se hubiera ido tan fresca…
¿Quién más aparecería tras esa puerta?

martes, 22 de junio de 2010

Comenzamos el verano :D

Chicos y chicas,
Hombres y mujeres,
Señores y señoritas
(y algún que otro gilipollas suelto ;D )

Para mí ha comenzado el verano y pienso estar en remojo...



Y disfrutando del sol,

escuchando mis canciones favoritas,

viendo cuerpos que han estado esforzándose en el gimnasio,

haciendo miles de dietas
( a mi me mola la del cucurucho xD)

otros que se la pela y aún así son bellos,
(e incluso eso a algunos les hace ser más bellos de lo que nunca llegaron a imaginar, xq les da igual lo que piensen los demás y se sienten felices consigo mismos.)

bebiendo mi cervecita,

comiendo helados...




Y saboreando lo dulce que puede llegar a resultar el verano.

NO SE AMARGUEN¡¡

por lo que si no actualizo puede que sea xq ese día me lo esté pasando muy bien :D

Os dejo aquí una canción que sonará mucho este verano...

lunes, 21 de junio de 2010

46. Menuda resaca de anoche.

Y a partir de aquí comenzó el viaje que me llevó hasta Nueva York.
Me hubiera encantado que hubiera sido un viaje corto e idílico buscando mi futuro, con ilusión, pero era algo muy difícil después de lo que acababa de hacer.
Aquel beso me había conseguido desconcertar.
En el autobús intenté dormir un rato, pero me fue imposible. No paraba de darle vueltas a todo en mi cabeza.
Cada vez que conseguía entrar en una fase parecida al sueño, pero que aún no había llegado a él, aquel beso volvía a mi cabeza.
Antes de lo que tenía pensado llegué a esa otra preciosa y gran ciudad, Madrid.
Nada más salir me tocó buscar un taxi.
Estaba cansadísima.
Notaba mi cuerpo sin fuerza y sin hambre.
No conseguía enterarme de nada.
Llegué al punto de andar y no pensar en nada.
Era como un viaje con anestesia.
Actuaba como una zombi.
En mi cabeza notaba un ligero dolor de cabeza por culpa del cansancio y del haber estado bebiendo en exceso.
El taxista creo que se quedo asombradísimo al ver como yo hacía todas las cosas como si estuviera dormida, todos mis movimientos eran mecánicos.
Tenía tanto sueño que me costaba hablar.
Ya me daba igual, me tenía que esperar a coger el avión para dormir.
Llegué al aeropuerto con el tiempo bien calculado, hice todo el royo de las maletas y después por fin llegó el momento de montar en el avión.
Todo esto son recuerdos vagos, por que tenía tantísimo sueño que nada más subir al avión en un vuelo de primera clase, con un buen asiento donde dormir, caí en un profundísimo sueño.
Creo que en este momento era lo único que pensaba: en dormir, en tomarme un ibuprofeno, o beber mucha agua…
No sé, la cuestión es que dormí las siete horas y pico del tirón.
Tuve toda clase de sueños: yo sola en la ciudad grande, Clara, Alberto, mi familia, Mery…
Entonces noté unos golpecitos en el hombro.
-Señorita, ya vamos a aterrizar.
Eso fue lo primero que oí cuando llegué por fin a la gran ciudad.
La ciudad que guardaba los sueños de tantas personas.
Ahora el mío también.
Me despertó una azafata que era lo más parecido a la Barbie o una actriz porno, todo según se mire.
Con esas tetas me costaba incluso mirarla a la cara.
Digamos que lo primero que vi cuando llegué fueron esas tetas como sandías.
No me lo podía creer… ¡Por fin estoy en Nueva York!
Tampoco me podía creer que siendo uno de los días más felices de mi vida, tuviera la cabeza peor que el bombo del Manolo…
¡Qué dolor de cabeza!
Tenía el estómago que no me entraría nada.
Aún tenía muchísimo sueño.
Aún no había comido nada.
Necesitaba agua.
Una ducha…
Pensé que lo primero que tendría que buscar sería un sitio donde desayunar o comer algo.
Luego me di cuenta que si hago eso, me pasaré toda la mañana en un cuarto de baño público vomitando…
Tengo el estómago que parece una lavadora de ácidos.
Mejor me espero a llegar a casa.
Eso será otra, ¿cómo será la casa?
Intentaré pensar en otra cosa.
La maleta.
Por fin ya tengo la maleta.
Es impresionante mirar alrededor y ver la cantidad de gente que hay de todo el mundo en ese aeropuerto.
Me da igual, necesito aire fresco, descansar.
Pillo un taxi.
Cuanto ruido.
Mi cabeza…
Que gracioso el taxista.
Era asiático medio cubano que llevaba todo el pelo lleno de rastas.
El taxi estaba lleno de cosas de Bob Marley.
Le dije a este donde iba y durante el camino me preguntó de donde era, que si había venido alguna vez más…
Menudo interrogatorio y estoy que no puedo ni hablar.
Me hubiera encantado prestarle mas atención.
Era imposible, al ver esos edificios, tanta gente, tantas tiendas tanto TODO…
Y yo con el RESACÓN.
El viaje en taxi se me hizo cortísimo.
Creo que fue porque estoy medio dormida.
Lucho con mis párpados que se caen solos.
Llegamos por fin a la calle.
¿Pero y esa cantidad de tiendas caras?
Yo sinceramente creo que lo estoy flipando en colores y hasta que no consiga dormir y pisar el suelo e ir al Central Park…
Me dejó en lo que sería a partir de ahora el portal de mi casa.
El taxista, me ayudó a sacar el equipaje.
Sin duda esta tiene que ser una de las calles más transitadas de Manhattan.
No tengo ni idea de que me espera.
Miré el edificio, que pasada...
Pero mejor miro al suelo.
Que mareo…
Entonces sin que yo dijera nada se me acercó un hombre mayor, bajito y uniformado. Parecía un botones y acababa de salir del portal a donde yo me dirigía.
Tuve que mirar varias veces el papel que me había dado Clara antes de hacer ningún movimiento, por si acaso.
Me parecía todo de broma.
-Perdone, ¿Es usted la señorita Carmen García Gutierrez?-dijo aquel hombre uniformado.

domingo, 20 de junio de 2010

45. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Entonces me di cuenta en ese momento de la de vueltas que da la vida.
Nunca volvería a planear un mañana.
No servirá de nada.
Solo existirá hoy.
Hay trenes que solo pasan una vez. Este era el mío.
Nunca imaginé que abandonaría esta pequeña ciudad. Tampoco me había imaginado una vida sin Alberto… Nunca imaginé que Alberto estaría aquí despidiéndose de mí.
El hombre al que dejé, al que prometí un día que nunca le dejaría, que me cuidó cuando lo necesité, el que se comportó siempre como un amigo, el que fue una parte esencial de mí….
Yo tenía el billete en la mano y no paraba de temblar.
Me estaba enfrentando a uno de los momentos más duros de mi vida, un adiós definitivo a todo lo que conozco.
Yo sola…
Ha llegado el momento y el autobús no iba a esperar por mí.
Alberto tenía los ojos llorosos.
Él lo tendría que estar pasando igual de mal trago que yo.
Incluso peor.
Él había asumido que me tenía que dejar ir…
Temblaba como yo.
Yo miraba aquellos ojos marrones que sabían que no podían hacer ya nada para que me quedara.
Una mirada que me dijo que él en ese momento habría dado todo lo que tiene para estar conmigo y no perderme.
En un repentino movimiento él se me acercó y me dio un gran y caluroso abrazo.
Yo al saber que sería el abrazo de despedida le respondí aquel abrazo con todas mis fuerzas.
Creció el nudo en la garganta.
Las lágrimas comenzaron a nublarme la vista.
Me besó el pelo.
-Que no te de miedo. Pásalo bien y ten cuidado.¿vale?- me dijo en un susurro sin fuerzas.
Yo asentí con la cabeza.
Me temblaba casi todo, estaba a punto de un ataque de nervios.
Un segundo…
Un impulso nacía de mí a gritos.
Le dí un beso en los labios.
El beso con sabor a amargura, miel, recuerdo…
El me respondió aquel beso en el que los dos estábamos llorando.
Un beso intenso y triste…
-Señorita, ya nos vamos.- Dijo el conductor del autobús.
Me di la vuelta rápido.
Ya era la hora.
Le hice un gesto de adiós a Alberto con la mano sin mirarle y me subí al autobús.
No podía dejar de llorar.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Si le miraba de nuevo perdería mi oportunidad.
Una vez llegué a mi sitio me asomé por la ventana.
No quería, pero era imposible no mirar por última vez.
Allí estaba él de pie esperando a ver el autobús marchar.
Su sonrisa de oreja a oreja a la vez que se secaba las lágrimas.
Volví a temblar…
Se me encogió el corazón.
Me hizo un gesto de adiós con la mano, se colocó la camisa que me había prestado antes en el hombro y se fue.
Me sentí totalmente contradictoria…
No sabía si lo que quería era que el autobús arrancara ya mismo o bajarme para irme detrás de Alberto.
En ese mismo momento el autobús arrancó.
Quien sabe si era para no volver…






