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domingo, 28 de noviembre de 2010

76. De viaje al cielo.

Esto en mi cerebro fue totalmente por partes y a cachos.
¿Señorita?
Falta de costumbre…
¿LIMUSINA?
¿Habla enserio?
La cuestión es de que me extraño…¡si estoy saliendo por la puerta acompañada de David!
Entonces salí yo primero por la puerta.
Veamos como se ve la ciudad después de haber descansado y sin querer vomitar. Sobre todo sin querer vomitar.
Todo lleno de tráfico, lleno de gente con bolsas de marcas conocidas, luces y colores…
Al mirar al frente allí estaba el chófer abriéndonos la puerta de la limusina.
Contuve un grito.
Hay limusinas y limusinas pero esta era la que nunca me hubiera llegado a imaginar.
Dudo que alguna llamara más la atención que esta.
Parecía el coche fantástico o un Ferrari en versión limusina.


(Alucina vecina)


No me lo podía de creer.
Entonces al acercarme a la limusina me di cuenta que también había unos cuantos fotógrafos alrededor.
Ya habían visto a David e irían a por él como buitres.
No me daba tiempo ni a verla por delante ni por detrás.
Toda una pena.

Aunque en realidad eso tiene que ser lo de menos cuando puedes entrar dentro.
Por lo que entré lo mas deprisa que pude en la limusina.
David entró después.
Yo estaba totalmente ida y no sabía ni a que atender.
¿Qué es eso?
¿Y eso?
¿Y qué habrá ahí dentro?
La limusina era chulísima por dentro.
Tenía el típico minibar , los asientos eran deportivos, había una pantalla de muchísimas pulgadas dentro y al lado la consola.
A los lados de la limusina se intercalaban pantallas de televisión y las ventanas. Hasta tenía focos de los que cambiaban de colores.
Yo creo que durante cinco minutos no dejé de mirar a todas partes sin parar de alucinar. Miraba después a David sin poder creérmelo y con los ojos muy abiertos.
David que me miraba riéndose viendo mi cara de flipada. Parecía disfrutar viéndome así.
Le dio a unos botones que había al lado de mi asiento.
Dí un salto del susto. ¿Qué los asientos dan masajes?
Sabes que las comparaciones son odiosas… Aún más cuando recuerdo mi pequeño Saxo verde…
-¿No es demasiado?-Le dije yo fascinada.
- A ti puede parecértelo. Pero hubiera sacado yo mi coche de no ser que es imposible luego encontrar aparcamiento. Es tu primer día aquí. Tiene que ser un día especial. Esta es la limusina fruto de los múltiples caprichos de mi padre. No puedo negarte que es de todas mi favorita.
-¿A quién le amarga un dulce?. Pues no se cual es tu sorpresa, pero me parece difícil que supere a esto…
-Creo que estás muy confundida. Si lo supera. Más bien no te lo esperas.
-Estas consiguiendo ponerme de los nervios.
-Esa es mi intención.-dijo con una gran sonrisa con los ojos entrecerrados.
Esos ojos de gato me podían quedar hipnotizada.
Cuanto más le miraba mas guapo que antes me parecía.
Oh…
Hacerlo en esta limusina debe se ser…
¡Carmen! Deja de flipar, que es David Mosley y el hijo de Clara…
Necesito espacio y distracciones. Me coloqué en el asiento mas próximo a la ventana.
Él estaba sentado justo delante de mí.
Notaba su mirada clavada en mí viendo como yo miraba a través de la ventana.
Todo el mundo se quedaba mirando la limusina e incluso la gente en los semáforos se acercaba a hacerse fotos.
Me lo estaba pasando como una niña pequeña mirando todo.
Las tiendas, los edificios, las calles, la gente, los puestos de comida…TODO.
¡Hey!
¿Por qué todo el mundo esta haciendo fotos y yo que estoy dentro, como una tonta no estoy haciendo fotos?
Pues entonces enseguida me puse al tema a buscar la cámara. En cuanto la encontré me puse a echar fotos a todo.
Qué suerte el tener varias batería y unos cuantos gigas de memoria… Porque el día solo acababa de empezar.
La limusina paró.
El chófer bajó y nos abrió la puerta.
El edificio al que nos dirigíamos era muy alto.
-Vamos a entrar.-me dijo él ayudándome a salir.
Justo cuando entramos David se acercó a un hombre de unos treinta años. También muy guapo pero algo me dice que está operado.
Alto con barba y musculado. Eso fue lo primero que me llamó la atención.
Iba vestido con un perfecto traje de chaqueta a su medida.
Elegante sin duda y sonrisa de anuncio.
Yo me limité a seguir a David y mirar el edificio todo lleno de gente por todos lados.
Se dieron un abrazo amistoso como si hiciera tiempo que no se vieran.
Me di cuenta como todas las mujeres se quedaban mirando con gran curiosidad.
Algunos susurros de alrededor me confirmaron que querían saber si se trataba de David Mosley.
David me hizo una señal para que me acercara más.
-Carmen, te presento a Jack. Es un gran amigo mío y de mi hermano.
-Encantada de conocerte.-Le dije a la vez que le estrechaba la mano.
-Encantado yo de conocer a una princesa como tú.-Me dijo a la vez que se acercaba mi mano a la boca para besarla como un caballero de otra época.
-¿Princesa?- dije yo haciendo que miraba a todos los lados buscando una.
El me respondió en una amplia sonrisa torcida que le daba cierto toque de picardía al asunto.
-¿Ella no puede saberlo todavía?-le dijo Jack a David.
-No, aún no.-Dijo mirándome a mi a la vez que levantaba varias veces las cejas para ponerme aún mas nerviosa.
-Pues ya está todo preparado. Subir al último piso y pasarlo bien. Yo tengo que seguir trabajando.-dijo Jack.
-Nos vemos el sábado, ¿no?- le dijo David.
-Si, allí estaré. Carmen, tu también vienes, ¿verdad? A la fiesta de los Bell. No puede faltar una preciosidad como tú.-dijo.

