-Hola Clara. -Dije mirando a David para que supiera quien era.
A David pareció darle igual. Él me seguía mirando igual que antes.
¿Me habría escuchado?
-Hola cariño. ¿Estás con David? Es que tiene el móvil apagado y le he llamado varias veces…
-Estoy con él comiendo. ¿Quieres que te lo pase?
-No, no hace falta. Me quedo más tranquila. Pregúntale que le pasa con el móvil, que desde ayer lo tiene apagado casi siempre.
Yo ya sabía que él lo tenía apagado para no recibir más llamadas de su exnovia.
Recuerdo que yo también cuando lo dejé con Alberto apagué varios días el móvil.
No quería saber nada de nadie.
Tenía miedo a tener que dar explicaciones una y otra vez sin que nadie pareciera entender nada de cómo me sentía.
Debía de preguntar que decidiría decirle David a su madre.
-Me dice tu madre que porque tienes apagado el móvil.-dije mirándole y haciéndole un gesto indicándole el móvil.
Él me sonrió.
Se dio cuenta que no sabía si me estaba prestando la atención que aquel momento requería.
-Dile que Jennifer no me para de llamar.
-¿Le has oído?
-Si, le he oído. Muchas gracias. Ya he visto las fotos y por lo que veo os llevais bien. No sabía si eso podría llegar a pasar. ¿Tienes alguna queja de él? Y ya que estoy, ¿ sigue saliendo con Jennifer ? Disimula si es que está por ahí David escuchando.
Me comencé a reír.
¿Pretendía que disimulara cuando mi silla estaba al lado de la suya?
Estábamos demasiado cerca como para pretender disimular.
Me daba igual si me oía.
-No, no están. Me da que ya no volverá. Y no tengo ninguna queja por ahora.
-¿Ha pasado algo que yo no sepa? ¿Por qué pareces nerviosa a la vez que no te paras de reír?- me preguntó Clara.
Miré a David que me seguía mirando.
Lo hacía de una manera que pensaba que podría lanzar el móvil lejos y llevarme a David al cuarto de baño sin pensar en las consecuencias.
Cuando estás hablando con su madre… Mejor olvídate de esas cosas.
Acabaré diciendo tonterías.
-Eso ya te lo tendrá que decir él.
Clara no pareció entender nada.
Había salido del apuro de tener que responder con la verdad.
-Por favor dile que aunque le llame Jennifer mil veces que debe encender el móvil.
-Se lo diré.
Al mirarle de nuevo él ya dejó de mirarme.
Miraba con una sonrisa su helado.
-Te aviso de parte de Charles que no hagas planes para mañana. Le vas a acompañar a un desfile.
Espera…
¿Qué?
O_o
-¿Yo? ¿Y que pinto yo ahí en un desfile?.-le dije intentando no parecer escandalizada.
-Tu fíate de Charles. Seguro que te va a encantar. Por cierto, vas preciosa y perfecta.
Menos mal que no me lo creo del todo.
Cómo me lo digan tantas veces me lo voy acabar creyendo…
Cuando me miro al espejo aún me dan ganas de reírme.
-Muchas gracias.
-No tienes que darlas. ¿Te lo estás pasando bien?
-Creo que bien es poco. Hemos visto la ciudad desde helicóptero y ahora estamos comiendo en un restaurante que parece de película.
-Se en donde estás. Es uno de mis restaurantes favoritos.
-No me extraña. Por cierto, ¿Qué tal Jorge y el esguince?-Le dije a la vez que le hice una seña a David.
-Bien. -Se comenzó a reír de una manera traviesa.- Ya me estoy encargando de cuidarlo… La pena es que dentro de poco se pondrá bien.
-¿Te estás aprovechando de él?
-Por supuesto.
Las dos estallamos en carcajadas.
No me esperaba esa respuesta.
David se reía al verme reír.
-Pequeña, cuídame a David.
-Lo haré o lo intentaré.
-Adiós guapa.
-Adiós.
Esta vez cuando colgué me quedé mirando el móvil.
¿No sería mejor que lo pusiera en silencio de una vez?
Cada vez que parecía que había un momento interesante con David mi maldito móvil acababa sonando.
Ni que mi móvil tuviera una maldición.
Voy a ponerlo definitivamente en vibración.
-Como no te des prisa, se te va a derretir el helado. Con todo el tiempo que has pasado admirándolo…-Me dijo David con una sonrisa pícara.
-Lo disfrutaré mientras pueda. Ya te he dicho que no es duradero.
Yo terminé de comerme el helado y David se dedicaba a observar como disfrutaba de él. Cuando terminamos David los cocineros salieron a preguntar que tal nos había parecido el sitio y la comida.
La gente era muy amable pero se notaba que eran demasiado agradables.
David les dijo que le había encantado el postre a la vez que me miró a mí.
Yo me hice la desentendida.
Fuera nos esperaba la limusina.
¿Podría pasar algo después?
Me daba igual.
¿Quién era capaz de reisistirse a la tentación que suponía David Mosley?
A lo mejor era ahora o nunca.
Continuará...
EL AÑO QUE VIENE.
:D
Gracias por leerlo :D
¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.
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jueves, 30 de diciembre de 2010
martes, 28 de diciembre de 2010
82. IRRESISTIBLE,
Algo distrajo mi atención.
Por suerte o por desgracia, en ese momento vino el camarero con los postres.
Él agitó un poco la cabeza y seguimos con la conversación.
Yo a partir de ese momento supe que si quería podía jugar con fuego.
Debería tener cuidado.
-No te lo puedo decir. Lo prometí y tú no vas a ser la excepción… Aunque por unos momentos he creído que me convencerías. -dijo David un poco confuso.
Aquel momento lo había sido.
No quería volver a pensar en eso o no podría salir de aquel bucle de pensar en él.
Esta vez miré el postre para distraerme.
Que pena me iba a dar comérmelo.
Parecía tan rico sin haberle dado ni un mordisco…
Me mordí el labio de abajo.
Solo de saber que era mío se me hacía la boca agua.
No sé, pero aquello era superior.
Deseaba aquel postre pero no lo quería tocar.
Miré a David.
-Enserio, estoy por pedirte otro. Lo estás mirando como si fuera una escultura o algo a lo que adorar. -Me dijo riéndose, mientras él ya estaba disfrutando del suyo.
-Es digno de admirar. A veces lo disfrutas más si te paras a mirarlo y crees que nunca va a ser tuyo. Entonces llega el momento que lo tienes delante y tienes que disfrutarlo con los cinco sentidos…
-No sabía que los helados te volvían filosófica.
Entonces yo le acerqué mi postre intacto y acerqué mi silla a la suya para que los dos tuvieramos la misma perspectiva.
Quería que lo viera como yo lo veía.
Era algo que a mis sentidos parecía tan delicioso que me lo comería tantas veces hasta que pudiera odiarlo.
Olerlo hasta acostumbrarme a él.
Saborearlo hasta la saciedad.
Verlo hasta enamorarme.
Tocarlo y deshacerlo en mi boca…
-¿Estas dispuesto a hacer lo que yo te diga?-le pregunté.
David me miró con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido.
No entendía mucho a donde quería llegar.
Quizás aquello era lo que lo hacía más interesante.
Me dio una respuesta afirmativa con la cabeza. La curiosidad le comía.
Estaba tan cerca de David que podía oler su perfume que olía muchísimo mejor que el helado que tenía delante.
-Míralo. ¿ dime qué ves?
-Un helado.-Dijo riéndose.
-No, no es solo un helado. Una bola con un cucurucho es un helado. Esto no. Vayamos más allá. Esto tiene que ver con la combinación de colores que tiene el helado. Es rojo. ¿Qué te sugiere?
-¿Amor? ¿Pasión?
-Si. ¿Te das cuenta que tiene por encima todo de chocolate?
-Si.
-¿No se te hace la boca agua solo de pensar en la acidez de las frambuesas?
-Un poco…-Dijo él en un susurro.
-¿Y no te parece perfecto cuando lo mezclas con chocolate fundido?
-Pues sí. -dijo el un susurro mirando fijamente el helado.
Él miraba al helado pero yo no estaba mirando el helado.
Yo miraba como poco a poco se iban dilatando las pupilas de David.
Sus preciosos ojos verdes casi se volvieron negros.
Ya lo tenía en el tarro.
No se como lo estaba haciendo pero estaba consiguiendo convertir un helado en algo más que eso. Era conseguir transformar algo en deseo.
Maldito vino…
Mi tono de voz era suave y pausada.
Comencé a susurrárselo al oído.
-Huélelo.-le susurré.
-¿Enserio?
-Tienes que hacerlo.-Le dije animándolo.
Los dos lo olimos.
-¿Te has dado cuenta que huele mejor de lo que parece?
- Si, huele muy bien...
-¿Has visto que también brilla? ¿A que parece jugoso?
-Si, también lo veo…
-¿Te has fijado que tampoco es muy grande?
-¿Y eso que significa?-Me dijo con una ceja levantada y acercándose un poco mas a mí y al helado.
-Nada. Pero todo lo bueno dura poco, y que puede ir en cantidades pequeñas… y que cómo no me lo coma ahora se va a derretir. -Le dije.
Entonces cogí la cuchara, cogí uno a uno un poco de todos los ingredientes y lo saboreé dejandolo derretir en mi boca.
Estaba delicioso
David me miraba fijamente.
Me miraba pero no pensaba en el helado. Pensaba en mí como si yo fuera el helado.
Podía verlo.
No me molestaba.
Comenzaba a sentir calor.
-¿No te lo vas a comer? Ahora queda lo mejor. Tienes que probarlo.-Le dije, señalando con la mirada su helado.
-Claro. ¿Quién se iba a resistir ahora a comerse el helado? -Me dijo en una voz suave y sugerente. -Has hecho que se convierta en algo necesario e irresistible.
Esta última palabra consiguió hacer eco en mi cabeza.
Irresistible.
Irresistible.
Irresistible.
Viniendo de él si que me parecía irresistible.
Si le volvía a mirar sabía que no aguantaría las ganas de besarle e irnos a un lugar privado.
Yo me dediqué a mirar el restaurante y mi helado.
Tenía que aguantarme.
Algo me decía que aquello no estaría bien si lo hacía.
Estábamos sentados muy cerca.
Luchaba con mi cabeza para que no girara ni un milímetro.
Entonces el móvil comenzó a sonar.
Lo saqué del mini bolso y era Clara.
Que oportuna…
¿Qué querría?
Continuará...
Por suerte o por desgracia, en ese momento vino el camarero con los postres.
Él agitó un poco la cabeza y seguimos con la conversación.
Yo a partir de ese momento supe que si quería podía jugar con fuego.
Debería tener cuidado.
-No te lo puedo decir. Lo prometí y tú no vas a ser la excepción… Aunque por unos momentos he creído que me convencerías. -dijo David un poco confuso.
Aquel momento lo había sido.
No quería volver a pensar en eso o no podría salir de aquel bucle de pensar en él.
Esta vez miré el postre para distraerme.
Que pena me iba a dar comérmelo.
Parecía tan rico sin haberle dado ni un mordisco…
Me mordí el labio de abajo.
Solo de saber que era mío se me hacía la boca agua.
No sé, pero aquello era superior.
Deseaba aquel postre pero no lo quería tocar.
Miré a David.
-Enserio, estoy por pedirte otro. Lo estás mirando como si fuera una escultura o algo a lo que adorar. -Me dijo riéndose, mientras él ya estaba disfrutando del suyo.
-Es digno de admirar. A veces lo disfrutas más si te paras a mirarlo y crees que nunca va a ser tuyo. Entonces llega el momento que lo tienes delante y tienes que disfrutarlo con los cinco sentidos…
-No sabía que los helados te volvían filosófica.
Entonces yo le acerqué mi postre intacto y acerqué mi silla a la suya para que los dos tuvieramos la misma perspectiva.
Quería que lo viera como yo lo veía.
Era algo que a mis sentidos parecía tan delicioso que me lo comería tantas veces hasta que pudiera odiarlo.
Olerlo hasta acostumbrarme a él.
Saborearlo hasta la saciedad.
Verlo hasta enamorarme.
Tocarlo y deshacerlo en mi boca…
-¿Estas dispuesto a hacer lo que yo te diga?-le pregunté.
David me miró con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido.
No entendía mucho a donde quería llegar.
Quizás aquello era lo que lo hacía más interesante.
Me dio una respuesta afirmativa con la cabeza. La curiosidad le comía.
Estaba tan cerca de David que podía oler su perfume que olía muchísimo mejor que el helado que tenía delante.
-Míralo. ¿ dime qué ves?
-Un helado.-Dijo riéndose.
-No, no es solo un helado. Una bola con un cucurucho es un helado. Esto no. Vayamos más allá. Esto tiene que ver con la combinación de colores que tiene el helado. Es rojo. ¿Qué te sugiere?
-¿Amor? ¿Pasión?
-Si. ¿Te das cuenta que tiene por encima todo de chocolate?
-Si.
-¿No se te hace la boca agua solo de pensar en la acidez de las frambuesas?
-Un poco…-Dijo él en un susurro.
-¿Y no te parece perfecto cuando lo mezclas con chocolate fundido?
-Pues sí. -dijo el un susurro mirando fijamente el helado.
Él miraba al helado pero yo no estaba mirando el helado.
Yo miraba como poco a poco se iban dilatando las pupilas de David.
Sus preciosos ojos verdes casi se volvieron negros.
Ya lo tenía en el tarro.
