Ella se acercó y me dio en mano las fotos.
Era extraño tener que decidir quien de los dos de sus exmaridos era más guapo.
Uno de ellos era de pelo castaño, con barba, alto y no muy corpulento. Ese era el de su primer matrimonio. Me parecía atractivo.
(Para quien no lo reconozca sin la camiseta del Real Madrid este es Xabi Alonso. El más parecido a como es el primer marido de Clara. )
En la otra foto aparecía un hombre moreno, corpulento, pero sus facciones eran tan marcadas y era tan guapo... Que ojazos tenía este.
(Será torero y todo lo que tú quieras... pero Cayetano Rivera... ES CAYETANOOOORRRLL¡¡)
Lo cierto es que uno era muy guapo y el otro atractivo.
Por lo menos para mi gusto.
Ella esperaba mi respuesta.
-En realidad no lo se , pero me llama mas la atención el moreno si te refieres a guapo. El castaño es mas atractivo…¿Vives con tu marido?
Por si colaba pregunté, aunque no se si había sido acertado hacerle esa pregunta.
Ella miro con cara de nostalgia. Dio un suspiro.
Le devolví las fotos.
-El de pelo castaño murió a los dos años de casarnos. El moreno se fue con su secretaria que es mucho mas joven que yo.- miró al suelo- De eso no hace tanto tiempo. Nos divorciamos y tenemos dos hijos en común a los cuales quiero con locura.
En realidad ella no sentía pena de lo que había ocurrido.
Por su tono de voz lo había deduje que era algo que tenía que haber pasado tarde o temprano.
Mire alrededor y me di cuenta que ella vivía totalmente sola.
-¿ Y donde están tus hijos ?
Su cara se iluminó con esa pregunta. Volví a recuperar aquella Clara sonriente.
-Ellos están en la edad de hacer otras cosas y no viven conmigo. Ellos tienen que hacer su propia vida. Uno de ellos vivió aquí durante un año, pero decidió que quería ser piloto de aviones, por lo que se marchó.
-Supongo que es ley de vida. Tienen suerte de tener una madre comprensiva, la mía nunca hubiera dicho eso.
-Lo de tu madre es ley de vida, una madre siempre debe ser protectora. Quizás yo fallo en muchas más cosas que tu madre… No quiero entretenerte tanto. Toma aquí tienes las llaves del garaje y aquí tienes las llaves del golf.
-Muchas gracias.
-¡No! Gracias a ti. Vamos, te acompaño a la puerta.
Me sentí triste de salir de allí, pero justo antes de salir, llegaban buenas noticias.
-No te preocupes por el coche, mañana me pasaré por tu trabajo.
-No me preocupaba. Allí veo, cuanto antes mejor.
No quería resultar impaciente, pero es que en realidad me apetecía verla.
Antes de despedirme, esta vez con dos besos, le di las llaves del coche. Sonó el teléfono y tuvo que despedirme con un adiós rápido y cerrar la puerta.
Pero la volvió a abrir enseguida y me gritó casi:
-¡45 es el número!
Y volvió a cerrar corriendo.
Yo me quedé como una idiota pensando que significaba ese número mientras esperaba el ascensor, hasta que caí cuenta que era la plaza de aparcamiento que tenia que buscar.
Metí la llave en el ascensor y al bajar encontré el Golf. No me confundía cuando pensé que era el nuevo.
Cuando miré a mi derecha me di cuenta que al lado se encontraba el Jaguar que había causado el gran bollo que tenia mi Saxo, solo que el Jaguar estaba casi intacto.
(¿Que Jaguar? Un Jaguar xkr. ¿Bonito? Eso tiene que ser como un Delorian...Viajes al futuro xD)
Tenía un bollito.
No hay punto de comparación.
Arranque y vi que el depósito de gasolina estaba lleno.
Eso me llevó a dar una vuelta con el coche a la ronda norte a disfrutar de conducir.
Sentir ese cosquilleo en el estómago que te da la velocidad.
