Las demás niñas con dieciséis años buscaban recortar sus minifaldas del uniforme, pintarse a escondidas, comprar tacones… y en fin, tratar de ser unas niñas populares.
Lucía y yo buscábamos pasar totalmente desapercibidas ante las demás personas del colegio.
Sabíamos que la verdad estaba en la calle y no entre aquellas cuatro paredes.
Allí dentro solo había niños de papá que no querían estudiar pero si comprar muchas tonterías.
Aún así los rumores siempre son rumores, y era imposible no llamar la atención con nuestro nivel de vida, que no correspondía a unas chicas de nuestra edad.
Mientras consiguiéramos que en casa todo pareciera normal y que las notas no bajaran, no tendríamos problema para continuar en nuestra vida de chicas camello.
Todo estaba estudiado. Fue un golpe de suerte.
Sabíamos que el dinero era dinero, procediera dónde procediera…
No tener límites ni barreras era nuestra ventaja y a la vez nuestro total descontrol.
Nunca olvidaré lo que llegué a sentir en mi interior cada vez que veía un coche de policía.
Miedo, emoción, adrenalina…
Aprendí a montar en el skate para moverme por las calles más rápido y huir más fácilmente de ellos.
Todo comenzó una noche en que Lucía y yo habíamos hecho creer a nuestros padres que dormiría la una en casa de la otra.
Fue algo muy arriesgado, nuestras madres se llevaban muy bien, pero era un riesgo que las dos estaríamos dispuestas a asumir.
Aún vivía la madre de Lucía…
Vaya…
Era una noche de verano de agosto.
Habían llegado las fiestas del pueblo Malpartida de Cáceres. Una fiesta a la que nadie suele faltar.
El plan era: un botellón, saludar gente, fotos, conocer chicos y bailar en la discoteca móvil…
Era mi época en auge. Siempre la denominé la época del descontrol o de puterío.
No había conocido el amor y no lo buscaba. No tenía compromisos con nadie y tampoco los quería.
Los chicos eran cómo clinex. Los usaba dos días y me cansaba de ellos.
Era divertido cuando no sentías el daño que podías causar.
Me aplicaba eso de que no había ni bien ni mal, solo existían las consecuencias de mis actos.
Mientras a mí no me hiciera daño ni a Lucía todo estaría bien.
Lucía era solo un poquito más precavida que yo, pero no lo suficiente. Las dos éramos unas locas perdidas.
Pasó la noche y conocimos a muchísima gente. Lucía se fue a liarse con uno mientras yo hablaba con unos chicos de Mérida muy simpáticos.
No parecían canis y todos me hacían sentir el centro de atención.
Y entre ellos apareció Guti.
Un chico alto, moreno, fuerte, con un polo, naúticos, con patillas…
El niño pijo de mis sueños.
Ahora cada vez que lo pienso me río… Parecía vistiendo uno del PP.
En un futuro siempre me reí con él de eso, porque el tiempo nos cambió… Solo había que ver a día de hoy su pelo lleno de rastas y sus tatuajes por todos lados.
Él tendría alrededor de dieciocho años y tenía coche nuevo. Ni más ni menos que un Mercedes nuevecito.
Ese chico tenía que ser mío esa noche. Me inspiró confianza.
Él no estaba bebiendo y por eso me llamó aún más la atención.
En cuanto le vi fui a pedirle un cigarro. Sabía que tenía que hablar con él. Mi intuición me llevó a él.
Él sería la persona a la que llevaba buscando toda la noche sin saber el por qué.
Decía que no tenía tabaco, luego me miró de arribabajo. En cuanto le sonreí se lo pensó.
Me dio lo que él estaba fumando.
Nadie nos estaba prestando atención en ese momento.
Creía que era un cigarro de liar hasta que le di la primera calada y casi me dejo el pecho tosiendo.
Bebí de la copa y volví a darle otra calada.
Entonces Guti me sonrió con aquella gran sonrisa de dientes perfectos. Parecía muy buen chico.
Me dijo que si quería dar una vuelta con él y acepté.
No parábamos de tontear y reírnos, pero no nos liamos.
Él empezó a hablarme de negocios.
Así hasta que hicimos una apuesta. Si vendía una bolsa que me dio de treinta euros de María esa noche me prometió que si yo quisiera yo ganaría en adelante muchísimo dinero.
Se me abrieron los ojos como platos.
¿Sería tan difícil vender una bolsita de marihuana?
No podía ser tan difícil.
Entonces busqué un prototipo de chico.
Uno con dinero, veinteañero, sin novia, fumador y a ser posible de aspecto más dejado.
No tardé mucho en encontrar uno así. Menos en una fiesta como aquella.
Tenía el pelo por los hombros y perilla.
Un buen personaje…
Ese fue otro de los mejores momentos de la noche, conocer a mi ya grandísimo amigo para toda la vida: Benji.
Muy conocido por ser uno de los mayores hackers del mundo.
Conocer a Guti y a Benji la misma noche fue todo un golpe de suerte.
Continuará...
Gracias por leerlo :D
¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.
Seguidores
martes, 28 de septiembre de 2010
sábado, 25 de septiembre de 2010
63. Reinventando historias de amor por la marihuana.
Vaya…
Se me quitaron las ganas de llorar.
¿Acaba de decir que yo sería lo mejor que le pasaría en meses?
Aquí debe haber pasado algo que yo no sé…
¿Qué le haría pensar que yo sería lo mejor que le podría pasar?
Aún no le di ni un motivo para pensar eso.
Quizás debería saber el motivo o quizás no. Ya aprendí en varias ocasiones que la curiosidad mató al gato. Esta vez prefería no saberlo.
No podía echarlo de casa. ¿Con que derecho iba a echar yo al hijo de Clara de su casa?
Estaba bastante enfadada. Hasta le había dicho eso por lo que me había estado comiendo la cabeza… ¿Sería yo un juguete más para su hijo?
¿Puede merecer alguien algo tan bueno sin esperar nada a cambio?
Creo que si alguien hubiera estado en mi situación se preguntaría lo mismo.
Luego me fijé en él más detenidamente.
¿Quién le puede decir que no con esa carita que me está poniendo?
¿Acaso yo era de piedra?
No.
En esos momentos creo que hasta se me olvidó lo que en realidad estaba pasando.
Se le veía tan guapo…
Pero agité la cabeza y volví a mi ser.
-Te perdono, pero que conste que habrá venganza y quien avisa no es traidor. Haremos como que no ha pasado nada, pero me pienso vengar.
-¿Si? Pues tienes todo el derecho. -dijo con una gran sonrisa.
Sentía como se había quitado un peso de encima.
Volvía a sonreír.
Entonces se acercó a mí y me dio un abrazo.
No me lo había esperado.
Me quedé quieta como un palo.
No me lo puedo creer pero como no me lo quite ya mismo de encima a mi se me va la cabeza y me tiro a su cuello y…
Le cogí los brazos y los aparté rápidamente.
Se dio cuenta que me sentía incómoda.
-Perdona… No sabía que… No quería que…-dijo él un poco avergonzado.
-No… No te preocupes es por…-dije sin terminar la frase.
Miré a otro sitio.
Me quedé en blanco…
¿Qué coño pienso decirle?
Me siento como una tonta. ¿De dónde está saliendo tanta tontería?
Le volví a mirar. ´
Me miró con un interrogante de si pensaba acabar la frase.
-¿Es porque nos conocemos poco?-dijo él.
-Si, por eso…-dije yo intentando acabar cuanto antes el tema.
Él me respondió una sonrisa. No resultó del todo creíble.
-Bueno pues aparte de lo que acaba de pasar, que mejor lo vamos a olvidar, yo tenía preparada otra cosa…
Entonces me cogió la mano pidiéndomela primero con un gesto muy educado.
Cogió un mando y bajó la intensidad de las luces.
Yo me dejaba llevar.
¿De qué iba todo aquello?
La televisión estaba en el techo justo encima de la cama.
Ofreció como asiento el lado derecho de su cama.
Aparte de mirarle a él también miraba su habitación. Era todo tan elegante y con tantas cosas de películas y de fiestas…
Si me dejaba sola tenía pensado mirarlo todo detenidamente.
David no me perdía de vista pero se fue a la habitación de al lado. Apareció entonces con una mesita con ruedas.
Encima de la mesa tenía un tarro lleno de palomitas de colores, y dos pedazos de batidos gigantes.
Tenían nata, sirope de chocolate, mogollón de golosinas por encima y de topings. También tenían unas pajitas super graciosas.
-¿Qué? ¿Te apetece? Los he pedido de fresa. Si quieres otro sabor dímelo. -Me dijo haciendo un gesto a todo lo que tenía en la mesa.
Joder…
Lo que no sé es si me quiero beber el batido o me lo quiero comer a él…
-Pues claro que me apetece. Me gusta la fresa, gracias.
Colocamos las cosas en bandejas y él puso los dibujos.
Él se tumbó a mi lado.
No se cómo, pero estaba en la posturita perfecta para estar tumbado y sentado a la vez.
La cama olía a él. Maldito olor adictivo…
Nunca nadie había conseguido sacarme de mis casillas y al nada de tiempo hacerme la persona más feliz.
Era una sensación tan contradictoria… Mi razón no podía explicárselo. Más bien no quería explicárselo.
Quizás ni yo misma quería darse cuenta de lo que estaba pasando. Sabía que rompería el momento.
Él puso ni más ni menos que “La casa de los dibujos”.
(Son muy bestias)
Los recordaba de haberlos visto más de una vez en mi casa con Lucía. Nos gustaban mucho.
Vi que la cámara de fotos estaba a mi lado.
La usé para echarle unas cuantas fotos a mi batido. Era digno de ser recordado.
Luego le eché una foto a él.
Me sonrió.
Me pidió la cámara y él comenzó a echarme fotos.
No me gusta que me fotografíen si me doy cuenta. No era capaz. Tampoco sabía posar. Por lo que empecé a poner caretos.
Él empezó a imitarme.
Nos pusimos al final los dos a echarnos fotos a ver quien de los dos sacaba peor cara.
Yo al mirar las fotos me parecía evidente que pusiera la cara que pusiera él me parecía encantador.
Volví a quedarme empanada mirando los dibujos y riéndome, cuando de repente me distrajo el sonido de un mechero y un olor familiar el cual no era tabaco...
-¿Porros?- Dije extrañada.
Ni me lo esperaba ni me lo dejaba de esperar. No sé.
-Si. ¿Pasa algo? ¿Nunca has fumado?-dijo él buscando un mechero que funcionara.
Me reí. Podía reírme bastante con esa pregunta y más mirando mi pasado.
Yo no siempre hice lo que debía hacer…
Ahora me parece una locura lo que yo hacía con 16 años.
¿Qué si pasaba algo?
Quizás nunca hubiera conocido a Alberto de no ser porque yo vendía marihuana.
Por eso Alberto y yo tuvimos que reinventar nuestra historia de amor.
De cómo nos conocimos y nuestra primera cita.
Había una versión de la historia para amigos (los únicos que sabían la verdad), y otra para los familiares y conocidos.
Empecé a recordar mi pasado de sexo, drogas, sk8 y rock N roll.
Y sobre todo mi primera “cita” con Alberto…
Continuará...
domingo, 19 de septiembre de 2010
Feliz NO-Cumpleaños¡¡
Hay días y días...
Pero como el de ayer ¡NINGUNO!
El mejor regalo no se pagó con dinero,
Fue genial reunir a 20 buenos amigos para celebrar el Feliz NO-Cumpleaños!!
MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODO!!!
Pero lo mejor está por venir :)
Que mis vacaciones NO HAN TERMINADO y calentamos motores para las NOVATADAS 2010!!
Hasta pronto ;)
sábado, 18 de septiembre de 2010
62. Ojos brillantes.
Cerró la puerta y le perdí la vista.
De repente apareció una luz que iluminó todo el techo.
Se convirtió en un cielo lleno de estrellas fugaces y constelaciones, igualito que un planetario.
Me quedé como una tonta con la boca abierta mirando el techo.
En la habitación solo se veían estrellas.
Era lo más bonito e impactante que había visto en muchísimo tiempo.
-Es precioso…
-¿Te gusta?
Oía su voz pero no le miré.
Imposible prestarle atención a otra cosa que no aquel espectáculo lleno de estrellas.
Había un foco que creaba aquel escenario de cuento.
Parecía tan real…
-Mucho. Me gusta mucho.
-Lo acabo de montar. Me lo regaló un amigo hace un año y aun no sabía ni donde montarlo. Creo que es uno de los mejores regalos que me han hecho nunca.-dijo David pareciendo igual de sorprendido que yo.
Noté como sus pasos se acercaban a mí.
Entonces bajé la mirada del techo por que noté una luz que no venía del techo.
Entonces miré sus ojos y pegué un chillido.
O_O
Oí su risa.
-¿SE PUEDE SABER QUE COJONES TE PASA EN LOS OJOS? David, ¡No me hace ni puta gracia que te brillan los ojos en la oscuridad!
Algo así era lo que veía Carmen.
Por puro instinto o reflejo fui a darle un puño. Paró el golpe cogiéndome el brazo. Y el muy capullo no paraba de reírse.
Yo totalmente desconcertada.
¿Qué está pasando?
Mente en blanco…
¿Qué hago?
¿Qué hago?
¿Qué hago?
¿Qué hago?
A punto de un ataque al corazón.
Paralizada del miedo.
El miedo no me dejaba moverme.
¿Qué coño …?
¿!Porqué le brillan los ojos¡?
Paró de reírse.
Encendió la luz.
O_O
-¡Carmen! Se que me vas a matar… No creía que ibas a ponerte así… Aunque no lo parezca me siento fatal… Losiento, enserio. Vi las lentillas que brillaban en la oscuridad en un cajón de un papel que hice… Lo tenía que hacer...-Dijo intentando contener la risa.
Se me cayó un mito al suelo.
Me quedé bloqueada...¿Todo había sido una broma?
Empezó a subirme un cabreo tremendo.
- ¡Eres un gilipollas y eres como idiota! ¡Esta te la devuelvo imbécil, eso si no me matas de un susto antes!-Le dije empujándole para salir de la habitación.
-¿A si? ¿Me la vas a devolver? -dijo él con aires de chulo.
¿Encima de chulo?
Me di la vuelta.
¿Cómo?
David pensaba que no estaba tan enfadada como parecía.
Se creía que estaba de broma.
De la impotencia me dieron ganas de llorar.
Por unos momentos pensaba que me moría del susto…
¿Enserio creía que se podía reír de mí cada vez que quisiera?
