Gracias por leerlo :D

¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.


Seguidores

lunes, 21 de junio de 2010

46. Menuda resaca de anoche.

Y a partir de aquí comenzó el viaje que me llevó hasta Nueva York.
Me hubiera encantado que hubiera sido un viaje corto e idílico buscando mi futuro, con ilusión, pero era algo muy difícil después de lo que acababa de hacer.
Aquel beso me había conseguido desconcertar.
En el autobús intenté dormir un rato, pero me fue imposible. No paraba de darle vueltas a todo en mi cabeza.
Cada vez que conseguía entrar en una fase parecida al sueño, pero que aún no había llegado a él, aquel beso volvía a mi cabeza.
Antes de lo que tenía pensado llegué a esa otra preciosa y gran ciudad, Madrid.
Nada más salir me tocó buscar un taxi.
Estaba cansadísima.
Notaba mi cuerpo sin fuerza y sin hambre.
No conseguía enterarme de nada.
Llegué al punto de andar y no pensar en nada.
Era como un viaje con anestesia.
Actuaba como una zombi.
En mi cabeza notaba un ligero dolor de cabeza por culpa del cansancio y del haber estado bebiendo en exceso.
El taxista creo que se quedo asombradísimo al ver como yo hacía todas las cosas como si estuviera dormida, todos mis movimientos eran mecánicos.
Tenía tanto sueño que me costaba hablar.
Ya me daba igual, me tenía que esperar a coger el avión para dormir.
Llegué al aeropuerto con el tiempo bien calculado, hice todo el royo de las maletas y después por fin llegó el momento de montar en el avión.
Todo esto son recuerdos vagos, por que tenía tantísimo sueño que nada más subir al avión en un vuelo de primera clase, con un buen asiento donde dormir, caí en un profundísimo sueño.
Creo que en este momento era lo único que pensaba: en dormir, en tomarme un ibuprofeno, o beber mucha agua…
No sé, la cuestión es que dormí las siete horas y pico del tirón.
Tuve toda clase de sueños: yo sola en la ciudad grande, Clara, Alberto, mi familia, Mery…
Entonces noté unos golpecitos en el hombro.
-Señorita, ya vamos a aterrizar.
Eso fue lo primero que oí cuando llegué por fin a la gran ciudad.
La ciudad que guardaba los sueños de tantas personas.
Ahora el mío también.
Me despertó una azafata que era lo más parecido a la Barbie o una actriz porno, todo según se mire.
Con esas tetas me costaba incluso mirarla a la cara.
Digamos que lo primero que vi cuando llegué fueron esas tetas como sandías.
No me lo podía creer… ¡Por fin estoy en Nueva York!
Tampoco me podía creer que siendo uno de los días más felices de mi vida, tuviera la cabeza peor que el bombo del Manolo…
¡Qué dolor de cabeza!
Tenía el estómago que no me entraría nada.
Aún tenía muchísimo sueño.
Aún no había comido nada.
Necesitaba agua.
Una ducha…
Pensé que lo primero que tendría que buscar sería un sitio donde desayunar o comer algo.
Luego me di cuenta que si hago eso, me pasaré toda la mañana en un cuarto de baño público vomitando…
Tengo el estómago que parece una lavadora de ácidos.
Mejor me espero a llegar a casa.
Eso será otra, ¿cómo será la casa?
Intentaré pensar en otra cosa.
La maleta.
Por fin ya tengo la maleta.
Es impresionante mirar alrededor y ver la cantidad de gente que hay de todo el mundo en ese aeropuerto.
Me da igual, necesito aire fresco, descansar.
Pillo un taxi.
Cuanto ruido.
Mi cabeza…
Que gracioso el taxista.
Era asiático medio cubano que llevaba todo el pelo lleno de rastas.
El taxi estaba lleno de cosas de Bob Marley.
Le dije a este donde iba y durante el camino me preguntó de donde era, que si había venido alguna vez más…
Menudo interrogatorio y estoy que no puedo ni hablar.
Me hubiera encantado prestarle mas atención.
Era imposible, al ver esos edificios, tanta gente, tantas tiendas tanto TODO…
Y yo con el RESACÓN.
El viaje en taxi se me hizo cortísimo.
Creo que fue porque estoy medio dormida.
Lucho con mis párpados que se caen solos.
Llegamos por fin a la calle.
¿Pero y esa cantidad de tiendas caras?
Yo sinceramente creo que lo estoy flipando en colores y hasta que no consiga dormir y pisar el suelo e ir al Central Park…
Me dejó en lo que sería a partir de ahora el portal de mi casa.
El taxista, me ayudó a sacar el equipaje.
Sin duda esta tiene que ser una de las calles más transitadas de Manhattan.
No tengo ni idea de que me espera.
Miré el edificio, que pasada...
Pero mejor miro al suelo.
Que mareo…
Entonces sin que yo dijera nada se me acercó un hombre mayor, bajito y uniformado. Parecía un botones y acababa de salir del portal a donde yo me dirigía.
Tuve que mirar varias veces el papel que me había dado Clara antes de hacer ningún movimiento, por si acaso.
Me parecía todo de broma.
-Perdone, ¿Es usted la señorita Carmen García Gutierrez?-dijo aquel hombre uniformado.

1 comentario:

  1. Mi querida amiga... pero es que sucede que lo que usted escribe a mi me interesa (mucho). Así que aunque esté dentro de la categoría de escritores fracasados... continué fracasando una y otra vez mientras la leo una y otra vez.
    Excelente texto... como siempre acaba cuando comenzaba a babear.
    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

    ResponderEliminar