Gracias por leerlo :D

¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.


Seguidores

domingo, 13 de junio de 2010

41. Secretos que pueden cambiarlo todo.

No pensaba solo actuaba.
Abrí la puerta del coche y monté.
Estaba igual de empapada que si me hubieran tirado un cubo de agua.
Me daba igual.
-A que juegas, ¿Qué quieres ponerte mala?- me dijo él enfadado.
Muy típico de él enfadarse como si fuera mi padre y yo fuera su niña a la que proteger.
Él puso la calefacción más fuerte.
Se quitó la camisa de manga larga y me la dio.
-Toma, ponte esto antes de que te constipes.-dijo con voz suplicante.
Yo sólo era capaz de mirarle alelada.
¿Me merecía que siguiera siendo tan bueno conmigo?
Insistió para que me la pusiera.
Me quité la ropa mojada y me puse su camisa que me quedaba como un vestido.
Al respirar sentí otra vez su olor que tanto echaba de menos.
El olor que ya habían perdido sus cosas en mi habitación.
Que bien olía la camisa que me había dado.
Ese perfume que ya no volvería a mi cama…
Él me miraba pensativo mientras me cambiaba.
Su cara se convirtió en una máscara que no me permitía saber que pensaba, como ocurría antes.
No le iba a decir que no me mirara después de tanto tiempo juntos.
No había nada que esconder.
-¿Qué haces aquí?- le dije cuando terminé de ponerme la camisa.
Me tenía totalmente desconcertada.
¿Qué venía buscando después de lo que pasó el último día que nos vimos?
-Sabía que Lucía te había preparado una fiesta por todo lo alto y quería despedirme de ti. ¿Me dejas que me despida de ti a solas?-Miró mi cara que cada vez se estaba poniendo blanca. Se asustó un poco. -Solo quiero que veas Cáceres por última vez desde la Montaña y llevarte a la estación, si no es mucho pedir… No pienso decirte que te quedes, solo quiero despedirme de ti. Ya está.
Entonces me acordé: ¿Se puede saber que hora es?
Miré el reloj.
Solo me quedaban dos horas para irme.
Miré sus ojos que me pedían a gritos y suplicaban que por favor aceptara su oferta.
Miré por la ventana y vi el bar.
Quizás es lo mejor que sea así.
Nada de despedidas empalagosas.
Quizás por el miedo a las duras despedidas aceptaría la proposición que Alberto me hacía.
-Esta bien, de acuerdo.-dije en una vocecita la cual no parecía la mía.
El puso una de sus sonrisas, la que más me gustaba, esa que dejaba ver sus preciosos dientes.
Oí su respiración más tranquila.
El brillo de sus ojos marrones era intenso.
Entonces los dos nos quedamos mirándonos el uno al otro sin decir nada.
Es como si todo hubiera cambiado.
Él ya no parecía el de siempre. Ya no sabía lo que él iba a hacer o decir.
Es como si él fuera nuevo para mí.
Tantos años juntos y en pocos días se había convertido en alguien desconocido para mí.
No sabía que pretendía él de esta… ¿cita? Si es que se puede llamar así.
Justo en ese momento el coche que estaba aparcado al lado no paraba de pitar para intentar salir.
Sin decir ninguna palabra arrancó.
Estaba sonando una de mis canciones favoritas en la radio y como llevaba unas cuantas copas de más, pues que menos que ponerme a cantar.
Canté a voces.
¿Quién me iba a oír?
¿Quién me iba a callar?
Él me miró con una amplia sonrisa. A él le encantaba oírme cantar y supongo que al verme tan animada también se puso a cantar.
Los dos cantábamos a grito pelado de camino a la montaña.
Creo que en estos momentos debería de estar apunto de un ataque de nervios, pero en realidad no era así.
Llevaba tanto tiempo con él saliendo, que en realidad siempre ha sido una de las únicas personas que consigue tranquilizarme.
Alberto se supone que debería de estar enfadadísima conmigo por dejarle después de llevar tanto tiempo juntos, pero en realidad la situación era diferente.
¿Él ya había aceptado que yo solo le veo a él como mi amigo íntimo con el que ahora no quiero nada?
Le quiero pero ahora no quiero estar con él saliendo.
En cuanto llegamos a la montaña lo supe.
Claro que le quería y claro que él a mi me quería, pero en realidad era un amor hecho a la costumbre y a la rutina, un amor sin pasión.
Un amor cómodo que no busca nada mas que la seguridad de no sentirse solo.
Amor que tiene miedo a perder lo que conoce.
Ya habíamos llegado a la montaña.
Él salió del coche y me trajo una manta del maletero, mi manta favorita.
Era una que había conseguido en unas ferias que era de Bob Esponja.
Ya había parado de llover.
Me la puse por encima y salí del coche.
-Antes mira dentro de la guantera.-me dijo él.
Me volví al coche y me acerqué a mirar que había allí dentro.
Entonces vi una bolsa llena de mis chucherías favoritas.
-¿Y esto?- le hice un gesto señalando la bolsa.
-Seguro que tú has sido igual de despistada que siempre y se te ha olvidado comprar cosas para comer en el camino.
-Pues no te confundes para nada, me conoces muy bien.-le dije riéndome por el detalle.
-Ya se que te conozco muy bien, por eso precisamente voy a dejar que te vayas sola a Nueva York a vivir aventuras. Lo único que me da miedo es lo despistada que eres.