Esto continúa :D
Ojala alguno de vosotros echara de menos estos días en los que no pude publicar...

viernes, 18 de junio de 2010

Miedo de no verte nunca más

Posible cancion de Carmen a Alberto,
O de Alberto a Carmen.
No lo tengo claro...
Lo que tengo claro es que esta canción no se me olvida xq me encanta.

jueves, 17 de junio de 2010

44. Un úlfimo cigarro. Un último adiós.

Era algo que no imaginé, el volver a subir a mi casa con Alberto.
Era muy extraño su compañía por todo lo que había sufrido y algo muy familiar, por todas las veces que habíamos subido juntos en aquel ascensor…
Cada vez me estoy dando más cuenta que quizás no fuera por el alcohol nada de esto estaría ocurriendo.
No se me habría ocurrido volver a acercarme a Alberto después de aquel día en el parque, después de saber que yo no me merezco que él me trate como si no hubiera pasado nada.
Soy la que acaba de admitir diciendo que él no viniera conmigo a Nueva York que en realidad lo que quiero es alejarme de él, ser egoísta y solo pensar en mí…
Soy joven, solo viviré una vez y quiero VIVIR.
Vivir sin compromisos,
vivir libre
y haciendo solo lo que yo quiera en una ciudad que representa un sueño…
No me refiero al sueño americano (aquel estúpido sueño americano lleno de riqueza), si no a mi sueño de volver a empezar de cero y siendo lo que yo quiera ser.
Ser feliz con lo poco que tenga ganado por mi esfuerzo.
Ese es mi sueño.
Sin ataduras y sin metas, solo llegar allí, comenzar y ver lo que la vida me va ofreciendo.
Cuando llegué a casa allí estaba todo lo que había sido mi vida monótona y rutinaria.
Mis días desde que tomé el biberón, aprendí a andar, lloré, reí, celebré fiestas, canté, bailé, me peleé con mi hermana, abracé a mis padres, me castigaron, me sentí querida… Estaba todo en aquella casa y en mi cabeza.
Ese era mi sitio y sabía que pasara lo que pasara, siempre podría volver, y volvería con nuevas historias y más experiencia.
Yo de niña nunca habría imaginado esto.
Me estaba volviendo mayor y era la hora de abrir las alas para volar…
Alberto entró a mi casa justo detrás observándolo todo detenidamente.
Dejé en el salón las llaves del Saxo, no lo iba a necesitar.
Alberto había entrado a mi habitación sin decirme nada.
Allí estaba él mirando las cosas que tenía en la habitación.
Aún no había quitado ninguno de sus regalos ni ninguna de sus cosas.
-Veo que por aquí siguen las cosas igual.-Dijo con cierto tono de melancolía en su voz.
-¿Qué te esperabas?
-No lo sé.
Entonces se fijó en un corcho que tengo en mi habitación lleno de fotos.
Faltaban bastantes fotos que estaban dentro de mi maleta y allí seguían algunas cuantas fotos que tenía con él de algunos viajes que habíamos hecho.
-¿Puedo llevarme esta foto de aquí?
Entonces me acerqué a ver cual era.
Era una foto suya y mía de un intento de viaje a Badajoz.
Digo intento, porque a mitad del camino el coche se estropeó y nos quedamos tirados allí un buen rato en mitad de la nada.
Salimos él y yo, sonrientes, con un precioso paisaje de fondo lleno de encinas y azul intenso en el cielo.
La miro y pienso lo pequeños que parecíamos en aquella foto.
Esa foto me encantaba y era una de las primeras veces que desde que no estoy saliendo con Alberto, vuelvo a sonreír al verla.
El me miró y me sonrió.
Creo que él había pensado lo mismo que yo.
-Por supuesto que puedes quedarte esa foto, es tan tuya como mía.- le dije.
Entonces la despegó del corcho y la guardó en el bolsillo.
Tenía que darme prisa y ponerme otra cosa que no fuera la camiseta de Alberto.
Llevaba tal encima que me puse lo primero que vi en el armario sin pensármelo ni un poquito.
Me dirigí hacia la entrada a coger el equipaje.
Él se me adelantó y cogió todo.
Cerré las persianas, apagué las luces y cerré la puerta.
¿Cuándo volvería?
No tengo ni idea, pero sea lo que sea, espero volver algún día.
En el ascensor, Alberto no me paraba de mirar de una manera muy extraña.
-¿Qué me miras tanto?-le dije nerviosa.
Me estaba poniendo impaciente.
-No me esperaba de ti que te marcharas de casa con tanta frialdad, no sé… Sueles ser más sentimental para estas cosas. Aún me acuerdo de la pena que te dió cuando nos fuimos a Londres y me parece mentira…
-Si te soy sincera, a veces yo también me sorprendo a mi misma.
-También me sorprende que lleves tan poca cosa .¿Hay algo que yo no sepa? ¿Solo una maleta? ¿Es enserio que vas a ir desnuda?
Entonces recordé que Alberto no tenía ni idea de quien era Clara.
Él solo sabía que me habían ofrecido trabajo en Nueva York.
Esa era la versión oficial que había contado a resumidas cuentas a los conocidos.
Mi madre supongo que no le dio muchos detalles a su madre la última vez que hablaron, pues mi madre sabe que aún la herida está reciente y que no debía irse mucho de la lengua.
No creo que Alberto deba de conocer toda la verdad.
Se asustaría si supiera que a Clara la conocí hace 9 días.
-Creo que se ha hecho un poco tarde para contestarte a esa pregunta. Pero te puedo decir que allí voy a estar bien y que no te tienes que preocupar por nada.
Esto último se lo dije por que le conozco muy bien y sé que es seguro que le de vueltas toda la noche de lo que hago o dejo de hacer.
Siempre ha sido muy protector conmigo.
-¿Carmen te puedo pedir un último favor?
-Por supuesto.
-¿Me darás un toque cuando llegues?- Me dijo en tono suplicante, un tono que tenía él en especial que me hacía decirle que sí a cualquier cosa que me pidiera.
-Está bien. Lo haré. No te preocupes.
Nos volvimos a montar en el coche.
Esta vez el silencio me perturbaba, pues sabía que por mucho que lo intentara disimular, resultaría raro y difícil una despedida con Alberto.
Por fin llegamos a la estación de autobuses.
Esperamos allí los dos durante cinco minutos mientras nos fumábamos un cigarro.
El último cigarro en Cáceres.
No nos dijimos nada.
Yo escuchaba y sentía en el pecho un corazón latiendo fuerte y a mucha velocidad.
Justo al acabarlo llegó el autobús.
Saqué el billete del bolso.
Alberto metió la maleta en el maletero.
Llegó el momento de la despedida.
Esto ya no era un hasta luego… era un ADIÓS.






Continuará...

miércoles, 16 de junio de 2010

El cerdito vietnamita¡¡

¿Qué aún no sabes que es un cerdo vietnamita?
Ni el cerdito Babe era tan adorable¡¡
Comen de todo, los puedes sacar al pasear, son listos y... ME PARECEN UNA CUCADA¡¡
Ya se que hay mucho cerdo suelto, pero tener un minicerdo en casa es graciosísimo¡¡



Cuestan alrededor de 200 €
¿Pondrías a un cerdito de estos en tu vida?

martes, 15 de junio de 2010

LA BOTIKA viva el caxondeo¡

Inspirado en este video de Alaska y Sara Montiel...




Esta canción va a la canditura de Cáceres 2016 ¡
(Gracias por la wasa)


43. Ámbar.

Entonces la abrí.
Mis manos temblaban.
No era un anillo.
Era un precioso colgante de plata muy sencillo y con un corazón de ámbar.
El ámbar es mi piedra favorita, la que siempre me daba suerte.
Alberto lo sabe.
Tiene un significado especial para mí.
El ámbar era la piedra favorita de mi abuela.
Ella coleccionaba muchísimas cosas de ámbar.
Un día de Noviembre, cuando yo tenía siete años, ella murió.
Uno de sus vecinos se dejó encendido un brasero.
Ella, su casa y sus cosas se convirtieron en ceniza por un incendio.
Todos me dicen que me parezco muchísimo a ella.
No supe la verdad hasta que no fui más mayor.
El ámbar me traía muy buenos recuerdos de ella.
Siempre me dejaba probarme sus joyas.
Un día Alberto y yo pasamos por una joyería y vimos aquel colgante.
Era muy parecido a uno que tenía ella que yo recordaba.
Si no me lo compré fue porque era carísimo.