-¡Si, pero si no lo hago será porque no soy tan gilipollas, imbécil e idiota como tú! ¿Te he hecho algo para que me intentes joder? ¿Por qué cojones no me tomas enserio? ¿Se puede saber a que coño venía todo esto? -Yo cada vez gritaba más y a la vez me daban más ganas de llorar.-¿Qué te crees que soy, otra tía idiota más que te traen a casa para que te la folles y si quieres reírte de ella? ¿Qué es eso, lo que quieres, reírte de mí?...
Es como acabé, llorando.
David estaba en estado de shock.
Su cara expresaba mil veces horror por lo que acababa de hacer.
Verme llorar le estaba rompiendo.
Tragó saliva.
Se giró y se miró en un espejo.
Pareció comprenderlo.
Con aquellas lentillas parecía un lagarto o un zombie… Nada bueno.
Me miraba sin saber que decir, pero mis palabras no le habían dejado indiferente.
Ví cómo aquella persona poco a poco empezó a sentirse mal.
Intentaba decirme algo y no le salían las palabras.
Sabía que la había cagado pero bien. Dio un paso hacia mí. Era incapaz de decir palabra.
Yo retrocedí otro paso.
Silencio.
- No, por favor. No soporto verte llorar… -Suplicaba.-Se que soy todas esas cosas que has dicho… Pero no, nunca he pensado eso de que eras una idiota a la que traer para follármela y reírme de ella. Nunca. ¡Jamás!. Pero si he pensado que eras adorable, dulce, simpática, lista y guapa… Perdóname… Se que la he cagado bastante, pero no pensé nunca que ibas a reaccionar así, creía que sabrías que era una broma, pero soy idiota… Tienes derecho a echarme de la casa si quieres… Pero no llores por favor… Si puedes perdóname… Dame otra oportunidad… O si quieres me voy ahora mismo… Dime algo.
Lo decía sinceramente.
Todo era una súplica.
Parecía ansioso por hacerme comprender que esa era la verdad, que todo había sido error suyo.
-No te lo mereces. -dije secándome las lágrimas.-A mí estas niñaterías no me gustan ni un pelo... ¿Podrías al menos quitarte esas putas lentillas?
Rápidamente él se fue al espejo a quitárselas.
-Carmen, perdóname… Creía que eras lo mejor que me podía pasar en meses y como siempre la he fastidiado… -dijo una vez se las quitó con un hilo de voz.
Apretaba los puños.
Di un paso al frente.
Él no se movía. Solo quería que le dijera que le perdonara.
Algo me decía que si me iba de esa habitación él se volvería loco y él no se perdonaría a si mismo.
Otra parte dentro de mí me decía que yo no quería que se fuera y quería pasar más tiempo con él y que quizás lo de las lentillas no era para tanto.
Di otro paso más.
Y otro más hasta quedarnos frente a frente.
No hacían falta palabras para saber que quería decirme con aquellos preciosos ojos verdes, más brillantes que nunca, me lo decía todo.
Era como ver un cartel de: PERDÓNAME.
De repente apareció una luz que iluminó todo el techo.
Se convirtió en un cielo lleno de estrellas fugaces y constelaciones, igualito que un planetario.
Me quedé como una tonta con la boca abierta mirando el techo.
En la habitación solo se veían estrellas.
Era lo más bonito e impactante que había visto en muchísimo tiempo.
-Es precioso…
-¿Te gusta?
Oía su voz pero no le miré.
Imposible prestarle atención a otra cosa que no aquel espectáculo lleno de estrellas.
Había un foco que creaba aquel escenario de cuento.
Parecía tan real…
-Mucho. Me gusta mucho.
-Lo acabo de montar. Me lo regaló un amigo hace un año y aun no sabía ni donde montarlo. Creo que es uno de los mejores regalos que me han hecho nunca.-dijo David pareciendo igual de sorprendido que yo.
Noté como sus pasos se acercaban a mí.
Entonces bajé la mirada del techo por que noté una luz que no venía del techo.
Entonces miré sus ojos y pegué un chillido.
O_O
Oí su risa.
-¿SE PUEDE SABER QUE COJONES TE PASA EN LOS OJOS? David, ¡No me hace ni puta gracia que te brillan los ojos en la oscuridad!
Algo así era lo que veía Carmen.
Por puro instinto o reflejo fui a darle un puño. Paró el golpe cogiéndome el brazo. Y el muy capullo no paraba de reírse.
Yo totalmente desconcertada.
¿Qué está pasando?
Mente en blanco…
¿Qué hago?
¿Qué hago?
¿Qué hago?
¿Qué hago?
A punto de un ataque al corazón.
Paralizada del miedo.
El miedo no me dejaba moverme.
¿Qué coño …?
¿!Porqué le brillan los ojos¡?
Paró de reírse.
Encendió la luz.
O_O
-¡Carmen! Se que me vas a matar… No creía que ibas a ponerte así… Aunque no lo parezca me siento fatal… Losiento, enserio. Vi las lentillas que brillaban en la oscuridad en un cajón de un papel que hice… Lo tenía que hacer...-Dijo intentando contener la risa.
Se me cayó un mito al suelo.
Me quedé bloqueada...¿Todo había sido una broma?
Empezó a subirme un cabreo tremendo.
- ¡Eres un gilipollas y eres como idiota! ¡Esta te la devuelvo imbécil, eso si no me matas de un susto antes!-Le dije empujándole para salir de la habitación.
-¿A si? ¿Me la vas a devolver? -dijo él con aires de chulo.
¿Encima de chulo?
Me di la vuelta.
¿Cómo?
David pensaba que no estaba tan enfadada como parecía.
Se creía que estaba de broma.
De la impotencia me dieron ganas de llorar.
Por unos momentos pensaba que me moría del susto…
¿Enserio creía que se podía reír de mí cada vez que quisiera?
-¡Si, pero si no lo hago será porque no soy tan gilipollas, imbécil e idiota como tú! ¿Te he hecho algo para que me intentes joder? ¿Por qué cojones no me tomas enserio? ¿Se puede saber a que coño venía todo esto? -Yo cada vez gritaba más y a la vez me daban más ganas de llorar.-¿Qué te crees que soy, otra tía idiota más que te traen a casa para que te la folles y si quieres reírte de ella? ¿Qué es eso, lo que quieres, reírte de mí?...
Es como acabé, llorando.
David estaba en estado de shock.
Su cara expresaba mil veces horror por lo que acababa de hacer.
Verme llorar le estaba rompiendo.
Tragó saliva.
Se giró y se miró en un espejo.
Pareció comprenderlo.
Con aquellas lentillas parecía un lagarto o un zombie… Nada bueno.
Me miraba sin saber que decir, pero mis palabras no le habían dejado indiferente.
Ví cómo aquella persona poco a poco empezó a sentirse mal.
Intentaba decirme algo y no le salían las palabras.
Sabía que la había cagado pero bien. Dio un paso hacia mí. Era incapaz de decir palabra.
Yo retrocedí otro paso.
Silencio.
- No, por favor. No soporto verte llorar… -Suplicaba.-Se que soy todas esas cosas que has dicho… Pero no, nunca he pensado eso de que eras una idiota a la que traer para follármela y reírme de ella. Nunca. ¡Jamás!. Pero si he pensado que eras adorable, dulce, simpática, lista y guapa… Perdóname… Se que la he cagado bastante, pero no pensé nunca que ibas a reaccionar así, creía que sabrías que era una broma, pero soy idiota… Tienes derecho a echarme de la casa si quieres… Pero no llores por favor… Si puedes perdóname… Dame otra oportunidad… O si quieres me voy ahora mismo… Dime algo.
Lo decía sinceramente.
Todo era una súplica.
Parecía ansioso por hacerme comprender que esa era la verdad, que todo había sido error suyo.
-No te lo mereces. -dije secándome las lágrimas.-A mí estas niñaterías no me gustan ni un pelo... ¿Podrías al menos quitarte esas putas lentillas?
Rápidamente él se fue al espejo a quitárselas.
-Carmen, perdóname… Creía que eras lo mejor que me podía pasar en meses y como siempre la he fastidiado… -dijo una vez se las quitó con un hilo de voz.
Apretaba los puños.
Di un paso al frente.
Él no se movía. Solo quería que le dijera que le perdonara.
Algo me decía que si me iba de esa habitación él se volvería loco y él no se perdonaría a si mismo.
Otra parte dentro de mí me decía que yo no quería que se fuera y quería pasar más tiempo con él y que quizás lo de las lentillas no era para tanto.
Di otro paso más.
Y otro más hasta quedarnos frente a frente.
No hacían falta palabras para saber que quería decirme con aquellos preciosos ojos verdes, más brillantes que nunca, me lo decía todo.
Era como ver un cartel de: PERDÓNAME.
jueves, 16 de septiembre de 2010
61. ¿Tienes también una porno chacha?
¡No!
No dejaría que se vengara de mí y menos cuando estaba desprevenida.
Entonces me retorcí y conseguí escaparme de sus brazos.
Corrí hacia la cama y me apresuré a coger un cojín para defenderme.
Él también enseguida consiguió otro cojín para defenderse y comenzamos una lucha sin compasión a cojinazo limpio.
Ya daba igual. No existía el juego limpio.
Estábamos los dos disfrutando como dos niños pequeños corriendo uno detrás del otro. Yo al recibir unos cuantos cojinzazos en la cabeza, opté por esconderme debajo de la cama como si yo fuera una culebra, pero el me sacó por los pies.
Las risas eran costantes, hasta el punto que ya no me podía seguir riendo si no quería acabar llorando.
Entonces me dejé caer encima de la cama y él también se dejó caer. Fue un acto casi sincronizado. Y una vez que los dos cojimos aire nos quedamos los dos mirándonos fijamente a los ojos sin decir nada.
Respirando y recuperando el aliento.
Sonriendo.
Algo rompió la armonía del momento.
La canción de la cucaracha, la melodía que le tengo puesta a Lucía cuando me llama. Enserio, si no fuera porque es el primer día que estoy aquí, apagaba el móvil y que le dieran por saco al mundo.
Me levanté y cojí el móvil con total pasividad.
Intentaba disimular mi mala leche apretando los dientes.
¿Porqué cada vez que me siento tranquila con él alguien rompe la calma?
David se levantó de la cama y se fue bailando al son de la canción de la cucaracha.
Me hizo un gesto con las manos diciéndome que estaría esperándome en su habitación.
Al cerrar él la puerta respiré hondo para no parecer de mal humor al descolgar.
-¡Dime por favor que estás bien! Ayer desapareciste sin decir nada a nadie del bar.-Me dijo toda nerviosa y riñéndome.
-Tranquilízate. Ya he llegado a Nueva York y estoy bien.
-¿Qué pasó para que desaparecieras? Podías haber avisado…
Recordé vagamente lo que había pasado.
Era imposible haberla avisado por lo que no me sentía culpable.
-Bueno… Pues primero me encontré con Clara.
-¿Y no me la presentaste?¿Cómo eres así de mal educada? ¡Encima se puso a llover a cántaros y no te encontraba por ningún lado!
-Es que se tuvo que ir enseguida. Después me fui con Alberto…
Imágenes y más imágenes aparecían en mi mente. Una parte de mí quería huir de Alberto, pero sabía que siempre estaría ahí en cualquier objeto o cualquier conversación. No por cortar con él dejaría algún día de formar parte de mi vida.
-¿Qué dices?¿Alberto?-Dijo en un pequeño grito.
Eso si que no se lo esperaba.
-Si. Apareció, me llevó a la montaña y me acompañó al autobús.
-¿Volviste con él? ¿Te enrollaste con él? Cuéntamelo ya.
Ella estaba tan impaciente que me empezaba a poner nerviosa.
-Solo hubo un beso de despedida. Por unos momentos casi se me va la pinza y me quedo allí en Cáceres…
-¿Qué mas pasó?
-Ufff… Pues total no han pasado cosas Lucía. Alberto me regaló un colgante.-No me había acordado antes y lo llevaba puesto.-y me confesó que le habían ofrecido justamente aquí trabajo y que si no venía a Nueva York era por que no quería.
-¿Cómo? Madre mía, que nochecita has tenido que pasar. Enserio, me estas dejando loca.-dijo con voz de no asimilarlo.
-Si, pues esa no es precisamente la parte del día que peor he llevado… ¿Tú no has tenido un resacón gigante?
-Tú y todos, pues resulta que una de las botellas que estuvimos bebiendo estaba pasadísima de fecha. Jordi no tiene ni idea de cómo había llegado hasta allí o quién la había sacado. Gracias a eso no nos ha cobrado nada. Sabe que como lo denunciemos le puede caer una buena a su dueño, y quedarse sin trabajo… A mí me da pena, pero sabes que a los demás les da igual que sea Jordi.
-Joder, que mala pata. Pues me he tirado revuelta toda la noche, con un dolor de cabeza descomunal. Al llegar aquí he empezado a potar como la niña del exorcista, delante del hijo de Clara,. que al verme a mi se asustó y me estrelló contra la pared. Pero está todo bien. No te preocupes.
- Carmen, dime que es una broma… Joder, mi pobre. Yo también estoy mala. Y por cierto, ¿Qué tal el hijo de Clara? ¿y la casa?
En un principio no pensaba decirselo, pero:¿era posible aguantarse las ganas?
Era Lucía…
No podría aguantar la presión de no contárselo a ella.
Ella y yo compartíamos muchísimos secretos.
Se ganó durante toda una vida mi confianza y ella debería saberlo.
-Lucía, tienes que prometerme algo…
-No me asustes.
-No te asusto. Tienes que prometerme que no vas a decir nada.
-¿Es primordialmente necesario?
-Absolutamente. Solo y exclusivamente tú puedes saberlo.
-Pues te lo prometo por mi madre, que en paz descanse.
Eso eran palabras mayores.
Hablar de la madre de Lucía era lo más sagrado para las dos. Sabía que la podía tomar enserio.
-He llegado a esta casa que es igual de grande que una mansión, en casa tengo jacuzzi…
-¡Wau! Un jacuzzi…-dijo sarcásticamente.
Maldita guasona.
-¿Me quieres escuchar?
-Soy toda oídos…
-Bien, pues resulta que aparte de eso, en la casa hay sauna, tengo una de las mejores vistas de la ciudad, estoy rodeada de obras de arte, también hay gimnasio, tengo un armario lleno de ropa de marcas, incluso artículos exclusivos de Dior, Hermes, Chanel… Incluso tengo un chico que me dice que me tengo que poner todos los días.
-¡Qué me dices! Es broma,¿no? Carmen, ¿tan mal te sentó lo que bebiste?
-No, no lo es. Lucía, esto me acojona más que a ti y que a nadie. No consigo creérmelo y todavía no te terminé de contar. Tengo el cuarto de baño lleno de cosméticos sin estrenar. Lucía, que tengo incluso ¡bragas y tangas de diseñadores!
-No me lo puedo de creer… ¿Enserio?
