Gracias por leerlo :D

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lunes, 25 de octubre de 2010

69. El efecto pigmalión.

Lo último que se me había pasado por la cabeza aquel día sería que tendría que hacerme pasar por novia de Alberto y comer con sus padres…
Pero si era el precio a pagar para que todo volviera a la normalidad y tranquilidad, estaría dispuesta a hacer eso y muchísimo más.
Y para qué negarlo, tampoco me disgustó la idea.
En un primer momento miré a Alberto con cara de : YO A TI TE MATO. Que al recibir una sonrisa suya, acercárse a mí y abrazarse a mi cintura, se convirtió en un: Bueeeeeno… Vaaale me quedo a cenar.
Tampoco era plan de hacerse la dura…
Mientras sus padres que eran muy simpáticos y agradables preparaban la cena, Alberto y yo estábamos en su habitación inventándonos el cómo nos conocimos, el dónde y cuando.
Nos pusimos de acuerdo muy rápido. Tampoco había tiempo para pensar una historia romántica con la que conseguir quedarlos abobados con nuestro amor.
Íbamos a decir que nos conocimos una fiesta que organizaron los de baloncesto hace dos meses.
Mientras cenábamos eso parecía una entrevista. Me preguntaron por mi familia, estudios, gustos, cosas en común con Alberto...
Alberto de vez en cuando me sacaba de un apuro.
Resulta que sus padres y los míos se llevaban muy bien.
Di por hecho que sería por su profesión y el que quisieran saber con quien se juntaba su hijo… Menos mal que no lo sabían bien.
Paco se levantó de la mesa sin venir a cuento y se empezó a reír un montón… ¿Qué pasaba? Mi corazón empezó a latir tanto que creía que me empezaría a poner más blanca que una pared. ¿De qué se reía?
Empezó a buscar algo en el armario del salón.
Alberto se daba cuenta de que me ponía nerviosa, entonces me dio la mano. No por debajo de la mesa sino delante de su madre.
Podría parecer una tontería, pero para mí no lo era. Esos nervios se transformaron en mariposas en el estómago.
Sentir esa complicidad con alguien era algo indescriptible.
Un comentario de su madre haciendo referencia a lo enamorados que parecíamos me quedó un poco cortada. Consiguió sonrojarme, pero me di cuenta que a ninguno de los dos nos había disgustado el comentario.
Su padre entonces sacó un álbum de fotos y apareció una foto de una boda… Una foto de Alberto y mía jugando cuando teníamos diez años. Y otra de él y mía enfadados.
Eran muy graciosas y ni él ni yo nos acordábamos.
Acabó la cena y todo quedó muy creíble. Alberto apenas me soltó la mano mientras cenábamos.
Hasta que un comentario me rompió.
Su madre me dijo que el corte de pelo y el habérmelo teñido me quedaba muy bien.
Alberto miró a otro lado.
Yo le dije que muchas gracias, pero la cosa no quedó ahí.
Dijo que le había parecido vernos algún día juntos, que había visto a Alberto no hace más de un mes con una chica. La chica debería ser yo.
Algo empezó a molestarme… ¿pero si él y yo no estábamos juntos de qué me debería de molestar?
¿Debería de seguir con mis castillos en el aire?
¿El efecto Pigmalión había invadido mi mente?
¿Ya me había creído que era mío desde el momento en que nos hicimos pasar por novios?

Sus padres me repitieron varias veces que estarían encantados de recibirme en su casa en cualquier momento.
Alberto, como un buen novio, les dijo a sus padres que me acompañarían a casa.
Recogí mi bolso de su bolsa de entrenamiento y nos fuimos.
Quería decirle algo de la otra chica, pero no veía el motivo aparente de que eso me incumbiera, o que hubiera un motivo para qué me lo debiera decir.
Sin que yo le dijera nada él sacó el tema. Estábamos en su portal todavía.
Empezó a decirme que suponía que era una chica con la que solo se lió un día. Me pareció tan adorable que me las diera las explicaciones sin yo tenerlas que pedir que le agarré del brazo para que se agachara un poco y le besé…

***
-Carmen, ¿Sigues aquí? Que no me contestas…-dijo David.
Agité la cabeza.
Mierda.
Me había quedado muy empanada recordando.
¿Qué tenía David que cuanto más lo miraba más me gustaba?
-Si, sigo aquí. Me estaba riendo porque… todos tenemos secretos.
-¿Tienes muchos secretos?-Dijo él acercándose un poco a mí mientras fumaba.
Me apartó el pelo de la cara y me acarició la mejilla.
-Ufff… No lo sabes tú bien.-Le dije mientras le quitaba el porro de la boca para fumar yo.
-¿Me contarás algún día algún secreto tuyo? -dijo él muy cerca de mí.
En aquella cama me hacía cada vez falta más aire y un poco más de frío… Carmen… Céntrate… Piensa un poco…
-Cuando tú me cuentes algún secreto tuyo… -le dije yo sin perder su mirada de vista.
-Aquí la única que tienes misterio eres tú. Si te metes en internet podrás saber casi todo de mí. No me dejan vivir en paz. Sin embargo tú… ¿Qué he hecho para que me traigan a casa una chica que parece un ángel?
- ¿Qué he hecho yo para estar en la cama con un ñoño cursi como tú? ¿Qué te creías que ibas a conseguir diciéndome eso?
Hizo un amago de decirme algo, pero se calló.
-Venga, te cuento un secreto que no sabe casi nadie si tú me cuentas otro. -dijo él.
Me iba a costar mucho decirle un no…



Continuará...

4 comentarios:

  1. ¡Genial como siempre! espero ansioso que llegue el dia en el que escribas una nueva entarada y me deje con la miel en los labios... ;D

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  2. Yo quiero conocer sus secretos tambien...
    excelente texto, como siempre.
    continue por favor

    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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