Echarme a llorar…
Si…
No… ´
Aún me temblaban las manos.
El día que le dejé él me iba a dar esto…
Un poco de dolor en el pecho que aumentaba progresivamente.
-Alberto, es precioso… No se que decirte.- le dije a punto de echarme a llorar.
Hice un gesto para devolvérselo.
¿Me lo merecía?
-No, por favor quédatelo. Llévatelo como recuerdo mío. Enserio, se que te encanta y que te quedará precioso. Te dará suerte. -Su voz estaba casi como la mía. No teníamos fuerza en la voz.- Sé que te debo una disculpa Carmen. Quizás no lo hice todo lo bien que podía…
-¿El qué?
¿A qué se refiere?
-Lo nuestro. Lo que tú y yo teníamos. Quizás debería de haberte prestado más atención, haberme esforzado más…-Comenzó a ponerse nervioso.
-Alberto, lo hecho está hecho. No te comas más la cabeza.
Entonces él me quitó la caja de las manos, la abrió.
Me colocó el colgante en el cuello.
Sus manos al contrario que las mías no temblaban. Aprovechaban cada movimiento para acariciarme el cuello o el pelo.
Se puso enfrente de mí.
Me miraba con dulzura.
Se acercó a mi oído.
-Te queda precioso.-me susurró al oído.
Me quedé detenidamente mirando sus ojos brillantes.
Entonces él se adelantó un paso y me dio un beso en los labios.
Cuando hizo eso no me moví ni un centímetro.
Sentí sus labios calientes sobre los míos.
No sentí nada más.
Sentí como él se quedaba totalmente congelado al darse cuenta que yo no le había correspondido el beso y al afirmar con eso que de lo nuestro ya no quedaba nada.
Dio un paso hacia atrás.
Inesperadamente él me sonrió.
Yo no sabía que hacer o que decir.
Era como si él quisiera engañarse a si mismo.
-Vamos, que te lleve a casa. Si no, no vas a llegar.
-Tienes razón.-dije totalmente sorprendida de lo que acababa de pasar.
No me sentía culpable.
No había dolor.
Sorprendida de mi misma y de mi frialdad.
Era como si hubiera perdido un peso de encima.


Los dos nos montamos en el coche y nos fuimos de camino a mi casa.
No me lo podía de creer.
Quedaban nada más unas cuantas horas para enfrentarme a lo desconocido.
Lo que aun no me puedo creer es que hago yo aquí tan pancha en el coche de Alberto, que encima me haya regalado un colgante y le acabe de rechazar un beso…
Para colmo aún voy con el puntillo de haber estado de fiesta.
(Quien dice puntillo dice borracha)
Creo que es eso lo que le hace tanta gracia a Alberto.
No es lo que digo, si no la forma en que lo digo cuando he bebido.
Llegamos a mi portal.
Puso el coche en segunda fila.
-¿Quieres que te ayude con el equipaje?- me dijo él totalmente girado hacia mí.
-No hace falta. Llamaré a un taxi.
-¿Estás de guasa, Carmen?. Seguro que llevas unas maletas mas grandes que tú y tampoco creo que estes tampoco como para llevar mucho peso.-Dijo en un tono guasón. Volvía a ser el mismo Alberto que yo conocía.
Volví a ver su sonrisa incrédula.
Consiguió sacarme una sonrisa.
Aún sigo borracha y puedo liarla con la maletas.
Primero le di un pequeño golpecito en el hombro.
-Pues claro que si puedo, apenas llevo equipaje.-le dije intentando parecer creíble.
-Eso no te lo crees ni tú, ¿Qué piensas ir ahora por allí en pelotas con eso de que nadie te conoce?
-Si, pues claro. Me encanta ir en pelotas delante de la gente. Quién sabe si lo pongo de moda.-Le dije en un exageradísimo tono sarcástico.
-¿Entonces?-dijo él riéndose porque no entendía nada.
Si él decía eso es porque cuando nos íbamos él y yo de viaje, siempre me llevo muchísimas maletas.
Llenas la mayoría de cosas que no acabo ni necesitando.
En Londres le tenía desesperado con tanto equipaje.
Entonces averigüé en su expresión que en realidad quería asegurarse que me llevaba todo y quería pasar un rato más conmigo.
-Venga, sube a casa.







¿Hay ganas de saber que pasó en casa?

lunes, 14 de junio de 2010

La virgen de la montaña.


¿Veis ese sitio iluminado en lo alto?
Pues ahí están Alberto y Carmen viendo la ciudad de Cáceres.
Desde allí las vistas son preciosas.
Bonita imagen, ¿verdad?
Ahí está la patrona de la ciudad, la virgen de la Montaña.

¿No os habéis preguntado nunca xq las hermitas están en lo alto del pueblo?
Yo se la respuesta,
pero comeros un poquino el tarro a ver que conclusión sacais...

42. Tenía algo para ti

En absoluto.
Las cosas no cambiarían. Empeorarían.
El problema no era en donde estuviéramos juntos, si no lo que yo ya sentía por él.
Sigo sin explicarme el por qué no me contó lo de Nueva York.
Alberto quizás tenga mucha razón.
¿Para qué te vas a ir de un lugar si allí tienes todo lo que quieres para ser feliz?
Él lo tenía todo aquí para seguir siendo feliz.
Le conozco y sé que si no me lo dijo fue por que yo le acabaría convenciendo para hacerlo, para irnos…
-No, creo que nada cambiaría.-le dije sinceramente.
Entonces él no me dijo nada.
Dejó de jugar con mis manos e intentar calentarlas.
Se limitó a ponerse a mi lado mirando el paisaje.
Me volvió a mirar y después me pasó el brazo por la cintura.
Era un silencio tan agradable…
Aún más agradable era su calor.
Habíamos visto los dos tantas veces juntos aquel paisaje lleno de luces.
Me traía muy buenos recuerdos de los dos juntos.
Estaba confundida.
No sé si debería molestarme eso de que él intente hacer como si todo siguiera igual agarrándome de la cintura, pero creo que ya me da igual.
Me hace daño a la vez que no quiero que me deje…
Dentro de unas horas no estaré aquí y ni si quiera sé cuando voy a volver a verle.
Entonces me quedé mirándolo.
¿Por qué si él lo tenía todo, siendo el chico perfecto para mí, porque no era la persona con la que pasaría el resto de mi vida?
¿Será que en realidad no existe el amor eterno?
¿Es demasiado bonito para ser verdad?
No lo se…
Supongo que será difícil saberlo, y aún más viendo la cantidad de tipos de amor que hay en el mundo.
¿Acaso el amor de un padre a un hijo no cuenta como amor eterno?
Creo que lo que no es eterno es la pasión.
Aquellos besos desenfrenados, caricias en cualquier rincón, susurros que ponen la piel de gallina, calor en el cuerpo, sangre caliente, pérdida de raciocinio, llevarse por el instinto, muerdos en el cuello, saliva…
Agité la cabeza de un lado a otro.
¿Qué cojones...?
Me estaba dando cuenta que como siguiera pensando en esas cosas acabaría diciéndole a Alberto que nos fuéramos a su casa.
Entonces Alberto giró la cara y vio el gesto que acababa de hacer.
-¿Qué te pasa?-Dijo arqueando una ceja.
-Nada, que me va a pasar.-dije intentando disimular.
-No te creo, pero prefiero no saberlo… ¿A qué hora te vas?
Entonces miré el reloj.
Había pasado aún un tiempo, pero el alcohol aún hacía sentirme torpe.
Solo quedaba una hora.
-Me voy a las 3.
-Carmen, ¿Me dejas decirte una cosa?
-Claro que si, ¿desde cuando me pides permiso para hablar?
Entonces el se puso enfrente de mí.
Me miraba a los ojos.
Su respiración se volvió más agitada.
-Quería decirte que eres la persona que mas feliz me ha hecho en el mundo y con la que mejores momentos he pasado.-Entonces fue cada vez bajando mas el tono de voz y pareciendo cada vez mas triste. Sin fuerzas. - Él día que me dejaste tenía una sorpresa guardada para ti…
Él aún tenía su mano en mi cintura.
Sacó algo de su bolsillo.
Una pequeña caja de terciopelo.
La puso en mi mano.
¿Qué era?
Mi corazón comenzó a latir fuerte…
Él hizo un gesto para que la abriera.
Yo estaba totalmente petrificada.
Alberto con el nudo en la garganta y los ojos llorosos.