Yo cuanto más le contaba, más loco me parecía todo.
Si yo lo estaba flipando, a ella le parecía todo el triple.
-Si, pues eso no es todo, ni creo que tampoco lo más impresionante de la historia.
-¿Qué más piensas contarme? ¿Tienes un burro volando? ¿Una porno chacha?
-Si, tú riete… Que me reiré yo la última… Bueno, esto es lo más confidencial de todo.
-Si, me estás asustando….
-¿Sabes quién es el hijo de Clara? ¿Te suena por casualidad David Mosley? -Dije en un susurro su nombre. Creo que incluso me daba miedo decirlo muy alto.
-¡Pues claro que me suena!¡No puede ser!¿Venga ya?
-Que si Lucía, que si…¿Para qué coño te iba a mentir? He estado potando bastante y no he comido setas y...-Le dije ya cabreada para que me tomara enserio.
De repente oí un grito que casi me deja sorda.
-¡DAVID MOSLEEEEY! ¡Qué envidia me das! ¡cabrona!
-¡Qué me quedas sorda! -Le grité.-¿Cómo que cabrona? Pues si nada más llegar me ha visto potar…
Lucía no paraba de reírse como una loca.
-Es verdad, que me lo has contado...¿y qué tal es él?
-Creo que todo él es demasiado bueno para ser verdad. Es simpático, atento, amable e impulsivo. Aunque bueno… Si yo te contara…
Otro grito de Lucía al otro lado del teléfono.
Cuanto más gritaba más conseguía enfadarme y ponerme nerviosa.
-¿Y enserio no quieres que lo sepa nadie?
-¡No lo sabe ni mi madre, a si es que no digas nada! Que me lo has prometido por tu madre.
-Tienes mi palabra, pero ya sabes, quiero pruebas… o un autógrafo…¿Y por qué no me envias unos calzoncillos suyos por internet y me forro por eBay?
-Estas tonta, vale. Te daré pruebas y un autógrafo si hace falta, pero no me pidas los calzoncillos.
-Bueno, yo que sepa no es ningún santo…
-Me puedo suponer.
-Carmen yo leo más revistas que tú… Tú por si acaso no te fíes.
-Por cierto, mañana me va a acompañar a ver la ciudad.
-¿Pero como puedes tener tanto morro? ¡Deja de rebozármelo!
-Yo no le dije nada, si viene es por que quiere.
-Seguro que le has gustado.
-¡No flipes! Tú no sabes con que pedazo de modelo me he encontrado saliendo por la puerta esta mañana. Yo no soy su tipo para nada. ¡Deja de meterme tus malditos pájaros en la cabeza!
-A ti las modelos esas insípidas no te llegan ni a la suela de los zapatos.
-No lo sé... Después de anoche con Alberto lo que me hacía falta. Eso sí, te puedo decir que eres una inoportuna.
-¿He interrumpido algo?
-En parte si, en parte no.
-¿Y como va eso?
-Pues estabamos los dos tumbados en la cama, mirándonos, después de una pelea de cojines.-Le dije imitando a una niña enamorada.
-Pues si que promete la cosa, ¿no?
-No se.
-¿Qué cara se te ha quedado al verle?
-Pues no sé, pero una bien curiosa… Te digo que me he pellizcado para comprobar si es verdad… Dolía y es verdad.
-No me puedo creer ¿cómo lo haces?.
-¿El qué?
-¿Tú no dejaste a Alberto por un presentimiento?
-Si, bueno. Por eso y por otras cosas, pero si.
-¿Te das cuenta que tienes una intuición tremenda? ¡Pitonisa!
-Tengo mucha suerte.
-Eso es indudable.
-Lucía, él me tiene que estar esperando. Le dije que iba a ver los dibujos con él ahora.
-¿Qué le gustan las mismas chorradas que a ti?
-Por lo que se ve…
-Anda, tira… Pero ya sabes, quiero pruebas… Si puedes los calzoncillos.
-Las tendrás. Eres una cerda…¿Te quieres olvidar de los calzoncillos?
-Me lo tendrás que contar todo.
-Lo haré. Mucho cuidado con lo que cuentes, ¿Vale?
-Vale.
-Te quiero.
-Yo tambien te quiero, muchos besos.
-Adiós.
Ahora que había hablado con Lucía me había puesto incluso más nerviosa que antes. Como me había tirado un buen tiempo hablando con ella me daba miedo interrumpir a David, por lo que le di un toque al móvil antes de volver a su habitación.
Me acerqué a la mesa donde estaba puesta la cámara de fotos.
Necesitaría las pruebas.
Justo varios segundos después, cuando me dirigía a su habitación ,me llegó un mensaje en el que ponía que le diera un minuto.
Me quedé en la puerta mirando las fotos que había guardadas en la cámara.
Era curioso.
Pero eran fotos mías a la vez que hablaba, cuando me tocaba el pelo, fotos a mis pulseras, a mis zapatillas, la maleta… Era como un resumen de todos los detalles que llevo encima.
Vi entonces una foto de mis labios. Diría incluso que era una foto muy sexy.
¿Cuánto zoom tiene esto?
Oí la puerta de la habitación de David y guardé la cámara.
-Ya puedes pasar.-dijo él.
Le respondí con una sonrisa. Pasé.
No le veía.
Estaba la habitación a oscuras, y no se veía nada.
Di varios pasos al frente. De repente noté como pasaba por mi lado lentamente.
Yo solo podía oír mi corazón que latía a mil por hora.
¿De qué va aquello?
-No te muevas y mira hacia arriba.-Dijo él en un susurro.
Mil veces perdón por las faltas de ortografía.
No dejaría que se vengara de mí y menos cuando estaba desprevenida.
Entonces me retorcí y conseguí escaparme de sus brazos.
Corrí hacia la cama y me apresuré a coger un cojín para defenderme.
Él también enseguida consiguió otro cojín para defenderse y comenzamos una lucha sin compasión a cojinazo limpio.
Ya daba igual. No existía el juego limpio.
Estábamos los dos disfrutando como dos niños pequeños corriendo uno detrás del otro. Yo al recibir unos cuantos cojinzazos en la cabeza, opté por esconderme debajo de la cama como si yo fuera una culebra, pero el me sacó por los pies.
Las risas eran costantes, hasta el punto que ya no me podía seguir riendo si no quería acabar llorando.
Entonces me dejé caer encima de la cama y él también se dejó caer. Fue un acto casi sincronizado. Y una vez que los dos cojimos aire nos quedamos los dos mirándonos fijamente a los ojos sin decir nada.
Respirando y recuperando el aliento.
Sonriendo.
Algo rompió la armonía del momento.
La canción de la cucaracha, la melodía que le tengo puesta a Lucía cuando me llama. Enserio, si no fuera porque es el primer día que estoy aquí, apagaba el móvil y que le dieran por saco al mundo.
Me levanté y cojí el móvil con total pasividad.
Intentaba disimular mi mala leche apretando los dientes.
¿Porqué cada vez que me siento tranquila con él alguien rompe la calma?
David se levantó de la cama y se fue bailando al son de la canción de la cucaracha.
Me hizo un gesto con las manos diciéndome que estaría esperándome en su habitación.
Al cerrar él la puerta respiré hondo para no parecer de mal humor al descolgar.
-¡Dime por favor que estás bien! Ayer desapareciste sin decir nada a nadie del bar.-Me dijo toda nerviosa y riñéndome.
-Tranquilízate. Ya he llegado a Nueva York y estoy bien.
-¿Qué pasó para que desaparecieras? Podías haber avisado…
Recordé vagamente lo que había pasado.
Era imposible haberla avisado por lo que no me sentía culpable.
-Bueno… Pues primero me encontré con Clara.
-¿Y no me la presentaste?¿Cómo eres así de mal educada? ¡Encima se puso a llover a cántaros y no te encontraba por ningún lado!
-Es que se tuvo que ir enseguida. Después me fui con Alberto…
Imágenes y más imágenes aparecían en mi mente. Una parte de mí quería huir de Alberto, pero sabía que siempre estaría ahí en cualquier objeto o cualquier conversación. No por cortar con él dejaría algún día de formar parte de mi vida.
-¿Qué dices?¿Alberto?-Dijo en un pequeño grito.
Eso si que no se lo esperaba.
-Si. Apareció, me llevó a la montaña y me acompañó al autobús.
-¿Volviste con él? ¿Te enrollaste con él? Cuéntamelo ya.
Ella estaba tan impaciente que me empezaba a poner nerviosa.
-Solo hubo un beso de despedida. Por unos momentos casi se me va la pinza y me quedo allí en Cáceres…
-¿Qué mas pasó?
-Ufff… Pues total no han pasado cosas Lucía. Alberto me regaló un colgante.-No me había acordado antes y lo llevaba puesto.-y me confesó que le habían ofrecido justamente aquí trabajo y que si no venía a Nueva York era por que no quería.
-¿Cómo? Madre mía, que nochecita has tenido que pasar. Enserio, me estas dejando loca.-dijo con voz de no asimilarlo.
-Si, pues esa no es precisamente la parte del día que peor he llevado… ¿Tú no has tenido un resacón gigante?
-Tú y todos, pues resulta que una de las botellas que estuvimos bebiendo estaba pasadísima de fecha. Jordi no tiene ni idea de cómo había llegado hasta allí o quién la había sacado. Gracias a eso no nos ha cobrado nada. Sabe que como lo denunciemos le puede caer una buena a su dueño, y quedarse sin trabajo… A mí me da pena, pero sabes que a los demás les da igual que sea Jordi.
-Joder, que mala pata. Pues me he tirado revuelta toda la noche, con un dolor de cabeza descomunal. Al llegar aquí he empezado a potar como la niña del exorcista, delante del hijo de Clara,. que al verme a mi se asustó y me estrelló contra la pared. Pero está todo bien. No te preocupes.
- Carmen, dime que es una broma… Joder, mi pobre. Yo también estoy mala. Y por cierto, ¿Qué tal el hijo de Clara? ¿y la casa?
En un principio no pensaba decirselo, pero:¿era posible aguantarse las ganas?
Era Lucía…
No podría aguantar la presión de no contárselo a ella.
Ella y yo compartíamos muchísimos secretos.
Se ganó durante toda una vida mi confianza y ella debería saberlo.
-Lucía, tienes que prometerme algo…
-No me asustes.
-No te asusto. Tienes que prometerme que no vas a decir nada.
-¿Es primordialmente necesario?
-Absolutamente. Solo y exclusivamente tú puedes saberlo.
-Pues te lo prometo por mi madre, que en paz descanse.
Eso eran palabras mayores.
Hablar de la madre de Lucía era lo más sagrado para las dos. Sabía que la podía tomar enserio.
-He llegado a esta casa que es igual de grande que una mansión, en casa tengo jacuzzi…
-¡Wau! Un jacuzzi…-dijo sarcásticamente.
Maldita guasona.
-¿Me quieres escuchar?
-Soy toda oídos…
-Bien, pues resulta que aparte de eso, en la casa hay sauna, tengo una de las mejores vistas de la ciudad, estoy rodeada de obras de arte, también hay gimnasio, tengo un armario lleno de ropa de marcas, incluso artículos exclusivos de Dior, Hermes, Chanel… Incluso tengo un chico que me dice que me tengo que poner todos los días.
-¡Qué me dices! Es broma,¿no? Carmen, ¿tan mal te sentó lo que bebiste?
-No, no lo es. Lucía, esto me acojona más que a ti y que a nadie. No consigo creérmelo y todavía no te terminé de contar. Tengo el cuarto de baño lleno de cosméticos sin estrenar. Lucía, que tengo incluso ¡bragas y tangas de diseñadores!
-No me lo puedo de creer… ¿Enserio?
Yo cuanto más le contaba, más loco me parecía todo.
Si yo lo estaba flipando, a ella le parecía todo el triple.
-Si, pues eso no es todo, ni creo que tampoco lo más impresionante de la historia.
-¿Qué más piensas contarme? ¿Tienes un burro volando? ¿Una porno chacha?
-Si, tú riete… Que me reiré yo la última… Bueno, esto es lo más confidencial de todo.
-Si, me estás asustando….
-¿Sabes quién es el hijo de Clara? ¿Te suena por casualidad David Mosley? -Dije en un susurro su nombre. Creo que incluso me daba miedo decirlo muy alto.
-¡Pues claro que me suena!¡No puede ser!¿Venga ya?
-Que si Lucía, que si…¿Para qué coño te iba a mentir? He estado potando bastante y no he comido setas y...-Le dije ya cabreada para que me tomara enserio.
De repente oí un grito que casi me deja sorda.
-¡DAVID MOSLEEEEY! ¡Qué envidia me das! ¡cabrona!
-¡Qué me quedas sorda! -Le grité.-¿Cómo que cabrona? Pues si nada más llegar me ha visto potar…
Lucía no paraba de reírse como una loca.
-Es verdad, que me lo has contado...¿y qué tal es él?
-Creo que todo él es demasiado bueno para ser verdad. Es simpático, atento, amable e impulsivo. Aunque bueno… Si yo te contara…
Otro grito de Lucía al otro lado del teléfono.
Cuanto más gritaba más conseguía enfadarme y ponerme nerviosa.
-¿Y enserio no quieres que lo sepa nadie?
-¡No lo sabe ni mi madre, a si es que no digas nada! Que me lo has prometido por tu madre.
-Tienes mi palabra, pero ya sabes, quiero pruebas… o un autógrafo…¿Y por qué no me envias unos calzoncillos suyos por internet y me forro por eBay?
-Estas tonta, vale. Te daré pruebas y un autógrafo si hace falta, pero no me pidas los calzoncillos.
-Bueno, yo que sepa no es ningún santo…
-Me puedo suponer.
-Carmen yo leo más revistas que tú… Tú por si acaso no te fíes.
-Por cierto, mañana me va a acompañar a ver la ciudad.
-¿Pero como puedes tener tanto morro? ¡Deja de rebozármelo!
-Yo no le dije nada, si viene es por que quiere.
-Seguro que le has gustado.
-¡No flipes! Tú no sabes con que pedazo de modelo me he encontrado saliendo por la puerta esta mañana. Yo no soy su tipo para nada. ¡Deja de meterme tus malditos pájaros en la cabeza!
-A ti las modelos esas insípidas no te llegan ni a la suela de los zapatos.
-No lo sé... Después de anoche con Alberto lo que me hacía falta. Eso sí, te puedo decir que eres una inoportuna.
-¿He interrumpido algo?
-En parte si, en parte no.
-¿Y como va eso?
-Pues estabamos los dos tumbados en la cama, mirándonos, después de una pelea de cojines.-Le dije imitando a una niña enamorada.
-Pues si que promete la cosa, ¿no?
-No se.
-¿Qué cara se te ha quedado al verle?