No se como lo estaba haciendo pero estaba consiguiendo convertir un helado en algo más que eso. Era conseguir transformar algo en deseo.
Maldito vino…
Mi tono de voz era suave y pausada.
Comencé a susurrárselo al oído.
-Huélelo.-le susurré.
-¿Enserio?
-Tienes que hacerlo.-Le dije animándolo.
Los dos lo olimos.
-¿Te has dado cuenta que huele mejor de lo que parece?
- Si, huele muy bien...
-¿Has visto que también brilla? ¿A que parece jugoso?
-Si, también lo veo…
-¿Te has fijado que tampoco es muy grande?
-¿Y eso que significa?-Me dijo con una ceja levantada y acercándose un poco mas a mí y al helado.
-Nada. Pero todo lo bueno dura poco, y que puede ir en cantidades pequeñas… y que cómo no me lo coma ahora se va a derretir. -Le dije.
Entonces cogí la cuchara, cogí uno a uno un poco de todos los ingredientes y lo saboreé dejandolo derretir en mi boca.
Estaba delicioso
David me miraba fijamente.
Me miraba pero no pensaba en el helado. Pensaba en mí como si yo fuera el helado.
Podía verlo.
No me molestaba.
Comenzaba a sentir calor.
-¿No te lo vas a comer? Ahora queda lo mejor. Tienes que probarlo.-Le dije, señalando con la mirada su helado.
-Claro. ¿Quién se iba a resistir ahora a comerse el helado? -Me dijo en una voz suave y sugerente. -Has hecho que se convierta en algo necesario e irresistible.
Esta última palabra consiguió hacer eco en mi cabeza.
Irresistible.
Irresistible.
Irresistible.
Viniendo de él si que me parecía irresistible.
Si le volvía a mirar sabía que no aguantaría las ganas de besarle e irnos a un lugar privado.
Yo me dediqué a mirar el restaurante y mi helado.
Tenía que aguantarme.
Algo me decía que aquello no estaría bien si lo hacía.
Estábamos sentados muy cerca.
Luchaba con mi cabeza para que no girara ni un milímetro.
Entonces el móvil comenzó a sonar.
Lo saqué del mini bolso y era Clara.
Que oportuna…
¿Qué querría?
Continuará...
miércoles, 22 de diciembre de 2010
El enanito MÁS SEXY ;)
Os tengo que confesar algo...
¡¡¡ME ENCANTA ENTRAR A LOS BAZARES A VER LAS CUTRADAS QUE ENCUENTRO!!!
Este enanito no pasó desapercibido cuando lo vi.
¿Fue su cara de cansado?
¿Su barba?
¿Su boquita?
¿Su cara de fumao?
¿Fue su pala a modo de trofeo?
¿Su mano rechonchita?
¿Fue su pose?
¿Fueron sus zapatos a modo de condones en los pies?
NO LO SE...
Creo que es un enanito MUY SEDUCTOR xD xD xD
JAJAJAJA
Antes de que muera por todos los trabajos que me manda la universidad...
¡OS DESEO FELICES FIESTAS A TODOS!
Pronto Carmen volverá... :D
domingo, 19 de diciembre de 2010
81. Ahora lo único que quiero es...
-Lo tuve claro a ratos. El amor estaba fallando. Creo que no estaba confundida. Un buen motivo para seguir en un sitio es el amor que sientes por alguien. Cuando sientas que no tienes un buen motivo por el que seguir, estarás perdiendo el tiempo… Bueno, pues entonces lo dejé con él. Todo con él se había convertido en costumbres establecidas. De nosotros y cómo era todo al principio no quedaba nada. Era como un amor llevado a otro nivel. Sabes que le quieres, pero no es sentir lo que sentías. Tampoco le dejarás nunca de querer. No había pasión, ni romanticismo… no había nada.
Creo que me costaba menos contárselo a él al tratarse aún de un desconocido.
Por fin alguien que no conocía a Alberto y que no iba a juzgar la situación poniéndome a mí en un mal lugar.
-Te costaría dejarle.
-En parte si y por otra parte no.
-¿Qué parte no?
-Me sentí liberada. Un peso menos de encima. Era algo que necesitaba vivir. Le echaba de menos de vez en cuando, pero sabía que volver con él no era la solución. Fue duro y triste asumir que tantos años no servirían para nada cuando una relación funciona día a día. Le quiero pero no como tenía que quererle. Ni si quiera él a mí. Y fue en el primer día que me animaba a salir tras la ruptura , cuando salgo de una discoteca y me encuentro mi coche con un pedazo de bollo impresionante.
Puse la misma cara de imbécil que se me quedó cuando ví por primera vez aquel golpe.
David parecía entenderme.
-¿Venías de una fiesta?-dijo él.
-No, venía de estar por ahí con mis amigas. Lo peor fue cuando llegué a pensar que el bollo me lo había hecho Alberto…
-¿Entonces él se llama Alberto?
-Si.
-Desde luego por mas que lo pienso, siete años es mucho tiempo...¿Cómo te convenció mi madre para que vinieras?
-¿Qué me convenció? No me tuvo que convencer de nada. A mi el segundo día que la conocí me daba una pena enorme saber que se iba a ir de la ciudad. No sabía ni si quiera si la iba a volver a ver. Y nunca sospeché que ese viaje iba acabar siendo mío. Ella me preguntó que si lo que estaba era buscando aventuras, le dije que sí y mira dónde estoy. Me hubiera ido incluso a Malawi solo por salir de Cáceres…
-¿No te gusta Cáceres?
-No es porque me guste o no. Nada es negro ni blando. Es por lo que representa para mí. Es por lo que representa en mi vida y mis recuerdos. Representa el quedarse encajado en un sitio. Incluso diría que me recuerda a no avanzar, como una especie de compromiso... Solo de pensarlo ya me agobia.
-¿Se enteró él que ibas a venir?
-Cómo para no. Cáceres es en realidad un pueblo. Nos conocemos todos. Y todo se acaba sabiendo.
-Ni que fuera un paparazzi colectivo.
-Si, básicamente era algo así. Cuando se lo dije me confesó que al él le habían ofrecido trabajo aquí.
Él me miró con los ojos entrecerrados como aquel que quiere saber más allá de lo que yo le fuera a contar.
-¿Por lo que puede venir en cualquier momento?-Me dijo lentamente esperando mi reacción.
-Si, pero da igual que venga. Las cosas ya están claras. O por lo menos eso creo.
-Aun llevas ese colgante suyo.¿Están claras las cosas?
-¡Y dale con el colgante! Su historia es la siguiente. Mientras tú estabas de cena con tu padre y su novia, yo estaba con un pedo impresionante saliendo del bar donde hacían mi fiesta de despedida... Entonces apareció tu madre.
-¿Mi madre? ¿Qué pinta mi madre en todo esto?-dijo pareciendo perdido.
-Si, tu madre. Esto fue un día despues de las fotos de gorro de mejicano y la peluca de espinete. -Al recordárselo comenzó a reirse.- Resulta que salí del bar y tu madre supuestamente iba a entrar a la fiesta que me habían hecho mis amigos de despedida.
Me dijo que no podía entrar que estaba con Jorge en casa que se había echo un esguince. Con eso me tengo que acordar de preguntarle por él.
-A mi también se me olvidó preguntar.-dijo David pensando en ese detalle.
-Pues ya sabes. Que no se nos olvide.
Nos retiraron el primer plato y llegó el segundo. Desde luego todo estaba riquísimo. Y volví a echar otra foto.
David me miraba con una gran sonrisa esperando a que continuara mi historia.
-¿Qué paso porque mi madre no quisiera o pudiera entrar a tu fiesta?
-Que de repente comenzó a llover a cántaros. Iba a volver a la fiesta, pero entonces apareció él, Alberto. Si no llega a ser porque tu madre dijo que no podía entrar, yo hubiera entrado dentro del bar y él no se hubiera atrevido a entrar, porque le conozco. Cuando le ví lo entendí todo. Claro que le quería, pero no era lo que yo estaba buscando. Aparte, solo tengo veinticuatro años, no creo que todavía nada sea definitivo. O por lo menos es de lo que estoy ahora convencida.
-Ya. Pero nunca lo sabrás porque si tu vida cambió en unos días, ¿Quién te dice a ti que no vuelva a cambiar?
-Yo desde luego estoy abierta a todas las posibilidades. Él colgante me lo regaló esa noche. Decía que quería que yo lo tuviera. Aun no quité ni siquiera las fotos suyas de mi habitación. ¿Serviría de algo, si todo me recordaba a él? Mi casa, mi coche, la calle, los bares, las canciones…
El frunció el ceño.
-Vaya. Me acabas de recordar que me tendré que poner a empaquetar todas las cosas que tengo de Jennifer en Miami. Que suplicio.-Dijo llevándose las manos a la cabeza. Y se colocó el pelo de aquella manera tan sutil.
-¿Vivíais juntos?
-Si. Hace unos meses decidimos dar ese paso. En mi casa de Miami. Aunque pocas veces hemos coincidido allí un largo periodo de tiempo.
-¿Tiene las llaves de tu casa?
-Claro que si.
-Pues yo que tu cambiaba la cerradura. -Le dije alarmada. Capaz de que esta fuera de las típicas que empiezan a arrojar todo por todas partes como venganza.
El comenzó a reirse.
-Puede que tengas razón. Pero sé que se va a quedar en Nueva York. Por lo menos hasta que consiga hablar conmigo una vez más. Creo que incluso irá a la fiesta de los hermanos Bell.
-Es verdad…¿Por qué todos me hablan de esa fiesta?-le pregunté con gran curiosidad.
La última persona que me había hablado de ella era Jack.
-Digamos que es uno de los eventos del año. Los hermanos Bell preparan una fiesta siempre justo antes de Navidad. Son dos hermanos que se encargan de preparar las mejores fiestas que nunca puedas imaginar. Como acto de promoción para su propia empresa, invitan a todos los famosos que pueden. Son muy importantes esas fiestas casi nos obligan a ir. Son amigos míos desde hace muchísimo tiempo e incluso les he ayudado a organizarlas y por eso voy encantado.
-¿Y que se hace en esas fiestas?
-Pues conocer a gente muy interesante y disfrutar con la puesta en escena.
-¿Cómo?
-Si. Estas fiestas están ambientadas en un contexto. El año pasado se trataba de un circo y te digo que casi meten al elefante. -Decía riéndose mucho.
Era tan contagioso el verle reír.
-¿Un elefante?
-Si, es que se emocionan haciendo esas cosas. Ya te enseñaré unas cuantas fotos.
-¿Y este año de que va a ser?
Yo estaba ya emocionadísima. Por lo que me está contando David y por los gestos que está haciendo tiene que ser algo superior.
En ese momento yo ya había terminado con el segundo plato.
Ya empezaba a notar que había bebido vino.
Me estaba emocionando pensando en fiesta.
-No puedo decirlo. Yo lo se porque he tenido que hacerles un pequeño favor, pero eso nunca se dice. Eso solo se descubre cuando uno entra.
-¿Me piensas dejar con la intriga?- Le dije pestañeando mucho y poniendole ojitos.
Maldito vino…
Entonces él se me quedó mirando de una manera especial.
Me di cuenta de lo que podía pasar.
Ya conocía aquella mirada de: Quiero algo más de ti.
No, allí no.
No tan pronto.
Es mi compañero de piso y se acabó.
Aunque yo esté sintiendo un cosquilleo por dentro que me esté matando.
Aunque en este momento lo único que quiero es...
Continuará...
Creo que me costaba menos contárselo a él al tratarse aún de un desconocido.
Por fin alguien que no conocía a Alberto y que no iba a juzgar la situación poniéndome a mí en un mal lugar.
-Te costaría dejarle.
-En parte si y por otra parte no.
-¿Qué parte no?
-Me sentí liberada. Un peso menos de encima. Era algo que necesitaba vivir. Le echaba de menos de vez en cuando, pero sabía que volver con él no era la solución. Fue duro y triste asumir que tantos años no servirían para nada cuando una relación funciona día a día. Le quiero pero no como tenía que quererle. Ni si quiera él a mí. Y fue en el primer día que me animaba a salir tras la ruptura , cuando salgo de una discoteca y me encuentro mi coche con un pedazo de bollo impresionante.
Puse la misma cara de imbécil que se me quedó cuando ví por primera vez aquel golpe.
David parecía entenderme.
-¿Venías de una fiesta?-dijo él.
-No, venía de estar por ahí con mis amigas. Lo peor fue cuando llegué a pensar que el bollo me lo había hecho Alberto…
-¿Entonces él se llama Alberto?
-Si.
-Desde luego por mas que lo pienso, siete años es mucho tiempo...¿Cómo te convenció mi madre para que vinieras?
-¿Qué me convenció? No me tuvo que convencer de nada. A mi el segundo día que la conocí me daba una pena enorme saber que se iba a ir de la ciudad. No sabía ni si quiera si la iba a volver a ver. Y nunca sospeché que ese viaje iba acabar siendo mío. Ella me preguntó que si lo que estaba era buscando aventuras, le dije que sí y mira dónde estoy. Me hubiera ido incluso a Malawi solo por salir de Cáceres…
-¿No te gusta Cáceres?
-No es porque me guste o no. Nada es negro ni blando. Es por lo que representa para mí. Es por lo que representa en mi vida y mis recuerdos. Representa el quedarse encajado en un sitio. Incluso diría que me recuerda a no avanzar, como una especie de compromiso... Solo de pensarlo ya me agobia.
-¿Se enteró él que ibas a venir?