Sigan atentos...

domingo, 13 de junio de 2010

41. Secretos que pueden cambiarlo todo.

No pensaba solo actuaba.
Abrí la puerta del coche y monté.
Estaba igual de empapada que si me hubieran tirado un cubo de agua.
Me daba igual.
-A que juegas, ¿Qué quieres ponerte mala?- me dijo él enfadado.
Muy típico de él enfadarse como si fuera mi padre y yo fuera su niña a la que proteger.
Él puso la calefacción más fuerte.
Se quitó la camisa de manga larga y me la dio.
-Toma, ponte esto antes de que te constipes.-dijo con voz suplicante.
Yo sólo era capaz de mirarle alelada.
¿Me merecía que siguiera siendo tan bueno conmigo?
Insistió para que me la pusiera.
Me quité la ropa mojada y me puse su camisa que me quedaba como un vestido.
Al respirar sentí otra vez su olor que tanto echaba de menos.
El olor que ya habían perdido sus cosas en mi habitación.
Que bien olía la camisa que me había dado.
Ese perfume que ya no volvería a mi cama…
Él me miraba pensativo mientras me cambiaba.
Su cara se convirtió en una máscara que no me permitía saber que pensaba, como ocurría antes.
No le iba a decir que no me mirara después de tanto tiempo juntos.
No había nada que esconder.
-¿Qué haces aquí?- le dije cuando terminé de ponerme la camisa.
Me tenía totalmente desconcertada.
¿Qué venía buscando después de lo que pasó el último día que nos vimos?
-Sabía que Lucía te había preparado una fiesta por todo lo alto y quería despedirme de ti. ¿Me dejas que me despida de ti a solas?-Miró mi cara que cada vez se estaba poniendo blanca. Se asustó un poco. -Solo quiero que veas Cáceres por última vez desde la Montaña y llevarte a la estación, si no es mucho pedir… No pienso decirte que te quedes, solo quiero despedirme de ti. Ya está.
Entonces me acordé: ¿Se puede saber que hora es?
Miré el reloj.
Solo me quedaban dos horas para irme.
Miré sus ojos que me pedían a gritos y suplicaban que por favor aceptara su oferta.
Miré por la ventana y vi el bar.
Quizás es lo mejor que sea así.
Nada de despedidas empalagosas.
Quizás por el miedo a las duras despedidas aceptaría la proposición que Alberto me hacía.
-Esta bien, de acuerdo.-dije en una vocecita la cual no parecía la mía.
El puso una de sus sonrisas, la que más me gustaba, esa que dejaba ver sus preciosos dientes.
Oí su respiración más tranquila.
El brillo de sus ojos marrones era intenso.
Entonces los dos nos quedamos mirándonos el uno al otro sin decir nada.
Es como si todo hubiera cambiado.
Él ya no parecía el de siempre. Ya no sabía lo que él iba a hacer o decir.
Es como si él fuera nuevo para mí.
Tantos años juntos y en pocos días se había convertido en alguien desconocido para mí.
No sabía que pretendía él de esta… ¿cita? Si es que se puede llamar así.
Justo en ese momento el coche que estaba aparcado al lado no paraba de pitar para intentar salir.
Sin decir ninguna palabra arrancó.
Estaba sonando una de mis canciones favoritas en la radio y como llevaba unas cuantas copas de más, pues que menos que ponerme a cantar.
Canté a voces.
¿Quién me iba a oír?
¿Quién me iba a callar?
Él me miró con una amplia sonrisa. A él le encantaba oírme cantar y supongo que al verme tan animada también se puso a cantar.
Los dos cantábamos a grito pelado de camino a la montaña.
Creo que en estos momentos debería de estar apunto de un ataque de nervios, pero en realidad no era así.
Llevaba tanto tiempo con él saliendo, que en realidad siempre ha sido una de las únicas personas que consigue tranquilizarme.
Alberto se supone que debería de estar enfadadísima conmigo por dejarle después de llevar tanto tiempo juntos, pero en realidad la situación era diferente.
¿Él ya había aceptado que yo solo le veo a él como mi amigo íntimo con el que ahora no quiero nada?
Le quiero pero ahora no quiero estar con él saliendo.
En cuanto llegamos a la montaña lo supe.
Claro que le quería y claro que él a mi me quería, pero en realidad era un amor hecho a la costumbre y a la rutina, un amor sin pasión.
Un amor cómodo que no busca nada mas que la seguridad de no sentirse solo.
Amor que tiene miedo a perder lo que conoce.
Ya habíamos llegado a la montaña.
Él salió del coche y me trajo una manta del maletero, mi manta favorita.
Era una que había conseguido en unas ferias que era de Bob Esponja.
Ya había parado de llover.
Me la puse por encima y salí del coche.
-Antes mira dentro de la guantera.-me dijo él.
Me volví al coche y me acerqué a mirar que había allí dentro.
Entonces vi una bolsa llena de mis chucherías favoritas.
-¿Y esto?- le hice un gesto señalando la bolsa.
-Seguro que tú has sido igual de despistada que siempre y se te ha olvidado comprar cosas para comer en el camino.
-Pues no te confundes para nada, me conoces muy bien.-le dije riéndome por el detalle.
-Ya se que te conozco muy bien, por eso precisamente voy a dejar que te vayas sola a Nueva York a vivir aventuras. Lo único que me da miedo es lo despistada que eres.

Algo de lo que me acababa de decir no me cuadraba.
Lo de despistada era muy cierto…
-¿Cómo que me vas a dejar irme sola?
Entonces el me cogió la mano y comenzó a jugar con mis dedos que estaban helados.
Recordé que siempre me encantaron sus manos que estaban calientes.
Al darse cuenta que estaban frías las agarró con delicadeza para tratar de calentarlas.
¿Porqué siempre se porta tan bien conmigo?
Luego él dio un gran suspiro.
-Es que hay algo que no te había contado. Hace tiempo me ofrecieron allí en Nueva York trabajo y lo rechacé. Aún si quiero puedo trabajar allí pero aún así me quedo aquí en Cáceres. -dijo con el tono de voz muy apagado.
Me quedé con la boca abierta mirándole.
-¿Por qué no me lo habías contado?-le dije aún tratando de asimilarlo.
-Porque yo tenía aquí todo lo que me hacía falta para ser feliz. Ahora no lo sé, pero de todas formas voy a dejar que te vayas sin mí. Porque sé que eso va a ser lo que te va a hacer feliz . ¿Crees que si yo voy contigo las cosas entre nosotros podrían cambiar?

En realidad él sabía que estaba huyendo de la rutina.
Si él venia conmigo todo sería un bucle eterno y simplemente le veía ahora como un… ¿amigo?
Entonces me apoye en la barandilla y miré la ciudad.
Aquella pequeña ciudad y sus luces.
Es una imagen preciosa que debería de recordar para siempre… MI ciudad.
Donde crecí y aprendí.
¿Cambiarían las cosas si Alberto viniera conmigo?

sábado, 12 de junio de 2010

40. Esto no es un adiós, es un hasta luego.

Era Clara.
Justo miré a mi derecha y allí estaba ella viniendo hacia mí.
Estaba casi a mi lado ya.
Ella traía una sonrisa en la cara casi convertida en carcajada, eso seguro que era porque me había visto salir.
Como no, ella toda elegante.
Dejando su aura por donde pasara al igual que su belleza que nunca pasaba desapercibida.
-Por lo que veo si que la fiesta está bien buena.-me dijo aún riéndose.
-¿Has visto mi salida triunfal?- le dije yo riéndome.
-Sí… y aún me pregunto como no te has caído al suelo.
-Una que tiene suerte. Supongo.
Se puso enfrente de mí.
-¿Qué haces que no estas dentro en tu fiesta?
-Necesitaba aire puro…
Asomó la cabeza por el cristal y vio la fiesta que había dentro.
Yo también me asomé.
Allí estaban todos bailando sevillanas, unos detrás de la barra, otros jugando a juegos de chupitos, otros fumando porros, algunos estaban ligando…
En fin, ni en nochevieja los he visto a todos tan desmadrados.
-¡Qué fiestón! - dijo sorprendida de lo que había montado ahí dentro con tanta gente.
Dio un paso más hacia mí.
-He venido a despedirme de ti.-Miré entonces esos ojos verdes. Aquella sonrisa sincera.-Que sepas que no tienes de que preocuparte. Iré dentro de poco allí a ver que tal todo. Hazte a la idea Carmen que esto no es un adiós, sino un hasta luego.
Eso es lo que necesitaba oír.
Odio el oír tantas veces adiós.
Tengo que convencerme que esto no va a ser un adiós, si no un hasta luego.
-Clara, eres… Maravillosa, en serio. Creo que no tengo palabras para agradecértelo.
-Aún no me tienes nada que agradecer. En serio Carmen, eres especial. Por mucho que tú no lo veas o no lo quieras ver lo eres... – Entonces la conversación pegó un giro radical.-¿Se puede saber porqué no paras de mover el pie?
Entonces lo miré.
No era consciente que lo había estado moviendo todo el rato.
-Es que… Creo que algo va a pasar.
-Eso serán los nervios. No te preocupes.-dijo poniéndome una mano en el hombro para tranquilizarme.
-Si, seré yo y los nervios. ¿Quieres que entremos?
-Me encantaría, pero Jorge esta esperándome en casa. Resulta que hoy se ha hecho un esguince y hasta que no se le cure lo voy a tener secuestrado en mi casa. No lo puedo dejar solito.-Me dijo con una sonrisa de picarona y me guiñó un ojo.-Me ha dicho que te desee mucha suerte y que tengas buen viaje.
Entonces ni me lo pensé dos veces y me lancé sobre ella a darle un abrazo.
Creo que fue por las cervezas de más, que me pongo más cariñosa.
Ella pareció que me había visto las intenciones y no le pilló por sorpresa.
Me dio un gran abrazo y me besó el pelo.
Una vez ya nos separamos, ella comenzó a alejarse haciendo un gesto con la mano.
No hacía falta más palabras para aquella despedida.
Era extraño…
¿Cuándo volvería a ver a mi hada madrina?
-Hasta pronto, llámame cuando puedas. Tienes todo lo que hace falta para triunfar, no lo olvides.- Me gritó ella mientras se alejaba.
Entonces la vi doblar la esquina y la perdí de vista.
Me quedé empanada mirándola como se iba y también pensando en las últimas palabras que me había dicho:¿Tienes todo lo que hace falta para triunfar?.
Entonces para el culmen de mi mala suerte comenzó a llover a cántaros.
Iba a entrar justo al bar cuando de lejos oí como me llamaban a voces.
Era imposible que fuera Clara pues era un chico.
Entonces vi el Audi Q7 aparcado en doble fila.
La lluvia comenzó a apretar y yo seguía ahí empapándome bajo la lluvia.
Viendo como él me hacía señas para que entrara dentro del coche.
No tenía ni idea de que hacer, pero claro, mi maldito pie me traicionó y se fue de camino al coche.