-Pues no sé, pero una bien curiosa… Te digo que me he pellizcado para comprobar si es verdad… Dolía y es verdad.
-No me puedo creer ¿cómo lo haces?.
-¿El qué?
-¿Tú no dejaste a Alberto por un presentimiento?
-Si, bueno. Por eso y por otras cosas, pero si.
-¿Te das cuenta que tienes una intuición tremenda? ¡Pitonisa!
-Tengo mucha suerte.
-Eso es indudable.
-Lucía, él me tiene que estar esperando. Le dije que iba a ver los dibujos con él ahora.
-¿Qué le gustan las mismas chorradas que a ti?
-Por lo que se ve…
-Anda, tira… Pero ya sabes, quiero pruebas… Si puedes los calzoncillos.
-Las tendrás. Eres una cerda…¿Te quieres olvidar de los calzoncillos?
-Me lo tendrás que contar todo.
-Lo haré. Mucho cuidado con lo que cuentes, ¿Vale?
-Vale.
-Te quiero.
-Yo tambien te quiero, muchos besos.
-Adiós.
Ahora que había hablado con Lucía me había puesto incluso más nerviosa que antes. Como me había tirado un buen tiempo hablando con ella me daba miedo interrumpir a David, por lo que le di un toque al móvil antes de volver a su habitación.
Me acerqué a la mesa donde estaba puesta la cámara de fotos.
Necesitaría las pruebas.
Justo varios segundos después, cuando me dirigía a su habitación ,me llegó un mensaje en el que ponía que le diera un minuto.
Me quedé en la puerta mirando las fotos que había guardadas en la cámara.
Era curioso.
Pero eran fotos mías a la vez que hablaba, cuando me tocaba el pelo, fotos a mis pulseras, a mis zapatillas, la maleta… Era como un resumen de todos los detalles que llevo encima.
Vi entonces una foto de mis labios. Diría incluso que era una foto muy sexy.
¿Cuánto zoom tiene esto?
Oí la puerta de la habitación de David y guardé la cámara.
-Ya puedes pasar.-dijo él.
Le respondí con una sonrisa. Pasé.
No le veía.
Estaba la habitación a oscuras, y no se veía nada.
Di varios pasos al frente. De repente noté como pasaba por mi lado lentamente.
Yo solo podía oír mi corazón que latía a mil por hora.
¿De qué va aquello?
-No te muevas y mira hacia arriba.-Dijo él en un susurro.
Mil veces perdón por las faltas de ortografía.
lunes, 13 de septiembre de 2010
60. Corazón, ¡NO TE ME SALGAS DEL PECHO!
-No, no creo que vaya a entrar ahí a probarmelo todo como una loca. Creo que ahora no.
-¿Por qué? Seria el sueño de cualquier chica o por lo menos eso creo.
-Cualquiera no, yo no. Nada de lo que hay ahí es mío.
-¿Cómo que no?
-Pues no.
-¿Eres consciente de lo que estás diciendo? Esta hecho todo a tu medida. Todo pensado para ti. ¿Para quién iba a ser si no?
-Y yo que se para quien, pero es que en realidad me parece ya demasiado.-dije intentando ser lo más clara posible.- Yo no he hecho nada por tu madre como para que haga estas cosas por mí. Yo no le pedí nada de esto. Y no me quiero imaginar la cantidad de dinero que se ha tenido que gastar en comprar toda la ropa que hay ahí dentro…
Yo estaba incluso a punto de salir de mis cabales.
¿Qué era todo aquello?
Para tranquilizarme decidí mirar el suelo y comenzar a contar para no pensar.
- A ver Carmen, tranquila. Mirame.
Entonces le miré.
Me quitó un mechón de pelo que me tapaba la cara.
Creo que eso no me ayuda a tranquilizarme.
-Vamos a ver, razona. Entiendo lo que dices, y es muy admirable y realmente me tienes sorprendido, pero piensa más relajadamente. ¿Ves toda esta cantidad de cosas que tienes en ese armario?-Dijo a la vez que abrió la puerta.
-Si, lo veo.
-Pues mira, Charles y mi madre las han comprado con toda la ilusión del mundo pensando en ti, para que sean tuyas y para que tú las disfrutes. Ellos quieren que cuando tú veas esto te vuelvas loca y te pongas a probarte todas las cosas que ves aquí, porque son para ti y piensan que con esto te van a hacer la mujer más feliz del mundo. ¿Qué piensas decirles, que no te gustan? ¿Qué no te lo mereces? Si ellos te han comprado esto es por que han querido y nadie les ha obligado. No les debes nada. Solo quieren tu felicidad. ¿Ahora lo entiendes? -dijo él totalmente tranquilo.
Puso una de sus manos en mi hombro.
Él tenia toda la razón.
¿Qué iba a decirles?
Oye que esto que hay aquí me parece demasiado y que ya no lo quiero.
-Si, ya lo entiendo. Visto así, si.-dije más tranquila.
-Pues ya está, deja de darle vueltas, ¿vale?
-Gracias por aclararme las ideas, o por lo menos por dejarme verlo desde tu punto de vista.
-No hace falta que me las des. De todas maneras supongo que ya te acostumbrarás a estas “cosas de ricos” con el tiempo. -dijo lo de ricos imitando a un niño pijo y haciendo un movimiento sarasa con la mano.
Me mató de la risa aquel cambio repentino de forma de actuar.
Consiguió hacerme reír.
En realidad podía pensar que David era así, que era un niño rico, pero en realidad no se comportaba como tal.
Me da la sensación que es alguien maduro para su edad.
Sabe mucho más de lo que aparenta o quiere aparentar.
Y por lo que se es alguien que se toma enserio su trabajo y que por lo menos sabe lo que es trabajar y buscarse él solo la vida.
Él no vive de sus padres.
Busqué el bolso con la mirada, justo estaba al lado de David.
-¿Por favor me pasas el móvil que está dentro del bolso?
El me sonrió y buscó en el bolso.
Justo antes sacó la cámara de fotos que también me había regalado Clara y la puso en una mesa que había al lado.
Después sacó el móvil y me lo dio.
Le correspondí con una gran sonrisa en señal de agradecimiento. Busqué el número de Charles.
¿Qué se supone que debería de decirle?
-¡Solo dime que te ha encantado!.-Me dijo nada más descolgar el teléfono con su voz de loca.
-¿Solo encantarme? Me has dejado totalmente alucinada.-Le dije dándole muchisima efusividad.
David me guiñó el ojo para decirme que había quedado creíble.
Yo creía en ese momento que me derretía.
-Desde luego no sabes que ilusión me hace oír eso.
-No se como agradecertelo.
-Pues para empezar dale mil gracias a Clara, eso para empezar, porque te ha conseguido piezas exclusivas de diseñadores exclusivos… Ufff… Solo de pensarlo ¡me pongo cachondo! Pero mira, te voy a explicar que tienes que hacer en ese armario. ¿Estás cerca?
Madre mía… ¿Y este personaje que tengo al otro lado del teléfono?
Charles era totalmente una loca homosexual enamorado de la moda por lo que oigo.
-Si.
-Pues entra dentro.
Volví a entrar en el armario gigante.
Era volverse a quedar sin palabras.
Era luminoso, grande, espacioso, con espejos y con sofá incluido. Todo en perfecto orden.
-Ya estoy.
-¿Ves que los vestidos, los zapatos y todo tienen unas etiquetas de colores y que tienen números?
Me acerqué para verlo.
-Si, lo estoy viendo.
-Pues bien. Vamos a formar tú y yo un equipo, Carmen. Tú a partir de ahora me dices al evento que vas a ir o lo que vayas a hacer, y yo te voy a enviar unas posibles combinaciones haciendo referencia a los números de las cosas. Es para hacerte la vida mucho más fácil. Eso sí, vas a tener que irme haciendo publicidad. ¿Está hecho?
No creo que fuera tan difícil. No tendría ni que pensar que me ponía. La verdad es que me parecía incluso absurdo como trato, de todas maneras, ¿cómo iba yo a hacerle publicidad?
-Pues claro que sí, si es que así lo quieres.
-Por cierto, ¿Qué tal todo por allí? ¿Ya has conocido a tu compañero de piso? ¡No sabes la envidia que me das a mi y a todos! Yo iría todo el día cachondo por casa.
Entonces miré a David que estaba a mi lado haciéndome fotos con la cámara sin que yo me hubiera dado cuenta.
Entonces me dí cuenta al volverle a mirar, que hasta yo me daba envidia a mi misma.
-Todo bien. Lo otro ya, me lo puedo suponer... ¿tú lo sabías?
-Cariño, también soy el estilista de él… Sigo pensando que es una pena que le gusten más las mujeres que a un tonto un lápiz. Creo que en realidad todos lo sabíamos menos tú, el que ibas a conocer al guaperas de David Mosley. Hubiera pagado por ver tu cara al verle. Clara prefirió que no te dijéramos nada.
Me quedé pensando.
Seguro que si supiera que estaba potando cuando le vi, no hubiera pagado…
¿Cuántas veces me habrá pasado, que halla un secreto a voces y que yo no me entere hasta el último momento?
Mientras los secretos sean así, me darían igual por ahora.
Pero debo de reconocer que las sorpresas nunca me han gustado en exceso.
-Mientras las sorpresas sean así me dan igual.-le dije riéndome a Charles.
-Que graciosa. ¿Qué tal llevas el jet lag?
-Pues no muy bien que se diga. Hoy estoy cansada, a si es que ya saldré mañana. Y te adelanto, va a ser una visita por la ciudad.
-Perfecto. Pues apunta en la libreta que hay en el primer cajón, empezando por la derecha , al lado hay un bolígrafo…
Me acerqué a sacar la libreta. Llamaba un montón la atención, pues era rosa y con pelos.
-Ya la tengo.
Me hizo una lista larga y llena de números en la que aparecían bolso, zapatos, gafas,etc.
Incluso abarcaba el punto que él elegía mi lencería.
Me dijo dónde estaba cada cosa.
Y es que todo, absolutamente todo, llevaba etiquetas de números.
-Pues eso es todo por hoy, Carmen. Un día de esta semana me parece a mí que nos vamos a ver, es posible que el sábado los hermanos Bell celebren una gran fiesta.
-¿Quiénes son los hermanos Bell?
Miré a David el cual seguía haciendo fotos a cosas como mis zapatillas de estar por casa.
David iba a lo suyo, estaba metido totalmente en el rollo de hacer fotos a todo.
-Son dos hermanos diseñadores y organizadores de eventos y fiestas. Muy buenos amigos míos y de David, por lo que creo, y casi te afirmo que estas invitada. Por cierto, te voy a tener que dejar unas cuantas revistas para que te pongas al día.
-Pues si es así, allí nos veremos. Ya me dijo Clara en su lista las que tenía que comprar.
-Me parece bien. Si quieres quedar antes, pues ya sabes cual es mi número. Sería un placer. Bueno Carmen, que lo disfrutes y bienvenida a NewYork City.
-Muchísimas gracias.
-Adiós muñeca.-Dijo poniendo la voz grave.
-Adiós.
Desde luego Charles está hecho todo un personaje, sin duda.
No es solo por su manera de vestir que ya me rompía, sino por su manera de ser.
Miré a David y él seguía haciendo fotos.
No me podía imaginar que pudiera estar yo disfrutando tanto viendo como disfrutaba él. Buscaba el ángulo perfecto, buscaba la sombra, buscaba la luz, y hasta que no lo conseguía no paraba.
Yo me limité a sentarme en un sofá que había en un extremo de la habitación a mirarle. Me parecía curioso que no se sintiera incómodo por mi atenta mirada, pero él seguro que estaba acostumbrado a ser el centro de todas las miradas.
De vez en cuando me miraba y me sonreía.
O incluso me echaba alguna foto.
Yo solo me dedicaba a observarle en silencio. Y porqué no decirlo, yo adoraba ese silencio.
Era un silencio para nada incómodo y agradable. Me había tirado las últimas horas entre tráfico, viaje, dolor de cabeza, dolor de estómago… necesitaba esa tranquilidad, y también necesitaba asimilarlo todo de una vez.
Entonces hizo una última foto y dejó la cámara de fotos en la mesa.
-¿Vas a querer entonces dibujos y palomitas?
-¡OH si!Creo que es lo que mas me apetece del mundo. Un plan totalmente normal y asequible.
Él puso los ojos en blanco a la vez que se mordía el labio de abajo.
Me levanté del sofá y justamente sin esperarmelo para nada el corrió hacia mí y me cogió en brazos.
-¿Qué te pensabas, que se me había olvidado lo de las cosquillas? -me dijo con una sonrisa que tenía los ojos entrecerrados.
Daba miedo con esos ojos tan verdes que dejaban ver perfectamente el tamaño de la pupila, lo que le daba cierto aire de gato.
Me puso de los nervios.
Corazón… Por mucho que te cueste: ¡NO TE ME SALGAS DEL PECHO!
Comienza mi parte favorita :)
Comencemos el CAMBIO...
Y poquito a poco llegaremos a lo RADICAL.
-¿Por qué? Seria el sueño de cualquier chica o por lo menos eso creo.
-Cualquiera no, yo no. Nada de lo que hay ahí es mío.
-¿Cómo que no?
-Pues no.
-¿Eres consciente de lo que estás diciendo? Esta hecho todo a tu medida. Todo pensado para ti. ¿Para quién iba a ser si no?
-Y yo que se para quien, pero es que en realidad me parece ya demasiado.-dije intentando ser lo más clara posible.- Yo no he hecho nada por tu madre como para que haga estas cosas por mí. Yo no le pedí nada de esto. Y no me quiero imaginar la cantidad de dinero que se ha tenido que gastar en comprar toda la ropa que hay ahí dentro…
Yo estaba incluso a punto de salir de mis cabales.
¿Qué era todo aquello?
Para tranquilizarme decidí mirar el suelo y comenzar a contar para no pensar.
- A ver Carmen, tranquila. Mirame.
Entonces le miré.
Me quitó un mechón de pelo que me tapaba la cara.
Creo que eso no me ayuda a tranquilizarme.
-Vamos a ver, razona. Entiendo lo que dices, y es muy admirable y realmente me tienes sorprendido, pero piensa más relajadamente. ¿Ves toda esta cantidad de cosas que tienes en ese armario?-Dijo a la vez que abrió la puerta.
-Si, lo veo.
-Pues mira, Charles y mi madre las han comprado con toda la ilusión del mundo pensando en ti, para que sean tuyas y para que tú las disfrutes. Ellos quieren que cuando tú veas esto te vuelvas loca y te pongas a probarte todas las cosas que ves aquí, porque son para ti y piensan que con esto te van a hacer la mujer más feliz del mundo. ¿Qué piensas decirles, que no te gustan? ¿Qué no te lo mereces? Si ellos te han comprado esto es por que han querido y nadie les ha obligado. No les debes nada. Solo quieren tu felicidad. ¿Ahora lo entiendes? -dijo él totalmente tranquilo.