Los que se picaban conmigo no tenían nada que hacer.
Esa sensación de no tener rumbo me encantaba.
Era sentir por unos momentos el ser libre y saber que nadie me manda nada.
Puse la radio y en ella estaba una de mis canciones favoritas de Blur.
Cuando volví a ser consciente de que el mundo requería unas ciertas obligaciones y que yo en casa lo tenía hecho un desastre, emprendí rumbo a mi casa como quien lleva un cohete en el culo.
Cuando llegué mis padres estaban en casa.
Me estuvieron comiendo la cabeza dándome una charla de 30 minutos.
Me sigue haciendo gracia eso de oír de boca de mi madre que si me creo que vivo en la pensión de la Paca. Cosas de madres.
Me puse a colocar para no tener que oír más quejas.
Mi madre está convencida que mi casa va a estar hecha una pocilga.
Aún no sabe ni como conseguí sobrevivir en Londres yo sola con Alberto.
En realidad yo en Londres llevaba una vida diferente.
Sabía que mamá no estaba en casa y que no podía vivir en casa todo hecho un desastre. Todos los días estábamos limpiando porque casi todas las noches había fiestas en casa.
Alberto era y es un maniático del orden.
Cuanto más lo pienso me doy cuenta que Alberto y yo no teníamos mucho en común, pero nos queríamos.
¿He pensado nos QUERÍAMOS? En pasado. Bien. Ese es el primer paso.
La verdad es que yo estaba muy cansada como para seguir discutiendo con mi madre.
Lo hice todo rápido y en silencio. Luego me fui rápidamente a mi lugar de reflexión: mi habitación.
Llegue con ganas de leer un libro, pero cuando me di cuenta ya los tenia todos casi leídos.
Las películas que tenía eran de mi hermana. Todas de amor. Aún no estaba preparada para ese paso. Aún tengo miedo de sufrir. ¿Quién no tiene miedo a sufrir?
Me tumbe en la cama y me puse a hacer un repaso del día.
De estar a punto de llamar a Alberto para que volviéramos juntos a no volverme a acordar de el en todo el día.
Me parecía un gran paso si quería conseguir mi objetivo.
Por mucho que quisiera siete años juntos dan para mucho y las noticias que tenía de él a través de mis amigos no me ayudaban nada.
Alberto no se encontraba bien.
Dudo que quisiera volver a verme en mucho tiempo, al igual que su familia.
Todos necesitaríamos darnos un tiempo hasta que las cosas se volvieran a asentar.
Nadie entendía el porque lo repentino de mi decisión.
En realidad los dos no estábamos convencidos de que lo nuestro siguiera adelante, por que él me confesó que en parte se sentía igual. Esa fue nuestra última conversación. En realidad yo no estaba segura de si él me estaba mintiendo en ese momento.
Demasiadas sensaciones en tan poco tiempo que no me permitirían saber la verdad.
Quizás mi cabeza se quiso creer esa mentira.
Yo no debería de sentirme tan culpable.
Me sentía como la tía mas capulla del mundo a la vez que me sentía la chica mas liberada.
Siempre pensé que lo que estaba pasando era que dentro de Carmen hay muchas Carmencitas con una cosa en claro: todas las Carmencitas querían estar sin novio y sin compromisos... Pero ninguna quería ver mal a Alberto.
Hoy había sido un día bastante esperanzador.
Clara.
Con solo escuchar ese nombre en mi cabeza me hacía mil preguntas.
No sé si algún día esas preguntas tendrán respuestas.
Me conformo con verla mañana.
Cruzaré los dedos para que me vuelva a permitir saber y aprender de ella.
No dejé de darle vueltas mientras cenaba.
Cuando volví a la cama fue más de lo mismo.
Que curiosidad me está comiendo.
Ahora acabo de recordar que me a dicho que tiene dos hijos.
Ella aún no me a mencionado nietos, pero eso no quita que no los tenga, no lo sé…
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