Algo de lo que me acababa de decir no me cuadraba.
Lo de despistada era muy cierto…
-¿Cómo que me vas a dejar irme sola?
Entonces el me cogió la mano y comenzó a jugar con mis dedos que estaban helados.
Recordé que siempre me encantaron sus manos que estaban calientes.
Al darse cuenta que estaban frías las agarró con delicadeza para tratar de calentarlas.
¿Porqué siempre se porta tan bien conmigo?
Luego él dio un gran suspiro.
-Es que hay algo que no te había contado. Hace tiempo me ofrecieron allí en Nueva York trabajo y lo rechacé. Aún si quiero puedo trabajar allí pero aún así me quedo aquí en Cáceres. -dijo con el tono de voz muy apagado.
Me quedé con la boca abierta mirándole.
-¿Por qué no me lo habías contado?-le dije aún tratando de asimilarlo.
-Porque yo tenía aquí todo lo que me hacía falta para ser feliz. Ahora no lo sé, pero de todas formas voy a dejar que te vayas sin mí. Porque sé que eso va a ser lo que te va a hacer feliz . ¿Crees que si yo voy contigo las cosas entre nosotros podrían cambiar?

En realidad él sabía que estaba huyendo de la rutina.
Si él venia conmigo todo sería un bucle eterno y simplemente le veía ahora como un… ¿amigo?
Entonces me apoye en la barandilla y miré la ciudad.
Aquella pequeña ciudad y sus luces.
Es una imagen preciosa que debería de recordar para siempre… MI ciudad.
Donde crecí y aprendí.
¿Cambiarían las cosas si Alberto viniera conmigo?

3 comentarios:

  1. Mon dieu!
    EXCELENTE...
    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

    ResponderEliminar
  2. Que complicadas son las relaciones, que raras somos las personas, no hay quién nos entienda. Lo mejor "amigos gays" jajaja!!

    Un abrazo, y gracias por pasarte por mi blog, y más aún por dejar un comentario ;)

    Muak

    ResponderEliminar
  3. NEcesito una traducción a lo de Mon dieu xD
    Que ignorante me siento xD
    Gracias por lo de excelente, aunq mas quisiera que fuera así¡
    Pero gilipollas tú si que escribes excelente :D

    Yo sigo insistiendo que no, que yo quiero un amigo leal y que me quiera y que sea bisexual xD

    ResponderEliminar