Puso una de sus manos en mi hombro.
Él tenia toda la razón.
¿Qué iba a decirles?
Oye que esto que hay aquí me parece demasiado y que ya no lo quiero.
-Si, ya lo entiendo. Visto así, si.-dije más tranquila.
-Pues ya está, deja de darle vueltas, ¿vale?
-Gracias por aclararme las ideas, o por lo menos por dejarme verlo desde tu punto de vista.
-No hace falta que me las des. De todas maneras supongo que ya te acostumbrarás a estas “cosas de ricos” con el tiempo. -dijo lo de ricos imitando a un niño pijo y haciendo un movimiento sarasa con la mano.
Me mató de la risa aquel cambio repentino de forma de actuar.
Consiguió hacerme reír.
En realidad podía pensar que David era así, que era un niño rico, pero en realidad no se comportaba como tal.
Me da la sensación que es alguien maduro para su edad.
Sabe mucho más de lo que aparenta o quiere aparentar.
Y por lo que se es alguien que se toma enserio su trabajo y que por lo menos sabe lo que es trabajar y buscarse él solo la vida.
Él no vive de sus padres.
Busqué el bolso con la mirada, justo estaba al lado de David.
-¿Por favor me pasas el móvil que está dentro del bolso?
El me sonrió y buscó en el bolso.
Justo antes sacó la cámara de fotos que también me había regalado Clara y la puso en una mesa que había al lado.
Después sacó el móvil y me lo dio.
Le correspondí con una gran sonrisa en señal de agradecimiento. Busqué el número de Charles.
¿Qué se supone que debería de decirle?
-¡Solo dime que te ha encantado!.-Me dijo nada más descolgar el teléfono con su voz de loca.
-¿Solo encantarme? Me has dejado totalmente alucinada.-Le dije dándole muchisima efusividad.
David me guiñó el ojo para decirme que había quedado creíble.
Yo creía en ese momento que me derretía.
-Desde luego no sabes que ilusión me hace oír eso.
-No se como agradecertelo.
-Pues para empezar dale mil gracias a Clara, eso para empezar, porque te ha conseguido piezas exclusivas de diseñadores exclusivos… Ufff… Solo de pensarlo ¡me pongo cachondo! Pero mira, te voy a explicar que tienes que hacer en ese armario. ¿Estás cerca?
Madre mía… ¿Y este personaje que tengo al otro lado del teléfono?
Charles era totalmente una loca homosexual enamorado de la moda por lo que oigo.
-Si.
-Pues entra dentro.
Volví a entrar en el armario gigante.
Era volverse a quedar sin palabras.
Era luminoso, grande, espacioso, con espejos y con sofá incluido. Todo en perfecto orden.
-Ya estoy.
-¿Ves que los vestidos, los zapatos y todo tienen unas etiquetas de colores y que tienen números?
Me acerqué para verlo.
-Si, lo estoy viendo.
-Pues bien. Vamos a formar tú y yo un equipo, Carmen. Tú a partir de ahora me dices al evento que vas a ir o lo que vayas a hacer, y yo te voy a enviar unas posibles combinaciones haciendo referencia a los números de las cosas. Es para hacerte la vida mucho más fácil. Eso sí, vas a tener que irme haciendo publicidad. ¿Está hecho?
No creo que fuera tan difícil. No tendría ni que pensar que me ponía. La verdad es que me parecía incluso absurdo como trato, de todas maneras, ¿cómo iba yo a hacerle publicidad?
-Pues claro que sí, si es que así lo quieres.
-Por cierto, ¿Qué tal todo por allí? ¿Ya has conocido a tu compañero de piso? ¡No sabes la envidia que me das a mi y a todos! Yo iría todo el día cachondo por casa.
Entonces miré a David que estaba a mi lado haciéndome fotos con la cámara sin que yo me hubiera dado cuenta.
Entonces me dí cuenta al volverle a mirar, que hasta yo me daba envidia a mi misma.
-Todo bien. Lo otro ya, me lo puedo suponer... ¿tú lo sabías?
-Cariño, también soy el estilista de él… Sigo pensando que es una pena que le gusten más las mujeres que a un tonto un lápiz. Creo que en realidad todos lo sabíamos menos tú, el que ibas a conocer al guaperas de David Mosley. Hubiera pagado por ver tu cara al verle. Clara prefirió que no te dijéramos nada.
Me quedé pensando.
Seguro que si supiera que estaba potando cuando le vi, no hubiera pagado…
¿Cuántas veces me habrá pasado, que halla un secreto a voces y que yo no me entere hasta el último momento?
Mientras los secretos sean así, me darían igual por ahora.
Pero debo de reconocer que las sorpresas nunca me han gustado en exceso.
-Mientras las sorpresas sean así me dan igual.-le dije riéndome a Charles.
-Que graciosa. ¿Qué tal llevas el jet lag?
-Pues no muy bien que se diga. Hoy estoy cansada, a si es que ya saldré mañana. Y te adelanto, va a ser una visita por la ciudad.
-Perfecto. Pues apunta en la libreta que hay en el primer cajón, empezando por la derecha , al lado hay un bolígrafo…
Me acerqué a sacar la libreta. Llamaba un montón la atención, pues era rosa y con pelos.
-Ya la tengo.
Me hizo una lista larga y llena de números en la que aparecían bolso, zapatos, gafas,etc.
Incluso abarcaba el punto que él elegía mi lencería.
Me dijo dónde estaba cada cosa.
Y es que todo, absolutamente todo, llevaba etiquetas de números.
-Pues eso es todo por hoy, Carmen. Un día de esta semana me parece a mí que nos vamos a ver, es posible que el sábado los hermanos Bell celebren una gran fiesta.
-¿Quiénes son los hermanos Bell?
Miré a David el cual seguía haciendo fotos a cosas como mis zapatillas de estar por casa.
David iba a lo suyo, estaba metido totalmente en el rollo de hacer fotos a todo.
-Son dos hermanos diseñadores y organizadores de eventos y fiestas. Muy buenos amigos míos y de David, por lo que creo, y casi te afirmo que estas invitada. Por cierto, te voy a tener que dejar unas cuantas revistas para que te pongas al día.
-Pues si es así, allí nos veremos. Ya me dijo Clara en su lista las que tenía que comprar.
-Me parece bien. Si quieres quedar antes, pues ya sabes cual es mi número. Sería un placer. Bueno Carmen, que lo disfrutes y bienvenida a NewYork City.
-Muchísimas gracias.
-Adiós muñeca.-Dijo poniendo la voz grave.
-Adiós.
Desde luego Charles está hecho todo un personaje, sin duda.
No es solo por su manera de vestir que ya me rompía, sino por su manera de ser.
Miré a David y él seguía haciendo fotos.
No me podía imaginar que pudiera estar yo disfrutando tanto viendo como disfrutaba él. Buscaba el ángulo perfecto, buscaba la sombra, buscaba la luz, y hasta que no lo conseguía no paraba.
Yo me limité a sentarme en un sofá que había en un extremo de la habitación a mirarle. Me parecía curioso que no se sintiera incómodo por mi atenta mirada, pero él seguro que estaba acostumbrado a ser el centro de todas las miradas.
De vez en cuando me miraba y me sonreía.
O incluso me echaba alguna foto.
Yo solo me dedicaba a observarle en silencio. Y porqué no decirlo, yo adoraba ese silencio.
Era un silencio para nada incómodo y agradable. Me había tirado las últimas horas entre tráfico, viaje, dolor de cabeza, dolor de estómago… necesitaba esa tranquilidad, y también necesitaba asimilarlo todo de una vez.
Entonces hizo una última foto y dejó la cámara de fotos en la mesa.
-¿Vas a querer entonces dibujos y palomitas?
-¡OH si!Creo que es lo que mas me apetece del mundo. Un plan totalmente normal y asequible.
Él puso los ojos en blanco a la vez que se mordía el labio de abajo.
Me levanté del sofá y justamente sin esperarmelo para nada el corrió hacia mí y me cogió en brazos.
-¿Qué te pensabas, que se me había olvidado lo de las cosquillas? -me dijo con una sonrisa que tenía los ojos entrecerrados.
Daba miedo con esos ojos tan verdes que dejaban ver perfectamente el tamaño de la pupila, lo que le daba cierto aire de gato.
Me puso de los nervios.
Corazón… Por mucho que te cueste: ¡NO TE ME SALGAS DEL PECHO!
Comienza mi parte favorita :)
Comencemos el CAMBIO...
Y poquito a poco llegaremos a lo RADICAL.
domingo, 12 de septiembre de 2010
59. ¿Quiero parecer algo que no soy?
-Si crees que meter la pata es un poder entonces soy una superheroína.
- ¿Te puedo ofrecer un plan… a cambio de los embutidos?
¿Me habla de los embutidos de mi maleta?
Justo cuando me preguntó eso yo estaba dando un sorbo de agua y al reírme casi se me sale por la nariz.
Por suerte volví a mi ser.
¡Joder! ¿Cuándo pienso parar? A este paso…
-Lo siento por asustarte todo el tiempo. Claro que si, los embutidos son tuyos.
-Pues entonces palomitas y dibujos animados… Si te gustan claro.
Me miraba casi suplicando que me gustaran.
-¿Estas de coña? ¡Adoro los dibujos animados!
-Es que siempre quiero verlos y nunca tengo tiempo de estar en casa.
Su rostro estaba iluminado de felicidad.
Parecía como si le acabaran de hacer el mejor de los regalos.
Eso consiguió enternecerme un poco. ¿Tanto significaría para él?
Me parecía mentira, yo si tuviera esta casa tendría claro que el mundo tendría que venir a mí y no yo al mundo, es decir, que no me sacarían de aquí ni con agua caliente.
-¿Es complicado ser tú?- le dije con voz muy bajita.
Me comía la curiosidad pero no quería que se sintiera incómodo.
Entonces se quedó pensativo mirando el suelo.
-Quizás más de lo que parece. Me paso todo el día viajando, de hotel en hotel, de promociones, de sesiones fotográficas, de fiestas, de citas, haciendo castings, desfiles, deporte, colaboraciones… Llevo varios años sin parar y creo que ya es hora de tomarme un descanso. Tampoco tengo mucho tiempo para ver a mi familia ni a mis amigos de siempre.-Me miró a los ojos.- Me parece curioso que no me hayas preguntado nada de mi trabajo… Creo que es la primera persona que conozco que intenta evitar el tema. Me reconociste al verme, ¿no?
En ese momento yo creía que me iba a atragantar con el último bocado.
Yo que huyo de mi casa y él que está deseando volver. Para que luego digan que en este mundo no hay de todo.
-Sería difícil no haberte reconocido, estás en todos lados. No eres dios, pero si abro una revista, cualquiera, seguro que apareces. Si pongo la televisión quizás estas anunciando una colonia o cosas por el estilo… Hay muchas más cosas de las que se pueden hablar aparte del trabajo. ¿No decías que estabas de vacaciones? Lo mejor será no pensar en él.
Entonces empezó a sonar el móvil de él.
Primero miró la pantalla y puso cara de fastidio. No lo cogió, le colgó.
Yo le miré con cara de desconcierto, pero no me dijo nada.
Pasaron tres segundos y volvieron a llamar.
Él ya soltó una sonrisita de incrédulo y apagó el móvil.
Y es aquí cuando yo ya me empiezo a comer el tarro... ¿Será la modelo la que le está llamando? ¿Por muy amable que él esté siendo conmigo, será él un cabrón? ¿Estará él actuando conmigo?
Entonces el me miró como si no hubiera pasado nada.
-Me gusta tu actitud…¿Mi madre no te había dicho nada o si?
-Nada de nada. Y ya hablé con ella antes de que debería haberlo dicho.
-Qué raro… Yo creí que si lo sabias porque mi madre habla de mi por ahí. Seguro que si no te lo dijo sería por algo… Ya has terminado, ¿Vamos a tu habitación y hacemos el intercambio? -Dijo mientras se levantaba.
-Vale, pero espérate que voy a recoger esto.
De repente entró en la cocina Margarita casi corriendo.
¿De dónde coño ha salido esta mujer?
-Ni se le ocurra, usted es una señorita y esa labor es mía.- dijo riñéndome.
-Pero si no me cuesta nada…-dije toda cortada.
-Hagan lo que quieran hacer, pero eso lo hago yo.
Me quitó entonces el plato de las manos y comenzó a recoger las cosas.
-Yo que tu haría caso a Margarita, no la querrías ver enfadada… -me dijo David en un susurro a la vez que salíamos de la cocina .
No me lo podía de creer, solo con ese susurro había conseguido ponerme los pelos de punta.
Yo iba siguiendole hasta que llegamos a mi habitación. La cama ya estaba hecha.
Allí estaba la maleta y empecé a sacar todos los embutidos.
-Cualquiera que te abriera la maleta ha tenido que quedarse loco.
-Ya ves, parece que he atracado la charcutería.
-¿Este es el portátil que te regaló mi madre?
-Si.
-Pues déjamelo y te voy apuntando las instrucciones. No tendrás ni idea de los botones que vas a ver por todos lados y así te escribo la dirección de la cocina. Solo si tú quieres…
-Por mí perfecto.
Entonces él cogió el portátil y se puso manos a la obra.
Mientras me acerqué a la ventana a mirar los mini cochecitos amarillos que se veían por todas partes.
Vi mi bolso y al abrirlo encontré algo de lo que no me acordaba: la bolsa de golosinas que Alberto me había comprado para el viaje.
Pasaría mucho tiempo antes de volver a ver una de las bolsas de chucherías del Sánchez Cortés.
Los regalices me sabían a pura victoria.
¿Quién me diría que me acabaría comiendo esta bolsa con estas vistas de la ciudad y teniendo en mi cama nueva a David?
-Oye, ¿has llamado a Charles?-Me dijo David un poco preocupado.
Me puse a pensar… ¿Por qué tenía yo que llamar a Charles? Ese era el estilista amigo de Clara que conocí en Cáceres el día que me corté el pelo.
-¿Y para que tengo que llamarle?-dije sin entender nada.
-No me lo puedo de creer… ¿No has abierto el armario? Tienes ahí ropa, pero para parar un tren.
Me puse a mirar hacia todos los lados.
Pues si ni si quiera se donde está.
A bueno, dentro de la habitación había una de las puertas la cual yo no había abierto. Supongo que será esa.
-¿Qué me dices?¿Cómo que hay ropa para parar un tren?
-Si bueno, incluso me ha traído problemas tu armario… Bueno, o algo así.
-¿Problemas?
No entiendo nada.