-Cómo para no. Cáceres es en realidad un pueblo. Nos conocemos todos. Y todo se acaba sabiendo.
-Ni que fuera un paparazzi colectivo.
-Si, básicamente era algo así. Cuando se lo dije me confesó que al él le habían ofrecido trabajo aquí.
Él me miró con los ojos entrecerrados como aquel que quiere saber más allá de lo que yo le fuera a contar.
-¿Por lo que puede venir en cualquier momento?-Me dijo lentamente esperando mi reacción.
-Si, pero da igual que venga. Las cosas ya están claras. O por lo menos eso creo.
-Aun llevas ese colgante suyo.¿Están claras las cosas?
-¡Y dale con el colgante! Su historia es la siguiente. Mientras tú estabas de cena con tu padre y su novia, yo estaba con un pedo impresionante saliendo del bar donde hacían mi fiesta de despedida... Entonces apareció tu madre.
-¿Mi madre? ¿Qué pinta mi madre en todo esto?-dijo pareciendo perdido.
-Si, tu madre. Esto fue un día despues de las fotos de gorro de mejicano y la peluca de espinete. -Al recordárselo comenzó a reirse.- Resulta que salí del bar y tu madre supuestamente iba a entrar a la fiesta que me habían hecho mis amigos de despedida.
Me dijo que no podía entrar que estaba con Jorge en casa que se había echo un esguince. Con eso me tengo que acordar de preguntarle por él.
-A mi también se me olvidó preguntar.-dijo David pensando en ese detalle.
-Pues ya sabes. Que no se nos olvide.
Nos retiraron el primer plato y llegó el segundo. Desde luego todo estaba riquísimo. Y volví a echar otra foto.
David me miraba con una gran sonrisa esperando a que continuara mi historia.
-¿Qué paso porque mi madre no quisiera o pudiera entrar a tu fiesta?
-Que de repente comenzó a llover a cántaros. Iba a volver a la fiesta, pero entonces apareció él, Alberto. Si no llega a ser porque tu madre dijo que no podía entrar, yo hubiera entrado dentro del bar y él no se hubiera atrevido a entrar, porque le conozco. Cuando le ví lo entendí todo. Claro que le quería, pero no era lo que yo estaba buscando. Aparte, solo tengo veinticuatro años, no creo que todavía nada sea definitivo. O por lo menos es de lo que estoy ahora convencida.
-Ya. Pero nunca lo sabrás porque si tu vida cambió en unos días, ¿Quién te dice a ti que no vuelva a cambiar?
-Yo desde luego estoy abierta a todas las posibilidades. Él colgante me lo regaló esa noche. Decía que quería que yo lo tuviera. Aun no quité ni siquiera las fotos suyas de mi habitación. ¿Serviría de algo, si todo me recordaba a él? Mi casa, mi coche, la calle, los bares, las canciones…
El frunció el ceño.
-Vaya. Me acabas de recordar que me tendré que poner a empaquetar todas las cosas que tengo de Jennifer en Miami. Que suplicio.-Dijo llevándose las manos a la cabeza. Y se colocó el pelo de aquella manera tan sutil.
-¿Vivíais juntos?
-Si. Hace unos meses decidimos dar ese paso. En mi casa de Miami. Aunque pocas veces hemos coincidido allí un largo periodo de tiempo.
-¿Tiene las llaves de tu casa?
-Claro que si.
-Pues yo que tu cambiaba la cerradura. -Le dije alarmada. Capaz de que esta fuera de las típicas que empiezan a arrojar todo por todas partes como venganza.
El comenzó a reirse.
-Puede que tengas razón. Pero sé que se va a quedar en Nueva York. Por lo menos hasta que consiga hablar conmigo una vez más. Creo que incluso irá a la fiesta de los hermanos Bell.
-Es verdad…¿Por qué todos me hablan de esa fiesta?-le pregunté con gran curiosidad.
La última persona que me había hablado de ella era Jack.
-Digamos que es uno de los eventos del año. Los hermanos Bell preparan una fiesta siempre justo antes de Navidad. Son dos hermanos que se encargan de preparar las mejores fiestas que nunca puedas imaginar. Como acto de promoción para su propia empresa, invitan a todos los famosos que pueden. Son muy importantes esas fiestas casi nos obligan a ir. Son amigos míos desde hace muchísimo tiempo e incluso les he ayudado a organizarlas y por eso voy encantado.
-¿Y que se hace en esas fiestas?
-Pues conocer a gente muy interesante y disfrutar con la puesta en escena.
-¿Cómo?
-Si. Estas fiestas están ambientadas en un contexto. El año pasado se trataba de un circo y te digo que casi meten al elefante. -Decía riéndose mucho.
Era tan contagioso el verle reír.
-¿Un elefante?
-Si, es que se emocionan haciendo esas cosas. Ya te enseñaré unas cuantas fotos.
-¿Y este año de que va a ser?
Yo estaba ya emocionadísima. Por lo que me está contando David y por los gestos que está haciendo tiene que ser algo superior.
En ese momento yo ya había terminado con el segundo plato.
Ya empezaba a notar que había bebido vino.
Me estaba emocionando pensando en fiesta.
-No puedo decirlo. Yo lo se porque he tenido que hacerles un pequeño favor, pero eso nunca se dice. Eso solo se descubre cuando uno entra.
-¿Me piensas dejar con la intriga?- Le dije pestañeando mucho y poniendole ojitos.
Maldito vino…
Entonces él se me quedó mirando de una manera especial.
Me di cuenta de lo que podía pasar.
Ya conocía aquella mirada de: Quiero algo más de ti.
No, allí no.
No tan pronto.
Es mi compañero de piso y se acabó.
Aunque yo esté sintiendo un cosquilleo por dentro que me esté matando.
Aunque en este momento lo único que quiero es...
Continuará...
miércoles, 15 de diciembre de 2010
80. No dejes que decidan por ti.
-Vaya, ¿entonces por eso estás en Nueva York? Para presentar a tu novia. Bueno, ya no lo es... -dije sin poder disimular que acababa de repetirle lo que menos querría oír.
Por suerte él no pareció molesto por mi comentario.
-Si, bueno... Estas son mis vacaciones las cuales pienso alargar. Hasta ayer no sabía que era eso de estar tranquilamente en casa. Normalmente nunca paro. De aquí para allá todo el día.
Justo en ese momento llegamos a la puerta del restaurante. Yo no tenía ni idea de que sitio era, pero ya de por si la fachada me llamó la atención por su simplicidad.
¿Qué habría dentro?
¿Qué podía esperar de mi primera comida con David Mosley en la ciudad?
No podía creerlo.
(Pondré como ejemplo: Restaurant Alain Ducasse au Plaza Athénée.)
Al entrar dentro me di cuenta que se trataba de un sitio exclusivo.
Todo estaba cuidado al mínimo detalle en su interior.
Estaba organizado de tal manera que solo por la decoración, el lugar transmitía paz y comodidad.
Había diferentes apartados donde cada mesa tenía su propio ambiente e intimidad.
Un camarero nos acompañó a la mesa. Este no paraba de mirar con admiración y asombro a David.
David le sonreía agradecido por aquella atención. En el fondo yo sabía que algo estaba fingiendo.
David quería hablar conmigo, pero no lo hacía para que nadie oyera nada de nuestra conversación.
Ahora comenzaba a entender a David.
¿No estará harto de tener que ser observado y admirado las veinticuatro horas de día?
Es como si la gente pensara que les deben algo por ser famosos. Buscan ser especiales para ellos. Una sonrisa, un guiño, una foto, un saludo… Cualquier cosa que a las personas les haga sentir especiales por haber estado ni tan solo un minuto hablando con ellas.
Él solo trata a toda costa pasar desapercibido.
Y nada más sentarnos en la mesa que se encontraba en un sitio mas apartado y privado, salió de la cocina el cocinero.
Quería una foto con David y un autógrafo.
David eligió el vino que íbamos a beber.
Yo miraba la carta y me sonaba todo a chino.
Comida rara para mí, con ingredientes tan variados, que parecía que el cocinero había elegido al azar algunos ingredientes del supermercado para saber que salía de ahí.
Leía y releía.
Los nombres de los platos eran larguísimos.
Sentí que me miraba. Lo supe porque aquellos ojos no pasarían desapercibidos ni para mí ni para nadie.
Me decidió sacar del apuro eligiendo por mí.
Nos sirvieron el vino y enseguida conseguimos la intimidad que andábamos buscando.
-Pues ya es tu turno para que me cuentes tu historia. Espero que sea la verdad y que tampoco omitas muchos detalles. ¿Tenías planeado antes de conocer a mi madre venir a Nueva York?
-Para nada. Mi vida te puedo asegurar que hace pocos días estaba muy lejos de aquí en mente, cuerpo y alma. Hace un mes tenía pareja, con la que llevaba siete años. También un trabajo fijo y vivía en casa con mis padres.
El me miró con los ojos abiertos de par en par. Parecía costarle entenderlo. Estaba muy sorprendido.
-¿Siete años?
-Si, incluso que puede que un poco más.
-¿Y no os ibais a casar?
-Si, ese era el plan futuro. Por lo menos eso creía todo el mundo. Pero aún lo habíamos hablado. Solo lo imaginábamos, lo das por hecho. Ni si quiera habíamos pensado comprar la casa juntos.
-¿No?
-Pues no. Yo aun vivía en mi casa con mamá y papá. Una casa vale mucho dinero y yo ganaba un sueldecillo decente. No creo que yo estuviera cómo para una hipoteca. Quería disfrutar de unos años más y para ello vivía en casa.
-Me imagino.
-No, creo que tú no te imaginas… En España la gente no se independiza hasta muy tarde.
-¿Cómo de tarde?
-Me da a mi que tu vives en los mundos de ricolandia pero no te culpo. Cada uno vive donde le toca. Si la gente se independiza tan tarde, es porque tienes que pagar la casa, el coche y súmale muchísimo más. Después de eso suelen venirlos niños y mas gastos. Pero bueno, esto se sale de lo que vengo a contarte. Yo llevaba con él siete años. Mi familia esperaba de mi lo que se espera de cualquier chica normal. Que acabara mis estudios, que encuentre un novio que sea un buen partido, que encuentre trabajo y más cosas así por el estilo.
Llegó el camarero con el primer plato.
¿Era comestible?
Estaba tan bonito en el plato que me daba pena comérmelo.
Yo seguí hablando porque David me miraba con toda su atención.
-Así hasta que un día me di cuenta que no tenía sentido. No iba conmigo la historia.-dije dándome cuenta lo feliz que era pudiendo verlo como un pasado muy próximo, pero pasado al fin.
-¿El qué no tenía sentido? Por lo que se ve ya tenías media vida resuelta...Tenías casi todo menos la casa.
-Eso precisamente es lo que no tenía sentido. ¿Por qué mi vida estaba resuelta?¿Quién lo había decidido así? ¿Mis padres? Yo no. Todo lo hacía porque parecía que alguien lo había decidido por mí. Entonces lo vi claro en cuanto me pregunté eso. Algo estaba fallando. Si yo hubiera sido feliz, ¿porque me estaba preguntando si mi destino era ese?
-Vaya, por lo que veo si veo que ha cambiado la historia y ese no era tu destino. Está bien eso de que no te conformes con lo que quieren para ti. Dime, ¿qué fallaba?
David parecía muy interesado.
Creo que ni él se esperaba que yo me realizara preguntas sobre mi futuro y mi camino hacia la felicidad. Menos que compartiera con él mis inquietudes.
Sentía que él quería aprender algo de mí.
¿Habría algo que yo no sabría y que debería saber?
Continuará...
Por suerte él no pareció molesto por mi comentario.
-Si, bueno... Estas son mis vacaciones las cuales pienso alargar. Hasta ayer no sabía que era eso de estar tranquilamente en casa. Normalmente nunca paro. De aquí para allá todo el día.
Justo en ese momento llegamos a la puerta del restaurante. Yo no tenía ni idea de que sitio era, pero ya de por si la fachada me llamó la atención por su simplicidad.
¿Qué habría dentro?
¿Qué podía esperar de mi primera comida con David Mosley en la ciudad?
No podía creerlo.
(Pondré como ejemplo: Restaurant Alain Ducasse au Plaza Athénée.)
Al entrar dentro me di cuenta que se trataba de un sitio exclusivo.
Todo estaba cuidado al mínimo detalle en su interior.
Estaba organizado de tal manera que solo por la decoración, el lugar transmitía paz y comodidad.
Había diferentes apartados donde cada mesa tenía su propio ambiente e intimidad.
Un camarero nos acompañó a la mesa. Este no paraba de mirar con admiración y asombro a David.
David le sonreía agradecido por aquella atención. En el fondo yo sabía que algo estaba fingiendo.
David quería hablar conmigo, pero no lo hacía para que nadie oyera nada de nuestra conversación.
Ahora comenzaba a entender a David.
¿No estará harto de tener que ser observado y admirado las veinticuatro horas de día?
Es como si la gente pensara que les deben algo por ser famosos. Buscan ser especiales para ellos. Una sonrisa, un guiño, una foto, un saludo… Cualquier cosa que a las personas les haga sentir especiales por haber estado ni tan solo un minuto hablando con ellas.
Él solo trata a toda costa pasar desapercibido.
Y nada más sentarnos en la mesa que se encontraba en un sitio mas apartado y privado, salió de la cocina el cocinero.
Quería una foto con David y un autógrafo.
David eligió el vino que íbamos a beber.