Alberto...

viernes, 11 de junio de 2010

En la fiesta sorpresa

Esto es lo que pasa cuando se presentan en tu casa y no te dejan arreglarte para ir a una fiesta...

El gordo kbron



El que me conozca ya sabrá que me gusta dibujar, y no cualquier cosa.
Me gusta dibujar las chorradas que pasan,
sobre todo si estoy en clase o en la biblioteca.
Si miro mis antiguos libros de texto parecen cómics¡¡
Algunos tendréis dibujos míos por ahí.
Nunca son planeados y tampoco soy una genia.
Pero el de ayer me partía.
Casi nos tenemos que salir de la biblioteca corriendo para salirnos a reír.
Casi llorando de la risa...

Ayer había un tío en la biblioteca que miraba a las tías como si tuvieran un chuletón entre las tetas.
Sus culos a sus ojos se convertían en ricos pasteles...

Este especimen avisaba a su otro pijo amigo y así una cadena que se sucedía de tío en tío hasta que todos acababan con cara de gilipollas y babosos...

De ahí salió esto¡


Esto puede ser un primer boceto de la historia del : GORDO KBRON¡¡

(Creo que si el tío ese viera este dibujo se reconocería)

jueves, 10 de junio de 2010

39. Llorar de felicidad.

Cuando lo cogí oí un montanazo de gente.
Un tremendo barullo de muchísima gente.
Oí una vocecita de una chica.
El ruido de la gente era tanto que la voz de Lucía era casi irreconocible.
-¿Sí?
-¡Oye! ¡Baja ahora mismo¡… ¡No!…¡mira por el balcón! -dijo a gritos.
Dios santo…
¿Qué cojones está pasando?
Esta vete tú a saber que me ha preparado…
¿No se supone que yo iba a ir directamente al bar?
Abrí el balcón y no me lo podía de creer.
Cuanta gente había allí… ¿treinta, cuarenta o más?
Ellos se dieron cuenta que yo había salido y entonces todos empezaron a gritar mi nombre y a agitar las manos.
No me lo podía de creer.
Eran mis amigos del instituto, los de la universidad, las chicas del colegio, mis compañeras de trabajo, los de mi pandilla…
Incluso habían venido los amigos que tenía en común con Alberto
Miré atentamente por si se encontraba allí, pero no.
Y cuando menos me lo esperaba cogieron y empezaron a abrir una tela que estaba enrollada en la que ponía:
CARMEN TE QUEREMOS Y TE ECHAREMOS DE MENOS .
Creía que me iba a poner a llorar.
Estado de shock.
Todos gritaban mi nombre a coro.
Se me encogía el corazón de la felicidad.
Estaba llorando de la felicidad.
Como las niñas que conocían a su cantante favorito…
Me tapaba la boca, me llevaba las manos a la cabeza…
Todos me gritaban cosas.
-¡Cuando coño pretendes bajar! -Me gritaba Mery imitando a una choni.
-¡Hola a todos!- Grité desde el balcón llorando.
Me sentía como una famosa saludando desde el balcón.
Todo eran gente que quería y con la que había vivido los mejores momentos de mi vida, e incluso los peores.
-¡Que baje, que baje, que baje!-Todos a coro.
Ni me lo pensé dos veces.
Me miré al espejo y me di cuenta que al final no estaba arreglada ni nada.
Llevaba incluso una camiseta de publicidad, pero no podía hacer esperar a toda la gente de abajo.
Coloqué las maletas en la puerta.
Bajé las escaleras corriendo y allí todos empezaron a acercarse a mí a saludarme y a abrazarme.
Solo veía gente a la que quería por lo que todo era perfecto.
Todo eran risas.
Gente cantando y con ganas de fiesta.
Cuando pusimos rumbo al bar me acerqué a Lucía y nos apartamos un poco del resto de la gente.
-Muchísimas gracias, enserio, no me podía imaginar nada de esto.-le dije aún sin creérmelo.
Lo recordaría como uno de los mejores momentos de mi vida.
Estaba que me salía la felicidad por los poros.
Llorar de felicidad…
Preciosa sensación.

-En realidad no ha sido ningún esfuerzo. Todos estaban encantados de venir. Aparte, yo encantada. Tú eres una de mis mejores amigas por no decir la mejor. Me has ayudado en los momentos que más me ha hecho falta. Si no fuera por ti, enserio, a veces no se que sería de mí. Siempre has estado a mi lado cuando te he necesitado. –Dijo a la vez que terminaba la frase mirando al suelo. Suspiró para coger fuerzas.-Te voy a echar muchísimo de menos y quiero que te vayas con el mejor regalo que se te puede hacer. Que recuerdes que aquí estamos tus amigos y que siempre van a estar contigo. Yo por lo menos. Te voy a echar muchísimo de menos. Por que te quiero muchísim. Hagas lo que hagas yo siempre voy a estar a tu lado. Que lo sepas. No te podías ir sin que yo te demostrara la importante que eres para mí.


Esas palabras que vinieron de ella me llegaron como directas al corazón empapándolo de alegría.
Por muchos amigos que tengas, es siempre difícil pensar que alguien haría esas cosas por ti… Lo que sea.
Es difícil que alguien te diga que te quiere y te lo demuestre.
Hay gente que te lo dice por costumbre eso de que te quiere, como aquel que dice hola, pero nosotras no somos así.
Lucía y yo somos amigas de toda la vida, pero no por eso siempre nos hemos dicho lo que sentimos la una por la otra.
Ella en mi vida era esencial.
No sabría ni la mitad de las cosas que las que sé si no fuera por ella.
En realidad pienso que cierta parte de mí está enamorada de ella.
Yo a ella siempre la he admirado.
Ella era siempre la que conseguía lo que quería.
Es difícil de explicar, pero solo tengo que echar la mirada unos años atrás.
Cuando se murió su madre fue una experiencia horrible. Yo la quería también como si fuera mi madre. Ella me estuvo consolando a mí cuando se supone que tenía que ser del revés.
Lucía es muy fuerte y por mucha sensación que pueda dar de cariñosa, a ella también le cuesta mucho expresar sus sentimientos.
Tanto como a mí.
En realidad a todo el mundo le cuesta.
A mi la muerte siempre me ha afectado de manera mas intensa que a los demás, no por que le tenga miedo a la muerte, si no por que odio echar de menos a la gente.
Si no lo dejé antes con Alberto en realidad era porque tenía miedo a echarle de menos. Es por eso precisamente lo que me duele cuando le veo…echarle de menos.
El amor duele, si… pero aún duele más olvidarse del amor que sientes por alguien.
No me refiero a olvidarlo de no volverse a recordar pero es difícil que la herida “cicatrice”.
Cuando pienso en el viaje que me espera me doy cuenta que voy a tener que enfrentar a mi peor miedo: echar de menos todo.
Creo que no está mal enfrentarse a los miedos.
Lo que no nos mata, nos hará más fuerte.
-Vas a conseguir que me ponga a llorar…-dije aguantándome las lágrimas.- Yo también te quiero un montón. Menos mal que yo se que tú te sabes cuidar muy bien solita. O bueno… eso creo.
Nos miramos en silencio.
Le di un abrazo.
-Lo mismo digo. Pero oye, ni se te ocurra ponerte a llorar. -me dijo mientras nos abrazábamos.-Aquí estamos para pasarlo bien y nada de despedidas empalagosas, ¿Vale?.
-Pues claro que no.
Nos cogimos las dos por el brazo y comenzamos a avanzar dando saltitos.
Somos como dos niñas pequeñas.
-Eres lo “mejó“.- le dije.
-Tú si que lo eres.- me dijo Lucía.
Nos volvimos con el resto y por el camino todo eran risas y buenos recuerdos.
Cuando llegamos al bar allí estaba Jordi en la barra.
Todo lleno de tapas, jarras de cerveza, copas...
Comenzamos a beber y a comer.
A contar chistes y a bailar cuando Jordi ponía las canciones que Mery le pedía.
Llegó un momento en el que ya habíamos bebido tanto que mis amigas se pusieron todas a bailar subidas a la barra a lo bar Coyote.
Alguna de mis amigas, algunas a las cuales hacía mucho que no veía no me dejaban de repetir lo bien que se lo estaban pasando.
Alguno con las cervezas de más se aprovechó para no dejar de darme abrazos.
Otros que se acabaron liando.
Por una parte quería que acabara, por otra me daba una pena enorme.
Por más que yo quería estar al cien por cien con todo el mundo me era imposible…
Supe que algo iba a pasar.
Me dio más miedo aún por si se trataba del viaje.
Llevábamos allí unas cuantas horas y como ya todos estaban a su bola decidí salir de allí para que me diera el aire un rato.
Miré un momento hacia atrás y no pude contener una carcajada al ver que Mery ya estaba liándose con otro.
Ella tenía esa facilidad para ligar.
Lo sabía y lo aprovechaba.
A ella también la iba a echar de menos.
Mery y sus locas historias de amor.
Ella es la persona mas enamoradiza que conozco, y por lo tanto es la persona a la que mas veces han roto el corazón.
A ella le gustan los hombres mayores que ella y que sean muy chulos.
Justo lo opuesto de lo que debería, pero en realidad ella sigue soñando con que los chulos lleguen a quererla…
Yo ahora mismo dudo creer en el amor.
Tengo miedo del daño que me haría si las cosas no salen bien.
Aunque sea me quedo vistiendo santos pero tranquila…
A partir de ahora intentaré cultivar mi amor por mi misma que falta me hace.
Todos decimos eso de que a nosotros nos queremos pero en realidad seguimos haciendo cosas masoquistas contra nosotros, como el mirarnos en el espejo y tocarnos la barriga diciendo que nos sobran algunos kilitos.
Deberíamos de querernos porque: SOMOS LO QUE SOMOS.
Salí de allí.
Por culpa de llevar unas cervezas de más, mi pie ( y digo mi pie y no yo, porque parece que no respondía como yo le había indicado) se comió el escalón y casi salgo de cabeza.
Por suerte no me había mirado nadie, o por lo menos eso creo yo… En tal caso de que sí, me daba igual.
Mucho alcohol encima como para preocuparme.
El móvil comenzó a vibrar.