¿Y este tío?

-A pues yo… ni idea.
-Si, vendrá conmigo.-dijo David.
-Pues entonces iré con más ganas.-dijo a la vez que me guiñaba un ojo.
-Muchas gracias por todo Jack-le dijo David.
-No hay de qué.-dijo a la vez que hizo un gesto con la mano de despedida y se fue.
-Vaya, desde luego es la primera vez que veo a Jack comportase así de directo... Le has gustado bastante. -me dijo David mientras nos dirigíamos al ascensor con una risita por lo bajo.
-A mi no me mientas. Ese tiene pinta de ser así siempre.
-Pues te aseguro que no… princesa.-Me dijo con cierto retintín la última palabra.
-No me llames princesa. Ni se te ocurra llamarme así.
-¿Y porque no… princesa?-Me dijo con su sonrisa angelical.
-Porque no lo soy. Y punto. Como lo vuelvas a decir pienso despertarte con una cacerola y un cazo si hace falta. Esto es para que te lo pienses dos veces.
Él se intentaba aguantar las ganas, pero no podía evitar el querer picarme y el reírse cada vez que me imaginaba con una cacerola, como si fuera el un mono de hojalata con los platillos. Acabé riéndome solo de pensarlo.
Por fin llegamos a la planta mas alta de aquel edificio gigante dónde él y yo éramos el centro de atención.
Todas las miradas se centraban en nosotros.
A David no paraban de echarle fotos y pedirle autógrafos.
Las mujeres que no paraban de hacer gestos a mis zapatos, a mi abrigo y a mi minibolso. Entonces unas chicas y una mujer se acercaron a mí, mientras David se dedicaba a hacerse fotos con un montón de chicas que no paraban de gritarle lo guapo que era.
-Perdona por molestarte… ¿Cómo has conseguido esos magníficos zapatos?-me dijo una mujer que iba muy bien vestida.
Detrás estaban dos chicas que también querían saberlo.
-Pues la verdad es que no estoy muy segura de cómo me los han conseguido… -le dije yo toda pillada.
No sabía que allí la gente estuviera enterada de esos temas. Las chicas comenzaron a cuchichear.
¿Eran importantes los zapatos?
-Aún no estaban en venta en la tienda…¿Cómo los has conseguido?
-Es que tengo un estilista. No se si lo conocerás, se llama Charles Bizet.
La mujer me miró con los ojos abiertos de par en par.
-¿Qué te viste Charles Bizet? ¡Cómo no voy a saber quien es! Desde luego eres una afortunada. Pues te queda de miedo todo lo que llevas. No sabes que envidia me das a mi y a todas. Todas querríamos estar en manos de Charles.
- Pues muchas gracias señora…-dije intentando parecer lo más amable posible.
Alguien del fondo de la sala la llamó.
Se despidió de mí y se fue.
David se acercó a mi y me hizo un gesto con la cabeza para que le acompañara.
Notaba a mi alrededor miradas envidiosas y cuchicheos por todos lados.
Yo le fui siguendo.
Subimos por las escaleras a lo que supongo que sería la azotea. ¿Para qué vamos a la azotea?
De repente comencé a oir un sonido muy fuerte.
Era progresivamente más fuerte…
Hasta que abrió la puerta y ya si que aquí me quedé pilladisima.
Un helicóptero. Si, eso que había allí con un hombre esperándonos dentro era un helicóptero. Yo me quedé paralizada mirando. Entre las vistas que había allí y el helicóptero me quedé totalmente paralizada.
-Vamos. -Me dijo con una gran sonrisa llena de emoción y cogiéndome del brazo al ver que no era capaz de moverme.






Continuará...

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