-Si, Charles te ha conseguido ropa, vestidos y bolsos exclusivos. Eres su nueva musa. Aquí él es muy conocido y es posible que lo vieras en algunas revistas. La chica que has visto esta mañana, cuando me desperté no estaba en mi habitación y al buscarla la he pillado intentando quitar uno de los bolsos y la he echado de casa. Bueno, ella se llama Jennifer…
Yo me estaba quedando de piedra.
¿Qué por eso la tía me había metido un empujón nada mas verme?
¿Dónde coño me he metido? No estoy acostumbrada a la gente tan materialista y dudo que esa no gane el suficiente dinero como para comprarse cualquier bolso que quiera.
Yo a lo mejor ni si quiera era la persona indicada para lucir los modelos que estan ahí dentro como se merecen.
O quizás otras lo aprecien más.
Yo me conformo con unas Vans y unos cuantos vaqueros.
No me gusta eso de ser ostentosa.
No me gusta ir llamando la atención.
-¿Enserio que no piensas abrir el armario? Se te ve incluso asustada. No hay dentro ningún monstruo, no te preocupes. -dijo el con una sonrisa burlona.
Entonces supongo que fue por hacerme la valiente y por gran curiosidad fui directa al armario.
Bueno, mas bien lo tendría que acabar abriendo tarde o temprano.
Torcí el picaporte y fui abriendo la puerta poco a poco.
Metí entonces un grito ahogado.
¿Qué era eso?
Asomé la cabeza.
Era como tres veces el armario de Clara.
Enserio, es como un armario de cinco personas.
Zapatos y más zapatos a un lado.
Abrigos a otro.
Vestidos a otro.
Estantería de sombreros.
Tenía un expositor de gafas de sol y muchas mas cosas.
Me di la vuelta y cerré eso de un portazo.
Si, eso.
Eso que cualquiera hubiera deseado. Lo cerré de un golpe.
Entonces David se levantó enseguida y se puso a mi lado.
Me apartó delicadamente de la puerta y abrió. Volvió a cerrarlo con delicadeza.
-¿Qué le pasa?
-Nada.-Dije con la voz entrecortada.
-¿No te gusta?-Dijo el con cara de desconcierto total.
-No, si ,sí me gusta…
-¿Entonces? ¿No vas a entrar ahí como una loca y probártelo todo como haría cualquier chica?.
Él estaba totalmente desconcertado.
Era como si yo en vez de ser una chica yo fuera un extraterrestre, una friki o peor.
Y es que es verdad, pero es que estoy como en shock.
Todo esta siendo como demasiado para mí.
Una de las cosas que mas te definen la personalidad, es la ropa o la imagen.
¿Sería la misma después de ponerme todas esas cosas cosas?
¿O me acabaría volviendo como una Paris Hilton?
Sería mi peor pesadilla…
Encima, nada de las cosas que hay aquí son mías.
Aunque no lo parezca, es una responsabilidad muy grande estar a la altura de lo que los demas esperan de ti.
En estos momentos es incluso aun peor, porque Clara me ha dado la oportunidad de venir aquí, pero en realidad no tengo ni la menor idea de lo que ella está esperando de mí.
Ella me dijo que me quería dar una oportunidad... ¿Enserio me merezco esta gran oportunidad?
Tanto que: ¿Incluso llegaré a parecer algo que no soy?
- ¿Te puedo ofrecer un plan… a cambio de los embutidos?
¿Me habla de los embutidos de mi maleta?
Justo cuando me preguntó eso yo estaba dando un sorbo de agua y al reírme casi se me sale por la nariz.
Por suerte volví a mi ser.
¡Joder! ¿Cuándo pienso parar? A este paso…
-Lo siento por asustarte todo el tiempo. Claro que si, los embutidos son tuyos.
-Pues entonces palomitas y dibujos animados… Si te gustan claro.
Me miraba casi suplicando que me gustaran.
-¿Estas de coña? ¡Adoro los dibujos animados!
-Es que siempre quiero verlos y nunca tengo tiempo de estar en casa.
Su rostro estaba iluminado de felicidad.
Parecía como si le acabaran de hacer el mejor de los regalos.
Eso consiguió enternecerme un poco. ¿Tanto significaría para él?
Me parecía mentira, yo si tuviera esta casa tendría claro que el mundo tendría que venir a mí y no yo al mundo, es decir, que no me sacarían de aquí ni con agua caliente.
-¿Es complicado ser tú?- le dije con voz muy bajita.
Me comía la curiosidad pero no quería que se sintiera incómodo.
Entonces se quedó pensativo mirando el suelo.
-Quizás más de lo que parece. Me paso todo el día viajando, de hotel en hotel, de promociones, de sesiones fotográficas, de fiestas, de citas, haciendo castings, desfiles, deporte, colaboraciones… Llevo varios años sin parar y creo que ya es hora de tomarme un descanso. Tampoco tengo mucho tiempo para ver a mi familia ni a mis amigos de siempre.-Me miró a los ojos.- Me parece curioso que no me hayas preguntado nada de mi trabajo… Creo que es la primera persona que conozco que intenta evitar el tema. Me reconociste al verme, ¿no?
En ese momento yo creía que me iba a atragantar con el último bocado.
Yo que huyo de mi casa y él que está deseando volver. Para que luego digan que en este mundo no hay de todo.
-Sería difícil no haberte reconocido, estás en todos lados. No eres dios, pero si abro una revista, cualquiera, seguro que apareces. Si pongo la televisión quizás estas anunciando una colonia o cosas por el estilo… Hay muchas más cosas de las que se pueden hablar aparte del trabajo. ¿No decías que estabas de vacaciones? Lo mejor será no pensar en él.
Entonces empezó a sonar el móvil de él.
Primero miró la pantalla y puso cara de fastidio. No lo cogió, le colgó.
Yo le miré con cara de desconcierto, pero no me dijo nada.
Pasaron tres segundos y volvieron a llamar.
Él ya soltó una sonrisita de incrédulo y apagó el móvil.
Y es aquí cuando yo ya me empiezo a comer el tarro... ¿Será la modelo la que le está llamando? ¿Por muy amable que él esté siendo conmigo, será él un cabrón? ¿Estará él actuando conmigo?
Entonces el me miró como si no hubiera pasado nada.
-Me gusta tu actitud…¿Mi madre no te había dicho nada o si?
-Nada de nada. Y ya hablé con ella antes de que debería haberlo dicho.
-Qué raro… Yo creí que si lo sabias porque mi madre habla de mi por ahí. Seguro que si no te lo dijo sería por algo… Ya has terminado, ¿Vamos a tu habitación y hacemos el intercambio? -Dijo mientras se levantaba.
-Vale, pero espérate que voy a recoger esto.
De repente entró en la cocina Margarita casi corriendo.
¿De dónde coño ha salido esta mujer?
-Ni se le ocurra, usted es una señorita y esa labor es mía.- dijo riñéndome.
-Pero si no me cuesta nada…-dije toda cortada.
-Hagan lo que quieran hacer, pero eso lo hago yo.
Me quitó entonces el plato de las manos y comenzó a recoger las cosas.
-Yo que tu haría caso a Margarita, no la querrías ver enfadada… -me dijo David en un susurro a la vez que salíamos de la cocina .
No me lo podía de creer, solo con ese susurro había conseguido ponerme los pelos de punta.
Yo iba siguiendole hasta que llegamos a mi habitación. La cama ya estaba hecha.
Allí estaba la maleta y empecé a sacar todos los embutidos.
-Cualquiera que te abriera la maleta ha tenido que quedarse loco.
-Ya ves, parece que he atracado la charcutería.
-¿Este es el portátil que te regaló mi madre?
-Si.
-Pues déjamelo y te voy apuntando las instrucciones. No tendrás ni idea de los botones que vas a ver por todos lados y así te escribo la dirección de la cocina. Solo si tú quieres…
-Por mí perfecto.
Entonces él cogió el portátil y se puso manos a la obra.
Mientras me acerqué a la ventana a mirar los mini cochecitos amarillos que se veían por todas partes.
Vi mi bolso y al abrirlo encontré algo de lo que no me acordaba: la bolsa de golosinas que Alberto me había comprado para el viaje.
Pasaría mucho tiempo antes de volver a ver una de las bolsas de chucherías del Sánchez Cortés.
Los regalices me sabían a pura victoria.
¿Quién me diría que me acabaría comiendo esta bolsa con estas vistas de la ciudad y teniendo en mi cama nueva a David?
-Oye, ¿has llamado a Charles?-Me dijo David un poco preocupado.
Me puse a pensar… ¿Por qué tenía yo que llamar a Charles? Ese era el estilista amigo de Clara que conocí en Cáceres el día que me corté el pelo.
-¿Y para que tengo que llamarle?-dije sin entender nada.
-No me lo puedo de creer… ¿No has abierto el armario? Tienes ahí ropa, pero para parar un tren.
Me puse a mirar hacia todos los lados.
Pues si ni si quiera se donde está.
A bueno, dentro de la habitación había una de las puertas la cual yo no había abierto. Supongo que será esa.
-¿Qué me dices?¿Cómo que hay ropa para parar un tren?
-Si bueno, incluso me ha traído problemas tu armario… Bueno, o algo así.
-¿Problemas?
No entiendo nada.
-Si, Charles te ha conseguido ropa, vestidos y bolsos exclusivos. Eres su nueva musa. Aquí él es muy conocido y es posible que lo vieras en algunas revistas. La chica que has visto esta mañana, cuando me desperté no estaba en mi habitación y al buscarla la he pillado intentando quitar uno de los bolsos y la he echado de casa. Bueno, ella se llama Jennifer…
Yo me estaba quedando de piedra.
¿Qué por eso la tía me había metido un empujón nada mas verme?
¿Dónde coño me he metido? No estoy acostumbrada a la gente tan materialista y dudo que esa no gane el suficiente dinero como para comprarse cualquier bolso que quiera.
Yo a lo mejor ni si quiera era la persona indicada para lucir los modelos que estan ahí dentro como se merecen.
O quizás otras lo aprecien más.
Yo me conformo con unas Vans y unos cuantos vaqueros.
No me gusta eso de ser ostentosa.
No me gusta ir llamando la atención.
-¿Enserio que no piensas abrir el armario? Se te ve incluso asustada. No hay dentro ningún monstruo, no te preocupes. -dijo el con una sonrisa burlona.
Entonces supongo que fue por hacerme la valiente y por gran curiosidad fui directa al armario.
Bueno, mas bien lo tendría que acabar abriendo tarde o temprano.
Torcí el picaporte y fui abriendo la puerta poco a poco.
Metí entonces un grito ahogado.
¿Qué era eso?
Asomé la cabeza.
Era como tres veces el armario de Clara.
Enserio, es como un armario de cinco personas.
Zapatos y más zapatos a un lado.
Abrigos a otro.
Vestidos a otro.
Estantería de sombreros.
Tenía un expositor de gafas de sol y muchas mas cosas.
Me di la vuelta y cerré eso de un portazo.
Si, eso.
Eso que cualquiera hubiera deseado. Lo cerré de un golpe.
Entonces David se levantó enseguida y se puso a mi lado.
Me apartó delicadamente de la puerta y abrió. Volvió a cerrarlo con delicadeza.
-¿Qué le pasa?
-Nada.-Dije con la voz entrecortada.
-¿No te gusta?-Dijo el con cara de desconcierto total.
-No, si ,sí me gusta…
-¿Entonces? ¿No vas a entrar ahí como una loca y probártelo todo como haría cualquier chica?.
Él estaba totalmente desconcertado.
Era como si yo en vez de ser una chica yo fuera un extraterrestre, una friki o peor.
Y es que es verdad, pero es que estoy como en shock.
Todo esta siendo como demasiado para mí.
Una de las cosas que mas te definen la personalidad, es la ropa o la imagen.
¿Sería la misma después de ponerme todas esas cosas cosas?
¿O me acabaría volviendo como una Paris Hilton?
Sería mi peor pesadilla…
Encima, nada de las cosas que hay aquí son mías.
Aunque no lo parezca, es una responsabilidad muy grande estar a la altura de lo que los demas esperan de ti.
En estos momentos es incluso aun peor, porque Clara me ha dado la oportunidad de venir aquí, pero en realidad no tengo ni la menor idea de lo que ella está esperando de mí.
Ella me dijo que me quería dar una oportunidad... ¿Enserio me merezco esta gran oportunidad?
Tanto que: ¿Incluso llegaré a parecer algo que no soy?
viernes, 10 de septiembre de 2010
DÉJAME QUE TE CUENTE...
Hay días en los que te apetece escribir y otros días en los que te apetece leer, y que grata fue mi sorpresa cuando encontré este libro del escritor Jorge Bucay.
Al principio no me convencía mucho la idea eso de que el libro estuviera lleno de cuentos, pero enseguida vi que eso era una tontería.
Me encanta la manera que tiene de enseñar a Damián, su psicoanalista Jorge, con esos cuentos que podrían entender niños pero dirigidas a adultos.
Eso me hizo recordar el método de las parábolas que utilizaba Jesús con sus apóstoles.
Si, he estado en un colegio de monjas... xD
Os lo recomiendo porque a mí me está ayudando mucho a ver las cosas más claras,
y eso nunca viene mal.
Que tengáis un buen día :)
miércoles, 8 de septiembre de 2010
58. ¿Quieres dejar de liarla?... ¡NUNCA!
Mi corazón se puso a latir a mil por hora.
Me pegué un buen susto.
Él había parado en seco antes de hacerme cosquillas.
Yo seguía tumbada y él de rodillas.
Se giró hacia la puerta.
Parecía debatirse en conseguir la venganza de cosquillas o abrir la puerta.
Impresionante…
Sus ojos verdes eran iguales a los de su madre, preciosos como dos piedras preciosas.
Me miró.
Sus pupilas se dilataban.
El silencio fue absoluto.
No nos movíamos. No hablábamos.
Había algo en el ambiente.
Una sensación inexplicable…
Era algo mágico que consiguió alejarme de todo.
No era algo parecido a nada que conociera, solo sabía que estaba ahí y que no habría palabras ni para explicarme a mi misma que estaba pasando.
-Señor David, ya está tienen aquí la comida. - dijo una voz de mujer detrás de la puerta.
Entonces él hizo un gesto de fastidio. Se levantó para abrir la puerta.
Yo solo intentaba aterrizar.
¿Qué fue eso?
-¿Cuántas veces te he dicho que no me llames señor? Muchas gracias, Margarita. Ahora bajamos.
Yo estaba en la cama, por lo que no llegué a ver de quien se trataba.
-Lo siento David, es la costumbre.
Yo mientras me fui levantando de la cama.
Entonces le miré y vi que me estaba haciendo un gesto con la mano para que me acercara a la puerta.