¿Quién puede ser a estas horas?





Miles y miles de gracias a los que lo leéis y comentáis¡¡
Sin vosotros Carmen solo sería una idea y ahora es la vida de Carmen que toma forma en vuestras cabezas queriendo saber un poquito más...
Es tan gratificante que MIL GRACIAS A TODOS¡
Espero que os siga gustando...
xq los que empezasteis desde el principio lleváis 82 páginas¡¡


Como os decía, es una noche muuuuy laaaarga¡¡

miércoles, 9 de junio de 2010

38. Mañana estaré en NY¡¡

Al poco tiempo de empezar la película me quedé dormida en el sofá.


Abrí un ojo.
Veo luz blanca.
Abro otro ojo.
¿Dónde estoy?
Uf… Mi cabeza…
Al incorporarme me di cuenta que estaba en el sofá de Clara con una manta echada por encima.
Todo ya estaba limpio y recogido.
¿Quién lo había hecho?
¿Cuándo?
Busqué el cuarto de baño.
Me miré en el espejo y me di cuenta que aun llevaba puesto retales de disfraces. Cuando me lavé la cara y me despejé comencé a quitármelos.
¿Dónde estaría Clara?
Algo me decía que iba a estar en el despacho, entonces me dirigí allí.
De camino me di cuenta que sonaba un piano.
Allí estaba escuchándola yo sin que se diera cuenta detrás de la puerta.
Tocaba una alegre melodía.
Alegre y preciosa, como ella.
Di unos cuantos golpecitos a la puerta.
-¿Se puede?
-¡Oh! Veo que por fin te has levantado. Vamos a mi habitación que te deje algo de ropa. Creo que te ha estado sonando el móvil varias veces, pero no quería despertarte.-Me dijo mientras ella seguía tocando.
-¿Si?... No sabía que tocaras tan bien el piano.
-Supongo que he tenido una educación muy distinta a las demás personas que conoces. En el colegio privado al que fui aprendí. Allí las niñas tenían que saber tocar al menos un instrumento. Creo que es una de las únicas cosas que estoy agradecida que el colegio ese hiciera por mi.
-¿Qué era el típico colegio de monjas malvadas?-dije yo aún medio dormida.
Ella se tronchaba de la risa.
-¡Qué va! Las monjas eran un cielo. Las malvadas eran mis compañeras de clase. Eran todas unas envidiosas y cuando podían te la clavaban por la espalda…
-De esas hay muchas niñas. Quizás demasiadas.
Entonces oí mi móvil.
Tuve que salir corriendo hasta el salón para ver quien era.
¿Quién me había llamado varias veces?
Cuando lo tuve en mis manos vi que era Lucía.
-¡Hola loca!- le dije al saludarla.
-¡Hola! ¿Se puede saber donde andas? Llevo toda la mañana llamándote a casa y al móvil y en ninguno de los dos lados me lo coges.-dijo enfadada por no saber de mí.
-Es que me quedé dormida en casa de Clara.
-Me habías incluso asustado. Bueno, que lo que quería decirte es que la fiesta es a las siete en el bar donde trabaja Jordi, ¿Estarás allí puntual?
Asustado…
Ella no sabe lo de Alberto de ayer.
Mejor que no lo supiera.
No lo quería recordar.
Solo pensaré en la fiesta.
-Claro que sí, no te preocupes ¿Vale?
-Vale, pues allí te veo. Adiós guapa , que tengo que seguir organizando TÚ fiesta.
-Adiós organizadora.-dije de guasa.
Me di la vuelta y vi que detrás de mí estaba Clara.
-Me parece que ya tienen organizada la fiesta.-le dije a Clara.
-¿Te van a hacer una fiesta?-dijo contenta.
- Si, y por supuesto que estas invitada.-dije cruzando los dedos para que me dijera que sí.
-¿Dónde es?
-En el bar de Jordi.
-Entonces me pasaré.-dijo con una sonrisa.
Ella sabía que me hacía ilusión.
Iba a conseguir que mis amigas conocieran por fin a Clara antes de que yo me fuera mañana…
MAÑANA.
Yo aun no había desayunado por lo que fuimos a un café a desayunar.
Nos acercamos más tarde a la estación de autobuses a por el billete que me llevaría a Madrid y nos fuimos a una tienda de embutidos a comprar todo lo que nos había pedido David.
Cuando acabamos Clara me dejó en casa.
Me aseguró que pasaría por la fiesta y me estuvo aconsejando que me debería de poner. Allí estaban mis padres, mi hermana y mi cuñado.
Cuando terminamos de comer me tuve que despedir de ellos.
Mis padres se iban de viaje.
Mi hermana y mi cuñado no podían ir a la fiesta.
Creo que nunca se me hizo tan corta una comida y nunca tan larga una despedida.
Preferí que fuera algo rápido.
En realidad parecía que todos nos habíamos puesto de acuerdo para que fuera así. Sabían que si no, yo acabaría llorando, y no querían que yo me fuera triste.
Me sentí como un pequeño pájaro al que por fin van a dejar volar sin supervisión de nadie.
Era algo excitante a la vez que me daba un miedo terrible.
Cuando me quedé sola en casa, seguí terminando de preparar las maletas.
Metí fotos de mi familia y de mis amigos.
Serían mis nuevos amuletos.
Metí todo.
Ya estaba todo preparado.
En esa misma noche tenía que empalmar con la fiesta para coger luego el autobús y seguidamente cogería el avión.
Una locura…
Quería que el viaje se me hiciera lo mas corto posible.
Ya estaba empezando a dar vueltas por todos lados como en una nube, soñando despierta.
Colocando todo lo que ya estaba colocado.
Bebiendo agua para gastar el tiempo. Menos mal que sonó el telefonillo.
Eran mis amigas seguro.
Fui corriendo a cogerlo.

martes, 8 de junio de 2010

Son esas pequeñas cosas que veo

Muchos días ves las mismas cosas y no sabes apreciar lo que tienes o lo que ves.
Quizás es xq te acostumbras a ellas y pierden esa parte de insólito que tienen para tí.
Es por eso que este finde me armé con la cámara a hacer fotos...
¿y qué paso?
Que cuando conseguí fotos que quería... SE BORRARON¡
Otro día será...



Cómo me reí cuando ví el mono pirata...


Me encanta ver lo que colecciona la gente...



Es LA CAMISETA de HAMLET por excelencia¡¡



Esa mano de PEPO...
:D

Regalo original: APADRINA UN CEREZO



¿Quieres un regalo original?
¿Te encantan las cerezas?
Pues hoy he descubierto algo maaaaravilloso e innovador.
Algo que nunca había imaginado: APADRINAR UN CEREZO.
Dicen que esta vida tienes que hacer ciertas cosas como escribir un libro o plantar un árbol.
¿Para qué plantarlo si puedes apadrinarlo, visitarlo cuando quieras y tener sus frutos?
Entre 10 y 15 kg para tí ¡¡
Puede ser en Cáceres en el Valle del Jerte o en Natural de Begues (Baix Llobregat, provincia de Barcelona)
Lo verás crecery te lo cuidarán¡¡
Por 65 € anuales.