Yo miraba la carta y me sonaba todo a chino.
Comida rara para mí, con ingredientes tan variados, que parecía que el cocinero había elegido al azar algunos ingredientes del supermercado para saber que salía de ahí.
Leía y releía.
Los nombres de los platos eran larguísimos.
Sentí que me miraba. Lo supe porque aquellos ojos no pasarían desapercibidos ni para mí ni para nadie.
Me decidió sacar del apuro eligiendo por mí.
Nos sirvieron el vino y enseguida conseguimos la intimidad que andábamos buscando.
-Pues ya es tu turno para que me cuentes tu historia. Espero que sea la verdad y que tampoco omitas muchos detalles. ¿Tenías planeado antes de conocer a mi madre venir a Nueva York?
-Para nada. Mi vida te puedo asegurar que hace pocos días estaba muy lejos de aquí en mente, cuerpo y alma. Hace un mes tenía pareja, con la que llevaba siete años. También un trabajo fijo y vivía en casa con mis padres.
El me miró con los ojos abiertos de par en par. Parecía costarle entenderlo. Estaba muy sorprendido.
-¿Siete años?
-Si, incluso que puede que un poco más.
-¿Y no os ibais a casar?
-Si, ese era el plan futuro. Por lo menos eso creía todo el mundo. Pero aún lo habíamos hablado. Solo lo imaginábamos, lo das por hecho. Ni si quiera habíamos pensado comprar la casa juntos.
-¿No?
-Pues no. Yo aun vivía en mi casa con mamá y papá. Una casa vale mucho dinero y yo ganaba un sueldecillo decente. No creo que yo estuviera cómo para una hipoteca. Quería disfrutar de unos años más y para ello vivía en casa.
-Me imagino.
-No, creo que tú no te imaginas… En España la gente no se independiza hasta muy tarde.
-¿Cómo de tarde?
-Me da a mi que tu vives en los mundos de ricolandia pero no te culpo. Cada uno vive donde le toca. Si la gente se independiza tan tarde, es porque tienes que pagar la casa, el coche y súmale muchísimo más. Después de eso suelen venirlos niños y mas gastos. Pero bueno, esto se sale de lo que vengo a contarte. Yo llevaba con él siete años. Mi familia esperaba de mi lo que se espera de cualquier chica normal. Que acabara mis estudios, que encuentre un novio que sea un buen partido, que encuentre trabajo y más cosas así por el estilo.
Llegó el camarero con el primer plato.
¿Era comestible?
Estaba tan bonito en el plato que me daba pena comérmelo.
Yo seguí hablando porque David me miraba con toda su atención.
-Así hasta que un día me di cuenta que no tenía sentido. No iba conmigo la historia.-dije dándome cuenta lo feliz que era pudiendo verlo como un pasado muy próximo, pero pasado al fin.
-¿El qué no tenía sentido? Por lo que se ve ya tenías media vida resuelta...Tenías casi todo menos la casa.
-Eso precisamente es lo que no tenía sentido. ¿Por qué mi vida estaba resuelta?¿Quién lo había decidido así? ¿Mis padres? Yo no. Todo lo hacía porque parecía que alguien lo había decidido por mí. Entonces lo vi claro en cuanto me pregunté eso. Algo estaba fallando. Si yo hubiera sido feliz, ¿porque me estaba preguntando si mi destino era ese?
-Vaya, por lo que veo si veo que ha cambiado la historia y ese no era tu destino. Está bien eso de que no te conformes con lo que quieren para ti. Dime, ¿qué fallaba?
David parecía muy interesado.
Creo que ni él se esperaba que yo me realizara preguntas sobre mi futuro y mi camino hacia la felicidad. Menos que compartiera con él mis inquietudes.
Sentía que él quería aprender algo de mí.
¿Habría algo que yo no sabría y que debería saber?
Continuará...
sábado, 11 de diciembre de 2010
79. ¿Su especialidad? METER LA PATA UNA Y OTRA VEZ.
Yo no me lo podía de creer. ¿Yo? ¿Qué yo había hecho cambiar el humor de Clara?
No logro entender el motivo.
Pienso que es al revés. Ella fue la que cambió mi humor.
Clara fue la que me demostró que en esta vida puede pasar muchas cosas que nunca llegué a imaginar o a desear.
-¿Estás seguro? -dije mostrándole mi desconcierto.
-Si, segurísimo. Empezó a hablarme de que esos últimos días se lo estaba pasando muy bien. Que había conocido a una chica especial y que tenía un proyecto entre manos. Ella no se arrepiente de lo que pasó con el coche. -dijo.
Él me observaba de tal manera que me sentía sometida a un examen. Aquello no me molestaba. En realidad yo a él le someto a un constante examen.
¿Qué debía esperar de un total desconocido que supuestamente conocen todos los demás?
¿Yo especial?
Será una chica desesperada por huir de la rutina. De huir de todo lo que me recuerde a ese gran amor que un día hubo y que desapareció con el tiempo.
-Yo creo que tampoco me arrepiento. Mi coche tampoco se arrepiente. Ahora está como… Iba a decir nuevo, pero creo que esa no es la palabra.
-Que conste que yo tampoco. -Me dijo mirándome a los ojos.
-Me alegro. -dije sonrojándome un poco e intenté disimularlo.
-Bien, pues aún no terminé de contarte. Mi madre está muy ilusionada porque estés aquí. Me dijo que había conocido a una chica que sabía escuchar. Dirás que es una tontería, pero es que mi madre no aguanta a las que son unas lame culos y a todo lo que le cuentan le ponen una sonrisa. Aquí todas le hacen la pelota por todo.
Me empecé a reír un montón, aunque yo sentía curiosidad por ella tampoco iba de lameculos.
-Yo ni si quiera sabía quien era tu madre. Tampoco sabía que Charles fuera conocido por su trabajo. Me he enterado esta mañana. Casi de milagro sé que eres famoso. Jennifer, pues tampoco sabía que era modelo. Imagínate... Pero en serio que me da igual. Hay muchísimas personas interesantes y con geniales ideas, la mayoría no salen en los medios de comunicación.
-Ya, si ya lo se. Hay mujeres que ni si quiera son capaces de dirigirme la palabra. A veces solo me gritan e incluso alguna se ha desmayado. Tú me tratas como una persona normal… Y te costará creerlo. Creo que contigo puedo hablar de todo. Hay algo en ti que me inspira confianza. No se que es…
Me costaba tratarlo como tal, pero esta claro que no se merecía que le gritara ni nada por el estilo.
Aún me costaba asimilar que solo hacía unos días que lo había visto en Cáceres, en el bar de Jordi, en una revista. Ahora estoy aquí delante de él mientras me dice que le inspiro confianza.
-En realidad es lo que eres. Una persona normal con las mismas necesidades que el resto de personas.
-Claro que lo soy. Soy muy normal-Dijo él bromeando haciéndose el ofendido por que no pensara que era así.
-Pues normalucho, -dije para picarle. - sigue contándome que pasó.
¿Normal?
Puede que si… pero no lo aparentaba y menos con ese físico…
-Bien, pues mi madre de buenas a primeras me dijo que ella no pensaba venir para nada, que iba a venir una chica encantadora a casa, me gustara o no. También me dijo que a partir del momento que tu estuvieras aquí, la casa iba a ser tan tuya como mía y que como solo recibiera una queja tuya me tenía que ir de esa casa.
-Eso no lo sabía pero no te preocupes. Dudo que me des problemas.
Se empezó a reír.
-No me preocupa. Más bien era si tenías quejas de Jennifer. Eso a Jennifer no le hizo ni gracia, ni la más remota de las gracias.
-¿El qué? ¿Ella sabía eso de lo de las quejas?
-No, eso no. Lo que la repateaba era el que mi madre hubiera cambiado su lugar y su billete de avión, para traer a una chica de la cual hablaba maravillas. Por cierto, ¿tienes hambre? No lo recordaba, pero tengo reserva para comer en un restaurante, si no quieres lo cancelo y vamos a casa o a donde tu quieras.
-Si ya lo tienes reservado, vamos.
-Vale, pues dame un momento.
Cogió el teléfono y llamó al chófer.
Luego se levantó para que volvieramos por donde habíamos venido.
-¿Qué le pasó entonces a Jennifer cuando se enteró?-dije cuando terminó de llamar.
-Se pasaba todo el día detrás de mí. Enfadada o intentándome llamar la atención de todas las maneras y a todas horas. No entendía porque tenía que traer aquí a una de sus amigas. A nuestros amigos no les contó nada del suceso con el móvil, pero entonces yo se lo conté a mi mejor amiga. Se enfadó aún más por eso.
-¿Te montó el numerito porque había llamado guarra a tu madre? Yo no sé como van por aquí las cosas... Pero en realidad lo del teléfono puede sonar gracioso. Aparte los amigos son los amigos, ¿no? Se les suele contar todo.
Él me asintió con la cabeza.
-Si bueno, aquí no acaba la historia. Pasó otra cosa casi peor en los días que estábamos esperando que tu vinieras, decidí que por lo menos la debería de conocer a mi padre. Ya que estábamos aquí…
Puso una cara que me mostraba que tampoco había ido todo como estaba planeado.
-¿Y que pasó?
-Que mi madre y mi padre ya habían hablado. A él tampoco le gustó lo que Jennifer había hecho…Pero estaría dispuesto a conocerla.
-¿Y se conocieron ? Bueno, mas bien, ¿Se la presentaste?
- Si se conocieron. Pasó algo desafortunadísimo al final de la cena. Todo había ido sobre ruedas al principio ... Yo creía que me quería esconder en el cuarto de baño y no volver a salir de allí hasta que se fueran…
-¿Quiénes?
-Mi padre y su secretaria ,la que será su futura mujer, Marcela. Mi padre decidió que ya era hora de que yo conociera a la mujer con la que mi padre llevaba tantos años… por decirlo de una manera bonita. Él a cambio conocería a mi novia. No se cómo se desvió la conversación… Quizás Jennifer había bebido mucho vino, no sé. La cuestión es que a Jennifer se le soltó la lengua y dijo algo de que no le gustaría que yo tuviera secretaria por lo guarras que pueden llegar a ser…
Me paré en seco con la boca abierta.
Pasaron tres segundos y seguí caminando.
Me quité un peso de encima.
Al lado de eso que me viera vomitar el primer día no parecía algo tan malo.
-Como para no querer esconderse. ¿Qué hizo ella?
-Pues se pensaba que Marcela era otra mujer. No se enteró que era la secretaria con la que mi padre le había puesto los cuernos a mi madre hasta que llegamos a casa. Se enfadó conmigo por no avisarla. Eso fue por la noche justo anterior a que llegaras tú. Unos días antes también se volvió a liar. Estábamos ella y yo en casa. Llamaron al timbre y no pararon de entrar percheros de ropa y más ropa de marcas. Justo después entró Charles con unos cuantos asistentes llenos también de cosas. Jennifer lo estaba alucinando viendo la ropa que te habían traído. Aunque lo que más le molestaba era que la ropa era de la chica que iba a venir.
-¿Y que pasó?
-Pues que Charles no se corta un pelo. Charles como siempre, se puso a decirme que es una pena que sea heterosexual, que él si pudiera, me iba a hacer el hombre más feliz del mundo.-Yo empecé a reírme un montón al recordar la conversación que había tenido con Charles ayer. - Cosas que me dice siempre. Pero como le conozco, ya sé que lo dice de broma. Bien, pues entonces Jennifer comenzó a mirarle con sus malas caras.-Y empezó a imitarla.- Eso Charles no lo iba a dejar pasar. A él nadie le mira así…
Vimos la limusina de lejos y enseguida estuvimos dentro, porque la gente de alrededor comenzó a mirarnos y a señalarnos.
Esto de tener una limusina así no ayuda nada si quieres ir de incógnito.
-¿Qué le dijo Charles?
-Lo de Charles fue brutal. Demasiado para mi gusto. Mi madre también le había contado a Charles el accidente con Jennifer. Son íntimos amigos. Charles le dijo que si con esas caras pretendía llamarle puta o ligera de cascos como a mi madre. Que no hacía falta que se pusiera “celosona”.
Otra vez yo estaba con la boca abierta.
¡Qué de cosas habían pasado!
-¡Que bestia!
-Ya si, pues ella salió disparada de la casa. Yo conseguí alcanzarla y tranquilizarla. Fue cuando entonces le propuse que fuéramos a conocer a mi padre. Y pasó lo que pasó... Ayer por la mañana, justo antes de que llegaras, mi madre nos despertó llamando al móvil. Para colmo mi madre oyó como ella se quejaba por que la habían despertado. Cuando colgué empezamos a discutir de por qué si sabía que era mi madre se seguía comportando así. Entré al cuarto de baño y cuando salí no la encontraba por ninguna parte. Algo me decía que estaba haciendo de las suyas. Entonces me la encontré donde tienes el armario. Estaba cotilleándolo todo. Entré y la pillé quitándote un bolso y dentro lleno de cosas.
Yo ya me llevaba las manos a la cabeza. Él me contaba todo muy abochornado. Estaba muy apenado por llevarse una desilusión grande.
-¿Qué me estás contando?
-Si, lo que oyes. Lo demás puedes imaginártelo.
-Por eso cuando me vió me metió un empujon y casi me mata con la mirada.
-Y por eso cuando te vi me asusté. No quería que volviera… Solo me ha traído estos últimos días problemas…
Continuará.
No logro entender el motivo.
Pienso que es al revés. Ella fue la que cambió mi humor.