Al acercarme vi como allí en la puerta estaba la misma señora mejicana que antes me había traído la tila.
-Carmen, esta es Margarita Sánchez.
-Señorita, estoy aquí para atenderla en todo lo que usted necesite. Es todo un placer conocerla. Clara me habló muy bien de usted.- me dijo con una gran sonrisa.
Ella me extendió la mano.
Parecía tan agradable y familiar.
Su vocecita con acento era muy adorable.
Me recordó mucho la mujer de mi tío.
No tenía ni idea de que decirle a esta mujercita tan graciosa.
Yo no estaba acostumbrada en casa a que las tareas del hogar las hiciera otro por mí.
Nunca tuve ese privilegio.
- El placer es mío.-le dije a la vez que le estrechaba la mano.
- Dense prisa o se enfriará. -Nos dijo a la vez que nos hacía un gesto para que nos marcháramos..
-Sígueme Carmen. He sido tan vago que ni si quiera te he enseñado la casa… Bueno, mejor te voy diciendo por encima de camino a la cocina. Es grande y nos llevaría un rato. Aquí en la parte de arriba hay cuatro habitaciones, entre ellas la tuya y la mía. Hay también una sauna. Hay un gimnasio y una sala donde mi madre solía pintar. Tenemos una terraza con piscina. En la parte de abajo está la cocina, el salón, la biblioteca, la sala de juegos y otra habitación, que es la de Margarita. Creo que eso es todo, pero no estoy seguro… Hace mucho que no estaba por aquí.
Yo a todo esto, pues flipando.
¿Una sauna? ¿un gimnasio? ¿Cómo?
Él lo decía como si esa casa fuera lo más normal del mundo.
Entonces bajamos las escaleras, pasamos por la sala de juegos y fuimos a lo que era el salón que era grande y espacioso.
No paraba de descubrir a cada paso algo nuevo y fabuloso.
Seguimos por un pasillo y llegamos por fin a la cocina donde estaba puesta la mesa.
Yo intentaba hacerme un mapa mental de todo lo que estaba viendo.
Cuando miré el frigorífico me di cuenta que en la puerta tenía el MSN puesto. Por lo tanto ¡hasta el frigorifico tenía internet¡
No me consigo explicar cómo tenía allí el kebab en tan poco tiempo.
Me iba a sentar a la mesa, pero él se me adelantó para echar hacia atrás la silla para que me sentara.
-Que caballero.
Estaba extrañadísima.
¿Cuánto tiempo hace que un chico no me coloca la silla para sentarme?
Creo que nunca.
Hubo un tiempo en el que creía que eso solo ocurría en las películas.
-Los modales son los modales. ¿Qué vas a querer beber?
-Agua.
Margarita pidió permiso para retirarse.
Aquello me parecía de telenovela.
-¿La quieres con sabor?
Yo ya me estaba quedando loca. Y le miré con una ceja levantada.
-Agua normal, sin gas, sin sabor ni color. Por favor.
-Lo que diga la señorita. -dijo él sonriendo a la vez que cogía la botella.
Después de tirarme tanto tiempo sin comer espero que el kebab no me siente mal.
Aquello tenía una pinta…
Si hubiera podido me lo hubiera comido de dos bocados.
Durante un tiempo solo tuve ojos para el kebab.
Se sentó a mi lado mientras él se comía una bolsa de Doritos, ensimismado en su mundo.
Sé por la cara que esta poniendo que esta preocupado por algo, pero no tiene que ser nada grave, por que enseguida se le pasó.
Entonces el giró la cara y me cató de lleno mirándole.
Yo estaba mordiendo el kebab y no se que pasó que justo en ese momento me atraganté.
Tosí una vez y me recuperé.
Me pregunto si podré alguna vez estar tranquila…
Él enseguida hizo un gesto para darme el agua.
Pero me volvió a entrar una risa estúpida justo cuando estaba bebiendo y lo puse todo perdido.
Él se asustó primero, luego se puso las manos en la cabeza y rió a carcajadas con cara de estar flipando conmigo.
Imposible conocer a alguien tan desastre como yo en estos momentos.
Debe pensar que soy la tía más pava que se ha cruzado nunca.
Solo sabía que él se lo tenía que pasar bien, no paraba de reírse cada vez que me escuchaba reír.
-Bueno, pues tendré que hacerte un interrogatorio para saber si eres de fiar.-Me dijo con los ojos entrecerrados y tratando de parecer serio.
-¿Te parezco acaso peligrosa?-Le dije desconcertada mientras miraba mis zapatillas y se las señalaba.
-Quién sabe… Ahora mismo si que no lo sé. ¿Cuántos años tienes?
-¡Oh, si! Eso te va a ayudar a saber lo peligrosa que soy. -dije sarcásticamente.- Tengo 24 años.
-Pues es un buen dato. Mas sabe el diablo por anciano, que por diablo.
-Una buena respuesta sin duda.
-¿Tienes alergia a algo?
-¿Y eso a que viene?
-Siempre es bueno saberlo.
- A la miel y a algunas frutas. Medicamentos nada.
-¿Tienes alguna afición?
-Demasiadas.
-¿Qué haces en tu tiempo libre?
Hacía mucho tiempo que nadie me lo preguntaba.
-Me gusta el skate, senderismo, dibujar, cantar, tocar la guitarra, bailar, salir de fiesta… Hay cosas que hace mucho que no hago. No era el momento…
En efecto.
Desde que dejé a Alberto no hice ni la mitad de cosas que me gustan.
Ahora me pregunto si he sido una ciega por no intentar hacer allí en Cáceres las cosas que me gustaban y olvidarme de él.
Creo que es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
-Veo que te gustan muchas cosas. Interesante y curioso…
-¿El qué?-Dije volviendo a la conversación.
-Que te guste el skate o el senderismo. A mí también me gusta. Lo que pasa es que ahora… Ya no puedo salir como antes…-Se hizo un silencio corto. Cambió rápido de tema. -¿Es cierto que conociste a mi madre de esa manera tan… no sé, que te golpeó el coche?
Con eso descubrí que a David no le gustaba del todo ser famoso y que prefería no hablar del tema. Siempre cambiaría rápido el tema.
-Si, y no veas la cara que se me quedó cuando vi quien me lo había golpeado… Tu madre es como si tuviera un aura y una chispa a su alrededor que hace que se diferencie del resto. Es preciosa.
- Pues tiene que tener buenas expectativas de ti. Ella no hubiera traído a casa a cualquiera. Aún me pregunto que es eso tan especial que dice que tienes…
-Desde luego me considero muy afortunada. No se que espera de mí, no tengo ninguna cualidad especial ni soy especial. Por desgracia tampoco tengo super poderes ni nada que se le parezca.
Me miró con una gran sonrisa que me decía que no me creía.
Me pegué un buen susto.
Él había parado en seco antes de hacerme cosquillas.
Yo seguía tumbada y él de rodillas.
Se giró hacia la puerta.
Parecía debatirse en conseguir la venganza de cosquillas o abrir la puerta.
Impresionante…
Sus ojos verdes eran iguales a los de su madre, preciosos como dos piedras preciosas.
Me miró.
Sus pupilas se dilataban.
El silencio fue absoluto.
No nos movíamos. No hablábamos.
Había algo en el ambiente.
Una sensación inexplicable…
Era algo mágico que consiguió alejarme de todo.
No era algo parecido a nada que conociera, solo sabía que estaba ahí y que no habría palabras ni para explicarme a mi misma que estaba pasando.
-Señor David, ya está tienen aquí la comida. - dijo una voz de mujer detrás de la puerta.
Entonces él hizo un gesto de fastidio. Se levantó para abrir la puerta.
Yo solo intentaba aterrizar.
¿Qué fue eso?
-¿Cuántas veces te he dicho que no me llames señor? Muchas gracias, Margarita. Ahora bajamos.
Yo estaba en la cama, por lo que no llegué a ver de quien se trataba.
-Lo siento David, es la costumbre.
Yo mientras me fui levantando de la cama.
Entonces le miré y vi que me estaba haciendo un gesto con la mano para que me acercara a la puerta.
Al acercarme vi como allí en la puerta estaba la misma señora mejicana que antes me había traído la tila.
-Carmen, esta es Margarita Sánchez.
-Señorita, estoy aquí para atenderla en todo lo que usted necesite. Es todo un placer conocerla. Clara me habló muy bien de usted.- me dijo con una gran sonrisa.
Ella me extendió la mano.
Parecía tan agradable y familiar.
Su vocecita con acento era muy adorable.
Me recordó mucho la mujer de mi tío.
No tenía ni idea de que decirle a esta mujercita tan graciosa.
Yo no estaba acostumbrada en casa a que las tareas del hogar las hiciera otro por mí.
Nunca tuve ese privilegio.
- El placer es mío.-le dije a la vez que le estrechaba la mano.
- Dense prisa o se enfriará. -Nos dijo a la vez que nos hacía un gesto para que nos marcháramos..
-Sígueme Carmen. He sido tan vago que ni si quiera te he enseñado la casa… Bueno, mejor te voy diciendo por encima de camino a la cocina. Es grande y nos llevaría un rato. Aquí en la parte de arriba hay cuatro habitaciones, entre ellas la tuya y la mía. Hay también una sauna. Hay un gimnasio y una sala donde mi madre solía pintar. Tenemos una terraza con piscina. En la parte de abajo está la cocina, el salón, la biblioteca, la sala de juegos y otra habitación, que es la de Margarita. Creo que eso es todo, pero no estoy seguro… Hace mucho que no estaba por aquí.
Yo a todo esto, pues flipando.
¿Una sauna? ¿un gimnasio? ¿Cómo?
Él lo decía como si esa casa fuera lo más normal del mundo.
Entonces bajamos las escaleras, pasamos por la sala de juegos y fuimos a lo que era el salón que era grande y espacioso.
No paraba de descubrir a cada paso algo nuevo y fabuloso.
Seguimos por un pasillo y llegamos por fin a la cocina donde estaba puesta la mesa.
Yo intentaba hacerme un mapa mental de todo lo que estaba viendo.
Cuando miré el frigorífico me di cuenta que en la puerta tenía el MSN puesto. Por lo tanto ¡hasta el frigorifico tenía internet¡
No me consigo explicar cómo tenía allí el kebab en tan poco tiempo.
Me iba a sentar a la mesa, pero él se me adelantó para echar hacia atrás la silla para que me sentara.
-Que caballero.
Estaba extrañadísima.
¿Cuánto tiempo hace que un chico no me coloca la silla para sentarme?
Creo que nunca.
Hubo un tiempo en el que creía que eso solo ocurría en las películas.
-Los modales son los modales. ¿Qué vas a querer beber?
-Agua.
Margarita pidió permiso para retirarse.
Aquello me parecía de telenovela.
-¿La quieres con sabor?
Yo ya me estaba quedando loca. Y le miré con una ceja levantada.
-Agua normal, sin gas, sin sabor ni color. Por favor.
-Lo que diga la señorita. -dijo él sonriendo a la vez que cogía la botella.
Después de tirarme tanto tiempo sin comer espero que el kebab no me siente mal.
Aquello tenía una pinta…
Si hubiera podido me lo hubiera comido de dos bocados.
Durante un tiempo solo tuve ojos para el kebab.
Se sentó a mi lado mientras él se comía una bolsa de Doritos, ensimismado en su mundo.
Sé por la cara que esta poniendo que esta preocupado por algo, pero no tiene que ser nada grave, por que enseguida se le pasó.
Entonces el giró la cara y me cató de lleno mirándole.
Yo estaba mordiendo el kebab y no se que pasó que justo en ese momento me atraganté.
Tosí una vez y me recuperé.
Me pregunto si podré alguna vez estar tranquila…
Él enseguida hizo un gesto para darme el agua.
Pero me volvió a entrar una risa estúpida justo cuando estaba bebiendo y lo puse todo perdido.
Él se asustó primero, luego se puso las manos en la cabeza y rió a carcajadas con cara de estar flipando conmigo.
Imposible conocer a alguien tan desastre como yo en estos momentos.
Debe pensar que soy la tía más pava que se ha cruzado nunca.
Solo sabía que él se lo tenía que pasar bien, no paraba de reírse cada vez que me escuchaba reír.
-Bueno, pues tendré que hacerte un interrogatorio para saber si eres de fiar.-Me dijo con los ojos entrecerrados y tratando de parecer serio.
-¿Te parezco acaso peligrosa?-Le dije desconcertada mientras miraba mis zapatillas y se las señalaba.
-Quién sabe… Ahora mismo si que no lo sé. ¿Cuántos años tienes?
-¡Oh, si! Eso te va a ayudar a saber lo peligrosa que soy. -dije sarcásticamente.- Tengo 24 años.
-Pues es un buen dato. Mas sabe el diablo por anciano, que por diablo.
-Una buena respuesta sin duda.
-¿Tienes alergia a algo?
-¿Y eso a que viene?
-Siempre es bueno saberlo.
- A la miel y a algunas frutas. Medicamentos nada.
-¿Tienes alguna afición?
-Demasiadas.
-¿Qué haces en tu tiempo libre?
Hacía mucho tiempo que nadie me lo preguntaba.
-Me gusta el skate, senderismo, dibujar, cantar, tocar la guitarra, bailar, salir de fiesta… Hay cosas que hace mucho que no hago. No era el momento…
En efecto.
Desde que dejé a Alberto no hice ni la mitad de cosas que me gustan.
Ahora me pregunto si he sido una ciega por no intentar hacer allí en Cáceres las cosas que me gustaban y olvidarme de él.
Creo que es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
-Veo que te gustan muchas cosas. Interesante y curioso…
-¿El qué?-Dije volviendo a la conversación.
-Que te guste el skate o el senderismo. A mí también me gusta. Lo que pasa es que ahora… Ya no puedo salir como antes…-Se hizo un silencio corto. Cambió rápido de tema. -¿Es cierto que conociste a mi madre de esa manera tan… no sé, que te golpeó el coche?
Con eso descubrí que a David no le gustaba del todo ser famoso y que prefería no hablar del tema. Siempre cambiaría rápido el tema.
-Si, y no veas la cara que se me quedó cuando vi quien me lo había golpeado… Tu madre es como si tuviera un aura y una chispa a su alrededor que hace que se diferencie del resto. Es preciosa.
- Pues tiene que tener buenas expectativas de ti. Ella no hubiera traído a casa a cualquiera. Aún me pregunto que es eso tan especial que dice que tienes…
-Desde luego me considero muy afortunada. No se que espera de mí, no tengo ninguna cualidad especial ni soy especial. Por desgracia tampoco tengo super poderes ni nada que se le parezca.
Me miró con una gran sonrisa que me decía que no me creía.
domingo, 5 de septiembre de 2010
viernes, 3 de septiembre de 2010
57. Fotos que nunca deberían salir a la luz.
Lo mejor será no darle más vueltas.
