14. Las mierdas del corazón.

Decidí olvidarme del tema cogiendo la guitarra y poniéndome a cantar.
Esa siempre fue otras de las maneras de huir de la realidad para mí.
Nunca se me había dado mal, pero nunca lo fui contando por ahí.
Solo lo saben mis amigos más íntimos de alguna fiesta o de estar en el Parque del Príncipe.
Mi miedo a hacer las cosas mal nunca me hubiera permitido llegar mas lejos en mi supuesta carrera musical.
Siempre le canté canciones a Alberto.
Él era mi fan número uno.
Me decía que cada vez que me oía cantar se volvía a enamorar de mí, que nunca me dejaría escapar…
Sigue doliendo esa herida que empieza por Al y acaba en berto.
Llega a mi mente como un balazo.
Aún en mi habitación están sus regalos, sus peluches, sus cartas, fotos…
No las he quitado y me da miedo quitarlas.
Desde el momento que las quite todo será verdad, Alberto saldría de mi vida para siempre y no habría vuelta atrás.
Da miedo pasar de página y saber que lo hecho no se puede deshacer.
El daño está ahí.
Solté la guitarra.
No podía cantar con ese nudo en la garganta de nuevo.
Intenté dispersarme del tema pensando en Clara y la historia que me había contado este mediodía.
Volví a mirar la pulsera.
¿Qué más secretos guardará Clara?
Me puse el pijama y a dormir.
Mañana sería otro día.


Cuando desperté me dirigí directa a la ventana.
No fue sin antes luchar conmigo misma para moverme de la cama.
Esa noche me había dado cuenta lo agustito que había estado en la cama con todas las mantas que me había puesto mi madre.
Hacía muchísimo más frío de lo normal.
En el termómetro 0ºC.
Hoy mutaría de mujer a señora cebolla.
Me vestí con tantas capas que si me hubiera caído en una cuesta podría haber rodado.
La mañana pasó rápido en el trabajo.
Todo permanecía en la calma aparente de siempre.
Hoy en mi descanso me dediqué a ver las revistas del corazón en el bar que trabajaba Jordi.
No entiendo la pasión que tienen las mujeres españolas por los toreros.
Tampoco entiendo la pasión que hay por los toros.
No les veo la escusa para matar así al animal. A bueno, sí la veo. El dinero que paga la gente para ver como lo matan.
Asqueroso dinero.
Seguro que si en la plaza mataran a un hombre la gente también pagaría por el morbo.

Tampoco entiendo como la gente se presta a estar todo el día criticando la ropa de los demás o lo que hacen.
En este mundo hay de todo y debe haber de todo.
¿No se supone que la gente debe ser libre y dejarse llevar? Es su vida.
¿Quién da el poder para creerse una persona más que la otra?
¿Si entran en una fiesta con más lujo soy menos guay?
Seamos realistas. Puede parecerlo, pero no es así.
¿Cómo a alguien le puede gustar ser vigilado por los medios de comunicación las 24 horas del día?
¿Cómo es posible que la gente pueda vender su vida privada por dinero?
¿Se supone que debo tener envidia a lo que sale en las revistas o en la televisión?
Es a veces la mierda que veo cada vez que cojo una revista del corazón.
Que si fulana lo deja con fulano… ¿Y en realidad a mí que me importa? Si me sale más rentable saber con quien está la hija de mi vecino.
Esto es lo que se lleva ahora. ¿Y qué? Si yo me pongo eso y me quedaría como una patada en el culo.
Esta crema rejuvenecedora es la mejor pone aquí, miro la foto y sale una chica de 30 años con las arrugas puestas de photoshop.

Hay gente la cual ya crees que de tantas veces que oyes hablar de ellos parece que lo conoces.
Gente como Belén Esteban, La Pantoja, Falete, el novio de Falete...
Sin comentarios.

Decidí irme a la sección de cine.
Me gusta muchísimo más el glamour que desprenden las estrellas de Hollywood o de Nueva York.