Clara fue la que me demostró que en esta vida puede pasar muchas cosas que nunca llegué a imaginar o a desear.
-¿Estás seguro? -dije mostrándole mi desconcierto.
-Si, segurísimo. Empezó a hablarme de que esos últimos días se lo estaba pasando muy bien. Que había conocido a una chica especial y que tenía un proyecto entre manos. Ella no se arrepiente de lo que pasó con el coche. -dijo.
Él me observaba de tal manera que me sentía sometida a un examen. Aquello no me molestaba. En realidad yo a él le someto a un constante examen.
¿Qué debía esperar de un total desconocido que supuestamente conocen todos los demás?
¿Yo especial?
Será una chica desesperada por huir de la rutina. De huir de todo lo que me recuerde a ese gran amor que un día hubo y que desapareció con el tiempo.
-Yo creo que tampoco me arrepiento. Mi coche tampoco se arrepiente. Ahora está como… Iba a decir nuevo, pero creo que esa no es la palabra.
-Que conste que yo tampoco. -Me dijo mirándome a los ojos.
-Me alegro. -dije sonrojándome un poco e intenté disimularlo.
-Bien, pues aún no terminé de contarte. Mi madre está muy ilusionada porque estés aquí. Me dijo que había conocido a una chica que sabía escuchar. Dirás que es una tontería, pero es que mi madre no aguanta a las que son unas lame culos y a todo lo que le cuentan le ponen una sonrisa. Aquí todas le hacen la pelota por todo.
Me empecé a reír un montón, aunque yo sentía curiosidad por ella tampoco iba de lameculos.
-Yo ni si quiera sabía quien era tu madre. Tampoco sabía que Charles fuera conocido por su trabajo. Me he enterado esta mañana. Casi de milagro sé que eres famoso. Jennifer, pues tampoco sabía que era modelo. Imagínate... Pero en serio que me da igual. Hay muchísimas personas interesantes y con geniales ideas, la mayoría no salen en los medios de comunicación.
-Ya, si ya lo se. Hay mujeres que ni si quiera son capaces de dirigirme la palabra. A veces solo me gritan e incluso alguna se ha desmayado. Tú me tratas como una persona normal… Y te costará creerlo. Creo que contigo puedo hablar de todo. Hay algo en ti que me inspira confianza. No se que es…
Me costaba tratarlo como tal, pero esta claro que no se merecía que le gritara ni nada por el estilo.
Aún me costaba asimilar que solo hacía unos días que lo había visto en Cáceres, en el bar de Jordi, en una revista. Ahora estoy aquí delante de él mientras me dice que le inspiro confianza.
-En realidad es lo que eres. Una persona normal con las mismas necesidades que el resto de personas.
-Claro que lo soy. Soy muy normal-Dijo él bromeando haciéndose el ofendido por que no pensara que era así.
-Pues normalucho, -dije para picarle. - sigue contándome que pasó.
¿Normal?
Puede que si… pero no lo aparentaba y menos con ese físico…
-Bien, pues mi madre de buenas a primeras me dijo que ella no pensaba venir para nada, que iba a venir una chica encantadora a casa, me gustara o no. También me dijo que a partir del momento que tu estuvieras aquí, la casa iba a ser tan tuya como mía y que como solo recibiera una queja tuya me tenía que ir de esa casa.
-Eso no lo sabía pero no te preocupes. Dudo que me des problemas.
Se empezó a reír.
-No me preocupa. Más bien era si tenías quejas de Jennifer. Eso a Jennifer no le hizo ni gracia, ni la más remota de las gracias.
-¿El qué? ¿Ella sabía eso de lo de las quejas?
-No, eso no. Lo que la repateaba era el que mi madre hubiera cambiado su lugar y su billete de avión, para traer a una chica de la cual hablaba maravillas. Por cierto, ¿tienes hambre? No lo recordaba, pero tengo reserva para comer en un restaurante, si no quieres lo cancelo y vamos a casa o a donde tu quieras.
-Si ya lo tienes reservado, vamos.
-Vale, pues dame un momento.
Cogió el teléfono y llamó al chófer.
Luego se levantó para que volvieramos por donde habíamos venido.
-¿Qué le pasó entonces a Jennifer cuando se enteró?-dije cuando terminó de llamar.
-Se pasaba todo el día detrás de mí. Enfadada o intentándome llamar la atención de todas las maneras y a todas horas. No entendía porque tenía que traer aquí a una de sus amigas. A nuestros amigos no les contó nada del suceso con el móvil, pero entonces yo se lo conté a mi mejor amiga. Se enfadó aún más por eso.
-¿Te montó el numerito porque había llamado guarra a tu madre? Yo no sé como van por aquí las cosas... Pero en realidad lo del teléfono puede sonar gracioso. Aparte los amigos son los amigos, ¿no? Se les suele contar todo.
Él me asintió con la cabeza.
-Si bueno, aquí no acaba la historia. Pasó otra cosa casi peor en los días que estábamos esperando que tu vinieras, decidí que por lo menos la debería de conocer a mi padre. Ya que estábamos aquí…
Puso una cara que me mostraba que tampoco había ido todo como estaba planeado.
-¿Y que pasó?
-Que mi madre y mi padre ya habían hablado. A él tampoco le gustó lo que Jennifer había hecho…Pero estaría dispuesto a conocerla.
-¿Y se conocieron ? Bueno, mas bien, ¿Se la presentaste?
- Si se conocieron. Pasó algo desafortunadísimo al final de la cena. Todo había ido sobre ruedas al principio ... Yo creía que me quería esconder en el cuarto de baño y no volver a salir de allí hasta que se fueran…
-¿Quiénes?
-Mi padre y su secretaria ,la que será su futura mujer, Marcela. Mi padre decidió que ya era hora de que yo conociera a la mujer con la que mi padre llevaba tantos años… por decirlo de una manera bonita. Él a cambio conocería a mi novia. No se cómo se desvió la conversación… Quizás Jennifer había bebido mucho vino, no sé. La cuestión es que a Jennifer se le soltó la lengua y dijo algo de que no le gustaría que yo tuviera secretaria por lo guarras que pueden llegar a ser…
Me paré en seco con la boca abierta.
Pasaron tres segundos y seguí caminando.
Me quité un peso de encima.
Al lado de eso que me viera vomitar el primer día no parecía algo tan malo.
-Como para no querer esconderse. ¿Qué hizo ella?
-Pues se pensaba que Marcela era otra mujer. No se enteró que era la secretaria con la que mi padre le había puesto los cuernos a mi madre hasta que llegamos a casa. Se enfadó conmigo por no avisarla. Eso fue por la noche justo anterior a que llegaras tú. Unos días antes también se volvió a liar. Estábamos ella y yo en casa. Llamaron al timbre y no pararon de entrar percheros de ropa y más ropa de marcas. Justo después entró Charles con unos cuantos asistentes llenos también de cosas. Jennifer lo estaba alucinando viendo la ropa que te habían traído. Aunque lo que más le molestaba era que la ropa era de la chica que iba a venir.
-¿Y que pasó?
-Pues que Charles no se corta un pelo. Charles como siempre, se puso a decirme que es una pena que sea heterosexual, que él si pudiera, me iba a hacer el hombre más feliz del mundo.-Yo empecé a reírme un montón al recordar la conversación que había tenido con Charles ayer. - Cosas que me dice siempre. Pero como le conozco, ya sé que lo dice de broma. Bien, pues entonces Jennifer comenzó a mirarle con sus malas caras.-Y empezó a imitarla.- Eso Charles no lo iba a dejar pasar. A él nadie le mira así…
Vimos la limusina de lejos y enseguida estuvimos dentro, porque la gente de alrededor comenzó a mirarnos y a señalarnos.
Esto de tener una limusina así no ayuda nada si quieres ir de incógnito.
-¿Qué le dijo Charles?
-Lo de Charles fue brutal. Demasiado para mi gusto. Mi madre también le había contado a Charles el accidente con Jennifer. Son íntimos amigos. Charles le dijo que si con esas caras pretendía llamarle puta o ligera de cascos como a mi madre. Que no hacía falta que se pusiera “celosona”.
Otra vez yo estaba con la boca abierta.
¡Qué de cosas habían pasado!
-¡Que bestia!
-Ya si, pues ella salió disparada de la casa. Yo conseguí alcanzarla y tranquilizarla. Fue cuando entonces le propuse que fuéramos a conocer a mi padre. Y pasó lo que pasó... Ayer por la mañana, justo antes de que llegaras, mi madre nos despertó llamando al móvil. Para colmo mi madre oyó como ella se quejaba por que la habían despertado. Cuando colgué empezamos a discutir de por qué si sabía que era mi madre se seguía comportando así. Entré al cuarto de baño y cuando salí no la encontraba por ninguna parte. Algo me decía que estaba haciendo de las suyas. Entonces me la encontré donde tienes el armario. Estaba cotilleándolo todo. Entré y la pillé quitándote un bolso y dentro lleno de cosas.
Yo ya me llevaba las manos a la cabeza. Él me contaba todo muy abochornado. Estaba muy apenado por llevarse una desilusión grande.
-¿Qué me estás contando?
-Si, lo que oyes. Lo demás puedes imaginártelo.
-Por eso cuando me vió me metió un empujon y casi me mata con la mirada.
-Y por eso cuando te vi me asusté. No quería que volviera… Solo me ha traído estos últimos días problemas…
Continuará.
martes, 7 de diciembre de 2010
78. Momentos bochornosos con la "suegra".
-¿Si?. Eso no lo sabía…
-Luego te lo cuento. Continúa por favor.
-Esta bien. Hace no mucho, unos días, mi hermano Gabriel tenía un vuelo. El vuelo que tendría que llevarle hasta aquí, hasta Nueva York. Justo ese vuelo terminó en un terrible accidente donde murieron unos cuantos pasajeros y los pilotos. Yo estaba viendo el telediario y en cuanto lo vi por la televisión llamé a mi madre, que estaba conduciendo, para saber si ella sabía algo… Ey, espera.-dijo él mirándome con curiosidad.- ¿Tu coche fue contra el que se golpeó mi madre?
-Pues si. Mi pobre coche… Aunque ahora no me quejo.
Se me escapó una sonrisa involuntaria que me fue correspondida creo que de una manera también involuntaria.
¿Los dos estábamos igual de felices de habernos conocido? ¿De dónde había nacido aquella complicidad?
Él me seguía observando con aquella sonrisa que le salía cada vez que yo hablaba o sonreía.
Un leve cosquilleo comenzó a subirme de pies a cabeza.
Los dos estábamos sin hablar mirándonos.
¿Paró el tiempo?
Un hombre en bicicleta pasó muy cerca de mí. Justo antes de que pasara, David me agarró de la mano para que me apartara y me acercara a él.
Fue algo raro que nos hizo salir de aquel bucle de sonrisas en el que antes estábamos… Maldita bicicleta…
-Bueno, sigo contándote.-dijo David.- Entonces al llamar a mi madre y creer que a mi hermano le había pasado algo, hice que Jennifer se viniera conmigo aquí enseguida en un vuelo privado. Al principio incluso me puso pegas por ser todo muy precipitado, pero conseguí convencerla.
-¿Tu hermano supuestamente se muere y la otra te pone pegas? ¿Estamos hablando de una persona o un animal?-dije yo casi indignada.
Él se rió sin ganas, como dándome la razón de que muy normal no era.
Esta chica tenía que ser una “especialita“ egocéntrica.
-Ahí no acaba la cosa… A la hora de llegar a Nueva York mi padre había hablado con Gabriel y estaba perfectamente en el sofá de su casa. Se había puesto enfermo del estómago y no había pilotado ese vuelo. A mi ni se me ocurrió llamarle… pensé que si no me cogía el teléfono...-Su cara de angustia al recordar ese momento hizo incluso que yo me sintiera angustiada.
-Menos mal que él está bien.
-La verdad es que es la tercera vez que creemos que se ha muerto… No sabes lo agobiante que es repetir la misma escena varias veces…
No me quería ni imaginar por un momento lo que tiene que ser creer que uno de tus hermanos haya muerto varias veces.
Menudo palo.
Si eso le pasara a mi hermana a mi me daría algo.
-En esta ocasión no se si decir que buena o que mala suerte. Por eso de que esta bien que no le pase nada, pero mala suerte si la muerte parece que le ronda.
-Un poco de todo. Pero Gabriel es especial… a lo mejor lo conocerás. Siempre le pasan cosas extrañas.
Mientras hablábamos observaba los árboles, gente haciendo deporte, montando en bicicleta, turistas o gente paseando a sus perros…
Allí pasábamos desapercibidos entre tanta gente.
Es curioso pero a veces cuando más quieres esconderte, mejor te encuentran.
-Sigue contándome por favor. -le dije.
-Pues después de aquél desafortunado suceso, ocurrió algo. Una cosa que molestó a mi madre.
-Qué raro me parece. Tu madre siempre me ha resultado muy tranquila y alegre.
-Ella es como dices. A ver, esto quizás te parece una tontería como un piano. Yo el móvil por si se me pierde o lo que sea, hay nombres que no los tengo puestos como los verdaderos. A mi madre no la tengo puesta como mamá, la tengo puesta como Clara. Mi hermano está escrito como Gabriel… y así.
-Tampoco es mala idea.
-Por fin alguien que me da la razón.
-¿Por fin?
-Todo el mundo que lo sabe acaba pensando que es una gilipollez, pero tengo números de personas muy importantes y no puedo arriesgarme a que esos números anden por ahí sueltos si pierdo el móvil. Este dato es muy importante que lo sepas.
