Yo no me lo podía de creer. ¿Yo? ¿Qué yo había hecho cambiar el humor de Clara?
No logro entender el motivo.
Pienso que es al revés. Ella fue la que cambió mi humor.
Clara fue la que me demostró que en esta vida puede pasar muchas cosas que nunca llegué a imaginar o a desear.
-¿Estás seguro? -dije mostrándole mi desconcierto.
-Si, segurísimo. Empezó a hablarme de que esos últimos días se lo estaba pasando muy bien. Que había conocido a una chica especial y que tenía un proyecto entre manos. Ella no se arrepiente de lo que pasó con el coche. -dijo.
Él me observaba de tal manera que me sentía sometida a un examen. Aquello no me molestaba. En realidad yo a él le someto a un constante examen.
¿Qué debía esperar de un total desconocido que supuestamente conocen todos los demás?
¿Yo especial?
Será una chica desesperada por huir de la rutina. De huir de todo lo que me recuerde a ese gran amor que un día hubo y que desapareció con el tiempo.
-Yo creo que tampoco me arrepiento. Mi coche tampoco se arrepiente. Ahora está como… Iba a decir nuevo, pero creo que esa no es la palabra.
-Que conste que yo tampoco. -Me dijo mirándome a los ojos.
-Me alegro. -dije sonrojándome un poco e intenté disimularlo.
-Bien, pues aún no terminé de contarte. Mi madre está muy ilusionada porque estés aquí. Me dijo que había conocido a una chica que sabía escuchar. Dirás que es una tontería, pero es que mi madre no aguanta a las que son unas lame culos y a todo lo que le cuentan le ponen una sonrisa. Aquí todas le hacen la pelota por todo.
Me empecé a reír un montón, aunque yo sentía curiosidad por ella tampoco iba de lameculos.
-Yo ni si quiera sabía quien era tu madre. Tampoco sabía que Charles fuera conocido por su trabajo. Me he enterado esta mañana. Casi de milagro sé que eres famoso. Jennifer, pues tampoco sabía que era modelo. Imagínate... Pero en serio que me da igual. Hay muchísimas personas interesantes y con geniales ideas, la mayoría no salen en los medios de comunicación.
-Ya, si ya lo se. Hay mujeres que ni si quiera son capaces de dirigirme la palabra. A veces solo me gritan e incluso alguna se ha desmayado. Tú me tratas como una persona normal… Y te costará creerlo. Creo que contigo puedo hablar de todo. Hay algo en ti que me inspira confianza. No se que es…
Me costaba tratarlo como tal, pero esta claro que no se merecía que le gritara ni nada por el estilo.
Aún me costaba asimilar que solo hacía unos días que lo había visto en Cáceres, en el bar de Jordi, en una revista. Ahora estoy aquí delante de él mientras me dice que le inspiro confianza.
-En realidad es lo que eres. Una persona normal con las mismas necesidades que el resto de personas.
-Claro que lo soy. Soy muy normal-Dijo él bromeando haciéndose el ofendido por que no pensara que era así.
-Pues normalucho, -dije para picarle. - sigue contándome que pasó.
¿Normal?
Puede que si… pero no lo aparentaba y menos con ese físico…
-Bien, pues mi madre de buenas a primeras me dijo que ella no pensaba venir para nada, que iba a venir una chica encantadora a casa, me gustara o no. También me dijo que a partir del momento que tu estuvieras aquí, la casa iba a ser tan tuya como mía y que como solo recibiera una queja tuya me tenía que ir de esa casa.
-Eso no lo sabía pero no te preocupes. Dudo que me des problemas.
Se empezó a reír.
-No me preocupa. Más bien era si tenías quejas de Jennifer. Eso a Jennifer no le hizo ni gracia, ni la más remota de las gracias.
-¿El qué? ¿Ella sabía eso de lo de las quejas?
-No, eso no. Lo que la repateaba era el que mi madre hubiera cambiado su lugar y su billete de avión, para traer a una chica de la cual hablaba maravillas. Por cierto, ¿tienes hambre? No lo recordaba, pero tengo reserva para comer en un restaurante, si no quieres lo cancelo y vamos a casa o a donde tu quieras.
-Si ya lo tienes reservado, vamos.
-Vale, pues dame un momento.
Cogió el teléfono y llamó al chófer.
Luego se levantó para que volvieramos por donde habíamos venido.
-¿Qué le pasó entonces a Jennifer cuando se enteró?-dije cuando terminó de llamar.
-Se pasaba todo el día detrás de mí. Enfadada o intentándome llamar la atención de todas las maneras y a todas horas. No entendía porque tenía que traer aquí a una de sus amigas. A nuestros amigos no les contó nada del suceso con el móvil, pero entonces yo se lo conté a mi mejor amiga. Se enfadó aún más por eso.
-¿Te montó el numerito porque había llamado guarra a tu madre? Yo no sé como van por aquí las cosas... Pero en realidad lo del teléfono puede sonar gracioso. Aparte los amigos son los amigos, ¿no? Se les suele contar todo.