Para más información pincha aquí

lunes, 7 de junio de 2010

37. Fiesta improvisada.

La televisión estaba detrás de ellos y justo enfrente estaba el Guitar Hero con todo los instrumentos montados.
Abrí los ojos de par en par.
Me había esperado cualquier cosa menos eso.
Ellos vieron mi curiosidad por lo que tenía detrás de él.
-¿Sabes jugar?-Me preguntó Clara.
-Pues claro que se jugar. -dije yo aún sin entenderlo.
-Pues seguro que no me ganas.- dijo cogiéndome de la mano y llevándome a jugar.
Yo tenía mucho cuidado de no caerme con aquellos zapatos.
Entonces ella cogió una de las guitarras.
Jorge fue al minibar y sacó unas cuantas bebidas.
Empezó a mezclarlas en la coctelera a la vez que hacía malabares con las botellas. Mientras yo le estaba mirando asombrada.
A mí no se me ocurriría hacer eso con ninguna botella y menos con unas de cristal.
-Espero que os guste mi elección. Este me lo enseñó hace unos meses un amigo.
Entonces sirvió tres copas y las llevó a la mesa.
Una vez las dejó se sentó en la posición de batería.
-¿Se puede saber a que esperas?- Me dijo Jorge metiéndome prisa.
Miré a Clara y no me lo podía creer lo que había hecho mientras me había descuidado…
Llevaba puesta una peluca a lo afro rosa, con unas gafas de sol con la guitarra colgando y estaba subida encima de la mesa.
No pude evitar el comenzar a reírme sin parar.
Perdí el equilibrio por los tacones y me caí encima del sofá.
Aprovechó que yo estaba casi en el suelo para ponerme una peluca verde de pelo lacio.
Clara me ayudó a levantarme con esfuerzo, ya que yo no paraba de reír y ella tampoco.
Cuando recuperé la postura miré a Jorge.
Se había puesto una peluca de Elvis. No llevaba camiseta y en el pecho se había puesto unas tetas de plástico.
Entonces nos miramos los tres y no podíamos parar de reírnos.
No me imaginaba nada de eso y menos en Clara que parecía una persona más “formal“ que había conocido.
En realidad no podía opinar.
Yo la conocía de pocos días.
A él le acababa de conocer.
Entonces él sacó la cámara de fotos y comenzamos con nuestra fiesta.
No parábamos de sacar disfraces de una caja enorme que tenía Clara.
No parábamos de echar fotos, comer, de tocar canciones y de beber cócteles que él nos preparaba.
Yo no me imaginaba que Jorge fuera así.
Era especialmente divertido y tenía chispa.
Algo que le hacía encantador.
Siempre tenía una anécdota que contar y en tal caso que no fuera así, siempre contaba chistes.
Me pareció un chico divertidísimo.
Clara cuando hacía bailes encima de la mesa, sin duda se notaba que había sido bailarina.
Era totalmente un show.
Hacía cosas indescriptibles cuando se movía.
El que hacía yoga también hacía cosas indescriptibles.
Yo me lo estaba pasando como una enana.
Me merecía olvidarme lo mierda que había sido mi día hasta que apareció Clara.
Cuando íbamos por la quinta copa y yo no conseguía quitarme la sonrisa.
O por lo menos esas fueron las que yo conté.
Notaba mis mejillas coloradas.
Miré la hora.
-Pero si ya son las diez y llevamos aquí desde antes de empezar a comer… Se me ha pasado volando.
Noté como empezaban a surgir los efectos a la hora de hablar.
-¿Qué me dices?-Dijo Clara mirando el reloj y se llevó la misma sorpresa que yo al ver la hora.
-Pues mis niñas, yo me tengo que ir. Mañana no me quita nadie el tener que trabajar.-dijo Jorge.
Se acercó a Clara y le dio un apasionado beso de despedida.
-Me lo he pasado estupendamente Carmen. Eres un amor y eres preciosa. Haber cuando te vuelvo a ver. Espero que allí donde vas encuentres lo que estas buscando.
Me dio dos besos y un abrazo.
Supongo que después de haber bebido estábamos mas cariñosos de lo normal.
- Muchísimas gracias. Yo también espero encontrarlo y ha sido estupendo conocerte. Puede que nos volvamos a ver.
Era raro una despedida así de alguien que acabas de conocer.
Clara le acompañó a la puerta.
Yo me quede esperándola en el salón tocando la batería.
Volvió al salón dando saltitos.
-Veo que te ha caído bien.-dijo con cara de complacida.
-Como para no. Es un cielo Clara. - le dije yo también dando saltitos.
Se comenzó a reír con cara de estar en la babia.
Pedimos unas pizzas y a la vez estuvimos viendo una película de terror antigua.
El repartidor lo flipó cuando abrimos la puerta, tanto que ni nos cobró.
Yo iba disfrazada de mejicana con el gorro, la peluca verde y en ropa interior.
Clara iba vestida de enfermera sexy con cosas de gatita.
A Clara también casi se le cae al cogerla.
Las dos estábamos borrachas pero nos las apañamos para llegar al salón con ella entre manos.

Jorge: Folleteo/ amigo/ rollo de Clara. (Jason Lewis)

Aún no os dije quién ocupaba el corazón de Clara: su profesor de Yoga.
Es el Ken de la Barbie Clara ¡¡
Aquí teneís las fotos del que sería Jorge...
Se que os suena de Sexo en Nueva York
¿Entendéis a Clara cuando le mira admirada?
*Chorreteo de babas*




(Si ya me gustaba el vozka de por sí...)




A este te lo llevas a la bañera de ayer, ¿O NO?

domingo, 6 de junio de 2010

36. Practicando el baile del pato mareado.

Luego volvió a mirarme.
Levantó la cabeza lentamente.
-Las cosas no son tan fáciles como parecen… No somos una familia convencional… Nosotros no celebramos la Navidad, somos ateos. Sería totalmente una tontería celebrar el nacimiento de Jesús. Hacemos nuestras propias tradiciones.
No me pareció algo grave.
Pero ella no me había contado lo que realmente le preocupaba.
Aquí en España la gente ya no es tan religiosa como antes, pero aun así sigue utilizando la excusa de estas fiestas para cantar los villancicos y ver a la familia que no se ve en mucho tiempo.
Para ser sinceros yo también lo utilizaba de excusa para estar con los míos.
Por mucho que lo intenté no logro llegar a los Dioses ni a Dios.
Eso sí, en tal caso de que exista, yo le debo estar mil veces agradecida de conocer una persona tan generosa como Clara y tan atenta conmigo...
Ella me ha venido como caída del cielo.
Se está comportando como una verdadera amiga siendo tan comprensiva conmigo.
-Ya veo que cada familia es un mundo. – le dije para que no se preocupara.
Por fin conseguí que volviera a sonreír.
¿Se creería que eso de no ser una familia convencional me preocupaba?
-Al igual que cada persona también es un mundo... Estoy segura que con David te vas a llevar muy bien, pero te aviso que no le agobies…
No le había dado tiempo a terminar la frase.
Yo quería preguntarle mas cosas sobre él, pero sonó el timbre del telefonillo.
Ella se levantó de un salto.
Pareció acordarse de algo importante y se fue corriendo a cogerlo.
Al rato volvió otra vez corriendo.
Con tacones y corriendo…
Yo con ella lo alucinaba…
-¿Qué tal me ves? ¿Estoy guapa?- dijo mientras se miraba en un espejo que había en el despacho y se retocaba el pelo.
Se la veía nerviosa e impaciente.
Casi igual que una niña de quince años.
¿Quién sería?
¿Me está gastando una broma?
¿Cómo semejante mujer me iba a preguntar si estaba guapa?
Ella estaba perfectamente arreglada con un traje de chaqueta y sus tacones.
Aunque llevara un trapo de cocina, ella iba a estar igual de guapa.
Entonces caí en la cuenta…
¡Yo estoy en pijama!
-Pues claro que sí estas guapísima. Pero ¿Se puede saber quién viene? Yo estoy en pijama.- dije a la vez que me levantaba corriendo un sitio para esconderme.
No me apetecía ver a nadie.
No hoy y menos en pijama.
A ella parecía que se le había olvidado.
Estaba en sus mundos acicalándose en el espejo.
Y cuando me miró se dio cuenta y abrió los ojos de par en par.
Se le había olvidado ese detalle.
-Pues es Jorge. Mi rollete o como lo quieras llamar.-Dijo a la vez que estaba atontada pensando en él.-Ve al armario y ponte lo que quieras. No había caído en la cuenta de que había quedado con él. Perdóname, yo…
Estaba realmente preocupada por no haber pensado en mí.
-No pasa nada. Estás perdonada.-la interrumpí.
Entonces sonó el timbre de arriba.
No me lo pensé dos veces y salí corriendo a la habitación.
Ella salió corriendo a la puerta.
De camino a la habitación oí la voz de él.
Fui aún mas deprisa al armario.
Eso seguro que era el paraíso para más de una.
El paraíso de la moda.
Para mí era un calvario.
¿Cuándo puedes elegir entre tantas cosas qué te pones?
Una camisa verde y el primer pantalón que vi.
Los zapatos también los tendría que coger.
No había nada plano.
Todo tacones de 12 cm…
Todos los zapatos eran de tacón de aguja y todos me parecían iguales.
Que pesadilla…
Me puse los primeros negros que vi.
Me miré al espejo y no parecía yo.
Decidí antes de salir dar unas cuantas vueltas con aquellos zapatos pues no quería hacer una entrada triunfal al salón de cabeza.
Cuando vi que por fin conseguía evitar parecer un pato mareado con aquellos zapatos y tras unos cuantos desequilibrios salí directa al salón.
Si tenía suerte no me caería en aquel corto trayecto.
Por si acaso yo iba con las manos cerca de la pared evitando accidentes en aquel día tan accidental.
Entonces los vi a los dos sentados en el sofá.
Nada mas verme los dos se pusieron de pie.
Él era mas joven que ella.
Era rubio de pelo largo, de ojos azules, alto y físicamente podía decir que estaba cuadrado.
Era como mirar al ken y a la Barbie juntos.
Ella se rió por lo bajo al darse cuenta que yo iba andando al lado de la pared.
También pareció gratamente sorprendida por mi elección.
Vi como ella me levantaba el pulgar sin que él se diera cuenta.
-Jorge, esta es mi amiga Carmen.-dijo Clara.
Me acerqué y le di dos besos.
-Encantada de conocerte, Clara me ha hablado de ti.-dijo mirando a Clara con complicidad.
Yo entonces levanté la ceja a lo Carlos Sobera y la miré a ella.
¿Habían hablado de mí?
Él se dio cuenta.
-Me ha hablado muy bien de ti. No vayas a pensar mal.-dijo Jorge aclarándolo.
-Yo de Clara no tendría motivos para pensar mal. -dije yo muy segura.
La miré con una gran sonrisa la cual me fue correspondida con otra gran sonrisa.
Esa sonrisa también iba con intención de que Jorge tenía mi aprobado.
Cuando la miré me di cuenta que ella no paraba de mirarle como aquella que no puede parar de contemplar una obra de arte.
Entonces recordé que era así como yo antes miraba a Alberto y que aquello ya no se repetiría.
Disimulé con todas mis fuerzas lo que estaba pasando por mi cabeza.
Y aquel dolor que nacía cada vez que le recordaba.
No quería ver como Clara se preocupaba aun más por mí y menos cuando yo la veía tan feliz.
No me había dado cuenta antes de lo que tenían allí montado en el salón.
Lo habrían preparado todo mientras yo estaba en el armario.
Desde luego que pareja...