-¿Por si se te pierde el móvil?
-No, para entender que ha pasado. Esa noche cuando llamé a mi madre, ella estaba descompuesta de los nervios después de todo lo del accidente. Por lo que antes de dormir, cuando ya supimos que todo estaba bien, le escribí un mensaje. En el le ponía que la quería muchísimo, que era la mujer más importante en mi vida y que descansara bien.
Que bonito.
Yo me sentí fatal conmigo misma.
Yo esas cosas no se las decía a mi madre, pero desde ese momento esperaba cambiar. Si no fuera por ella y por mi padre yo no estaría aquí…
Les debo todo y quizá no recuerdo todas las veces que debería que en realidad son ellos uno de los pilares de mi vida.
-Carmen, ¿Estas bien?
-Si, si estoy bien. Sigue, por favor.-dije intentando volver al hilo de la conversación.
-No sé, es que parecías triste cuando he dicho eso.
-Es porque me has recordado algo que intentaré cambiar.
- Está bien no te vuelvas a poner triste…
Él para asegurarse que era así puso una de sus manos en mi barbilla para que le mirara.
Entonces le miré con una gran sonrisa un poco forzada que me fue correspondida. Tenía que hacer algo para evitar esos momentos de confusión en mi mente. Es como si cada vez que él sonriera hubiera un hechizo alrededor que hiciera bloquear mi cerebro. Retomé el tema en cuanto pude salir de esos efectos.
-Le escribiste un mensaje a tu madre. ¿Qué paso?-le dije.
-Jennifer cogió mi móvil mientras yo me estaba duchando. Vió el mensaje y hizo lo que no debía, ponerse como una histérica y llamar a mi madre. Aunque ella creía que estaba llamando a una tal Clara.
- ¿Qué le dijo a tu madre?
-De todo menos bonita… Cosas tales como que pedazo de zorra barata y asquerosa estaba calienta la pollas.
Yo le miré con la boca abierta.
-No puede ser…-dije yo aún sin salir de mi asombro.
-Si, si puede ser. Y mi madre toda educada preguntó que quien era la señorita que se encontraba al otro lado del teléfono y claro, ella dijo que era mi novia… Mi novia era la que acababa de llamar puta, zorra, ligera de cascos y demás a mi madre que ya bastante había tenido ese día.
Se me abrió la boca de par en par.
Yo entre las cosas que me contaba necesitaba unos cuantos segundos para asimilarlo. Que vergüenza ajena y que bochorno.
La verdad es que si que fue una tontería no haberle preguntado a él primero quien era Clara.
-¿Qué hiciste tu cuando te enteraste?
-Llevarme las manos a la cabeza, ¿qué iba a hacer?. Primero la pillé con mi móvil en la mano. Le pregunté que hacía con él, que porqué cotilleaba mis cosas pero ella estaba congelada con el móvil en la mano. Luego me confesó lo que había pasado.
-Pero vamos a ver, ella ¿no le dijo a tu madre que era una confusión?.
-No. Se quedó tan pillada que la colgó de golpe.
-Yo te digo que tampoco sé que hubiera hecho en ese momento y en esa situación, pero tampoco sé que necesidad tiene de curiosear en los móviles de los demás.
-Lo peor es que la historia no acaba ahí. Llamé a mi madre después y le conté lo que había pasado, que todo había sido un mal entendido. Creo que en vez de arreglarlo lo empeoré… Mi madre me empezó a dar su tesis sobre las relaciones de pareja, que se basan en la confianza y bueno todo eso que supongo que ya sabrás que se supone que tiene que haber en una relación de pareja… En definitiva, que lo que acababa de hacer era propio de una niña.
-Tuve una relación de mucho tiempo que acabó estancada... No te creas que soy una experta. Cada pareja es un mundo. Considérame una catástrofe. Soy el coyote intentando atrapar al correcaminos.
El comenzó a reirse.
Vimos un banco libre y nos sentamos.
Yo aproveché para sacar la cámara de fotos y hacer unas cuantas fotos al parque.
- Mi madre, ya te había comprado a ti el billete de avión en la agencia para venir aquí cuando pasó. Pero ella ya no tenía ni pizca de ganas de conocer a Jennifer. Me decía que no merecería la pena conocer a una niña que seguramente sería uno de mis pasatiempos.
-Vaya, pues si que te dio esperanza tu madre…
-Tampoco se confundió. Ella es muy sincera con lo que piensa de los demás. Yo llevaba más de un año con Jennifer y me esperaba otra cosa. No nos veíamos tampoco mucho porque yo he estado de promociones y estrenos, ella de desfiles y cosas así. Solo era capaz de ver cosas buenas de ella hasta estos últimos días que hemos estado juntos. Jennifer estaba aterrada por la llegada de mi madre después de lo que pasó. Antes de todo esto Jennifer estaba deseando conocerla, pues era para ella un modelo a seguir en su profesión.
-Madre mía que chasco mas gordo…
-Pues sí. Mi madre entonces que estaba muy cabreada por todo incluso conmigo. Algo le cambió el humor de un día para otro.
Él al contar la historia de vez en cuando se reía.
No me parece para menos. Es una de las historias relacionadas con la suegra más bochornosas que he oído nunca.
-¿Fue cuando quedó con Jorge por primera vez?
-No, fue porque te conoció a ti y pensó en hacer algo grande por ti. A él ya le conocía de antes.
Continuará.
-Luego te lo cuento. Continúa por favor.
-Esta bien. Hace no mucho, unos días, mi hermano Gabriel tenía un vuelo. El vuelo que tendría que llevarle hasta aquí, hasta Nueva York. Justo ese vuelo terminó en un terrible accidente donde murieron unos cuantos pasajeros y los pilotos. Yo estaba viendo el telediario y en cuanto lo vi por la televisión llamé a mi madre, que estaba conduciendo, para saber si ella sabía algo… Ey, espera.-dijo él mirándome con curiosidad.- ¿Tu coche fue contra el que se golpeó mi madre?
-Pues si. Mi pobre coche… Aunque ahora no me quejo.
Se me escapó una sonrisa involuntaria que me fue correspondida creo que de una manera también involuntaria.
¿Los dos estábamos igual de felices de habernos conocido? ¿De dónde había nacido aquella complicidad?
Él me seguía observando con aquella sonrisa que le salía cada vez que yo hablaba o sonreía.
Un leve cosquilleo comenzó a subirme de pies a cabeza.
Los dos estábamos sin hablar mirándonos.
¿Paró el tiempo?
Un hombre en bicicleta pasó muy cerca de mí. Justo antes de que pasara, David me agarró de la mano para que me apartara y me acercara a él.
Fue algo raro que nos hizo salir de aquel bucle de sonrisas en el que antes estábamos… Maldita bicicleta…
-Bueno, sigo contándote.-dijo David.- Entonces al llamar a mi madre y creer que a mi hermano le había pasado algo, hice que Jennifer se viniera conmigo aquí enseguida en un vuelo privado. Al principio incluso me puso pegas por ser todo muy precipitado, pero conseguí convencerla.
-¿Tu hermano supuestamente se muere y la otra te pone pegas? ¿Estamos hablando de una persona o un animal?-dije yo casi indignada.
Él se rió sin ganas, como dándome la razón de que muy normal no era.
Esta chica tenía que ser una “especialita“ egocéntrica.
-Ahí no acaba la cosa… A la hora de llegar a Nueva York mi padre había hablado con Gabriel y estaba perfectamente en el sofá de su casa. Se había puesto enfermo del estómago y no había pilotado ese vuelo. A mi ni se me ocurrió llamarle… pensé que si no me cogía el teléfono...-Su cara de angustia al recordar ese momento hizo incluso que yo me sintiera angustiada.
-Menos mal que él está bien.
-La verdad es que es la tercera vez que creemos que se ha muerto… No sabes lo agobiante que es repetir la misma escena varias veces…
No me quería ni imaginar por un momento lo que tiene que ser creer que uno de tus hermanos haya muerto varias veces.
Menudo palo.
Si eso le pasara a mi hermana a mi me daría algo.
-En esta ocasión no se si decir que buena o que mala suerte. Por eso de que esta bien que no le pase nada, pero mala suerte si la muerte parece que le ronda.
-Un poco de todo. Pero Gabriel es especial… a lo mejor lo conocerás. Siempre le pasan cosas extrañas.
Mientras hablábamos observaba los árboles, gente haciendo deporte, montando en bicicleta, turistas o gente paseando a sus perros…
Allí pasábamos desapercibidos entre tanta gente.
Es curioso pero a veces cuando más quieres esconderte, mejor te encuentran.
-Sigue contándome por favor. -le dije.
-Pues después de aquél desafortunado suceso, ocurrió algo. Una cosa que molestó a mi madre.
-Qué raro me parece. Tu madre siempre me ha resultado muy tranquila y alegre.
-Ella es como dices. A ver, esto quizás te parece una tontería como un piano. Yo el móvil por si se me pierde o lo que sea, hay nombres que no los tengo puestos como los verdaderos. A mi madre no la tengo puesta como mamá, la tengo puesta como Clara. Mi hermano está escrito como Gabriel… y así.
-Tampoco es mala idea.
-Por fin alguien que me da la razón.
-¿Por fin?
-Todo el mundo que lo sabe acaba pensando que es una gilipollez, pero tengo números de personas muy importantes y no puedo arriesgarme a que esos números anden por ahí sueltos si pierdo el móvil. Este dato es muy importante que lo sepas.
-¿Por si se te pierde el móvil?
-No, para entender que ha pasado. Esa noche cuando llamé a mi madre, ella estaba descompuesta de los nervios después de todo lo del accidente. Por lo que antes de dormir, cuando ya supimos que todo estaba bien, le escribí un mensaje. En el le ponía que la quería muchísimo, que era la mujer más importante en mi vida y que descansara bien.
Que bonito.
Yo me sentí fatal conmigo misma.
Yo esas cosas no se las decía a mi madre, pero desde ese momento esperaba cambiar. Si no fuera por ella y por mi padre yo no estaría aquí…
Les debo todo y quizá no recuerdo todas las veces que debería que en realidad son ellos uno de los pilares de mi vida.
-Carmen, ¿Estas bien?
-Si, si estoy bien. Sigue, por favor.-dije intentando volver al hilo de la conversación.
-No sé, es que parecías triste cuando he dicho eso.
-Es porque me has recordado algo que intentaré cambiar.
- Está bien no te vuelvas a poner triste…
Él para asegurarse que era así puso una de sus manos en mi barbilla para que le mirara.
Entonces le miré con una gran sonrisa un poco forzada que me fue correspondida. Tenía que hacer algo para evitar esos momentos de confusión en mi mente. Es como si cada vez que él sonriera hubiera un hechizo alrededor que hiciera bloquear mi cerebro. Retomé el tema en cuanto pude salir de esos efectos.
-Le escribiste un mensaje a tu madre. ¿Qué paso?-le dije.
-Jennifer cogió mi móvil mientras yo me estaba duchando. Vió el mensaje y hizo lo que no debía, ponerse como una histérica y llamar a mi madre. Aunque ella creía que estaba llamando a una tal Clara.
- ¿Qué le dijo a tu madre?
-De todo menos bonita… Cosas tales como que pedazo de zorra barata y asquerosa estaba calienta la pollas.
Yo le miré con la boca abierta.
-No puede ser…-dije yo aún sin salir de mi asombro.
-Si, si puede ser. Y mi madre toda educada preguntó que quien era la señorita que se encontraba al otro lado del teléfono y claro, ella dijo que era mi novia… Mi novia era la que acababa de llamar puta, zorra, ligera de cascos y demás a mi madre que ya bastante había tenido ese día.
Se me abrió la boca de par en par.
Yo entre las cosas que me contaba necesitaba unos cuantos segundos para asimilarlo. Que vergüenza ajena y que bochorno.
La verdad es que si que fue una tontería no haberle preguntado a él primero quien era Clara.
-¿Qué hiciste tu cuando te enteraste?
-Llevarme las manos a la cabeza, ¿qué iba a hacer?. Primero la pillé con mi móvil en la mano. Le pregunté que hacía con él, que porqué cotilleaba mis cosas pero ella estaba congelada con el móvil en la mano. Luego me confesó lo que había pasado.
-Pero vamos a ver, ella ¿no le dijo a tu madre que era una confusión?.
-No. Se quedó tan pillada que la colgó de golpe.
-Yo te digo que tampoco sé que hubiera hecho en ese momento y en esa situación, pero tampoco sé que necesidad tiene de curiosear en los móviles de los demás.
-Lo peor es que la historia no acaba ahí. Llamé a mi madre después y le conté lo que había pasado, que todo había sido un mal entendido. Creo que en vez de arreglarlo lo empeoré… Mi madre me empezó a dar su tesis sobre las relaciones de pareja, que se basan en la confianza y bueno todo eso que supongo que ya sabrás que se supone que tiene que haber en una relación de pareja… En definitiva, que lo que acababa de hacer era propio de una niña.
-Tuve una relación de mucho tiempo que acabó estancada... No te creas que soy una experta. Cada pareja es un mundo. Considérame una catástrofe. Soy el coyote intentando atrapar al correcaminos.
El comenzó a reirse.
Vimos un banco libre y nos sentamos.
Yo aproveché para sacar la cámara de fotos y hacer unas cuantas fotos al parque.