¿Cómo es eso de que escriba lo que quiere y lo tenga?
Creo que eso no pasaba ni en mis mejores sueños.
Como mucho podía aspirar a convencer a Alberto para que él cocinara por mí.
A él le encantaba cocinar para mí.
Para mí era una de sus grandes virtudes.
Cuando lo dejamos la cocina también me recordaba a él. Esa podía ser una de las razones por las que perdí peso.
Todo era tan difícil cuando todo me recordaba a él…
Ahora esas cosas me parecían una tontería. No me podía creer que por un chico hubiera dejado de quererme a mí misma de tal manera.
Desde que descubrí que mis huevos fritos parecían de todo menos huevos fritos, no me gusta nada cocinar.
No era un secreto para nadie.
El aceite y yo nunca nos habíamos llevado bien.
Pero si hay que hacerlo, pues lo hago.
Por lo menos lo intento.
¿Qué clase de privilegio era aquel que tenía David?
Lo que está pasando es que no soy consciente aun de donde me he metido.
¿Es normal que yo esté aquí tan tranquila con un completo desconocido en pijama?
Y no en un pijama cualquiera…
Lo de haber vomitado delante de él no debería de ser una excusa para descuidar mi imagen.
Es lo que hay.
Ya no me iba a dar la vuelta.
Me quedaría aquí disfrutando de las vistas.
Las vistas que hay desde su habitación y las vistas que el mismo David Mosley me proporcionaba con su presencia.
Creo que incluso voy a tener que evitar mirarlo de vez en cuando para que no se me caiga la baba o me monte paranoias en la cabeza.
-Carmen, ¿Estás bien? -Dijo a la vez que me daba un golpecito en el hombro haciendo que me girara hacia él.
Había estado tan en mi mundo que no me había dado cuenta que él se encontraba detrás de mí.
Metí un pequeño brinco.
Y me percaté que los pelos del brazo se habían puesto de punta.
No era por él, si no por las expectativas que creaban todo este mundo nuevo para mí en mi cabeza.
-Sí, perfectamente. –dije yo tratando de no parecer sorprendida.
Él me dirigió una sonrisa y volvió al escritorio a coger el ordenador.
Esa sonrisa guardaba algo detrás.
Este chico no pararía de sorprenderme.
-La verdad es que me hubiera costado reconocerte aunque supiera que venías, pues mira las fotos que me había enviado mi madre. -dijo con una sonrisa de oreja a oreja. - Decía que no tenía otras en las que salieras tú.
Mientras él buscaba yo me temía lo peor.
¿Fotos? ¿Qué fotos?
Entonces él giró el ordenador y vi la foto.
Contuve el grito.
Mi cara debería ser un poema.
Creo que matar a Clara es poco, aunque ella no salía mucho mas favorecida que yo en la foto.
Era una foto de ella y yo, las dos con las guitarras del guitar hero.
Yo con la peluca de espinete rosa, un gorro de mejicana y casi en ropa interior.
Ella salía con la peluca a lo afro y medio vestida de troglodita.
No me acordaba bien de eso, pero sabía que nos habíamos cambiado varias veces de disfraz…
Después pasó a la siguiente foto sin dejarme tiempo para asimilar la anterior.
Jorge y yo.
Él vestido de Elvis con las tetas de plástico por fuera y yo detrás de la mesa del salón, llena de vasos de cócteles vacíos. Me fijé que yo tenía un chupito en la mano.
Mi indumentaria.
Poco más y me quedaría al nivel de Amy Winehouse.
Entonces detenidamente y muy lentamente levanté la cabeza para mirar a David.
Él ya se estaba riendo al ver mis caras al ver las fotos.
-Es que así no me reconocerían ni los del FBI. Pero enserio, ¿tu madre quiere dejar mi imagen por el suelo o qué? ¿Esa es la primera foto que has visto de mí?
Otra vez él riéndose sin parar.
-¿Qué te da vergüenza? ¡Me has vomitado y me has pegado!-dijo bromeando.
-¡No sé! Te acabo de conocer y lo primero que tu madre te enseña de mí son esas fotos. Y encima me ves y llego vomitando… Ay… ¡Tierra trágame!
Me llevé las manos a la cara. No me lo podía creer.
Intentaba contener el enfado que se iba acumulando en mi interior.
-Cuando has llegado tampoco me has enseñado tus mejores galas y que estas tonterías no te den vergüenza.…-dijo acercándose a mí para intentar tranquilizarme.- De hecho, el gorro de mejicana tampoco te queda tan mal…
Empezó a reírse otra vez a carcajadas.
Será cabrón…
Entonces ya me dio igual todo.
Vergüenza ninguna.
Cogí el ordenador lo aparté a un lado y me dispuse a hacerle un ataque masivo de cosquillas, ya que no me podía defender a ostia limpia. Hubiera sido patético.
Él no paraba de reírse de mí y de mi vergüenza.
Me abalancé a él.
Él ni se lo esperó y por mas que él intentaba evitarme era incapaz.
Por suerte tenía cosquillas.
Intentó salir a correr pero no pudo.
Cuando ya vi que consiguió cogerme de la mano para que parara, yo decidí salir a correr.
Conseguí escapar.
-¿Con que te crees que vas a salir ilesa de todo este asunto, eh?- me dijo mientras salía a correr detrás de mí.
La habitación era muy grande, pero no había muchos sitios donde esconderse.
Miré a mi alrededor mientras iba corriendo directa a la puerta, a la vez que pegaba mini gritos imitando a las de las películas en una película de terror cutre, entonces fue cuando el vió mis intenciones de salir.
Corrió, pego un salto y en un tiempo record llegó a la puerta antes que yo.
Me paré en seco.
¿Cómo cojones había hecho eso?
No tenía tiempo para pensarlo.
Solo se que lo hizo justo antes de que yo consiguiera llegar al picaporte de la puerta.
Aprovechó mi aturdimiento y me cogió en brazos.
No podía huir.
Y me lanzó a la cama.
Yo le tiraba los cojines que veía.
Sin duda era muy divertido.
Justo en el momento que veo que se va abalanzar a mí para hacerme más cosquillas.
TOC, TOC, TOC…
Dedicado a los que leen Carmen cambio radical y a los que me animan a que siga.
Gracias.
¿Cómo es eso de que escriba lo que quiere y lo tenga?
Creo que eso no pasaba ni en mis mejores sueños.
Como mucho podía aspirar a convencer a Alberto para que él cocinara por mí.
A él le encantaba cocinar para mí.
Para mí era una de sus grandes virtudes.
Cuando lo dejamos la cocina también me recordaba a él. Esa podía ser una de las razones por las que perdí peso.
Todo era tan difícil cuando todo me recordaba a él…
Ahora esas cosas me parecían una tontería. No me podía creer que por un chico hubiera dejado de quererme a mí misma de tal manera.
Desde que descubrí que mis huevos fritos parecían de todo menos huevos fritos, no me gusta nada cocinar.
No era un secreto para nadie.
El aceite y yo nunca nos habíamos llevado bien.
Pero si hay que hacerlo, pues lo hago.
Por lo menos lo intento.
¿Qué clase de privilegio era aquel que tenía David?
Lo que está pasando es que no soy consciente aun de donde me he metido.
¿Es normal que yo esté aquí tan tranquila con un completo desconocido en pijama?
Y no en un pijama cualquiera…
Lo de haber vomitado delante de él no debería de ser una excusa para descuidar mi imagen.
Es lo que hay.
Ya no me iba a dar la vuelta.
Me quedaría aquí disfrutando de las vistas.
Las vistas que hay desde su habitación y las vistas que el mismo David Mosley me proporcionaba con su presencia.
Creo que incluso voy a tener que evitar mirarlo de vez en cuando para que no se me caiga la baba o me monte paranoias en la cabeza.
-Carmen, ¿Estás bien? -Dijo a la vez que me daba un golpecito en el hombro haciendo que me girara hacia él.
Había estado tan en mi mundo que no me había dado cuenta que él se encontraba detrás de mí.
Metí un pequeño brinco.
Y me percaté que los pelos del brazo se habían puesto de punta.
No era por él, si no por las expectativas que creaban todo este mundo nuevo para mí en mi cabeza.
-Sí, perfectamente. –dije yo tratando de no parecer sorprendida.
Él me dirigió una sonrisa y volvió al escritorio a coger el ordenador.
Esa sonrisa guardaba algo detrás.
Este chico no pararía de sorprenderme.
-La verdad es que me hubiera costado reconocerte aunque supiera que venías, pues mira las fotos que me había enviado mi madre. -dijo con una sonrisa de oreja a oreja. - Decía que no tenía otras en las que salieras tú.
Mientras él buscaba yo me temía lo peor.
¿Fotos? ¿Qué fotos?
Entonces él giró el ordenador y vi la foto.
Contuve el grito.
Mi cara debería ser un poema.
Creo que matar a Clara es poco, aunque ella no salía mucho mas favorecida que yo en la foto.
Era una foto de ella y yo, las dos con las guitarras del guitar hero.
Yo con la peluca de espinete rosa, un gorro de mejicana y casi en ropa interior.
Ella salía con la peluca a lo afro y medio vestida de troglodita.
No me acordaba bien de eso, pero sabía que nos habíamos cambiado varias veces de disfraz…
Después pasó a la siguiente foto sin dejarme tiempo para asimilar la anterior.
Jorge y yo.
Él vestido de Elvis con las tetas de plástico por fuera y yo detrás de la mesa del salón, llena de vasos de cócteles vacíos. Me fijé que yo tenía un chupito en la mano.
Mi indumentaria.
Poco más y me quedaría al nivel de Amy Winehouse.
Entonces detenidamente y muy lentamente levanté la cabeza para mirar a David.
Él ya se estaba riendo al ver mis caras al ver las fotos.
-Es que así no me reconocerían ni los del FBI. Pero enserio, ¿tu madre quiere dejar mi imagen por el suelo o qué? ¿Esa es la primera foto que has visto de mí?
Otra vez él riéndose sin parar.
-¿Qué te da vergüenza? ¡Me has vomitado y me has pegado!-dijo bromeando.
-¡No sé! Te acabo de conocer y lo primero que tu madre te enseña de mí son esas fotos. Y encima me ves y llego vomitando… Ay… ¡Tierra trágame!
Me llevé las manos a la cara. No me lo podía creer.
Intentaba contener el enfado que se iba acumulando en mi interior.
-Cuando has llegado tampoco me has enseñado tus mejores galas y que estas tonterías no te den vergüenza.…-dijo acercándose a mí para intentar tranquilizarme.- De hecho, el gorro de mejicana tampoco te queda tan mal…
Empezó a reírse otra vez a carcajadas.
Será cabrón…
Entonces ya me dio igual todo.
Vergüenza ninguna.
Cogí el ordenador lo aparté a un lado y me dispuse a hacerle un ataque masivo de cosquillas, ya que no me podía defender a ostia limpia. Hubiera sido patético.
Él no paraba de reírse de mí y de mi vergüenza.
Me abalancé a él.
Él ni se lo esperó y por mas que él intentaba evitarme era incapaz.
Por suerte tenía cosquillas.
Intentó salir a correr pero no pudo.
Cuando ya vi que consiguió cogerme de la mano para que parara, yo decidí salir a correr.
Conseguí escapar.
-¿Con que te crees que vas a salir ilesa de todo este asunto, eh?- me dijo mientras salía a correr detrás de mí.
La habitación era muy grande, pero no había muchos sitios donde esconderse.
Miré a mi alrededor mientras iba corriendo directa a la puerta, a la vez que pegaba mini gritos imitando a las de las películas en una película de terror cutre, entonces fue cuando el vió mis intenciones de salir.
Corrió, pego un salto y en un tiempo record llegó a la puerta antes que yo.
Me paré en seco.
¿Cómo cojones había hecho eso?
No tenía tiempo para pensarlo.
Solo se que lo hizo justo antes de que yo consiguiera llegar al picaporte de la puerta.
Aprovechó mi aturdimiento y me cogió en brazos.
No podía huir.
Y me lanzó a la cama.
Yo le tiraba los cojines que veía.
Sin duda era muy divertido.
Justo en el momento que veo que se va abalanzar a mí para hacerme más cosquillas.
TOC, TOC, TOC…
Dedicado a los que leen Carmen cambio radical y a los que me animan a que siga.
Gracias.
jueves, 2 de septiembre de 2010
No s 1 anuncio de compresas, ES TU VIDA.
Nunca cambiaría ninguno de mis recuerdos, porque es lo que hace que mi vida sea diferente de las demás.
Algunos son muy duros y otros me encantaría volverlos a repetir algún día, o por lo menos que se les pareciera.
Este verano he aprendido muchas cosas y los demás han aprendido muchas cosas de mí, incluso muchísimas más de las que me gustarían que aprendieran.
Todos en realidad tenemos varias vidas en una.
Por un lado está lo que piensen los demás de tí y lo que digan de tí.
Por otro lado está lo que crea tu familia... Pueden pensar que eres un angelito, o no.
Finalmente está lo que tú eres y lo que tú sabes de tí mismo. Esta parte siempre puede ir mejorando si te lo propones.
Cuando se cae el velo de lo que aparentamos ser puede pasar dos cosas:
-Te derrumbas.
-Levantas bien la cabeza y lo llevas con dignidad. Sonríes y sigues adelante.
Me pareció que la primera opción era muy fácil.
La segunda muy admirable.
Es por eso que todos los días hay gente que se recuerda que
QUERERSE A UNO MISMO ES LA SOLUCIÓN.
LA CONFIANZA EN UNO MISMO.
No es un anuncio de compresas, es tu vida.
Siempre habrá algún cabrón que nos intente joder el día diciéndonos que todo es una puta mierda, o nos pasen cosas que sean una puta mierda, o mismamente nos sintamos como una puta mierda,
pero la única persona que merece nuestra atención es aquella que nos recuerda que con UNA SIMPLE SONRISA todo puede ir mejor.
Porque es muy fácil hacer sentir mal a los demás y muy difícil hacer que se sientan bien y te sonrían.
Siempre hay alguien que seguro que está más jodido que tú¡
No seas tan egocéntrico.
Que la felicidad puede ser simple y consistir en hacerse un bol de palomitas¡¡
Bailar solo en una habitación sin que exista el tiempo.
Dibujar un círculo¡
Da igual¡¡¡
Ójala consiguiera con esto que alguien se sintiera mejor o que intentara hacer algo por los demás para que ellos se sientan mejor.
Parece de un libro de Autoayuda y no era mi intención.
Hoy compartiré con vosotros dos cosas que forman parte de mi recuerdo...
Dos cosas que me hacen sonreír.
Un precioso día en la playa.
Una canción de Garbage... ;)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)