El baño perfecto

Hoy es un día en el que tengo muchísimo sueño y tensión acumulada.
No paro de pensar que necesito dormir un poco y relajarme.
Por eso hoy me encantaría un baño como el que se dió Carmen...



Bonito, ¿verdad?



Si tuviera esa bañera me pasaría ahí el día...
Pero sin duda me quedo con esta última.
Os presento el "Cosmo TV bathtub"


Pantalla LCD de 17 pulgadas resistente al agua con su radio incluida donde el sonido sale por un lugar estratégico.
Posee siete jets de hidromasaje, seis jets de burbujas y seis jets de masajes. También cuenta con una luz fluerescente bajo el agua que iluminará el agua burbujeante.

¿Quién tiene 5000$?

(Si los tuviera dudo que lo gastara en una bañera. Hay cosas mucho más importantes.)

sábado, 5 de junio de 2010

35. Todos tenemos secretos.

Cuando entré el cuarto de baño estaba caliente, a la temperatura perfecta.
Miré la bañera y aluciné.
Eso no era una bañera, era igual de grande que un jacuzzi.
Tenía esencias de flores y pétalos en el agua.
Noté el olor que desprendían las velas.
El cuarto de baño era muy amplio.
Justo al lado tenía un juego de toallas y un equipo de música.
Cuando lo encendí oí el sonido del mar.
Era demasiado perfecto.
Entonces me desnudé y me dejé sumergir en el agua.
Después de haber estado corriendo me hacia mucha falta un baño.
No me apetecía pensar en nada.
Solo disfrutaba de aquel pacífico momento con el sonido de las olas del mar.
De vez en cuando me venía algún flash de su imagen… de aquel susurro que me prometía que todo podía volver a la normalidad…
Solo de pensarlo se me ponían los pelos de punta.
Volví a recordarme que no era lo que yo quería.
Poco a poco me notaba más fuerte. Aquel momento era lo que más miedo me daba y ya me había “enfrentado” a él.
Había sobrevivido…
Aunque casi no lo consigo.
Peor día que el que estaba teniendo hoy era imposible.
Creo que perdí la noción del tiempo allí jugando con los pétalos de rosa.
Cuando acabé me sentía como nueva.
Estaba muchísimo más relajada.
Supe que ya había llegado la hora de salir porque mis dedos eran como unos garbanzos.
Me puse el pijama que ella me había dejado.
Era negro y de raso.
Daba la sensación que acariciaba la piel.
Cuando salí del cuarto de baño me dirigí a su despacho.
Cuanto más me acercaba mas oía su voz entre carcajadas.
-Cariño, voy a despedirme que creo que Carmen ya ha acabado, ¿vale?. Cuando ella vaya allí le diré que meta en la maleta los cinco mil embutidos que me has pedido. – Se volvió a reír- Te quiero. Adiós… Pasa Carmen.
Por lo que había dicho supuse que era su hijo.
No sabía quién si no iba a querer que llenara mi maleta de embutidos.
Entonces me asomé por la puerta del despacho y allí estaba ella cerrando el portátil.
-¿Te sientes mejor?- dijo poniéndose más seria.
-Si, mucho mejor. Muchas gracias.-dije tímidamente.
-Bueno sirenita, vamos al salón que ya es hora de comer.-dijo ella animada.
Me había hecho gracia eso de sirenita. Así le llamaba su exmarido.
Nos dirigimos al salón y allí estaba la mesa puesta como en un restaurante. Ella siguió el ritual de sacar la botella de vino.
-Mientras te bañabas he estado hablando con David, mi hijo. Me ha dicho que va a estar en casa cuando llegues. Por lo que cuando estés allí en Nueva York, dale un toque para que sepa que has llegado. También te tengo que dar una maleta llena de comida, dice que allí no tiene tiempo para encontrar algunas cosas de comer o que allí no las hay.
Era de las madres que les cambiaba la cara cuando hablaba de sus hijos.
-No te he preguntado nada de ellos, de tus hijos. ¿Cuántos años tienen?
Por la cara que puso, ella estaba encantada de mi curiosidad. Ella encantada de hablar de sus hijos.
La verdad es que hasta ahora no me había preocupado de mi futuro acompañante de piso.
Ni siquiera me había preguntado como sería la casa.
Creo que he tenido la cabeza lo bastante ocupada durante todo este tiempo como para importarme.
A mí con tal de que su hijo respete mi espacio me daría igual.
-Uno de ellos tiene tu edad, se llama David. Con Gabriel, el mayor, se lleva tres años. A Gabriel no se si le conocerás, ahora está en Argentina. Conoció allí a una chica y está viviendo allí con ella. Lleva viviendo allí unos cuantos años.
-Clara, ¿Tú no querías pasar las navidades con tus hijos?-le dije pensando en que no los vería con mucha frecuencia.
Ella dio un suspiro y su mirada se quedó clavada en el suelo.
No sé si hice bien en preguntarlo.
Clara guardaba algún secreto…

St. Elmo´s Fire (St. Elmo punto de encuentro)





Hoy cuando me he levantado me he puesto a hacer zapping.
Yo tengo la suerte de tener canales como el canal COSMO.
Nunca lo suelo poner porque la mayoría de las películas que aparecen me parecen extremadamente romanticonas y empalagosas.
Huyo de esas películas porque luego te meten en la cabeza muchos pájaros de una relación idílica que dudo que exista.
Pero hoy me he encontrado con una película totalmente diferente.
Es una película del año 1985.
Va de unos chicos que acaban de terminar la universidad y conocen lo que es por fin el mundo.

Demi Moore ha conseguido enamorarme en esta película (por ella y por sus estilismos)

Me ha hecho reflexionar lo que han cambiado las cosas de los años 80 para acá.
Me voy a volver a aficcionar a ver películas de los años 80 ya que son pura inspiración¡¡




viernes, 4 de junio de 2010

Victoria´s Secret Pijamas

Hoy me he dado cuenta que tendría que comprarme pijamas nuevos y dejar de dormir con las camisetas grandes que tengo.
¡Eso no quiere decir que no tenga pijamas!

Aquí una selección de mis favoritos...






Si quereis ver más pinchar AQUÍ

Es aquí cuando me pregunto:
¿Merece la pena gastarse mucho dinero en algo que vas a usar para dormir?