- Mi madre, ya te había comprado a ti el billete de avión en la agencia para venir aquí cuando pasó. Pero ella ya no tenía ni pizca de ganas de conocer a Jennifer. Me decía que no merecería la pena conocer a una niña que seguramente sería uno de mis pasatiempos.
-Vaya, pues si que te dio esperanza tu madre…
-Tampoco se confundió. Ella es muy sincera con lo que piensa de los demás. Yo llevaba más de un año con Jennifer y me esperaba otra cosa. No nos veíamos tampoco mucho porque yo he estado de promociones y estrenos, ella de desfiles y cosas así. Solo era capaz de ver cosas buenas de ella hasta estos últimos días que hemos estado juntos. Jennifer estaba aterrada por la llegada de mi madre después de lo que pasó. Antes de todo esto Jennifer estaba deseando conocerla, pues era para ella un modelo a seguir en su profesión.
-Madre mía que chasco mas gordo…
-Pues sí. Mi madre entonces que estaba muy cabreada por todo incluso conmigo. Algo le cambió el humor de un día para otro.
Él al contar la historia de vez en cuando se reía.
No me parece para menos. Es una de las historias relacionadas con la suegra más bochornosas que he oído nunca.
-¿Fue cuando quedó con Jorge por primera vez?
-No, fue porque te conoció a ti y pensó en hacer algo grande por ti. A él ya le conocía de antes.
Continuará.
viernes, 3 de diciembre de 2010
77. Todo ocurrió por algo que nunca existió.
Apareció una chica que nos vino a traer unos cascos para que no nos molestara el intenso ruido que había allí.
No puede ser.
No puede ser verdad.
¡No puede ser verdad que tenga que montar en helicóptero!
No era ni capaz de dirigirle la palabra a David mientras me llevaba agarrada del brazo al helicóptero una vez me puse los cascos.
Yo solo era capaz de intentar controlar mi mandíbula para que no se cayera de par en par dejandome la boca abierta.
No sabía en esos momentos si me espantaba o me encantaba la idea.
David no me dejaba de mirar con una gran sonrisa de emoción.
Yo al mirarle creía que le daría un beso de la emoción... Tengo que dejar de ver tantas películas. Supe contenerme las ganas.
No iba a fastidiarla en ese momento.
-No te digo nada, porque me has quedado sin palabras.-Le dije como confesión y a voces para que me oyera.
-Pues entonces no hace falta que me digas nada. Tú solo disfrútalo.
David conocía también al piloto del helicóptero.
Mientras despegábamos yo con tenía los nervios agarrados al estómago.
Intentaba parecer tranquila aunque dudo mucho que lo consiguiera.
Me costaba tener que permanecer sentada.
Estuvieron contando que se conocían bastante porque el piloto era uno de los mejores amigos de su hermano Gabriel.
Si David es así… ¿Cómo será su hermano? Creo que ni me lo puedo imaginar y menos ahora.
Yo que tengo miedo a las alturas lo estaba flipando. Sensaciones contradictorias en mi interior.
Las vistas eran impresionantes.
Ellos no paraban de contar chistes, anécdotas graciosas, haciéndome de guía…
Estaba motivadísima echando fotos a todo. Entre foto y foto me quería ir pellizcando.
Fuimos por muchísimos sitios.
La estatua de la libertad era superior desde ese punto de vista, al igual que los edificios, los puentes, el río Hudson, el Empire State, Central Park…
Era totalmente como aparecía en las películas.
Miraba a David y me confirmaba que tenía que ser una película.
Indescriptible. Es para vivirlo.
Desde ahí arriba puedes sentirte insignificante y ver lo inmensa que es la ciudad.
Fue una pena que tuviera que acabar .
David y el piloto hacían que pareciera una fiesta aquello. Ellos no paraban de cantar canciones de Madonna y David le hacía el coro.
No podía parar de reír.
David me miraba y al ver lo feliz que yo estaba notaba como él también lo era.
Se me hizo muy corto, pero en realidad estuvimos bastante tiempo.
Llegó el momento de bajarse al llegar a tierra incluso me puse a pegar saltitos. David se partía de la risa. Casi me caigo con los tacones y por suerte él me agarró a tiempo.
Entramos el ascensor después de evitar todo el revuelo que David causaba entre sus fans, en su mayoría mujeres.
¡Qué agobio de chicas casi llorando de la emoción por verle a él!
-¿Qué nota le das a mi sorpresa?-me dijo.
-¿Cómo que qué nota? ¡Si parece que tengo pegada la sonrisa con pegamento!-dije a punto de volver a saltar.
- Entonces a merecido la pena aunque tuvieras miedo a las alturas…
-Vaya… Intenté actuar por lo del cambio de papeles y todo eso. No sabía que lo había hecho tan mal.-dije aún riéndome y sobre actuando.
-Mal lo que se dice mal, no. El silencio cuando pregunté lo de las alturas fue muy delatador.
-Ya veo, ya. También veo que eres observador.
-No iba a dejar que te pasara nada malo. Hay que serlo y estar bien atento a todo lo que pueda pasar. Ahora espérame dentro de la limusina si ves que hay mucha gente en la entrada y quieren autógrafos. No te quiero hacer esperar. -Dijo a la vez que se ponía las gafas de sol.
Una palangana para mis babas por favor…
-Está bien.-Le contesté a la vez que me miraba en el espejo del ascensor.
Justo le miré a él a través del espejo. Él se bajó las gafas un poco y me guiñó un ojo. Después se las volvió a colocar y se colocó mirando hacia la puerta.
Llegamos a la planta baja.
Había que salir rápido porque el rumor de que David se encontraba en el edificio se había extendido como la pólvora. No se ni cuantas mujeres y hombres había allí mirando todas a todos lados para ver si le veían.
Conseguimos movernos entre la multitud hasta la puerta. Una niña pequeña le agarró del abrigo y le dijo a David que por favor quería una foto con él. Luego ella me miró a mí y dijo que también quería una foto conmigo. Quería una foto de los tres.
¿cómo?
¿Por qué esa niña quería una foto conmigo?
Entonces David me hizo un gesto para que me acercara y allí nos hicimos la foto.
La niña entonces me miró con sus ojitos grandes y azules…
Dijo que yo era muy guapa y que de mayor quería ser como yo.
Yo miré a David incrédula.
Menos mal que esta niña no sabe mi historia. Espero que no quiera ser como yo ni que lo sea.
Yo le respondí con una gran sonrisa y le dije que para ser como yo tendría que estudiar mucho. La madre estaba encantadísima y miraba a David como si fuera un caramelo.
Estábamos rodeados de gente.
David firmó unos cuantos autógrafos más y entramos dentro de la limusina. Yo estaba totalmente con la cabeza ida por lo de la niña.
¿Por qué quería una foto conmigo?
Hay cosas que creo que nunca entenderé.
¿Qué busca la gente qué se quiere hacer fotos con desconocidos?
-Es tu primer día en la calle y ya te piden fotos.-me dijo él intentándole dar emoción al asunto.
-¿Qué se supone que me tengo que sentir importante o algo así?
-Te aseguro que no. Pero es curioso…
-A mi también me lo pareció. Tú ya tienes que estar acostumbrado.
-No, hay cosas a las que uno nunca se acostumbra. A veces cuando tienes un mal día y te apetece estar solo, no te creas que no es una labor tener que sacar la mejor sonrisa y hacer con que estas encantado de que todo el mundo te preste atención. Una cosa es lo que parece y otra es lo que es.
-Tiene que tener sus inconvenientes. Supongo que tampoco tienes mucha vida privada.
-Hay noticias de tu vida las cuales al principio incluso te hacen gracia. A veces ya son cosas surrealistas e imbéciles.
-Es verdad, ¿Cuál ha sido la noticia mas estúpida que han dicho sobre ti?
-Bueno, no hace mucho me ha aparecido un supuesto hijo mío al otro lado del país. A la madre no se quién es y no la he visto en mi vida. Todo eso ya está en manos de mis abogados.
Me quedé riéndome incrédula.
-¿Tiene que ser broma?
-La gente hace lo que sea para conseguir dinero. Incluso perder la dignidad. Y bueno, en realidad he tenido rumores peores, pero ese fue el último. Ahora me estoy preparando para el acoso constante de la prensa…
-¿Cómo que para el acoso?
-Creo que la gente no sabe que Jennifer y yo hemos roto. Cuando se enteren supongo que les parecerá una bomba. Queda nada para que lo sepan…-Lo dijo serio.
Él parecía imaginárselo mientras lo decía. Solo de pensarlo se agobiaba.
Si a mí ya me molestaba que con Alberto todo el mundo me preguntara por él… No me quiero imaginar que hubiera sido un tema más de conversación para las peluquerías del mundo, programas de televisión, círculos de familia, amigos y conocidos…
-Que agobio solo de pensar que los demás pueden estar todo el día preguntándote por lo que menos quieres oír.
-Es el precio de la fama. Pueden hablar bien o mal, pero si quiero conservarla tienen que hablar de mí.
-Estoy empezando a plantearme que ser tú no tiene que ser tan fácil como parece.
- ¿Lo parece? Ya te dije que no lo es. El tiempo te enseña a llevarlo lo mejor posible. Puedo asegurar que también tiene otras muchas cosas buenas.
-¿Cuánto tiempo llevas trabajando? Y lamento ser la única que creo que no sabe casi nada de ti…
Él se rió.
-Pues empecé a los dieciséis haciendo anuncios. ¿Enserio te lamentas de no saber nada de mí?
-No es que me lamente. Nunca me han gustado las revistas del corazón y cosas así, por lo que no te creas que se mucho más de lo que tú me quieras contar.
-Puede ser que te quedes con misterios. Solo para parecerte más interesante…
-¿Parecerme interesante? Lo que tú quieras, es tu vida.
Le chocó bastante mi respuesta y mi falta de insistencia.
¿Estaría acostumbrado a hacerse rogar?
-Yo tampoco se mucho sobre ti. Te puedo asegurar que tú seguro tienes más secretos para mí que yo para ti.
-¿Yo secretos?- y empecé a reír.
¿Enserio él se creé que soy alguien interesante y con mucho que ocultar?
- Si no tienes cuéntame alguno.
Entonces empecé a pensar… ¿Qué le puedo decir yo a David?.
No estoy inspirada y pensaré en cualquier cosa. A ver si cuela.
-Pues es una chorrada, pero llevo intentando dejar de fumar al menos cuatro años.
-Si, la verdad es que podías haberte esforzado un poquito más. Ya que veo que te cuesta... Déjame hacerte una pregunta.
-Espero que no sea muy comprometida…
-No, no te preocupes. No es lo que pretendo. Ese colgante de ambar es muy bonito. Desde que te vi me llamó la atención. ¿De dónde lo has sacado? ¿Es un regalo?
Me quedé mirándole perpleja.
¿De todas las cosas que puede preguntarme, va y me pregunta una que tiene que ver diréctamente con Alberto?
-Digamos que es un regalo especial que me hizo una persona especial.
-¿Con especial te refieres a tu novio?
-No. Me refiero al que lo era.
-¿Y aún llevas algo puesto de él?
No me había planteado el por qué no me había quitado el colgante. Yo mientras hablaba con David, jugaba con el colgante entre mis dedos y lo miraba detenidamente ante la atenta mirada de David, que permanecía sentado delante de mí sin parecer entender nada.
- ¿Qué mas da llevar el objeto de alguien encima si lo que importa es lo que tengo aquí de él?-Le dije a la vez que me señalaba la cabeza.- Los objetos sólo son objetos. Luego está el sentido que tú les das. El colgante es el mismo lo deje en un cajón que lo lleve encima. Esa persona la voy a recordar lleve el colgante encima o no.
-Que razón tienes. Me gusta como piensas.
Paró entonces la limusina en frente del Central park. Él chófer abrió la puerta y salimos.
Es chocante ver como al lado de todos aquellos edificios existe ese gran pulmón de árboles.
-Ahora un paseo para que conozcas el parque más conocido de todo el mundo.-Me dijo imitando a un guía turístico.
-Que ironía cuando se trata de ver el Central Park con uno de los modelos más conocidos de todo el mundo.
Él me miro con una gran sonrisa.
Que guapo es.
-Bueno, por dónde nos habíamos quedado. A si… Ya que no tienes secretos, ¿Puedo hacerte unas cuantas preguntas más?
Podía sentir su curiosidad. Se lo que es estar con esa curiosidad. Como yo con Clara.
-Claro que puedes.
Parecía ilusionado y todo. Se quedó pensativo.
-Creo que tengo tantas preguntas que no se ni por dónde empezar…
-No soy tan interesante.
-Eso lo decidiré yo.-dijo muy convencido.
-Está bien…
-¿Tenías planeado desde antes de conocer a mi madre venir a New York City?
-Buf… Esa es una muy buena pregunta. Con ella te tendría que contar muchas más cosas.
-Soy todo oídos y no tengo prisa. Estoy de vacaciones.
-No, espera. Antes responde tu a otra pregunta. Si estas de vacaciones, ¿Qué haces aquí en esta ciudad? ¿No se supone que tendrías que estar en uno de esos sitios paradisíacos dónde no hace frío?
Comenzó a reirse. Y me miró medio sorprendido.
-Vale que no iba a ir a un sitio paradisiaco pero tampoco tenía pensado estar en esta ciudad.
-¿No? ¿qué pasó?
-Pues todo fue por Jennifer, si no fuera por ella… Es muy posible que no te hubiera conocido nunca.
-¿Pero tú no vives aquí?
-No. Yo vivo en Miami, o por lo menos mi casa está allí. Esta es la casa de mi madre.