Él me asintió con la cabeza.
-Si bueno, aquí no acaba la historia. Pasó otra cosa casi peor en los días que estábamos esperando que tu vinieras, decidí que por lo menos la debería de conocer a mi padre. Ya que estábamos aquí…
Puso una cara que me mostraba que tampoco había ido todo como estaba planeado.
-¿Y que pasó?
-Que mi madre y mi padre ya habían hablado. A él tampoco le gustó lo que Jennifer había hecho…Pero estaría dispuesto a conocerla.
-¿Y se conocieron ? Bueno, mas bien, ¿Se la presentaste?
- Si se conocieron. Pasó algo desafortunadísimo al final de la cena. Todo había ido sobre ruedas al principio ... Yo creía que me quería esconder en el cuarto de baño y no volver a salir de allí hasta que se fueran…
-¿Quiénes?
-Mi padre y su secretaria ,la que será su futura mujer, Marcela. Mi padre decidió que ya era hora de que yo conociera a la mujer con la que mi padre llevaba tantos años… por decirlo de una manera bonita. Él a cambio conocería a mi novia. No se cómo se desvió la conversación… Quizás Jennifer había bebido mucho vino, no sé. La cuestión es que a Jennifer se le soltó la lengua y dijo algo de que no le gustaría que yo tuviera secretaria por lo guarras que pueden llegar a ser…
Me paré en seco con la boca abierta.
Pasaron tres segundos y seguí caminando.
Me quité un peso de encima.
Al lado de eso que me viera vomitar el primer día no parecía algo tan malo.
-Como para no querer esconderse. ¿Qué hizo ella?
-Pues se pensaba que Marcela era otra mujer. No se enteró que era la secretaria con la que mi padre le había puesto los cuernos a mi madre hasta que llegamos a casa. Se enfadó conmigo por no avisarla. Eso fue por la noche justo anterior a que llegaras tú. Unos días antes también se volvió a liar. Estábamos ella y yo en casa. Llamaron al timbre y no pararon de entrar percheros de ropa y más ropa de marcas. Justo después entró Charles con unos cuantos asistentes llenos también de cosas. Jennifer lo estaba alucinando viendo la ropa que te habían traído. Aunque lo que más le molestaba era que la ropa era de la chica que iba a venir.
-¿Y que pasó?
-Pues que Charles no se corta un pelo. Charles como siempre, se puso a decirme que es una pena que sea heterosexual, que él si pudiera, me iba a hacer el hombre más feliz del mundo.-Yo empecé a reírme un montón al recordar la conversación que había tenido con Charles ayer. - Cosas que me dice siempre. Pero como le conozco, ya sé que lo dice de broma. Bien, pues entonces Jennifer comenzó a mirarle con sus malas caras.-Y empezó a imitarla.- Eso Charles no lo iba a dejar pasar. A él nadie le mira así…
Vimos la limusina de lejos y enseguida estuvimos dentro, porque la gente de alrededor comenzó a mirarnos y a señalarnos.
Esto de tener una limusina así no ayuda nada si quieres ir de incógnito.
-¿Qué le dijo Charles?
-Lo de Charles fue brutal. Demasiado para mi gusto. Mi madre también le había contado a Charles el accidente con Jennifer. Son íntimos amigos. Charles le dijo que si con esas caras pretendía llamarle puta o ligera de cascos como a mi madre. Que no hacía falta que se pusiera “celosona”.
Otra vez yo estaba con la boca abierta.
¡Qué de cosas habían pasado!
-¡Que bestia!
-Ya si, pues ella salió disparada de la casa. Yo conseguí alcanzarla y tranquilizarla. Fue cuando entonces le propuse que fuéramos a conocer a mi padre. Y pasó lo que pasó... Ayer por la mañana, justo antes de que llegaras, mi madre nos despertó llamando al móvil. Para colmo mi madre oyó como ella se quejaba por que la habían despertado. Cuando colgué empezamos a discutir de por qué si sabía que era mi madre se seguía comportando así. Entré al cuarto de baño y cuando salí no la encontraba por ninguna parte. Algo me decía que estaba haciendo de las suyas. Entonces me la encontré donde tienes el armario. Estaba cotilleándolo todo. Entré y la pillé quitándote un bolso y dentro lleno de cosas.
Yo ya me llevaba las manos a la cabeza. Él me contaba todo muy abochornado. Estaba muy apenado por llevarse una desilusión grande.
-¿Qué me estás contando?
-Si, lo que oyes. Lo demás puedes imaginártelo.
-Por eso cuando me vió me metió un empujon y casi me mata con la mirada.
-Y por eso cuando te vi me asusté. No quería que volviera… Solo me ha traído estos últimos días problemas…
Continuará.
Meteduras de pata como un piano de grandes...aunque robar la ropa de la chica que compartira piso con tu novio no tiene nombre.
ResponderEliminarGenial, como siempre...estaba empezando a echar de menos a Clara :D