Gracias por leerlo :D

¡Empiecen desde la 1ª Entrada si queréis leer la historia de Carmen! No empiecen la casa por el tejado.


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domingo, 9 de mayo de 2010

11. Los tontos tienen suerte.

-¿Y a dónde quieres ir? -Le dije intentando disimular la tristeza de mi voz.
Quería poner la voz enérgica de antes, pero algo de mí se había quedado sin fuerzas.
- A Nueva York, para dentro de ocho días.
Ella no me lo había dicho animada como me esperaba.
Estaba seria. Incluso irritada.
No lo entendía.
Se me abrieron los ojos como platos al analizar la información.
¿Dentro de ocho días? ¿A Nueva York?
No tenía ninguna excusa para quedar con ella luego.
A no ser que me presentara en su consulta a pedirle consejo con el sexo.
No, esa breva no iba a caer.
-¿Tienes allí alojamiento?-dije intentando saber algo más.
Me quede extrañada …
Ella podía haber conseguido el billete de avión de mil maneras antes que pedírmelo a mí.
-Si tengo alojamiento. Uno de mis hijos está allí, y como se están acercando las navidades, no sería una mala idea el pasar con ellos un tiempo y con la familia...
Me di cuenta que el tiempo se me había pasado volando.
Navidades.
Dentro de nada iba a ser navidad y yo aun no había caído en la cuenta.
Estas fechas me gustan mucho.
En mi familia siempre nos hemos reunido un montón en casa de mi abuelo y se respira el magnifico ambiente de la navidad que tanto se hecha de menos.
-Supongo que tendrás muchas ganas de verlos y pasar la navidad con ellos.
-Por supuesto.-dijo sin mucho ánimo.
Hizo un gesto me desconcertó. Era como si ella no quisiera ir allí y la obligaran a ir, algo muy raro.
Me recordó a unas vacaciones que me tenía que ir yo sola obligada con mis padres a una casa rural. Yo tenía 16 años y mi hermana se quedaba sola en casa durante una semana. No me parecía justo. Cada vez que me preguntaban que tal iban a ser mis vacaciones ponía la misma cara que acababa de poner ella.
Miro rápidamente hacia la izquierda y se tocó el pelo.
Eso en mi manera de entender las cosas era que me había mentido en lo de las navidades.
Ese gesto de nerviosa intentando ocultar algo me estaba sacando de quicio.
Se dio cuenta de como yo alcé la ceja izquierda en señal de que había algo raro y enseguida me cambio de tema.
-¿Quieres hoy venir a comer a mi casa cuando acabes de trabajar?.-me dijo volviendo a su sonrisa y cambiando de postura.
Los tontos tienen suerte y este era mi día.
-Estaré encantada.-dije casi sin pensármelo.
Nunca me a gustado eso de comer sola y hoy mis padres estaban de viaje a Sevilla.
Me gustó mucho la idea de seguir descubriendo cosas de ella. Hoy era mi oportunidad de marcar un antes y un después. Si la comida salía bien podría verla más veces.
Intenté no levantarme de la silla y dar botes de alegría.
Terminé de tomarle los datos y el papeleo. Pagó con la tarjeta de crédito.
Tenía que ser así, porque ya había incluso salido el jefe para ver a Clara.
Los chismorreos vuelan.
Todos y todas seguían mirando y poniendo la oreja.
Había un silencio sepulcral cada vez que Clara abría la boca.
Me dieron ganas de levantarme y gritarles a todos que si no tenían nada mejor que hacer que poner la oreja tan descaradamente. Respirar tres veces profundamente sería la solución.
-Ya sabes dónde vivo. Allí te espero Carmen. -dijo justo antes de salir por la puerta.
Se despidió de todos los de la tienda con un gesto de mano.
Era evidente que ella se había dado cuenta de que durante todo ese tiempo que había estado en la tienda había sido el mayor foco de atención.
Todos le despidieron atontados con otro gesto de mano.
Yo creía que a mi jefe se le caía la baba.
La mayoría volvió a su sitio.
Yo me quedé perpleja en mi sitio pensando en que sería eso que iba a preparar.
Todos querían preguntarme, pero yo me hacía la loca centrándome en el trabajo.
Los clientes no pararon de entrar por la mañana y el tiempo se me pasó volando.
Estaba de tan buen humor que había vendido más viajes que de costumbre.
Recogí mis cosas volviendo a evitar preguntas y me fui de camino a casa de Clara.
Dentro de mí una sensación nueva y extraña muy parecida a la ilusión.
Por primera después de mucho tiempo había vuelto a confiar en mí.
Una sonrisa en mi cara constante me hacía pensar que Carmen, la chica feliz de antes, había vuelto a casa.

Prepárense.




Antonioooo¡¡ aki está¡¡ jajaja

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