La verdad es que no me esperaba otra cosa.
-¿Y que pasó para que vinieras?
-Pues fue algo realmente curioso. Mi madre me dijo hace algún tiempo que quería conocer a Jennifer, por lo que lo más fácil para que la conocieran mis padres era que todos quedáramos en Nueva York y yo la trajera aquí a casa. Entonces pasó una cosa que resulta esencial en la historia, el supuesto accidente del avión de mi hermano…
-¿Si? ¿cómo fue eso? ¡Te puedo asegurar que también es crucial en mi historia!
Continuará...
;)
Espero que queráis saber el motivo de que David esté en la ciudad...
No puede ser.
No puede ser verdad.
¡No puede ser verdad que tenga que montar en helicóptero!
No era ni capaz de dirigirle la palabra a David mientras me llevaba agarrada del brazo al helicóptero una vez me puse los cascos.
Yo solo era capaz de intentar controlar mi mandíbula para que no se cayera de par en par dejandome la boca abierta.
No sabía en esos momentos si me espantaba o me encantaba la idea.
David no me dejaba de mirar con una gran sonrisa de emoción.
Yo al mirarle creía que le daría un beso de la emoción... Tengo que dejar de ver tantas películas. Supe contenerme las ganas.
No iba a fastidiarla en ese momento.
-No te digo nada, porque me has quedado sin palabras.-Le dije como confesión y a voces para que me oyera.
-Pues entonces no hace falta que me digas nada. Tú solo disfrútalo.
David conocía también al piloto del helicóptero.
Mientras despegábamos yo con tenía los nervios agarrados al estómago.
Intentaba parecer tranquila aunque dudo mucho que lo consiguiera.
Me costaba tener que permanecer sentada.
Estuvieron contando que se conocían bastante porque el piloto era uno de los mejores amigos de su hermano Gabriel.
Si David es así… ¿Cómo será su hermano? Creo que ni me lo puedo imaginar y menos ahora.
Yo que tengo miedo a las alturas lo estaba flipando. Sensaciones contradictorias en mi interior.
Las vistas eran impresionantes.
Ellos no paraban de contar chistes, anécdotas graciosas, haciéndome de guía…
Estaba motivadísima echando fotos a todo. Entre foto y foto me quería ir pellizcando.
Fuimos por muchísimos sitios.
La estatua de la libertad era superior desde ese punto de vista, al igual que los edificios, los puentes, el río Hudson, el Empire State, Central Park…
Era totalmente como aparecía en las películas.
Miraba a David y me confirmaba que tenía que ser una película.
Indescriptible. Es para vivirlo.
Desde ahí arriba puedes sentirte insignificante y ver lo inmensa que es la ciudad.
Fue una pena que tuviera que acabar .
David y el piloto hacían que pareciera una fiesta aquello. Ellos no paraban de cantar canciones de Madonna y David le hacía el coro.
No podía parar de reír.
David me miraba y al ver lo feliz que yo estaba notaba como él también lo era.
Se me hizo muy corto, pero en realidad estuvimos bastante tiempo.
Llegó el momento de bajarse al llegar a tierra incluso me puse a pegar saltitos. David se partía de la risa. Casi me caigo con los tacones y por suerte él me agarró a tiempo.
Entramos el ascensor después de evitar todo el revuelo que David causaba entre sus fans, en su mayoría mujeres.
¡Qué agobio de chicas casi llorando de la emoción por verle a él!
-¿Qué nota le das a mi sorpresa?-me dijo.
-¿Cómo que qué nota? ¡Si parece que tengo pegada la sonrisa con pegamento!-dije a punto de volver a saltar.
- Entonces a merecido la pena aunque tuvieras miedo a las alturas…
-Vaya… Intenté actuar por lo del cambio de papeles y todo eso. No sabía que lo había hecho tan mal.-dije aún riéndome y sobre actuando.
-Mal lo que se dice mal, no. El silencio cuando pregunté lo de las alturas fue muy delatador.
-Ya veo, ya. También veo que eres observador.
-No iba a dejar que te pasara nada malo. Hay que serlo y estar bien atento a todo lo que pueda pasar. Ahora espérame dentro de la limusina si ves que hay mucha gente en la entrada y quieren autógrafos. No te quiero hacer esperar. -Dijo a la vez que se ponía las gafas de sol.
Una palangana para mis babas por favor…
-Está bien.-Le contesté a la vez que me miraba en el espejo del ascensor.
Justo le miré a él a través del espejo. Él se bajó las gafas un poco y me guiñó un ojo. Después se las volvió a colocar y se colocó mirando hacia la puerta.
Llegamos a la planta baja.
Había que salir rápido porque el rumor de que David se encontraba en el edificio se había extendido como la pólvora. No se ni cuantas mujeres y hombres había allí mirando todas a todos lados para ver si le veían.
Conseguimos movernos entre la multitud hasta la puerta. Una niña pequeña le agarró del abrigo y le dijo a David que por favor quería una foto con él. Luego ella me miró a mí y dijo que también quería una foto conmigo. Quería una foto de los tres.
¿cómo?
¿Por qué esa niña quería una foto conmigo?
Entonces David me hizo un gesto para que me acercara y allí nos hicimos la foto.
La niña entonces me miró con sus ojitos grandes y azules…
Dijo que yo era muy guapa y que de mayor quería ser como yo.
Yo miré a David incrédula.
Menos mal que esta niña no sabe mi historia. Espero que no quiera ser como yo ni que lo sea.
Yo le respondí con una gran sonrisa y le dije que para ser como yo tendría que estudiar mucho. La madre estaba encantadísima y miraba a David como si fuera un caramelo.
Estábamos rodeados de gente.
David firmó unos cuantos autógrafos más y entramos dentro de la limusina. Yo estaba totalmente con la cabeza ida por lo de la niña.
¿Por qué quería una foto conmigo?
Hay cosas que creo que nunca entenderé.
¿Qué busca la gente qué se quiere hacer fotos con desconocidos?
-Es tu primer día en la calle y ya te piden fotos.-me dijo él intentándole dar emoción al asunto.
-¿Qué se supone que me tengo que sentir importante o algo así?
-Te aseguro que no. Pero es curioso…
-A mi también me lo pareció. Tú ya tienes que estar acostumbrado.
-No, hay cosas a las que uno nunca se acostumbra. A veces cuando tienes un mal día y te apetece estar solo, no te creas que no es una labor tener que sacar la mejor sonrisa y hacer con que estas encantado de que todo el mundo te preste atención. Una cosa es lo que parece y otra es lo que es.
-Tiene que tener sus inconvenientes. Supongo que tampoco tienes mucha vida privada.
-Hay noticias de tu vida las cuales al principio incluso te hacen gracia. A veces ya son cosas surrealistas e imbéciles.
-Es verdad, ¿Cuál ha sido la noticia mas estúpida que han dicho sobre ti?
-Bueno, no hace mucho me ha aparecido un supuesto hijo mío al otro lado del país. A la madre no se quién es y no la he visto en mi vida. Todo eso ya está en manos de mis abogados.
Me quedé riéndome incrédula.
-¿Tiene que ser broma?
-La gente hace lo que sea para conseguir dinero. Incluso perder la dignidad. Y bueno, en realidad he tenido rumores peores, pero ese fue el último. Ahora me estoy preparando para el acoso constante de la prensa…
-¿Cómo que para el acoso?
-Creo que la gente no sabe que Jennifer y yo hemos roto. Cuando se enteren supongo que les parecerá una bomba. Queda nada para que lo sepan…-Lo dijo serio.
Él parecía imaginárselo mientras lo decía. Solo de pensarlo se agobiaba.
Si a mí ya me molestaba que con Alberto todo el mundo me preguntara por él… No me quiero imaginar que hubiera sido un tema más de conversación para las peluquerías del mundo, programas de televisión, círculos de familia, amigos y conocidos…
-Que agobio solo de pensar que los demás pueden estar todo el día preguntándote por lo que menos quieres oír.
-Es el precio de la fama. Pueden hablar bien o mal, pero si quiero conservarla tienen que hablar de mí.
-Estoy empezando a plantearme que ser tú no tiene que ser tan fácil como parece.
- ¿Lo parece? Ya te dije que no lo es. El tiempo te enseña a llevarlo lo mejor posible. Puedo asegurar que también tiene otras muchas cosas buenas.
-¿Cuánto tiempo llevas trabajando? Y lamento ser la única que creo que no sabe casi nada de ti…
Él se rió.
-Pues empecé a los dieciséis haciendo anuncios. ¿Enserio te lamentas de no saber nada de mí?
-No es que me lamente. Nunca me han gustado las revistas del corazón y cosas así, por lo que no te creas que se mucho más de lo que tú me quieras contar.
-Puede ser que te quedes con misterios. Solo para parecerte más interesante…
-¿Parecerme interesante? Lo que tú quieras, es tu vida.
Le chocó bastante mi respuesta y mi falta de insistencia.
¿Estaría acostumbrado a hacerse rogar?
-Yo tampoco se mucho sobre ti. Te puedo asegurar que tú seguro tienes más secretos para mí que yo para ti.
-¿Yo secretos?- y empecé a reír.
¿Enserio él se creé que soy alguien interesante y con mucho que ocultar?
- Si no tienes cuéntame alguno.
Entonces empecé a pensar… ¿Qué le puedo decir yo a David?.
No estoy inspirada y pensaré en cualquier cosa. A ver si cuela.
-Pues es una chorrada, pero llevo intentando dejar de fumar al menos cuatro años.
-Si, la verdad es que podías haberte esforzado un poquito más. Ya que veo que te cuesta... Déjame hacerte una pregunta.
-Espero que no sea muy comprometida…
-No, no te preocupes. No es lo que pretendo. Ese colgante de ambar es muy bonito. Desde que te vi me llamó la atención. ¿De dónde lo has sacado? ¿Es un regalo?
Me quedé mirándole perpleja.
¿De todas las cosas que puede preguntarme, va y me pregunta una que tiene que ver diréctamente con Alberto?
-Digamos que es un regalo especial que me hizo una persona especial.
-¿Con especial te refieres a tu novio?
-No. Me refiero al que lo era.
-¿Y aún llevas algo puesto de él?
No me había planteado el por qué no me había quitado el colgante. Yo mientras hablaba con David, jugaba con el colgante entre mis dedos y lo miraba detenidamente ante la atenta mirada de David, que permanecía sentado delante de mí sin parecer entender nada.
- ¿Qué mas da llevar el objeto de alguien encima si lo que importa es lo que tengo aquí de él?-Le dije a la vez que me señalaba la cabeza.- Los objetos sólo son objetos. Luego está el sentido que tú les das. El colgante es el mismo lo deje en un cajón que lo lleve encima. Esa persona la voy a recordar lleve el colgante encima o no.
-Que razón tienes. Me gusta como piensas.
Paró entonces la limusina en frente del Central park. Él chófer abrió la puerta y salimos.
Es chocante ver como al lado de todos aquellos edificios existe ese gran pulmón de árboles.
-Ahora un paseo para que conozcas el parque más conocido de todo el mundo.-Me dijo imitando a un guía turístico.
-Que ironía cuando se trata de ver el Central Park con uno de los modelos más conocidos de todo el mundo.
Él me miro con una gran sonrisa.
Que guapo es.
-Bueno, por dónde nos habíamos quedado. A si… Ya que no tienes secretos, ¿Puedo hacerte unas cuantas preguntas más?
Podía sentir su curiosidad. Se lo que es estar con esa curiosidad. Como yo con Clara.
-Claro que puedes.
Parecía ilusionado y todo. Se quedó pensativo.
-Creo que tengo tantas preguntas que no se ni por dónde empezar…
-No soy tan interesante.
-Eso lo decidiré yo.-dijo muy convencido.
-Está bien…
-¿Tenías planeado desde antes de conocer a mi madre venir a New York City?
-Buf… Esa es una muy buena pregunta. Con ella te tendría que contar muchas más cosas.
-Soy todo oídos y no tengo prisa. Estoy de vacaciones.
-No, espera. Antes responde tu a otra pregunta. Si estas de vacaciones, ¿Qué haces aquí en esta ciudad? ¿No se supone que tendrías que estar en uno de esos sitios paradisíacos dónde no hace frío?
Comenzó a reirse. Y me miró medio sorprendido.
-Vale que no iba a ir a un sitio paradisiaco pero tampoco tenía pensado estar en esta ciudad.
-¿No? ¿qué pasó?
-Pues todo fue por Jennifer, si no fuera por ella… Es muy posible que no te hubiera conocido nunca.
-¿Pero tú no vives aquí?
-No. Yo vivo en Miami, o por lo menos mi casa está allí. Esta es la casa de mi madre.
La verdad es que no me esperaba otra cosa.
-¿Y que pasó para que vinieras?
-Pues fue algo realmente curioso. Mi madre me dijo hace algún tiempo que quería conocer a Jennifer, por lo que lo más fácil para que la conocieran mis padres era que todos quedáramos en Nueva York y yo la trajera aquí a casa. Entonces pasó una cosa que resulta esencial en la historia, el supuesto accidente del avión de mi hermano…
-¿Si? ¿cómo fue eso? ¡Te puedo asegurar que también es crucial en mi historia!
Continuará...
;)
Espero que queráis saber el motivo de que David esté en la ciudad...
jueves, 2 de diciembre de 2010
EL VÍDEO MÁS CENSURADO
Todos deberíamos poder hacer algo grande por los demás... Véanlo.
Todos necesitamos abrir los ojos.
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